domingo, abril 26, 2015

Los papeles de Julio Montoya


Por: Rafael Hernández Bolívar

La derecha española calculó mal la partida. El anunciado por la gran prensa como “el verdugo de Podemos” resultó un fiasco descomunal. No llegó ni a delator creíble.

Segundos de gloria
Lo primero que hizo la derecha española, en relación a la visita de Julio Montoya a España, fue exagerar la importancia de este diputado. Le atribuyó un liderazgo clave dentro de la oposición venezolana, ponderó como valioso su “prestigio” y “seriedad” y, por si fuera poco, le atribuyó la posesión de documentos demoledores que demostrarían de manera irrefutable el financiamiento que habría hecho el gobierno venezolano a Podemos, la organización política de izquierda que amenaza con hacerse poder en el país ibérico.
Periódicos, programas de radio, tertulias de televisión y líderes políticos españoles anunciaban esperanzados la visita del promovido diputado. Saboreaban con antelación el banquete de revelaciones exclusivas, de señalamientos comprometedores y de evidencias indubitables del plan chavista de extender la Revolución Bolivariana al seno mismo de la sociedad española.
Se asignó a periodistas para que fuesen al Aeropuerto de Barajas y recogiesen las primeras declaraciones del “valiente” diputado, aclamado, a que dudarlo, por las “masas” agradecidas de venezolanos acogidos en Madrid y por españoles temerosos del comunismo.

Haciendo el ridículo
Al traspasar Julio Montoya la puerta de salida de los pasajeros, comienza una torturante cadena de decepciones para la derecha española. Nadie le espera. Ni partidarios de la oposición venezolana ni españoles deseosos de colgar a los dirigentes de Podemos. Tampoco hay declaraciones excepcionales. Ninguna noticia bomba. Sólo lugares comunes. Ningún relato heroico sobre la salida de Venezuela ni una denuncia sobre la vulneración de algún derecho o la reseña de algún abuso del gobierno por impedir que el diputado saliera del país con su “valioso cargamento”. Peor aún, admite, “esos papeles ya están aquí”. Llegaron antes que él, en un procedimiento ordinario de envío de correspondencia.
El paseo por los diferentes programas de televisión y las entrevistas dadas a la gran prensa van a reiterar esta impresión frustrante y acentuarán la impronta de fraude que supone la visita. Los papeles no dicen nada nuevo. Todo lo ha machacado la derecha española, fruto de su propia cosecha e invención y con el mismo sustento: Ninguna prueba.
¿Y los papeles? Los fulanos papeles mostrados por Montoya no tienen apariencia de veracidad. Hasta el reaccionario diario El Mundo ha tenido que admitirlo: “no vienen firmados ni llevan logo alguno”.  Es decir, documentos anónimos que atribuye a Monederos, a la Fundación Francisco de Miranda o hasta a algún organismo del Estado, pudiendo eventualmente ser elaborado por cualquiera.
Pero, donde Montoya se explaya hasta el ridículo es en el vano intento de exagerar la influencia de los dirigentes de Podemos en la Revolución Bolivariana. Dice que Chávez y Maduro hacían lo que recomendaban Monederos, Iglesias y Errejón; dice que la oposición venezolana estuvo equivocada al atribuirle ese papel a los cubanos, cuando los verdaderos artífices de lo que se hacía en Venezuela eran las maquiavélicas cabezas de Podemos. Le atribuye tantas responsabilidades y tantos trabajos concretos a Juan Carlos Monederos –asesorías en el ALBA, en la CANTV, en Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, en la Secretaría de la Presidencia, en la Misión Vivienda, en campañas específicas, etc.- que inevitablemente terminaron por convencer a los españoles de que si algo se puede concluir de esos señalamientos es que Monedero fue mal pagado por su trabajo y bien haría el gobierno venezolano en compensar esa sobre explotación dándole una compensación extra a trabajador tan infatigable y eficiente.
El broche final es el acabóse. De acuerdo a lo dicho por Montoya, las continuas derrotas electorales de la oposición venezolana se deben al diseño de una campaña de “criminalización de la oposición” propuesta por dirigentes de Podemos. De acuerdo a esto, la oposición no se hundió a sí misma, por iniciativa propia, mediante su participación en el Golpe de Estado de 2002, en la promoción de la huelga patronal “hasta que Chávez se vaya”, en el llamado a desconocer al gobierno, en el apoyo a los militares en rebelión en la Plaza de Altamira, en el paro petrolero, en la caotización del país con guarimbas y sabotajes y en el involucramiento en cuanta conspiración se ponga en marcha, todo ello en contra del país y de las grandes mayorías. Si algún asesoramiento cabe en hacerse antidemocrático debió tenerlo la oposición que ha agotado todas las formas posibles de criminalizarse y su conducta política es una colección incomparable de torpezas que creó un abismo de distancias con el pueblo.
Se perdieron esos reales
La frustración es absoluta. No es que perdió los papeles o el gobierno venezolano se los quitó al Diputado Montoya. Es que nunca los tuvo en sus manos porque, sencillamente, no existen documentos que demuestren el financiamiento del gobierno venezolano a ninguna organización política española. 
Y no es que la derecha no supiese esa realidad. Sabe muy bien que no hay nada que demuestre semejante infamia. Pero, aspiraba a armar un buen espectáculo, un gran alboroto que sembrara dudas en los votantes y que alimentara diligencias judiciales para prolongar el asunto hasta después de las elecciones. Pues, al final, cuando salga a la luz la verdad, ya se habrían elegido los ganadores.  
Esperaban, eso sí, que la destreza del flamante diputado fuese persuasiva y ayudara en esa misión. Pero ocurre que el "listillo" diputado Montoya, quien orgulloso de su calvicie presume de no tener un pelo de tonto, tampoco tiene un pelo de inteligente. Y de honestidad, ¡menos!

