miércoles, diciembre 28, 2011

El precandidato Antonio Ecarri


Por: Rafael Hernández Bolívar


Lo mínimo que pueden esperar los caraqueños de un aspirante a dirigir la Alcaldía del Municipio Libertador es que ese candidato tenga un conocimiento profundo, comprensivo y vivencial de la realidad geográfica, económica y social de Caracas. Verán con justificado desdén a quienes caen cual paracaidistas sobre su cotidianidad de lucha, trabajo y dificultades. No encontrarían arraigo en sus proposiciones ni podrían reconocer en sus gestos la solidaridad nacida de quienes se encuentran en las trincheras defendiendo o conquistando reivindicaciones. Esa es la tragedia de algunos de los precandidatos de la oposición para Caracas.

Antonio Ecarri es valenciano. Pero, a las carreras, ha devenido en improvisado caraqueño. Su curriculum vitae habla de sus estudios en Valencia, por lo menos, hasta 1999. Es decir, que su infancia, adolescencia y juventud las vivió en esa ciudad. Recién se está familiarizando con Caracas, con su geografía, su división territorial, sus problemas, su gente, sus tradiciones culturales; recién ha puesto al día sus cambios en el Registro Electoral, etc. Las consecuencias de este cursillo intenso es una indigestión de datos inconexos, superficiales, sin estructura. Indigestión que no puede ocultar la intensa campaña mediática que promueve su precandidatura por la MUD a la Alcaldía Libertador.

En el fondo se trata de una concepción de la política y de los electores. ¿Dónde se ganó Ecarri el derecho a ser precandidato y pugnar por ser el Alcalde de Caracas? ¿Es un líder surgido de las luchas del pueblo, comprendiendo sus problemas y dirigiendo sus luchas? ¿Acaso de un conocimiento profundo de sus peculiaridades y de la elaboración de propuestas originales y plausibles surgidas de ese conocimiento? ¿Una compenetración con sus habitantes y sus ajetreos cotidianos? Nada indica que de allí derive su liderazgo. Más bien parece que hunde sus raíces en la tradición cogollérica de los partidos venezolanos; en la habilidad para asociarse con la gran prensa y la televisión y para colarse en fundaciones e instituciones y ponerlas a trabajar a favor del proyecto personal.

No obstante, estas gruesas deficiencias las supera con creces su vocación de zamuro. Vuela a la caza de la carroña. De un fogonazo vislumbra la tragedia y se lanza raudo sobre ella en aras de sacar algún provecho. Si los fuertes aguaceros abren un hueco en la vía o vuelan una alcantarilla, allí aparece presuroso Antonio Ecarri para tomarse la foto de rigor. Si de una víctima de la delincuencia se trata, allí estará sacándole a sus mofletes una expresión cariacontecida que pueda darle algún dividendo político. Su capacidad para aprovecharse de los muertos ya quedó ampliamente demostrada en la  gestión depredadora  que ejerció sobre la Fundación Uslar Pietri. Esta Fundación trastocó su noble misión cultural en una vulgar plataforma de proyección política y convirtió al venerable escritor en un proselitista post mórtem de las ambiciones personales del señor Ecarri. (Ver: http://www.aporrea.org/actualidad/a130906.html).

La incursión del día de hoy es cuestionar una frase inobjetable del Alcalde Jorge Rodríguez sobre los trabajos de ornato y seguridad que se han desarrollado en el casco central de Caracas y, como consecuencia de ello,  el clima humano que progresivamente se está conquistando en este sector de la ciudad. Ecarri salió diligente a buscar muertos que desmintieran esa afirmación y ante la ausencia de éstos, extendió el casco central hasta San Martín y Antímano y allí hurgó hasta conseguir crímenes que le permitieran poner en duda la afirmación del Alcalde.

El punto medular es que quienes durante años hemos sido asiduos visitantes del centro de Caracas –que no es el caso de Ecarri- si podemos distinguir entre un centro caótico, carreras y gritos frecuentes, buhoneros perseguidos por la policía, los gritos de “agárrenlo” ante un delincuente que huye, la desesperación de una dama ante el arrebatón de su cartera, un atraco con disparos, etc., y otra imagen de la ciudad más amigable, con edificios restaurados, opciones culturales, presencia policial, crecimiento del espacio público, etc. El mismo alcalde, lejos de minimizar el problema de la inseguridad ha dicho con toda propiedad que es un problema estructural en donde a pesar de los esfuerzos realizados aún hay mucho trabajo por delante y sigue siendo una prioridad para su gestión. Pero es innegable que, por lo menos, en el centro de Caracas se vislumbran cambios hacia una ciudad posible, humana, hermosa.

rhbolivar@gmail.com

miércoles, diciembre 07, 2011

Molestos, inconformes e indecisos


Por: Rafael Hernández Bolívar

Chávez ha utilizado estas tres categorías para referirse a los revolucionarios que no se han incorporado a las tareas de la revolución y de la transición al socialismo. Además de reconocer la existencia de personas que se encuentran en estas posiciones, ha planteado la necesidad de ir por ellos e invitarlos a integrarse a este proceso, con miras a profundizarlo y fortalecerlo.

Hay que asumir este reto sin prejuicios ni complejos, con la decisión de una tarea fundamental para el avance del proceso revolucionario. Acercamiento que debemos hacer con pies de plomo para garantizar que sea una experiencia exitosa y no otro intento fallido por conseguir la necesaria unidad de los revolucionarios.  Hay que hacer un esfuerzo por comprender las razones del inconformismo, de la molestia, de la indecisión. Y, sobre todo, discutir de manera franca, honesta y con voluntad de acuerdos. Antes de unirse y para unirse es necesario discutir, recuerda Lenin.

No es, por supuesto, un esfuerzo en una sola dirección. Todo verdadero revolucionario debe estar convencido de la necesidad de converger en una plataforma de lucha fundamental. El enemigo que tenemos delante es poderoso. No porque goce de un extraordinario apoyo popular sino porque trabaja sobre la cultura del capitalismo, sobre falsas creencias arraigadas en el seno del pueblo; porque tiene extraordinarios recursos económicos y mediáticos; porque tiene el apoyo internacional de los centros de poder mundial.

Tal acercamiento debe trascender lo electoral. Sin duda cada proceso electoral es vital para el afianzamiento de la revolución. Es una oportunidad para el afianzamiento de las ideas socialistas, para la consolidación del poder del pueblo. Pero, igualmente el acercamiento debe apuntar a la incorporación efectiva de los revolucionarios a las tareas cotidianas de la revolución.  Hace falta mucha gente porque las tareas son grandes, muy grandes, y el enemigo poderoso. Pero la unidad de los revolucionarios integrados al pueblo nos hará invencibles.

miércoles, noviembre 23, 2011

El borracho que ganaba batallas


Por: Rafael Hernández Bolívar

Durante la guerra civil norteamericana  Ulysses Simpson Grant  ganaba batallas y ascensos. Algunos generales de la unión, envidiosos de esos éxitos, objetaban los ascensos descalificándole y acusándole de borracho. Lincoln le defendía diciendo que era un borracho que ganaba batallas. Y, cuando los más pacatos exigieron la destitución de Grant por ser aficionado a la bebida, Lincoln ya exasperado, respondió «¿De veras? Pues entonces procuren saber cuál es la marca de su whisky predilecto. ¡Mandaré un barril a los demás generales!». El General Grant  terminó siendo el comandante de la Unión y vencedor de la contienda. No por borracho, sino por estar del lado de las fuerzas de la historia.

Hay un empeño –a mi juicio equivocado- por parte de las fuerzas revolucionarias en denunciar y demostrar que Pablo Pérez es un borracho. Persisten en este empeño con tal ahínco que prácticamente no hay página de opinión o programa radial o televisivo donde no se reitere la acusación. Parecen empeñados en sostener que si no fuese por ese defecto sería el candidato perfecto y ganaría sin dificultades la presidencia de la República.

