viernes, octubre 26, 2007

"Candelita que se prenda… "

Por: Rafael Hernández Bolívar

Sectores radicalizados de la oposición quieren incendiar al país. Se estrujan el cerebro en busca de la palabra o el acto motivador que siembre en la gente el deseo de conflicto y el afán por romper los diques de la "pasión reprimida de los venezolanos por la justicia y la libertad". Programas de televisión, marchas, propagandas, entrevistas, etc. se han manifestado inútiles para los propósitos insurreccionales. Se requiere de más fuelle, de palabras y actos más audaces que los hasta ahora planificados por los dirigentes. "Candela que se prenda; candela que se apaga", ha dicho el gobierno. "Candela que se apaga; candela que se prenda", ha ripostado la oposición. En fin, se trata de armar un gran lío por el lío mismo.
El resultado es que se enrarece la discusión. La atención se centra en las escaramuzas y en los posibles moretones de las refriegas. Desesperados ante los fracasos consecutivos, los radicales se atreven a más y pueden generar en su desesperación situaciones peligrosas de consecuencias lamentables. Es una espiral que no debemos alimentar y, al contrario, debemos hacer todo el esfuerzo consciente para frenar y dominar. Caer en la violencia es renunciar a la discusión y esperar que la brutalidad de las agresiones resuelvan las diferencias.
Si caemos en la trampa, se olvida lo medular: Discutir a profundidad una proposición de Reforma Constitucional. Evaluar la trascendencia de los cambios propuestos y los caminos que se abren o no a la construcción de una sociedad más justa, más humana y más democrática que la que ha mostrado en su historia el capitalismo. Lo que se impone es generar espacios democráticos para la discusión y no caer en la provocación de los agitadores que asisten a los foros llevando la imagen del Ché Guevara con el logo de Globovisión.

viernes, septiembre 28, 2007

Favoreciendo a los seguros

Por: Rafael Hernández Bolívar

Creo que si hay una medida gubernamental que ha ganado el aplauso entusiasta de las compañías aseguradoras ha sido esta de reglamentar los costos de los servicios médicos privados. Con ello tendrán en sus manos un instrumento más para condicionar los pagos y objetar las coberturas de sus polizas. Como si fuesen pocas las cláusulas excluyentes y las letras pequeñas que bloquean pagos, ahora tendrán como excusa para no pagar o pagar menos –cuando por alguna complicación de la enfermedad o del parto se traspasen los límites establecidos- la circunstancia de que existe una tabla en donde se especifican los costos para cada servicio médico.
La medicina privada es asunto de muchas aristas y de diversos factores. Además de las aseguradoras que son sus principales clientes-que a su vez tienen en la administración pública su mayor clientela-, están las clínicas y laboratorios, los vendedores de equipos médicos, los profesionales de la medicina y, por supuesto, los clientes: Los pacientes, víctimas inocentes de este fuego cruzado de intereses.
A los innegables beneficios que suman a sus extraordinarias ganancias anuales las empresas de seguros –cobrarán igual y pagarán menos-, también hay que señalar que los dueños de clínicas tampoco salen perjudicados; pués, como empresas privadas regidas al fin y al cabo por la ley del máximo beneficio sobre el mínimo de esfuerzos y recursos, les bastará con hacer ajustes en sus costos, utilizando productos de menores precios –aunque de peor calidad- para los mismos procedimientos y, sobre todo, recortando los gastos de mano de obra –vale decir, los médicos y personal técnico- para de esta manera obtener iguales o mayores ganancias. No se necesita mucha imaginación para pensar quien será el perjudicado.
¿Significa que no debe hacerse tal regulación? No. Significa que no es la manera de garantizar una buena oferta de servicios de salud privados, razonables desde el punto de vista económico y óptimos en cuanto a calidad.
Hay que pensar en los pacientes y en los médicos que asumen la curación de los enfermos. La solución es mejorar la salud pública. Es dotar a los hospitales de equipos avanzados tecnológicamente y de médicos excelentemente preparados y bien remunerados. Así, los pacientes acudirían a los servicios de salud públicos y quienes por consideraciones distintas a la excelencia de esos servicios prefieran la medicina privada, acudan allí y asuman sus gastos, con o sin aseguradoras.
rhbolivar@gmail.com