miércoles, abril 22, 2015

Poca vergüenza


Por Rafael Hernández Bolívar

Un solitario aplauso recibe a Julio Montoya en el aeropuerto de Madrid.  Anunciado como el portador de valiosos documentos que revelarían el supuesto financiamiento a Podemos  por parte del gobierno bolivariano de Nicolás Maduro, sin embargo, fue totalmente ignorado por los transeúntes y ninguno de sus contratantes se tomó la molestia de ir a recibirlo. Salvo los periodistas de televisión y tres personas con una bandera, no había nadie más esperándole. El show mediático, no obstante, continuó imperturbable.
Los representantes de la oposición tienen abundantes dólares y no pocos euros.  Sólo así es posible su internacional peregrinaje turístico. Tan pronto están en Miami o New York como en Panamá o en Madrid. O en cualquier ciudad del mundo donde encuentren un auditorio dispuesto a secundarlos en mentiras e infamias. 
Pues no sólo se trata de la evidente capacidad financiera que paga viajes y encuentros sino también de la disposición de medios de masivos de comunicación y la garantía de “impunidad mediática”. Dinero que no se sabe de donde sale e impunidad mediática definida como la práctica de difamar, mentir e insultar, no digamos ya sin temor a ninguna consecuencia jurídica sino con la absoluta seguridad de que no serán refutados porque quienes tienen argumentos para hacerlo no tienen acceso a esos medios de la reacción internacional.
Pero Julio Montoya no llevó prueba alguna. No hay recibos, transferencias, contratos o cualquier documento que evidencie el financiamiento a una organización política española por parte del gobierno venezolano. No les queda otro camino que especular e inventar, o procurar encontrar entre los fulanos documentos afinidades ideológicas entre Podemos y lo que sucede en Venezuela. 
Como se dice allí, hay que tener “mucho morro”; es decir, poquísima vergüenza, para ir a otro país a mentir sobre las instituciones y la voluntad de la mayoría de los venezolanos, poniéndose al servicio de la casta política responsable de la situación española, proveedora de presos por corrupción.

domingo, abril 19, 2015

¿Violencia contra los negros o violencia contra los pobres?


Por: Rafael Hernández Bolívar

Enfocar como una acción racista las recientes muertes, despiadadas y contra todo derecho, cometidas por la policía norteamericana, es una forma de esconder y desviar la atención del verdadero problema:  La violencia de clases, la de los ricos contra los pobres.

