martes, marzo 28, 2017

Yo almagro, tu almagras


Por Rafael Hernández Bolívar

No deja de resultar curioso el obcecado empeño con que Luis Almagro, en su repugnante papel de muchacho de mandados de los EEUU, se dedica a buscar en Venezuela, hasta debajo de las piedras, el más tenue indicio que “sustente” una aplicación de la llamada Carta Democrática Interamericana contra el gobierno democrático, constitucional y bolivariano de Nicolás Maduro. No mira a otra parte. No distrae su férrea atención hacia otros asuntos ni hacia otros países que en nuestro continente muestran groseras violaciones de la institucionalidad y los derechos humanos. Aunque le han dicho que el que busca encuentra, lo cierto es que no tiene otro recurso distinto a inventar o fabricar informes.

Más allá de la política, este comportamiento sólo es comprensible a la luz de la ética: La disposición personal de este señor -más precisamente, de este individuo- al sacrificio de todos los principios en función de alcanzar el objetivo asignado por sus jefes. Razón ha tenido la canciller Delcy Rodríguez de calificarlo como “enano de la moral”. Le ocurre como a las poblaciones españolas de La Moral de Calatrava y Almagro, en Castilla La Mancha, que, aunque vecinas, no están juntas. La distancia entre Luis Almagro y la moral es más grande todavía, es sideral.

Y es que los intereses rastreros hacen más pequeño el espíritu. Cuando esos intereses ni siquiera son de uno sino que son de otros, -peor aún, contrarios a los pueblos-, la pequeñez abre surcos más profundos, insondables. Y, por si aún fuese poco el nivel de degradación, quien defiende esos intereses hace alianza con una comparsa de embaucadores de pueblos -llámense José María Aznar, Felipe González, Oscar Arias o Vicente Fox-, especialistas de la genuflexión y la estafa.

Cuando la canciller Rodríguez acusa a Almagro de malhechor contra el diálogo no hace más que ponerle rostro a la tercera acepción de la RAE para el verbo almagrar conjugado en primera persona del presente indicativo: Yo almagro: “Entre rufianes y valentones, herir o lastimar de suerte que corra sangre.” 

martes, marzo 14, 2017

Vargas Llosa en sintonía


Por Rafael Hernández Bolívar

Las opiniones políticas del galardonado premio Nobel Mario Vargas Llosa ya despiertan lástima y vergüenza ajena. No tiene parangón su descarado servilismo: Prosador de la defensa de las posiciones ideológicas más atrasadas de la derecha y obediente militante de los intereses del imperio. Con real estupor hemos visto su degradación y hundimiento en el fango. Desde allí vocifera principios e ideas que, en el tránsito de su voz se desnaturalizan y toman tonos nauseabundos. Principios e ideas que, no obstante, en intelectuales honestos e identificados con las grandes mayorías y rebeldes al capital y al poder, brillan con pulcritud.

La fabricada imagen de defensor de la libertad de expresión y de los derechos humanos de Vargas Llosa tiene un hueco insalvable. La conducta de este mercachifle no tiene en su haber ni un sólo gesto libertario, auténtico, palpable. Al revés, en su historia personal se ubica al lado de los poderosos y del jet set. Se esmera en complacer a los censores de Franco para publicar sus libros y como obediente escolar hace sus tareas. Celebra la invasión a Irak y al ver que el agua de lluvia retenida en los socavones abiertos por las bombas son usados por los niños para bañarse, proclama que esa imagen es un canto a la libertad.

Habla cuando cree que puede hacer un buen servicio. El último de esta semana en España. Un minúsculo grupo de periodistas acude a la Presidenta de la Asociación de Prensa de Madrid para denunciar que ha recibido amenazas de Podemos. No dicen quien las hace ni en que consisten. Ni pruebas. En un par de horas la APM saca un manifiesto acusando a Podemos de hostigamiento hacia la actividad periodística. Al día siguiente los grandes periódicos editorializan en sus portadas sobre el manifiesto y la conducta de Podemos.

¿Y Vargas Llosa? En perfecto acoplamiento, lanza en ristre, defiende la acusación y agrega: Hay que detener a Podemos, es la máxima amenaza contra la democracia desde la época de la transición. ¡Lo que hay que ver!