Por supuesto, Pablo Pérez como gobernador  está muy lejos de ser un ganador de batallas. Es manifiesta su incapacidad adeca para resolver los grandes  problemas del Zulia. Tampoco su condición de beodo es una credencial para optar a la primera magistratura nacional. Pero, repito, esta insistencia por nuestra parte en los tragos que toma y sus ridiculeces de borracho, termina favoreciéndolo. Uno, porque no se centra la crítica ni la censura en lo fundamental: lo que él significa como representante de la derecha venezolana y, dos, porque la exaltación de este defecto minimiza otros que son claves para el ejercicio de la Presidencia de la República: Ausencia de ideas y programas apegados a los intereses nacionales y al desarrollo social, que permitan resolver con éxito  los grandes retos del país.

Finalmente, para el venezolano común, borracho no es quién eventualmente se toma unos tragos o, incluso, llegue a pasarse de tragos. Borracho es el bebedor consuetudinario en bares y esquinas. En ese sentido, puede sentir esa acusación como injusta y exagerada y, negándose esa condición para sí mismo, terminará por solidarizarse con el acusado. ¿No recuerdan la exitosa consigna adeca “Jaime es como tú”?

sábado, noviembre 19, 2011

Hoy eligen al mudo


Por: Rafael Hernández Bolívar

Los españoles no saben lo que hará Mariano Rajoy cuando llegue a la presidencia. Su campaña se ha basado en el silencio. Ha mostrado cualidades excepcionales para evadir preguntas y planteamientos directos. Lo que llega a decir no tiene atractivo alguno. Son generalidades y expresiones de buenos deseos e intenciones vagas. “Quiero recuperar la confianza en nosotros mismos y la de Europa en nuestra economía”, ha dicho. Ni siquiera en el debate televisado de hace unos días, Rubalcaba, su oponente, logró sacarle alguna idea o plan concreto. Se sabe ganador. Beneficiario del descontento y la frustración de unos votantes azotados por la crisis. Sus réditos son la rabia, el voto castigo, la apuesta azarosa por salir cuanto antes de un gobierno que no acertó en resolver la caída de la economía, el desempleo, los desalojos, los efectos en la seguridad social, en la educación, etc.

Piensan que el que venga no puede empeorar las cosas. Se equivocan. Siempre la situación puede ir a peor. Y, en este caso particular, todo indica que se acentuarán los males derivados de la crisis del capitalismo. Sobre todo, se acentuarán por la aplicación del programa que Rajoy ha mantenido en secreto; pero, que su currículum permitiría temer con sobradas razones: Su rol de defensor de los intereses de los ricos presagia un despiadado programa de shock.  No podría esperarse menos de quien ha planteado en otras oportunidades, con toda claridad, el programa neoliberal. Disminución de impuestos a las empresas, recortes a la seguridad social, posiciones éticas retrógradas, al más radical estilo de la Palin y el Tea Party norteamericano, sus mentores ideológicos, etc.

Estas elecciones españolas serán aleccionadoras para la lucha política venezolana. Por contraste, reivindicarán la importancia del debate político, la necesidad de llamar las cosas por su nombre, de desenmascarar a los enemigos del pueblo, a los intereses capitalistas e imperialistas, a sus representantes criollos, etc.  Un proceso electoral es una extraordinaria oportunidad para desarrollar pedagogía política, hacernos conscientes de las verdaderas causas de los males económicos-sociales y plantear con claridad la alternativa socialista como el medio válido para conquistar una sociedad más justa, más humana y más solidaria.

viernes, noviembre 04, 2011

Los entusiasmos de María Corina



Por: Rafael Hernández Bolívar

Los entusiasmos de María Corina Machado por el capitalismo -cuando éste está en sus últimos estertores- trajo a la memoria una anécdota familiar: El último día de su vida, el abuelo fue llevado de urgencia al hospital. En la sala de emergencias le desnudaron para hacerle evaluaciones y exámenes. Permaneció así largo rato, mientras a su alrededor circulaban doctoras y enfermeras. La hija que le acompañaba, un poco avergonzada, le dijo: “Papá: cúbrase. ¿No le da pena que la doctora lo vea desnudo?” El abuelo, que aun maltrecho conservaba su característico buen humor, ripostó: “El problema no es que me vea. El problema es que se entusiasme. Porque en estas condiciones… ¡no puedo hacer nada!”

Immanuel Wallerstein ha dicho que el capitalismo está en su fase final y que su crisis estructural ha sentenciado su muerte como sistema.  Carlos Marichal, quien ha estudiado las grandes crisis financieras, afirma que el sistema capitalista está en la “unidad de cuidados intensivos y el diagnóstico sigue siendo reservado”. Slavoj Zizek no duda en sostener que estamos en pleno apocalipsis y de aquí surgirá una nueva historia. Los más connotados economistas, avocados al inútil esfuerzo de prolongarle la existencia, están convencidos de que esta es la crisis más grave que ha confrontado el capitalismo en toda su historia.

Pero esta perspectiva gris no está restringida al plano de lo teórico. Veamos los entusiasmos seguidos de frustración con que Europa acompaña sus decisiones prácticas en el terreno de la economía. Fijémonos en la caída libre de la montaña rusa en que se han convertido las cotizaciones de las bolsas de valores. Pongamos nuestros sentidos a sintonizar el inmenso movimiento de protesta que está tomando cuerpo en las calles del mundo.

María Corina, más respeto a los moribundos. ¡No le pidas lo que ya no pueden darte!


domingo, octubre 30, 2011

No hay motivo de orgullo


Por: Rafael Hernández Bolívar

Algunos compañeros han valorado como motivo de orgullo el hecho de que no se han producido manifestaciones de indignados en Venezuela. Razonan más o menos como sigue: Vamos por buen camino, resolviendo los problemas del pueblo y la gente está contenta con la gestión del gobierno bolivariano; luego, en nuestro país no hay razones ni tendrían cabida tales manifestaciones.

Esta forma de razonamiento arranca de una incomprensión del movimiento de los indignados. Se cree que tal movimiento está dirigido contra los gobiernos de los países en que los gobernados no están de acuerdo con la gestión de sus gobernantes. Obvian un dato fundamental: La protesta es contra un sistema económico que genera, a la par de unos pocos grandes millonarios (1%), desempleo, estancamiento de la economía, desalojo de viviendas y embargos, disminución de la calidad de vida y, en general, miseria para las grandes mayorías.  Ahora bien, cuando los gobiernos asumen la defensa del status quo, del sistema capitalista, se hacen blanco de la protesta. Es lo que ha ocurrido en Grecia, España y EEUU. Vale decir, si los gobiernos -en lugar de ponerse al servicio del capital- hacen causa común con el pueblo, podría distinguirse claramente la protesta indignada contra el imperialismo y el capitalismo.

Hay un argumento básico por el cual toda persona que se conceptúe como revolucionario debería aplaudir y apoyar el movimiento de los indignados. Es el sustrato moral que señaló el Ché: Temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo. Ese sólo principio bastaría. ¿O es que acaso no hay suficientes injusticias en el mundo, merecedoras de nuestra protesta? Ese sentimiento de rabia ante el poder  y la injusticia de miles de ciudadanos, ¿no merece nuestra solidaridad?

Pero hay más: ¿las decisiones de los centros financieros imperialistas no nos afectan? ¿En nuestro país hemos derrotado el capitalismo y vivimos en una sociedad socialista? Nosotros somos hasta ahora sólo un proyecto que lucha por hacerse realidad. Nuestros valores y nuestra economía, a pesar de los esfuerzos y los logros de la Revolución Bolivariana, siguen estructurados sobre los esquemas del gran capital y tenemos, en ese sentido, grandísimos motivos de indignación.

Existe, por lo demás, un hecho revelador.  En nuestro país se han venido perfilando claramente dos grandes frentes en nuestra realidad política: las fuerzas del cambio y la revolución, por una parte, y las fuerzas de la reacción, por la otra. Cualquier acontecimiento político que ocurra en el país ubica estas fuerzas en una u otra posición enfrentada. Por argumento en contrario, ¿es posible que la oposición venezolana asuma las banderas de los indignados para combatir al gobierno? ¿Se imaginan a Capriles Radonsky, a María Corina Machado, a Leopoldo López o a Pablo Pérez enarbolando consignas como “Prisión para los banqueros”, “Muerte al capitalismo”, “No sacrifiquemos al 99% por el bienestar y el lujo del 1%” y las otras exigencias parecidas que vocean los indignados en sus manifestaciones? No es posible imaginarlo. Los defensores del capitalismo no pueden atacar los intereses de los poderosos.