La rémora racista
La persistencia de ideas y conductas racistas en la sociedad norteamericana es un hecho. El país, pese a las acciones de Lincoln un siglo antes, sólo logró en la segundad mitad del siglo XX reconocer los derechos civiles de los negros, después de una torturante lucha, liderada, entre otros, por Rosa Parks, Martin Luther King y Malcom X. Sin embargo, esa sociedad, aún no ha sabido deslastrarse totalmente del abominable pasado de esclavitud, de humillación y negación de derechos a sus ciudadanos negros, pese al ascenso a la presidencia de la república, o a la secretaría de Estado y otros cargos, por algunos de ellos; no por su raza, sino por su poder y su identidad con la clase dirigente del país.
Un análisis somero de las estadísticas y de los casos divulgados no apuntalan la hipótesis de que los negros sean las víctimas exclusivas ni excepcionalmente preferidas de la violencia policial. Más bien apuntan consistentemente que las víctimas son los pobres, sean blancos, hispanos, indios o negros.  ¿Cuáles son los ricos, negros o blancos, que han sido víctimas de la violencia policial, golpeados o asesinados?
Tampoco es verdad que todas las víctimas sean personas con  problemas con la ley ni que sean peligros inminentes para la vida de los policías o de otros ciudadanos. Abundan ciudadanos comunes y proliferan motivos fútiles, desde saltarse un torniquete del metro, no llevar el cinturón de seguridad puesto, llevar un vehículo con luces defectuosas, o no atender diligente y sumiso a los requerimientos de la policía. 

na mirada a las estadísticas
Según el portal Vox, (www.vox.com), -quien ha venido haciendo un seguimiento estadístico de la brutalidad policial en EEUU y la alarmante cifra de muertes-, en los últimos catorce años, en ese país se han producido 5600 muertes provocadas por la acción de la policía. La cifra incluye las ocasionadas por disparos (la mayoría), las derivadas de colisiones de vehículos en operativos y persecuciones, las provocadas por armas aturdidoras, por asfixias y, también, una causa curiosa, las que se agrupan en el renglón “suicidio policial” que consiste en que la persona hostiga a la policía con el propósito deliberado de incitar la reacción violenta y así ocasionar su propia muerte.
El portal señala que esta cifra, obtenida de la recolección voluntaria de datos por ongs e individualidades, corresponde al 35% de las muertes ocurridas como consecuencia de la violenta acción policial en los últimos 14 años, lo que ubica la cifra real en unas 16.000 muertes, un promedio de 1.143 muertes anuales.
La distribución porcentual de las muertes revelan que la mayoría de las víctimas pertenecen al grupo racial mayoritario (blancos) y donde hay una diferencia es en que el grupo que ocupa el tercer lugar en la población (los negros), sin embargo, ocupan el segundo lugar entre las víctimas, por encima de los hispanos. En donde si ocupan los negros un primer lugar, en relación a los blancos, es en el rango específico de los adolescentes asesinados por la policía, en las edades comprendidas entre los 15 y 19 años, no en los otros rangos, en donde prevalecen ampliamente los blancos.
Lamentablemente las estadísticas no registran la condición social de las víctimas, aunque si hay abundantes referencias a los lugares en donde se cometen la mayoría de los atropellos: Sectores de limitados recursos, barrios pobres, frontera con México, etc. Las reseñas periodísticas y los documentos audiovisuales, aunque es una muestra pequeña en relación al universo de casos, tienen la virtud de apoyar la condición de pobreza de las víctimas.

