lunes, noviembre 16, 2015

La confesión de Franklin Nieves

Por Rafael Hernández Bolívar

De la euforia a la decepción, del valiente funcionario al cobardón desnudo

Sin pruebas ni principios

En apenas un par de semanas, la euforia inicial de la oposición –generada por las declaraciones del hoy ex-fiscal- ha devenido en un fallido intento de mantener vivo el discurso descalificador que la derecha internacional propaga contra la justicia venezolana. Parece que la llamada “confesión” no da para más. No hay contundencia ni aporta pruebas. Sólo señalamientos generales que se apoyan exclusivamente en la palabra de quien comienza admitiendo que, hasta ahora, había mentido y había sostenido acusaciones con pruebas falsas. ¡Cómo para creer en su palabra!

Quizás este desenlace se debe no sólo a la fragilidad de las acusaciones sino, sobre todo, a la pequeñez moral del sujeto acusador. La sociedad de hoy está familiarizada con la exaltación de célebres defensores de la justicia y de los derechos ciudadanos, popularizados en películas, libros y testimonios memorables. Pero he aquí que el personaje que están vendiendo ahora no lo adornan precisamente los valores de honestidad, justicia y valentía. El contraste es muy evidente. Lo que revelan sus declaraciones es que su actuación está plagada de doblez, simulación, engaño y cobardía.
La dimensión moral, en toda su desnudez, entra en juego, cuando quien comete un delito, realiza la acción con la absoluta conciencia de lo indebido de su conducta.  Por el lado que se le mire, ese es el caso de Franklin Nieves. No hay justificación moral de ningún modo.

Si, a manera de concesión hipotética, damos como cierto lo que dice en Miami; sus afirmaciones nos rebelan un individuo que supuestamente estaba consciente de la inocencia del acusado y de manera deliberada, por el temor a quedarse sin cargo burocrático, hizo todo el esfuerzo para culparlo y fabricó las pruebas que estimó necesarias para inducir la condena. Es decir, de acuerdo a su versión, Franklin Nieves, para ese entonces Fiscal del Ministerio Público venezolano, participó como colaborador o ejecutor de procedimientos que violaban el derecho al debido proceso de un ciudadano sometido a un proceso judicial.

Agréguese a esto el motivo fútil de esa conducta: La amenaza de despido como funcionario de la Fiscalía, dicho por el mismo Nieves  en entrevista para una televisión de Miami. En evidentes condiciones de seguridad, en un estudio de televisión que mostraba sus declaraciones al mundo, en un país que conceptúa como "garante" de los derechos humanos, un periodista le pregunta que si le habían amenazado con secuestrar a su familia, quitarle la vida o mandarlo a la cárcel, Franklin Nieves dice que a él, en una oportunidad, su jefe lo amenazó con despedirlo.

En varias entrevistas reitera esa versión. Así, en el diario español El País (31-10-15), el periodista le pregunta: “¿Personalmente sufrió amenazas?”. Responde: “No, no, pero estaban latentes”.  De manera más directa, Carlos Acosta en el Programa “Aló, Buenas Noches”, Miami, pregunta: “¿En algún momento te dijeron si te echas para atrás te saco esto, te saco aquello, o te destrozamos o te matamos o te metemos preso?” Respuesta: “No. Quien era mi jefe lo que me amenazó fue con destituirme.”

En otras entrevistas ni siquiera habla del despido sino de su carrera como funcionario, las posibilidades de traslado, de ascenso y hasta de obtener una jubilación ventajosa. Como se ve, ¡puro desprendimiento! ¡“sólidos principios morales de justicia y de defensa de los derechos humanos” orientados hacia la democracia, las instituciones y la sociedad!

Si por una amenaza de despido, en caso de que en verdad se haya producido, hecha en una oportunidad por su jefe inmediato, -no por el Presidente, ni por la Fiscal General, ni el Vice-fiscal, ni siquiera por el Jefe de División, todos ellos por encima de su jefe inmediato-, es capaz de alterar o fabricar pruebas para condenar a un "inocente", además que no le era desconocido, pues sus hijas compartían colegio con los hijos del acusado, ¿qué hubiese hecho si la amenaza proferida implicase un riesgo de su vida o de sus familiares? ¡Cabría esperar que sacrificaría hasta a su propia madre!

Un cómplice inesperado

En su peculiar striptease moral, Franklin Nieves admite que le dijo a Leopoldo López: “yo sé que tu eres inocente… pero tu condena está escrita. No tienes salvación, la orden viene de arriba y lo que quieren es inhabilitarte porque te tienen miedo”. Es decir, de manera insólita, uno de los abogados encargados de promover las pruebas en el juicio, le dice al acusado que es inocente y que “su condena está escrita”. Pero, más increíble todavía, el procesado, con esa valiosa información en las manos, sabiendo además que Nieves, por temor a que lo despidan, va a cumplir con su “tarea” de montar pruebas que lo condenen, Leopoldo López, en lugar de denunciarlo ante el Tribunal, o fuera de él, de acuerdo a la disposición que tiene de la prensa internacional, opta por el silencio y hace de cómplice pasivo de la supuesta farsa.

Más aún, apenas el ex-fiscal confiesa su supuesto delito, López y su familia se apresuran a otorgarle el perdón por el regalo de los catorce años de cárcel. ¿En qué lógica encaja esto?


Parece que Diosdado Cabello tiene razón al afirmar que Franklin Nieves participó en el juicio con el objetivo de conducir su curso hacia la menor condena, desviando la atención del asunto medular de las 43 muertos ocasionadas por las guarimbas y, logrado lo propuesto, hacer un escándalo final para irse a EEUU a disfrutar de los  pagos obtenidos que, por supuesto, deben superar con creces los modestos recursos de una jubilación pública o de un cargo de funcionario.