La lucha de los indignados es lucha contra la injusticia y por eso es también nuestra lucha. Es denuncia  al capitalismo y de la secuela de males que genera y soportamos. Es la prevalencia de valores de solidaridad y lucha por encima del interés mercantilista. Es valoración del ser humano y preservación del planeta. Y todos estos postulados forman parte del arsenal revolucionario y en tanto tal, son nuestros.

Otra cosa es que el movimiento no haya desarrollado hasta ahora niveles de conciencia y compromisos que conduzcan a acciones decisivas contra el capitalismo. Ni nadie está en condiciones de plantear que ese será su destino inexorable. Pero, todos tenemos el deber de contribuir para que el movimiento se desarrolle en ese sentido. ¡Sería extraordinario que en la próxima convocatoria mundial del movimiento de los indignados hiciéramos en Caracas una gran concentración solidaria en donde expresemos nuestro inequívoco rechazo a las perversas consecuencias del capitalismo: La guerra, la explotación, la destrucción del planeta, los ingentes problemas sociales que genera, etc.!

jueves, octubre 27, 2011

Indignados, la realidad sigue allí



Por: Rafael Hernández Bolívar 

Zygmunt Bauman ha dicho que al movimiento de los indignados le sobra emoción y le falta pensamiento. También ha señalado otras cosas interesantes: Piensa que este movimiento es una repuesta en el plano de la política a lo que ocurre en el plano de la economía con la globalización. 

Ambas afirmaciones encajan en la perspectiva revolucionaria. Con más precisión, Lenin dijo sobre la lucha política por los cambios: “Sin teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario”. El impulso del movimiento de los indignados, potenciado además por las nuevas tecnologías en la comunicación, ha sido arrollador y la protesta del pasado 15 de octubre, como ha reseñado la prensa, ocupó las calles en 950 ciudades de 82 países. Pero, en tanto no se perfilen con nitidez los objetivos políticos, hay grave riesgo de que se evapore. Estas manifestaciones tienen un acentuado mensaje anticapitalista y se convierten en protesta antigubernamental cuando los gobiernos defienden al sistema imperante de privilegios e impunidad del que gozan los grandes capitales. 

Si tales manifestaciones logran concretarse en un rechazo global contra el sistema capitalista y en una plataforma común para golpear la estructura expoliadora, explotadora y fraudulenta del capitalismo, se fortalecerán también las luchas que en cada país libran los pueblos contra el imperialismo y contra sus propios explotadores. Se abrirán así caminos para transformaciones profundas en cada país. 

También Bauman subraya la necesidad de una respuesta global a unas fuerzas que son globales. La unidad de los pueblos contra el bloque de intereses del gran capital. Hay que inscribir las luchas nacionales en una estrategia internacional para combatir la fuerza globalizadora del capital. Es una reivindicación del internacionalismo como estrategia de los oprimidos de todas partes contra sus opresores. “¡Proletarios del mundo, uníos!”. 

La realidad es terca. Todo este hermoso movimiento de protesta despierta emociones y siembra esperanzas. Pero si no creamos puentes en una estrategia común nos agotaremos en muchas jornadas sin resultados. Hay que reforzarse mutuamente para mantener la llama viva. De hecho, en España, después de una gran efervescencia en los días posteriores al 15 de mayo, se abrió paso a un relativo reflujo y asomaron indicios de escepticismo. Sin embargo, el movimiento de los indignados de Nueva York reavivó la llama y en horas se ocupó de nuevo la calle. 

La tendencia de la gran prensa es caricaturizar el movimiento, asimilarlo, convertirlo en una imagen simpática e inofensiva. Intentan que lo anecdótico ocupe el lugar de la protesta y la lucha. Apuestan al agotamiento y a la disolución progresiva. 

Este movimiento no es una moda: Es hijo de una crisis profunda y en tanto esta persista, pese a reflujos temporales, el movimiento levantará cabeza una y otra vez, hasta la caída del capitalismo y la apertura de nuevos horizontes para la humanidad. Todos debemos ayudar. Si no lo hacemos se evaporará o se convertirá en otra cosa. 


martes, octubre 25, 2011

Las razones del asesinato de Gaddafi


Por: Rafael Hernández Bolívar

Soy de la hipótesis de que los servicios de inteligencia de la OTAN sabían la ubicación exacta de Gaddafi desde antes de iniciar la operación de bombardeos a Libia. Más allá de la altísima tecnología de punta utilizada en el espionaje y los niveles de infiltración de las fuerzas imperialistas hasta alcanzar altas jerarquías del ejército libio, hay una serie de evidencias que apuntan a la confirmación de esta hipótesis.

Lo primero que induce a pensarlo es que el momento de su asesinato fue particularmente oportuno. Se produce después de la aniquilación de las fuerzas gaddafistas y el control por parte de los invasores de los principales focos de resistencia.  ¿Imaginan lo que hubiese pasado si esa muerte se produce en los momentos iniciales de la invasión?

La segunda cuestión que apunta en este sentido es el lenguaje deliberadamente ambiguo con que los jefes de la invasión se refieren a Gaddafi como objetivo militar: Al comienzo del conflicto, Cameron dice que el objetivo no es la muerte del líder libio; pero, al producirse ésta, señala entusiasmado que comienza una nueva era para Libia. Clinton, por su parte, dice que el conflicto continúa; pues, era un objetivo secundario. Es decir, hicieron esfuerzos por desviar la mirada de este objetivo y centrar la guerra en la cotidianidad del combate, en la mecánica de los bombardeos y la toma de ciudades.

La tercera es que no hubo ningún ataque previo en los lugares específicos en los que se suponía estaba Gaddafi y más bien divulgaban la idea de que había salido de Libia. Nunca vimos una noticia del tipo “se salvó milagrosamente en un ataque” o, “se tomó un lugar donde minutos antes estuvo Gaddafi”.  No. Era como que si no estuviera en ningún lugar.

Por otra parte, la estrategia de destrucción que desarrolló la OTAN necesitaba que Gaddafi estuviera vivo hasta el último momento; hasta el momento en que no fuera necesaria su existencia. Los mercenarios reclutados por la OTAN buscaban como aliados los antigaddafistas que se suponían entre las tribus. Para que su prédica fuese efectiva requería igualmente que el objetivo viviera. Si este desaparecía no habría soporte que hiciera posible una unidad de suyo precaria. Unidad que lucía más como un artificio propagandístico que como una fuerza real de lucha.

Finalmente, para alcanzar el verdadero objetivo de la guerra –apropiarse del país- necesitaban destruir el país y manteniendo a Gaddafi vivo hasta el final podían cumplir con la labor destructiva.   Vivo Gaddafi se mantenía igualmente viva la excusa para bombardear, exterminar, destruir ciudades, etc.; en  fin, todo lo necesario para obligar a gigantescos gastos en  armas y a una multimillonaria reconstrucción. Ambas cosas hipotecan el futuro de Libia por generaciones.

La muerte de Gaddafi fue una muerte gloriosa, patriótica, valiente. En su tierra, con los suyos, en combate, defendiendo la soberanía y los recursos de Libia. Esta muerte engrandece a la víctima y envilece a los victimarios. Su propia muerte dejó al desnudo, una vez más, la falsedad  con que los imperialistas disfrazan sus acciones invasoras: Los defensores de civiles desarmados se nos muestran hoy maltratando y asesinando a un Gaddafi sin armas y herido. ¿Juicio? ¿Debido proceso? ¿Defensa? ¿Derecho? Los defensores de los derechos humanos nos presentan a hijos de Gaddafi o compañeros de armas presos en un rincón y minutos después masacrados mortalmente, sin juicio previo, y ya no sólo con la complicidad sino con el aplauso de la comunidad internacional.