Registros audiovisuales
Audaces ciudadanos han logrado registrar el momento en que se producían atropellos policiales, muchos de ellos descarnadas ejecuciones.  Su sentido de justicia y solidaridad ha puesto en manos de los familiares de las víctimas estos valiosos documentos y ha dado amplia difusión a los mismos, por Internet y otros medios. 
En la revisión de estos documentos audiovisuales nos hemos conseguido con lo siguiente: Policía blanco golpeando salvajemente a hombre blanco sin hogar; blanco hispano se tiende boca abajo en el suelo con los brazos extendidos, seguidamente es golpeado con patadas al rostro y al cuerpo por policías blancos y policías negros, quienes, concluida la salvajada, se estrechan las manos entre sí en señal de felicitación y victoria; un adolescente, acompañado de otros jóvenes, en un reto juvenil, salta el torniquete del metro para no pagar el pasaje y un policía negro le ordena que se detenga, el joven obedece en actitud pacífica y el policía le golpea el rostro con una cachiporra, produciendo una herida que drena sangre copiosamente; policías blancos atropellando intencionadamente a hombre blanco con una camioneta; dos policías blancos golpean brutalmente a un blanco sin hogar en una sinagoga.
Los asesinatos reproducen el mismo patrón: Policías blancos o negros, actuando individualmente o en conjunto, contra blanco pobre, negro pobre, hispano pobre, indio pobre. 

Necesidad de sumar
En estos momentos se está desarrollando iniciativas para exigir el cese a la violencia policial. Sus dirigentes deben convertir esa exigencia en una reivindicación de las clases oprimidas, sumando todos los sectores excluidos e incorporando las luchas por mayor educación, acceso a la salud y a las reivindicaciones económicas. Se ampliará así la conciencia del pueblo.

domingo, abril 12, 2015

El monstruo insaciable


Por Rafael Hernández Bolívar

La crisis económica que tan terribles estragos ocasiona al Estado de  Bienestar europeo, alcanzado por los trabajadores en décadas de luchas, tiene como explicación -de acuerdo a Yanis Varoufakis, ministro griego de la economía y profesor universitario en el área-,  la insaciable voracidad del imperialismo norteamericano.

El minotauro global
La ciencia impone el lenguaje, los métodos, los datos y las teorías que soportan y le dan precisión al trabajo de los especialistas. Pero excluyen a los demás que, como en el caso de la economía, paradójicamente, son los que serán afectados por las decisiones derivadas de las teorías e investigaciones. Sin embargo, en ocasiones, una buena metáfora permite explicar con sencillez fenómenos complejos que, de otra manera, serían reservorio exclusivo de los iniciados en el área específica de que se trate.
Precisamente Yanis Varoufakis recurre a la metáfora del minotauro global para ganar en comprensión y efectividad a la hora de comunicar la idea de que entre las diversas y fundamentales razones esgrimidas para explicar la crisis actual del capitalismo hay que destacar el carácter devorador del imperialismo norteamericano como columna vertebral que sostiene y le da forma a las explicaciones ensayadas.
Como se recordará, en la leyenda griega, Creta, poseedora del Minotauro (animal mitad toro y mitad humano hijo de la mujer del Rey Minos), obliga al resto de la ciudades griegas a enviar cada año a siete muchachos y a siete doncellas para alimentar al monstruo. El no cumplimiento de esta exigencia provocaría la guerra y el uso de la fuerza aplastante y destructiva de los cretenses. Las ciudades griegas sólo pudieron liberarse de tan trágico destino cuando el ateniense Teseo logra darle muerte al Minotauro y, con ello, se dieron las condiciones para el inicio de una nueva era.
El minotauro global arranca en 1971 con “la audaz decisión estratégica de las autoridades estadounidenses” de reducir el déficit de la economía norteamericana “absorbiendo los excedentes de productos y capitales de otros países”. Esto permitió un relativo equilibrio y una ilusoria tranquilidad que se rompe con el crash de 2008. Es esto, a juicio de Varoufakis, la herida mortal del Minotauro Global: El final “… llegó de pronto, sin que ningún agente físico lo atacara intencionadamente. La herida potencialmente fatal fue infligida por el derrumbe, cobarde y espontáneo, del sistema bancario. Si bien el golpe fue igual de espectacular, al terminar claramente con la segunda fase de posguerra del capitalismo global, la nueva era se resiste tozudamente a mostrar su verdadero rostro”.

