martes, julio 19, 2016

Locos peligrosos


Por Rafael Hernández Bolívar

Alguien dijo alguna vez que "más peligroso que un mono con una hojilla es un gorila con una bomba atómica". Se refería a la pretensión de un dictador latinoamericano de fabricar una bomba nuclear en la década del setenta. 

La capacidad destructiva entre uno y otro instrumento no admite comparación. La distancia entre ellos es el desarrollo tecnológico. Este multiplica en cantidades inimaginables el poder destructivo que hace la diferencia.

Hay ejemplos recientes que patentizan de manera dramática esta realidad. Andreas Lubitz, copiloto del Airbus A320 de Germanwings, sometido a tratamiento psiquiátrico, el año pasado, deliberadamente estrelló el avión contra una montaña, provocando ciento cincuenta muertes. El hombre que recién embistió un camión contra una multitud en Niza, Francia, causando ochenta y cuatro víctimas mortales y numerosos heridos graves, también estaba medicado con antipsicóticos. En este caso, agravado por el hecho de haber sido utilizado por fanáticos islamistas. Hace dos días, un hombre agredió con un hacha a los pasajeros de un tren en Alemania, causando heridos. En este último caso, la tecnología primitiva del arma minimizó los daños.

Hoy, ya no como chiste sino como una posibilidad real, esta comparación toma forma de angustia en la vida de millones de personas en el mundo. Podemos constatar que objetos cotidianos e inofensivos, merced al poder que da la tecnología, otorga a una persona presa de la locura una terrible capacidad de destrucción. 

Pero la preocupación absoluta y aplastante ocurre cuando el uso de la capacidad tecnológica pasa por la decisión política colocada en manos de fanáticos imperialistas o desquiciados representantes del poder económico. Un sistema, depredador e inhumano de por sí, potencia la destrucción y la muerte en manos de un George Bush o de un Donald Trump. Este último no se anda por las ramas. No oculta ni sus pretensiones ni las formas. 

martes, julio 05, 2016

Silencio de la maledicencia española


Por Rafael Hernández Bolívar

Desde el 26 de junio hay una nueva realidad mediática en España. Para asombro de todos, Venezuela desapareció de las portadas de los grandes periódicos y los reportajes especiales trasmitidos en hora estelar también salieron de la programación de canales de televisión y emisoras de radio. Ni los grandes personeros del gobierno ni los dirigentes políticos toman posición sobre lo que ocurre en nuestro país. Ya no hay denuncias infundadas de grandes titulares ni anodinos personajes convertidos en celebridades por entrevistadores estrellas y paneles de especialistas en la difamación y la mentira. Se acabaron, por ahora, los juicios terribles y lapidarios sobre la realidad venezolana. 

Los españoles de a pie, sin embargo, con un dejo inevitable de picardía, refugiados en los cafés y en internet, comentan irónicos: “Que una vez pasadas las elecciones no salga ninguna noticia de Venezuela es pura casualidad”.  “Me alegro de que por fin vaya todo bien en Venezuela. Ese Maduro es cojonudo. Le bastó un solo día para resolver todos los problemas. ¡Hasta hizo que lloviera, se llenaran las represas y se hiciera la luz!”.  “Un país que estaba en crisis humanitaria y la ONU ya organizaba comisiones para recoger los cadáveres por el hambre y la guerra civil, ya no es noticia”. “¿Alguna noticia de Venezuela? ¿Se han resuelto todas las cosas?” “La pena es que ahora vamos a dejar de saber de Venezuela. Yo con tanta portada y telediario todos los días ya le había cogido cariño”. “Diez días sin tener noticias de Venezuela, ¡por favor, necesito saber cómo están!” Por supuesto, no podía faltar el típico mal hablado español: “En España aun seguimos con problemas y con un escenario político bloqueado, pero en Venezuela, de golpe, ya va todo de puta madre”.

Y es que el descaro de la derecha española no tiene límites en cuanto a uso de la maledicencia para sus fines políticos locales. Con muchísima razón un internauta comentaba: “Si veis que empiezan a hablar otra vez de Venezuela es que va haber terceras elecciones”.