Pero esto le salió mal al imperio. También le saldrá mal el esfuerzo que pondrán en impedir que Gaddafi se convierta en símbolo de su pueblo y sostén espiritual de sus luchas. Pese a la destrucción del país, las hoy diezmadas fuerzas del pueblo libio sabrán recuperarse y reemprender, una vez más, hasta la victoria final, la eterna lucha por la independencia y la soberanía. Porque el origen del conflicto son los intereses imperiales y los pueblos tienen el derecho a defenderse.

sábado, octubre 22, 2011

La barbarie sobre territorio libio


Por: Rafael Hernández Bolívar

Soy de la opinión de que la legión imperial que invadió a Libia a sangre y fuego sabía la ubicación de Gaddafi antes de que el primer avión lanzara la primera bomba. Pero para asesinarlo necesitaban antes destruir el país; acabar con toda su capacidad defensiva; perseguir y dar muerte a los dirigentes del gobierno; erradicar y dispersar toda forma de organización popular; hipotecar el país con la compra de nuevas armas; comprometer sus recursos para pagar la invasión y la reconstrucción y, después, solo después de alcanzar estos objetivos, fusilar a Gaddafi.

¿Por qué no lo hicieron en un comienzo? Porque estando vivo conformaban una precaria unidad con los antigaddafistas que en caso contrario no podrían, como no podrán sostener de ahora en adelante. Y, sobre todo, porque no habría excusa para realizar el genocidio y la destrucción. Aunque a falta de ésta, hubiesen inventado alguna. Ellos son creativos para eso.

Lo que esto viene a demostrar es que la voracidad imperial por los recursos energéticos y de otro tipo es el verdadero fundamento de las decisiones de la política imperial. Necesitan las reservas monetarias de Libia y las roban. Necesitan el petróleo y lo toman a fuego y plomo. No hay adornos. Es la barbarie pisoteando la ilusión de los derechos de los pueblos, de los derechos humanos y la simple noción de justicia y solidaridad.

Pero el exterminio no cesa. Hillary Clinton, aseguró que la muerte de Gaddafi “no garantiza el fin del conflicto”. Y en esto tiene razón. Pese a la destrucción del país, las hoy diezmadas fuerzas del pueblo libio sabrán recuperarse y reemprender, una vez más, la eterna lucha por la independencia y la soberanía. Porque el origen del conflicto son los intereses imperiales y los pueblos tienen el derecho a defenderse.

rhbolivar@gmail.com

sábado, octubre 15, 2011

Ernesto Che Guevara, el indignado mayor


Por: Rafael Hernández Bolívar

Hace más de cincuenta años, antes de que hubiese el primer indignado exigiendo justicia en las calles de Madrid o Nueva York, Ernesto Che Guevara plantó los parámetros morales para su identidad y su justificación: “Si Ud. es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo; entonces, somos compañeros”.

Este es el sentimiento primigenio para rebelarse ante la explotación, la destrucción del planeta, la proliferación de los males sociales, la actuación de los delincuentes financieros. Indignación contra la destrucción de los pueblos y el saqueo de sus recursos; contra las guerras y sus secuelas de muerte y crueldad; contra los indiferentes. Es el no rotundo al destino que conduce al abismo y a la destrucción.

Es verdad que el  movimiento de los indignados no llega todavía a la conciencia del cambio revolucionario y que está agobiado por el peso de la crisis económica, el desempleo, el desalojo y la ausencia de amparo social. Pero es un punto de partida para ascender a una conciencia más plena y a la identificación de los verdaderos responsables de los males de hoy.

También el Ché demostró con su acción y su vida que no basta indignarse. Ni siquiera basta con tener una conciencia crítica. A ese sentimiento y a esa conciencia hay que unirle la acción militante y decidida, la organización y la estrategia. No sólo para el cambio sino también para que sea democrático, participativo y solidario.

Por eso, para nada nos extraña que la figura siempre rebelde del Che esté presente en las jornadas de combate y de exigencia de justicia que recorren las ciudades del mundo. Es la voz del ejemplo y de la inspiración; pero, también, el norte ideológico del combate: La lucha por el socialismo como vía para la abolición de la explotación capitalista y la extinción de sus males. Es el indignado mayor.

rhbolivar@gmail.com

sábado, octubre 08, 2011

No es la crisis, es el capitalismo


Por: Rafael Hernández Bolívar

A los economistas el capitalismo los tiene locos. Hemos escrito capitalismo y no crisis -como cabría esperar dado lo  agobiante y lo contemporáneo del fenómeno- porque, en realidad, lo que tiene a los economistas saltando de una posición a la opuesta no es la terrible crisis económica actual sino los inútiles esfuerzos que despliegan para salvar un sistema de producción al que no le caben más remiendos. Brillantes economistas han concluido hace ya tiempo que la presente crisis es estructural y no la expresión particular y pasajera de un aspecto específico de la economía. En consecuencia, la superación del sistema económico capitalista es la superación de la crisis.

Desde que circula el chiste aquel de que si se reúnen dos economistas, sin duda se arribará a un mínimo de tres opiniones distintas, la sociedad ha terminado tolerando como normal que existan diversas interpretaciones de los hechos y de las cifras económicas. Pero, se entendía que había un margen razonable dentro del cual había un núcleo duro de problemas sustanciales cuya evaluación gozaba de  un relativo consenso.  La crisis actual del capitalismo acabó hasta con eso. Y esto no por economistas del montón. No. Esto lo han puesto en evidencia figuras consagradas en este campo, incluidos premios Nobel como Krugman, Stiglizt y Lucas, entre otros.

Se consigue de todo, para todos los gustos. Hay quienes sostienen que debe incrementarse el gasto público para dinamizar la economía y otros sostienen exactamente lo contrario: Hay que reducir el gasto público e implementar un severo programa de disminución del déficit fiscal. Y,  en relación a éste último, hay quienes sostienen que se resuelve haciendo recortes en los programas de seguridad social, otros dicen que aumentando los impuestos; pero, también hay quien dice que lo que debe hacerse es disminuir los impuestos y así incentivar la producción y aumentar el consumo.  En todo caso, a estas alturas del partido, se trata  de una misión imposible: Salvaguardar y multiplicar el capital sacrificando al trabajo, proteger los intereses de los capitalistas por encima del resto de la humanidad.

Ya no se sabe cuál es el país modelo, pues cambia de nombre mensualmente. En Europa se ha pasado en pocos años de “España está bien” a “hemos vivido más allá de nuestras posibilidades”; del Estado de Bienestar a los recortes bestiales en los programas sociales y al crecimiento del desempleo. En América, del Chile emblema del neoliberalismo al Chile mostrando sus burdas costuras, una seguridad social infame y una educación excluyente. Asia contempla incrédula a un  Japón agobiado entre la crisis económica y las catástrofes naturales. A China, la estrella emergente del oriente, Moisés Naim, gurú neoliberal, le acaba de pronosticar una implosión social de alcances descomunales. Dice que un país que ha acentuado las distancias sociales, contamina el ambiente y el año pasado tuvo 180.000 huelgas callejeras no puede menos que estar a las puertas de una gran hecatombe social y con ello arrastrar lo que todavía queda parado en el mundo. Ni que decir de la cabeza imperial del capitalismo mundial: Desde hace muchos años EEUU está técnicamente quebrado y sólo su habilidad para estirar el techo de la deuda y las ganancias derivadas del negocio de la guerra y de las invasiones han prolongado su agonía.

Cada uno no sólo tiene una opinión distinta sobre la naturaleza, superación y duración de la crisis sino que incluso su propia apreciación se matiza, se reacomoda y hasta se hace diferente con el paso de los días. Así, como dice otro chiste popular, los economistas se la pasan pronosticando cómo sucederán las cosas en lo adelante y luego explicando por qué no sucedieron como se había previsto.