Integrar la explicaciones
La crisis que explotó en 2008 ha puesto al descubierto los mecanismos de funcionamiento de un sistema de fraude y de expoliación cada vez más inmoral y menos sujeto a barreras de contención.
Los economistas al servicio del capital financiero crean instrumentos bancarios sin respaldo que les permite reciclar y obtener dinero generado por la especulación exorbitante y desfalco a los ahorristas. Es lo que se ha dado en llamar una codicia sin límites. Los EEUU satisface las necesidades de consumo de la población, no con un aumento de su producción interna, sino con la importación  de productos alemanes, japoneses y chinos que paga con el sencillo procedimiento de fabricar más dólares que engrosa su astronómica deuda pública. A su vez, los países proveedores retornan sus ganancias al mercado financiero norteamericano.
Dice Varoufakis: “Alrededor del 70% de los beneficios obtenidos globalmente por estos países eran después transferidos a EEUU, en forma de flujos de capital hacia Wall Street. ¿Y qué hacía Wall Street? Al instante transformaba estos flujos de capital en inversiones directas, acciones, nuevos instrumentos financieros, nuevas y viejas formas de préstamo y, por último, pero no por ello menos importante, ‘un dinerillo’ para los propios banqueros”.
Es este mecanismo de financiación del déficit de la economía estadounidense (déficit presupuestario del gobierno y déficit del intercambio comercial) la clave de la explicación del crash de 2008 y quien también permite comprender el auge de los instrumentos financieros, de la corrupción bancaria, de la extralimitación de la codicia, de la relajación de las leyes y de los organismos reguladores, etc.

Hay que ayudarlo a morir
Vivimos momentos decisivos para la historia de los países. Quizás, nunca antes como ahora, se precisa con tanta urgencia un diagnóstico radical de la situación de nuestros días. La crisis de la economía mundial ha sido enfocada desde diferentes perspectivas y arrojado proposiciones de salida que difirieren no sólo en cuanto a como se distribuyen las cargas de sus consecuencias sino también en cuanto a sus soluciones: Parches o tratamientos definitivos, reformas o revolución.
El capitalismo es global y la revolución debe igualmente globalizarse. No se necesita argumentar sobre la miseria de los pueblos y el deterioro del medio ambiente que ha provocado el imperialismo en todo el mundo. Hoy, como lo predijo Marx en sus trabajos, el capitalismo sucumbe en razón de la agudización de sus contradicciones irresolubles. Pero, hay que darle una “ayudaíta” a bien morir. Se precisa aunar esfuerzos, tender puentes y trabajar en alianza con los pueblos, las organizaciones políticas de avanzada y los gobiernos que abren caminos para un nuevo mundo posible. Estamos viviendo los comienzos de una nueva era y la liquidación del monstruo insaciable es requisito insustituible para darle concreción a esa nueva era y garantizar la sobrevivencia de la humanidad.

domingo, abril 05, 2015

Los peligros de la moderación


Por Rafael Hernández Bolívar

El oportunismo juega a la moderación. Es su terreno. Es el espacio para aprovechar en su provecho la incertidumbre y la vacilación que genera en algunos el ataque despiadado del imperialismo y su capacidad para sobornar y hacer daño. 