En mi opinión nada de esto desdice de la ciencia económica sino que revela el efecto tóxico que se deriva de mezclar la ciencia con los intereses. Pretender idear fórmulas de reacomodo dentro del capitalismo para prolongarle así su existencia no puede menos que conducir a estos desvaríos en un sistema que agotó ya todas sus potencialidades, como pronosticó Marx que sucedería. Se acabaron las maniobras.

Quizás, la frase lapidaria sea la aportada por un filósofo contemporáneo, Slavoj Zizek, inscrito en la corriente revolucionaria:  La sobrevivencia de nuestra especie supone la abolición del sistema capitalista de producción.

miércoles, septiembre 28, 2011

Uslar Pietri no pega una



Por: Rafael Hernández Bolívar

¡Qué terrible destino el de las fundaciones culturales venezolanas! En una cantidad significativa, o bien son instrumentos para sacar dinero -a sus asociados o al estado venezolano- en nombre de labores nobles que nunca cumplen. O bien son utilizadas como plataformas de lanzamiento de proyectos políticos y promociones de individualidades afanadas por hacerse diputados, gobernadores o presidentes. Hay excepciones loables, merecedoras de reconocimiento y aplauso; es verdad. Valga como ejemplo la Fundación J. D. García Bacca, dedicada a la difusión de la vida y la obra de tan importante filósofo. Pero el resto, en su mayoría, encajan en lo dicho y, en algunas casos, su comportamiento es ya ofensivo.

La última víctima ha resultado ser la Fundación Arturo Uslar Pietri. Le han bastado apenas unos meses a un ilustre desconocido -de la cultura y de la política nacionales- para acaparar titulares en la prensa diaria como opinión respetable y de peso sobre cuanto ocurre en el país. Se trata de su presidente quien a nombre de dicha fundación se ha pronunciado sobre los consejos comunales, el servicio militar, las elecciones, el petróleo, la educación, la salud, la alimentación en los colegios, etc., y todo cuanto tenga que ver con la vida política nacional.

Lo primero que uno podría pensar es que esta fundación es en realidad un partido político que discute los problemas del país y en función de la participación colectiva de sus miembros o de su dirección legítima, fija posición sobre los mismos. Luego, a través de su vocero autorizado, las comunica al país. Pero no, por lo que dice uno de los miembros de esa fundación, no saben nada del asunto y sólo se enteran cuando el mencionado señor aparece en la prensa o en la televisión dando sus declaraciones. Es decir, el modus operandi del señor Antonio Ecarri, así se llama el sujeto, es más o menos como sigue: Después de desayunar y echar un vistazo a la prensa diaria, nota que hay ciertas cosas que se destacan y entiende que esas son precisamente las que preocupan al universo de votantes y, de inmediato, por inspiración propia o consulta a algún asesor, organiza un par de denuncias y una idea, convoca a una rueda de prensa, preferiblemente en la sede de la fundación y espeta: “Yo, Presidente de la Fundación Uslar Pietri, denuncio ante el país el comportamiento irresponsable y negligente del gobierno ante la grave situación de la educación y exijo que sean subsanadas estas deficiencias que ocasionan tanto perjuicio a nuestros estudiantes”. Ese mismo día aparece la reseña en la televisión y en los periódicos digitales. Al día siguiente, la prensa escrita publica la misma reseña,  ilustrada con la foto de un joven mofletudo al pie de la cual puede leerse: A. Ecarri, Presidente de la Fundación Uslar Pietri, hace grave denuncia.

Es decir, este señor es un avión: De un solo tiro se raspa las instalaciones de una fundación cultural, el prestigio de un escritor venerable y la plataforma de los medios de comunicación urgidos de alguien que hable mal del gobierno.

Ahora bien, ¿es censurable que el señor Ecarri tenga ambiciones políticas? No, en lo absoluto. Lo censurable es la vía escabrosa con que pretende alcanzarlas: echándole mano a una institución cultural para el beneficio propio; usufructuando recursos institucionales y prestigios intelectuales que no le corresponden. Además, haciendo un gran daño a la figura de Uslar Pietri que, independientemente de las polémicas que generó en su momento, es un indiscutible valor nacional, de merecido reconocimiento en las letras hispanas.
¿Significa que las fundaciones no pueden tener opinión política y deban cruzar los brazos ante algún problema que estiman de particular gravedad? No. También las instituciones tienen derecho a expresar sus opiniones sobre los problemas nacionales. Pero, en estos casos, deben tener una condición básica para que sean respetables: Que esa opinión sea expresión del pensamiento de la mayoría de sus miembros. Además, uno esperaría que fuese producto de la investigación, de la reflexión, de la consulta a sus miembros, de contrastación con los objetivos y principios de la fundación y no la improvisada respuesta a un tema candente de la política diaria.

Es una lástima que una institución que debería estar dedicada al rescate de las obras y el pensamiento de Uslar Pietri, a la promoción de sus aportes a la literatura, a la historia y al pensamiento nacional, a la realización de seminarios y talleres, a la investigación, al afianzamiento de la creación literaria y tantas otras actividades que redundarían en beneficio del país, se convierta en una vulgar oficina de propaganda de un político de baja estofa.

jueves, septiembre 15, 2011

"Hay que terminar el trabajo"


Por: Rafael Hernández Bolívar

Lo ha dicho Sarkozy en su visita a Libia. Lo ha dicho como el caporal que ordena: “Kadafi es un peligro. Hay que terminar el trabajo”. Es decir, hay que buscar y dar muerte a Kadafi y a los kadafistas. Ha usado el presidente francés las mismas palabras que utilizaban los genocidas ruandeses cuando desde Radio de Las Mil Colinas, en abril de 1994, incitaban a sus partidarios para que dieran muerte a un millón de tutsis: Hay que hacer el trabajo. No se trata de matar; se trata de hacer un trabajo. De esta manera, hacían impersonal y aséptica la masacre. Es como aplastar cucarachas: un trabajo, desagradable; pero, necesario.

Es insólito tanto desparpajo y cinismo.

También ha dicho “aquellos que cometieron crímenes o que robaron al pueblo libio tendrán que dar cuentas. No puede haber perdón” y, como colmo de ironía, agrega: “no somos nosotros, son los libios los que deben elegir a sus dirigentes”. ¿Qué mundo vivimos? ¡Y hay quien justifica que para quitar del medio a Kadafi sea bombardeado un pueblo, sean destruidos sus puentes, sus carreteras, sus industrias, sus ciudades; se dé muerte a sus habitantes, se roben sus reservas, se repartan sus recursos y se comprometa su futuro por generaciones. Negocio redondo: le quitan a los libios su dinero para destruir el país y le arrebatan su petróleo para reconstruirlo a imagen y semejanza de los intereses imperialistas.

Estos “defensores” de la libertad, de los derechos humanos y de los pueblos exhiben con insolencia su poder y sus intereses. Van a Libia como emperadores a reclamar lo que creen que les pertenece. El diario francés Libération asegura, pruebas en las manos mediante, que Sarkozy obtuvo de los rebeldes el compromiso del 35% del petróleo libio a cambio del apoyo del gobierno francés. Se trata de un memorándum que tiene el diario en su poder donde con pelos y señales se establecen los compromisos. Ante esto, el canciller Alain Juppe responde que le parece lógico que los países que apoyaron a los rebeldes reciban privilegios.

Parte del trabajo es destruir y asesinar. La otra parte es cobrar. Ha llegado el momento de honrar las deudas. Sarkozy dice que el trabajo no puede quedar a medias.

sábado, julio 09, 2011

Todos se conmueven frente a tu cadáver

Por: Rafael Hernández Bolívar
Veo la foto del diario. Tu cadáver tendido en el piso del garaje de la estación de bomberos. Veo el recuadro de un hilo de sangre que desciende. Un carro perforado por muchas balas. Vidrios destrozados. Gente alrededor de lo que se ha dado en llamar la escena del crimen, como si de un montaje de teatro se tratara. Una avenida. Árboles y, detrás de ellos, se adivina un espacio abierto, como de un campo de futbol. Facundo Cabral ha muerto.