La irrupción de los mediadores
La acción política cotidiana refleja el proceso real de contradicciones generadas por la crisis del capitalismo. Cuando se hace severa –como ocurre por estos días- la tensión de las contradicciones entre el imperialismo y los pueblos que luchan por conquistar mayor soberanía y relaciones más justas entre las naciones, irrumpen también proposiciones que pretenden, antes que resolver las contradicciones, hacerlas más llevaderas. Surgen los negociadores, los expertos en el acuerdo, los predicadores de la moderación, de la sutileza del lenguaje y del apaciguamiento de los gestos.
Desde consideraciones económicas sobre la necesidad de inversión extranjera, del acceso al mercado internacional y la estabilidad de la moneda hasta criterios políticos como el aislamiento diplomático, los organismos supranacionales y sus sanciones y el consenso de los dirigentes. 
Todo esto, no como realidad que hay que considerar al momento de diseñar la estrategia para alcanzar los objetivos nacionales sino como barreras disuasivas que obligan a la renuncia de esos objetivos. Es el momento en que la cobardía se arropa de prudencia, en que los oportunistas juegan a ganador y en que los artistas del camuflaje y el eufemismo plantean morigerar las palabras, supuestamente diciendo las mismas cosas con expresiones diferentes: Donde se decía revolución, dígase reforma; donde se decía lucha de clases, dígase problemas sociales y donde se decía imperialismo y apátridas aliados criollos dígase, de ahora en adelante, polos de desarrollo y adversarios políticos. 
Algunos creen ingenuamente que es posible engañar al imperialismo y sus secuaces con palabras edulcoradas y buenas formas como si los grandes capitales no tuviesen perfectamente claros sus intereses. Otros, los más, los que pretenden engañar al pueblo, apuestan a la negociación y a la ventaja en aras de la sobrevivencia personal en nuevas situaciones. 
Una de las enseñanzas clave que tenemos que aprender los revolucionarios del liderazgo de Chávez es a llamar las cosas por su nombre. Con toda claridad dijo: Explotadores, masas excluidas y sin voz, Revolución, imperialismo, socialismo.  Tal práctica en la comunicación ganó la comprensión y el apoyo del pueblo e hizo posible emprender los primeros pasos hacia otro mundo posible. Tal lección deben también aprenderla los revolucionarios que en Europa y otras partes del mundo aspiran a resolver sus crisis particulares a favor de la Revolución.
En Venezuela aún está fresca el triste desenlace de la vía masista al socialismo: La renuncia al lenguaje radical, a expresar con precisión los conflictos reales y fundamentales de la sociedad, se tradujo en renuncia a la revolución. Adoptar posturas conciliadoras y moderadas terminó por moderar, en el sentido de amoldar, la acción política en función de fortalecer el sistema de dominación y explotación de los poderosos sobre el pueblo.

El falso punto medio
En términos personales, a los ojos del sentido común, la moderación es un valor deseable. Evitar los excesos y procurar el equilibrio es objetivo que tiende a asumir la gente sensata. Los griegos enfatizaron en eso desde sus primeros filósofos. Cleóbulo de Lindos lo dijo con toda claridad: “La moderación es lo mejor”.  Quilón lo expresó negando los extremos: “Nada en exceso”.  Pero fue quizás Aristóteles quien lo sistematizó en categorías definitorias en la política, en la ética y hasta en la concepción de la belleza y las artes: El equilibrio de las formas de gobierno, el justo punto medio del comportamiento correcto, el equilibrio de las proporciones y las formas, etc.
Pero, cuando la noción de equilibrio o punto medio desciende de las consideraciones téoricas abstractas al plano de la política, las cosas se complican y las decisiones no lucen tan claras. 
Y es precisamente con Aristóteles donde se muestra las limitaciones y las manipulaciones del uso de la moderación por el poder. Pretender como mejor forma de gobierno no la democracia (el poder de todos) ni la monarquía (el poder de uno) sino la aristocracia (el poder de algunos), lo que podría entenderse como el punto medio de los dos extremos, es la justificación del poder de las minorías.
Pero he aquí que la democracia no es un extremo sino el derecho a decidir del pueblo.  Aun si queremos ser fieles a las enseñanzas griegas sobre este asunto, un elemento clave es definir con precisión los extremos. No tiene sentido definir un programa político en un punto medio de una línea continua. Más bien se trata de dar respuesta a las exigencias de un sistema económico-social en función de las necesidades y de los derechos de las mayorías. 

La raíz es el centro
La Revolución Bolivariana se ha mantenido, se mantiene y se mantendrá en la medida en que sea fiel al pueblo. Y la manera de serlo es interpretando los fenómenos reales, los intereses en juego y decidiendo claramente a favor de las grandes mayorías. El imperialismo no pretende la negociación sino la entrega. El capitalismo quiere preservarse en sus intereses y, para lograrlo, por exigencias de su propia dinámica irracional, arrebata, dilapida y destruye los recursos naturales de los pueblos y crea pobreza.
La Revolución no es un obsesión de fanáticos. Por el contrario, es la solución racional, democrática y necesaria a los grandes problemas económicos, sociales y culturales de los pueblos. Es la posibilidad de sobrevivencia de nuestra especie.