Todos se conmueven frente a tu cadáver. Todos miran con asombro el hilo de sangre impresionantemente rojo, sin vericuetos, obstinado, recto como el trazo de un disparo que parte de tu cuerpo hacia la conciencia de los asesinos y de los demás también. El piso frío de una estación de bomberos soporta el verbo enmudecido de tantas experiencias vividas, sentidas, sufridas, comunicadas. El verbo que emocionó mis años de adolescencia y de despertar del mundo. La lucha por el espíritu es también la lucha por un mundo mejor.

Ambos brazos descansando a los lados, inertes, con la serenidad que no pudo sucumbir a la angustia del último minuto.

Veo tu cuerpo sobre el pavimento y siento que, de repente, desaparecen los componentes de la imagen fotográfica. Se pierde la gente estupefacta y sin respuestas que estaba a tu alrededor. Los árboles también se hacen invisibles, los carros de bomberos, el vehículo que te desplazaba y al que ametrallaron los criminales. Los destrozos que ocasionaron las balas que perseguían tu cuerpo tampoco están. No hay huellas de tu asesinato.

Sólo veo tus brazos descansados, tus manos abiertas, tus ojos tragándose la luz. Sólo veo tu cuerpo flotando en el espacio cósmico, sin más asidero que la palabra que engendró vida, sueños y amor. Un volcán de emociones maceradas a lo largo de tanto sufrimiento propio y ajeno. De tanto sentimiento aprendido en las palabras de los iguales, de la incertidumbre aprendida tempranamente; pero, siempre sorprendente en la última tragedia.

Y ahora, ya ni siquiera veo tu cadáver ensangrentado sobre el pavimento. Ahora sólo veo al caminante de mil caminos que emprende su más largo viaje, como una inmensa nave intergaláctica que lleva dentro de sí todo el universo.

Y el hilo de sangre roja, impresionantemente roja, sólo es una estela de estrellas, un cúmulo plural de mundos infinitos que hoy empozan las lágrimas a lo Vallejo: Tanto amor y no poder nada contra la muerte.

Caracas, 09/07/2011

miércoles, junio 22, 2011

Cuando se corrige para peor


Por: Rafael Hernández Bolívar

Recién ayer me entero de que el Comité de Redacción del diario Independencia 200 publicó el 16/06/2011 en aporrea.org una elegante, amable y tolerante explicación a un error observado por mí en su publicación resumen del año 1815. Se trata, según explican, de un error de redacción que se subsanará a través de una fe de erratas que se publicará en nuevas reimpresiones. Esta dirá lo siguiente: Donde dice “Hace un año le tocó vencer al enemigo Vicente Campo Elías en La Puerta”, debe leerse:: “Hace un año le tocó combatir al enemigo junto a Vicente Campo Elías en La Puerta”.

Ahora bien, al error anterior, la corrección le suma uno nuevo: Vicente Campo Elías y José Félix Ribas no coincidieron en ninguna de las tres batallas de La Puerta que se conocen en la historia venezolana: En la primera (3/2/1814), participa Campo Elías; pero, no José Félix Ribas. En la segunda batalla (15/06/1814), pudo haber participado José Félix Ribas; pero, no Campo Elías que para esa época ya había muerto. Y en la tercera batalla (1818) –que algunos historiadores dicen que se denomina incorrectamente La Puerta- no participaron ninguno de los dos porque ambos habían muerto. De las tres batallas, en la única en que cabría la posibilidad de que participaran juntos, pues ambos estaban vivos, era en la primera Batalla de La Puerta. Pero no he conseguido entre el material que tengo a la mano ninguno que lo confirme: Ni las cartas de Bolívar, ni los trabajos de Blanco-Fombona, ni la Historia de Venezuela de Siso Martínez, ni la biografía de José Félix Ribas de Juan Vicente González, ni el Diccionario de Historia de Venezuela de Polar, ni las notas de Mijares, de Uslar Pietri, de Picón Salas. Por el contrario, hay indicios de que no estuvo allí: Siempre se menciona que Campo Elías fue derrotado en La Puerta. No dicen que Campo Elías y Ribas fueron derrotados en La Puerta. ¿Por qué Campo Elías debía asumir él solo la derrota si participaron los dos? Esto es menos comprensible si sabemos que el de mayor rango era Ribas. Parece ser que Ribas se encontraba en Caracas en dónde, por instrucciones del Libertador -dadas al conocerse la derrota de La Puerta-, se ocupa en reclutar a estudiantes y seminaristas que luego participarían en la Batalla de La Victoria.

Es decir: No hay error de redacción alguno sino simple ignorancia. Además, un error de redacción se produce cuando la interpretación de una oración o de un párrafo es distorsionada por la mala ordenación de los términos que la componen y no porque se dice otra cosa con otras palabras, como sucede en este caso.

Todo esto me obliga a retomar la conclusión inicial que formulé en mi primer artículo: “Concluí que se trataba de algún infame resumen hecho por algún mal estudiante”. Pero, como en realidad esta conclusión no es tal sino una hipótesis no confirmada, me veo obligado también a hacer un esfuerzo para abonar elementos que la demuestren. Veamos:

1. Buscando en internet la asociación “José Félix Ribas”, “Campo Elías” y “La Puerta” me consigo con la siguiente sorpresa: Decenas de páginas web tienen el mismo error que el artículo de Independencia 200: Campo Elías fue vencido por Ribas en La Puerta. Incluso una de ellas va a más: “Venció en La Puerta a Vicente Campo Elías (1814), al frente de un grupo de estudiantes de la Universidad de Caracas y del Seminario”. http://www.biografo.info/biografias/ver/35642/Jos-Flix-Ribas Es decir, es un error común en la web que, el diario Independencia 200, en lugar de rectificar, ratifica.

2. Buscando en el Diccionario de Historia de Venezuela creo descubrir el origen primigenio del error: En la biografía de José Félix Ribas se afirma: “Después de haber vencido a Vicente Campo Elías en La Puerta (3.2.1814), José Tomás Boves organizó 3 columnas; una (Francisco Rosete) marchó a Caracas por los valles del Tuy; otra (Francisco Tomás Morales), por La Victoria se dirigió hacia Caracas; la tercera quedó en Villa de Cura como reserva. De Caracas se dirigió Ribas a La Victoria donde derrotó a Morales…” . Como se ve, alguien entendió, por un problema de deficiencias de destrezas lectoras e interpretativas, que se referían a Ribas cuando es evidente que se refieren a Boves. Esta primera persona redactó una biografía de Ribas con ese error y la colocó en la web. El mágico sistema de copiar y pegar hizo el resto y generalizó el error.

3. Reflexionando sobre este asunto, ahora concluyo, sólidamente, que quien redactó la nota de Independencia 200 no sé tomó muchas molestias y directamente copió una información errónea, sin hacer ninguna evaluación crítica de la misma. Ya esto por sí mismo es un error grave. Pero, habría que sumarle que quien redactó la nota para el diario no tenía idea de quién era Campo Elías porque de tenerla hubiese entrado en cuenta de inmediato en la incongruencia de que se le sumase a Ribas como victoria la derrota de un compañero de causa.

4. Pero, en este punto, me consigo con otras dudas y opciones: A. La dirección del diario Independencia 200 no revisa el material que se publica y, en consecuencia, errores de este tipo circulan a sus anchas. B. La dirección del diario hace su trabajo de revisión; pero, no tiene criterios ni formación que le permitan discriminar los errores. C. La dirección del diario entiende que lo importante es hacer el aguaje, el alboroto, el espectáculo de conmemoración de los 200 años, independientemente de que lo que se publique sea impreciso, banal o falso.

Aspiro a no tener que escribir más sobre este incidente. Sólo quiero reiterar que la idea de hacer un diario por cada años trascurrido de 1811 hasta aquí me parece genial, que puede hacerse a través de su implementación un extraordinario trabajo pedagógico y concientizador, que es una oportunidad para afianzar sólidamente las ideas de transformación revolucionaria y darle carne y espíritu a la esperanza de nuevos tiempos. Por otra parte, hay aciertos que hay que fortalecer. Por ejemplo, la diagramación luce impecable desde el punto de vista estético: atractiva, fresca, colorida, diversa, ágil. La edición -que supongo en centenares de miles- llega a todo el territorio nacional. Recorrer doscientos años de historia venezolana en pequeños tramos diarios hace posible, en términos colectivos e individuales, una revisión de conocimientos e interpretaciones en contraposición a la presentación del mismo contenido en un libro de centenares de páginas que, a su sola vista, puede lucir disuasivo a la intención de leerlo. No conozco ni de referencia a los integrantes del Comité de Redacción ni he buscado información sobre ellos porque no he querido contaminar mis opiniones, a favor o en contra, en función de razones diferentes al producto de su trabajo que muestra el diario.

Pero también me duele que se derroche el dinero y, más aún, que no nos importe; que no se acuda a tantos venezolanos de avanzada, preparados en esta área, que pueden hacer un excelente trabajo. Compañeros, se trata de ser, no de parecer. O, como decía Russell, la mejor manera de parecer honesto es siendo honesto. Lamento si algún adjetivo pueda sonar excesivo o injusto; pero, quizás contagiado por los jóvenes españoles que han reivindicado el derecho a la indignación, siento también que, en estos casos, indignarse, además de un derecho, es un deber.

martes, junio 21, 2011

¿Y es que el dinero no importa?

Por: Rafael Hernández Bolívar

El primer impulso fue titular esta nota “¿Y es que la historia no importa?”. Pero, después de escrita, pensé que, por las razones que revela, parece que tampoco importa que se pierda el dinero invertido en la investigación y la divulgación de la historia y, quizás por allí debía comenzar la discusión del asunto.
Por segunda vez en una semana y por el mismo motivo, escribo sobre el periódico Independencia 200. (Vez anterior: http://www.aporrea.org/actualidad/a125182.html ). No soy historiador. Tampoco presumo de poseer un conocimiento excepcional de la historia patria. Pero mis pocos conocimientos en ésta área me permiten distinguir algunos datos históricos básicos y olfatear la miopía ideológica de textos como el que aquí comentamos. Para no echar más leña al fuego, me abstengo de fijar la atención en otras notas del periódico.

Ahora, en su Nro. 9, correspondiente al año 1819, el periódico Independencia 200 presenta una caricatura lamentable de lo que fue la Batalla de Las Queseras de Medio, episodio guerrero calificado por Bolívar en su oportunidad como “…la proeza mas extraordinaria que puede celebrar la historia militar de las naciones.” En escasos 3 breves párrafos, la redacción del diario incurre en errores históricos, imprecisiones, distorsiones ideológicas y ninguneo de héroes que, al ver tal cúmulo de desaciertos, uno tiene la sensación de que el resultado no es producto de la ignorancia o la torpeza sino, más bien, de la mala intención. Para resumirlo diré: No es verdad que los ejércitos estaban “decididos a morir por sus ideales” (en todo caso, el ejercito libertador se enfrentaba por un ideal de independencia; pero, el de Pablo Morillo sólo aspiraba a someter a los rebeldes al dominio español); no es verdad que el “vuelvan caras” se produce como una improvisada respuesta de Páez para corregir un momentáneo descuido de sus seguidores sino que obedeció a una táctica previamente concebida y practicada por el centauro llanero. Decir que Bolívar “envió a Páez a romper las filas españolas” es recortar parte importante de la verdad: La que tiene que ver con que es Páez quien concibe el plan de ataque y lo somete a la consideración del Libertador. Este lo aprueba y, luego, lo aplaude calurosamente en la célebre proclama que informa de la batalla.

¿Por qué empobrecer la historia? ¿Por qué reducir un fenómeno complejo, alrededor del cual confluyen intereses económicos, sociales, políticos y estratégicos, a una lucha de “ideas”? ¿Fue la victoria hija de los argumentos? ¿No sería más bien hija de la astucia, la creatividad táctica, la destreza y el coraje de los llaneros que con 150 hombres infringieron una derrota tremenda a un ejército de miles? Si esto ocurre con el período más estudiado y menos polémico de nuestra historia, ¿qué ocurrirá con períodos como la Guerra Federal, la dictadura de Gómez, la etapa petrolera, los proyectos nacionales, la década del sesenta, etc.? ¿Qué sorpresa nos deparará el tratamiento superficial e irresponsable de nuestra historia?

¿Será que esta Comisión Presidencial para la Conmemoración del Bicentenario de la Independencia de la República Bolivariana de Venezuela concibe la historia como espectáculo para la distracción y los fuegos artificiales? Parecería que no nos interesa comprender nada ni informarnos seriamente sobre nuestro pasado. Ni buscar hilos que permitan comprender lo que pasa en nuestros días. Parece que lo importante es trasmitir la idea de que nos interesa, de que somos capaces de dedicarle recursos y tiempo; pero, nos importa poco si de allí pueda sacarse algún provecho. Colocamos flores en el pedestal de las estatuas y observamos indiferentes que se marchiten sin que signifiquen nada ni inspiren nobleza a nadie.

Pero he aquí que venimos a toparnos con el cochino dinero. La gracia cuesta caro. Un periódico que es distribuido a través de 25 diarios, 2 de ellos de circulación nacional, representa una importante suma de dinero en papel, impresión, distribución, etc. Las 35 personas que integran el equipo del periódico, ¿ejercen sus cargos ad honorem? Las secretarias, diagramadores, los mensajeros, los obreros, etc., ¿también trabajan gratuitamente? Me temo que no. Y creo que la suma de todos los gastos sea una cifra respetable. Y no es que no crea que deba invertirse cantidades respetables en el conocimiento y la difusión de nuestra historia. Hay que invertir eso y quizás más. Pero hay que invertirlo bien, esmerándose por hacer un buen trabajo que cuando menos soporte con dignidad una sana crítica.

No dudo que en los ministerios de Educación y de Cultura exista personal calificado -desde el punto de vista del conocimiento y de la ubicación ideológica avanzada- que pueda asumir una tarea de tanta responsabilidad como ésta, que pueda convertirla en una experiencia pedagógica colectiva y excepcional. O bien, ¿por qué no colocar este periódico bajo la dirección de un personaje de la estatura intelectual de Luis Brito García o de Vladimir Acosta, a quienes no conozco personalmente; pero, si sé de su claridad política, de sus fundamentados conocimientos y su identificación con los valores de nuestra historia? Estamos a tiempo. Quedan aún 191 números por publicar. De no rectificar ahora no sólo perderemos los reales y una oportunidad única para una comprensión crítica y creativa de nuestra historia asumida en términos colectivos, a la par que respetuosa de los aportes de una disciplina tan importante como la historia. También le brindaremos en bandeja de plata un escenario para que la reacción nos devore. La interpretación de la historia está atravesada de posturas ideológicas y su discusión es una posibilidad para enraizar los proyectos de transformación revolucionaria, de dotarlos de espíritu y carne. Es mal presagio presentarse a la batalla con vacíos y confusiones.

jueves, junio 16, 2011

Vicente Campo Elías es héroe patriota


Por: Rafael Hernández Bolívar

No basta con tener buenas ideas: Es necesario implementarlas bien. En caso contrario, terminan por venirse abajo y arrastrar con ellas aciertos y logros. Y, en estos casos, no valen las excusas ni las exigencias de comprensión. De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno. Aunque, como dicen los cristianos, siempre hay oportunidad para enmendarse.
La Comisión Presidencial para la Conmemoración del Bicentenario de la Independencia de la República Bolivariana de Venezuela decidió publicar un diario durante doscientos días consecutivos en el cual se reseñarían los acontecimientos más significativos de cada año transcurrido de 1811 a nuestros días. La idea me parece genial y veo en la lectura de estos diarios la posibilidad de rehacer nuestra historia republicana y reflexionar día a día sobre los hechos históricos y los esfuerzos de los venezolanos que, para bien o para mal, nos han conducido a nuestra actual situación. Me entusiasmó la idea de refrescar mis conocimientos de historia patria y, además, vi la oportunidad de orientarme un poco entre las inmensas lagunas y dudas sobre períodos oscuros o poco estudiados. Me imaginé que este entusiasmo podría ser compartido y estimulado entre los venezolanos deseosos de conocer su pasado y encontrar elementos de reflexión o inspiración para los retos presentes.
Pero he aquí que en la lectura del día de hoy, correspondiente al año de 1815, recibo un baño de agua fría: En la reseña de la cruel muerte de José Félix Ribas se afirma que en 1814 “…le tocó vencer al enemigo Vicente Campo Elías en La Puerta”. Por esta vía, nada menos que el héroe patriota que auxilió en el momento límite, cuando estaba a punto de caer en manos realistas, la Plaza de La Victoria defendida valientemente por la juventud al mando de José Félix Ribas, es reducido a la categoría de enemigo.
Me impacta el error y mi primera reacción es atribuírselo a una trascripción equivocada. “se sustituyó una palabra por otra”, pienso. Quizás, enemigo por amigo. Pero, de ser así, la frase no tiene sentido: vencer al amigo. Tampoco si la palabra reemplazada por vencer es apoyar; pues, sería “apoyar al enemigo”. Por otra parte, Campo Elías si fue derrotado en La Puerta; pero, por José Tomás Boves y para que allí Ribas fuese vencedor tendría que estar del campo realista. Por más vueltas que le di al asunto no pude justificar el error. Concluí que se trataba de algún infame resumen hecho por algún mal estudiante.
Esto me impacto negativamente por dos razones: 1. Porque desde mi infancia recuerdo la imagen de la nube de polvo que por el camino de San Mateo divisaron los combatientes agonizantes de la Plaza de La Victoria y que los llenó de esperanza y le dió nuevos bríos al combate. No recuerdo donde leí una descripción épica, poética, hermosa, de ese momento: La llegada oportuna del valiente Campo Elías salvando la plaza y frenado la pretensión de los realistas de garantizarse una vía libre a Caracas. Tamaño error en el diario me pareció una afrenta. 2. Porque me hace pensar que el trabajo se ha tomado descuidadamente y me siembra dudas sobre cuanto se escriba en este periódico. Sobre todo en aquellos aspectos en los cuales tengo mayor desconocimiento y menos criterios para distinguir los hechos. Esto es lamentable, porque, lo repito, es una idea genial, y merece una implementación que le haga honor.
¡Ojalá en lo adelante no encontremos errores como éste!

martes, marzo 15, 2011

La peor manera de tener razón

Por: Rafael Hernández Bolívar

Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, … la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas; doblan por ti.
John Donne

Cuando a través de la televisión vi la angustia dibujada en japoneses preocupados por la eventualidad de una explosión en el Centro de Energía Nuclear Fukushima, vino de inmediato a mi memoria una de las pesadillas que presenta Akiro Kurosawa en su película Los Sueños. En ella se trata el tema de la fuga de radioactividad en una planta nuclear, cuyos reactores explotan uno tras otro, y de la desesperación que siembran los esfuerzos inútiles por escapar de una muerte segura. Los personajes pronuncian frases de terror, de impotencia, de rabia, en la medida que presienten los efectos sucesivos que preceden la muerte, bajo un cielo rojo, amarillo y violeta. “Como la radioactividad es invisible, le han puesto color para que sepamos qué elemento nos matará”. Recuerdo también la cara de estupefacción e incredulidad con que la protagonista pronunciaba una frase acusadora: “nuestros científicos aseguraban que no había peligro, que todo estaba seguro, que no habría accidentes”. Y la sentencia lapidaria de otro: “¡Quienes nos mintieron también van a morir!”
La tragedia de Japón reitera lo que con tanta frecuencia olvidamos: La humanidad es una sola y no podemos escapar a lo que afecte a una parte de ella. Esta tragedia también es nuestra. No sólo por el noble sentimiento de solidaridad que hoy embarga al resto del mundo. También lo es por las consecuencias concretas que tal tragedia tendrá en cada uno de los habitantes de este planeta, por alejado o extraño que sea al epicentro de la catástrofe: Los efectos contaminantes en un medio ambiente de suyo contaminado y convulso; las consecuencias para una economía mundial en crisis; las interrogantes y las aprehensiones que arroja sobre las formas alternativas de producir energía y, no menos importante, la actualización en todos los habitantes de este planeta de las peores pesadillas sobre un accidente nuclear fuera de control.
Cuando se afirma que la tierra ha variado la posición de su eje de rotación no es sólo Japón quien lo hizo sino todos los países del planeta y si ahora la tierra acelera una millonésima de segundo más en dar la vuelta sobre sí misma, en realidad, todos aceleraremos ese tiempo, nuestros días serán más cortos y sufriremos todos las pequeñas o grandes consecuencias que estos hechos implican. Si hay contaminación radioactiva, se expandirá a través de las aguas por todos los océanos y contaminará toda la cadena alimenticia, desde las algas que consumen los peces hasta los productos marinos que alimentan al hombre.
Ya, una vez más, los científicos se encargarán de hacer los fríos cálculos del desastre ecológico; tanto los derivados de las incontrolables fuerzas de la naturaleza del terremoto y del tsunami como los derivados de las torpezas del hombre para evitar la catástrofe nuclear que, aprendiz de brujo impenitente, ha desatado fuerzas incontrolables. Los economistas a su vez sacarán cuentas, harán evaluaciones y diseñarán planes que les permitan –tal como suelen decir- “convertir un obstáculo en una oportunidad para ganar”. Por supuesto, para ganar ellos y sus señores, en detrimento del resto de los mortales. Y los expertos en generación de energía determinarán errores, proyectarán a futuro medidas preventivas que minimicen riesgos y reelaborarán nuevas estrategias, ahora sí, más seguras, que se sumarán a las derivadas de Chernobyl, de Castle Bravo, de Three Mile Island, de Tokaimura y tantos otros accidentes. Aquí, como en muchas otras cosas, las decisiones las toman minorías selectas en nombre de la humanidad; pero, las consecuencias las pagamos todos.
Pero, ¿quién paliará esta angustia renovada, esta incertidumbre reiterada en cada catástrofe? ¿No ha llegado el momento de plantearnos las raíces del problema? ¿Qué nos impide ver y evaluar con objetividad los hechos, intuir los intereses en juego y sopesar las opiniones?
Sin duda hay una densa amalgama de datos, ideas y propaganda que adormece las angustias, pospone las iniciativas y nos seduce con la promesa de tranquilidades futuras. Creemos ciegamente en la capacidad infinita de la ciencia para resolver los problemas presentes y futuros. Pensamos que por grande que sea el problema, la ciencia, más temprano que tarde, conseguirá una solución. Estamos persuadidos de que siempre habrá tiempo y de que, al final, se podrá enderezar cualquier entuerto. Abusamos de la naturaleza, agotamos sus recursos y, aún así, creemos que podemos forjar un futuro a imagen y semejanza de nuestras ambiciones.
Esta terrible tragedia debía convencernos de la fragilidad de ese optimismo superficial y mentiroso. Con este esquema de producción que tasa el desarrollo en términos de ganancias económicas inmediatas, sin importar las consecuencias ambientales ni los riesgos para el hombre, ¿no nos estamos condenando todos para bienestar y disfrute de unos pocos? En absoluto me consuela la expresión de uno de los personajes de Kurosawa: “¡Ellos también morirán!”. Prefiero pensar que aún estamos a tiempo de poner un freno a esta locura y que el esfuerzo de todos los habitantes de la tierra o, por lo menos, de su aplastante mayoría, pueda elaborar esquemas de desarrollo más justos, más humanos, más solidarios y más racionales.
No somos los únicos dueños. Este planeta es nuestro y de los demás también: Los contemporáneos y los que estén por venir. Todas estas catástrofes nucleares llamadas eufemísticamente accidentes, ¿no son un terrible adelanto de lo que nos prepara la ciencia y la tecnología al servicio de la inmediatez y los atajos de la voracidad capitalista? ¿Hay espacio para dudar que lo está en juego es la sobrevivencia de la especie? ¿Cuántos cadáveres son necesarios para darle solidez a esta verdad?