sábado, septiembre 15, 2007

La importancia del enemigo


Por: Rafael Hernández Bolívar

En una escena memorable de la película “Ahí está el detalle”, el alguacil de un tribunal manda callar a Cantinflas que, en ese momento, era procesado injustamente por un supuesto asesinato. Cantinflas responde airado: “¿Cómo que me calle? ¡Más respeto, señor! Yo no soy cualquiera. ¡Yo soy el acusado!”. Algo así podrían decir nuestros enemigos, adversarios y hasta nuestros aliados: “Más respeto, señores. Yo no soy cualquiera. ¡Yo soy ni más ni menos que el enemigo!”
Y es que en verdad estas cualidades son demasiado importantes para no tratarlas con respeto. Una estrategia exitosa debe partir de una objetiva caracterización de amigos y enemigos, de ventajas y desventajas, de obstáculos y palancas. Si intercambiamos unos por otros, necesariamente nos perderemos.
Parece urgente en el campo revolucionario venezolano discutir con profundidad conceptos claves del hacer político cotidiano. Enemigo, adversario, aliado, entre otros, requieren de una severa y perentoria definición; pues, de la correcta caracterización de cada uno de ellos, de los sujetos que formarían parte de cada conjunto definido, dependerán la estrategia y las tácticas a desarrollar en esta lucha por la conquista de una nueva sociedad. En consecuencia, no se puede abusar en la utilización de esos términos y desgastarlos por efecto de su uso inadecuado o impropio.
Es verdad que son conceptos relativos a determinadas situaciones y a conflictos específicos, alrededor de los cuales adquieren su pleno significado. Un mismo sujeto puede pasar de aliado a enemigo o a adversario. O seguir el camino exactamente al revés. En nuestra revolución y en todas las revoluciones, abundan ejemplos en uno u otro sentido. Pero está visión dialéctica e histórica no niega que en cada momento estas palabras tengan un significado preciso, sin equívocos, claro.
Estas no son definiciones absolutas ni subjetivas. Lo primero nos ata fatalmente, anula toda capacidad de crítica y nos hace más vulnerables. Además, nadie es enemigo, adversario o aliado per se. Será, de una condición o de otra, en relación a su ubicación concreta ante un conflicto o posición. Más allá de su conciencia o voluntad manifiesta, los hechos se encargan de ubicarlo en el campo que le corresponda. Por otra parte, la calificación subjetiva cada día despierta justificada desconfianza. Es parapeto predilecto de farsantes y oportunistas. Hay quienes proclaman a los cuatro vientos su condición revolucionaria y, objetivamente, en su conducta cotidiana, trabajan de manera inconciente o no, socavando las bases de la revolución.
Ya tenemos bastante combatiendo a los enemigos declarados para que, adicionalmente, tengamos que distraer fuerzas empujando aliados –fuertes en unos puntos, vacilantes en otros- al campo enemigo y ponerlos en la situación del tigre herido que ante la inminencia de su muerte saca fiereza insospechada y se defiende con garras y dientes. Parafraseando a Ghandi -que decía que si todos aplicáramos la ley del Thailón, pronto la tierra sería habitada por ciegos y desdentados- diríamos que el verdadero enemigo terminará fortaleciéndose y haciendose más poderoso a fuerza de alimentarse con nuestros aliados que se atrevan a discrepar con nosotros sobre este u otro punto no fundamental. Y no necesariamente porque se incorporen de manera activa al frente enemigo –que así ocurre en muchos casos- sino porque se aíslan del proceso, pasan a ser espectadores y, sus aportes, necesarios en nuestro campo, permanecen, sin embargo, inertes.
Este fenómeno, por cierto, no tiene nada que ver con el combate ideológico contra prácticas e ideas que obstaculizan el avance de la revolución. Ni que nos hagamos de la vista gorda ante errores teóricos o políticos de nuestros aliados. Hay que identificar, aislar y combatir posiciones políticas reaccionarias, buscar su fundamentación y contrastarlas con el proyecto de transformación radical de la sociedad venezolana. Pero esto no se puede confundir con ataques y descalificaciones personales o grupales, entre otras cosas, porque la realidad es compleja y los evaluadores de esa realidad difieren en experiencia y esquemas conceptuales que pueden conducirlos a posiciones diferentes, aún compartiendo sincera y profundamente el anhelo fundamental de una sociedad justa, democrática y socialista. Mucho más cuando han estado a nuestro lado y han dado muestras de consecuencia con el proyecto revolucionario en momentos críticos y decisivos para el futuro de la Revolución.

sábado, julio 07, 2007

¿Cuál es nuestra solución final?

Por: Rafael Hernández Bolívar

Solía decir Don Miguel de Unamuno que la civilización en el hombre es apenas un barniz y que basta rasguñar ligeramente para que asome la piel salvaje debajo de esa tenue película. Da escalofrío pensar que esto lo decía a principios del siglo XX, cuando la humanidad saludaba con optimismo los nuevos tiempos y ni siquiera se presentía la cadena de desgracias que depararían las guerras mundiales o la crueldad fratricida de la Guerra Civil española. Tampoco aparecían en el horizonte los testimonios aterradores de Hitler, Stalin, Mussolini y Franco, sin mencionar nuestros propios aportes latinoamericanos encabezados por Somoza y Pinochet ni la espantosa matanza de fin de siglo que diezmó la población ruandesa o la destrucción de Irak a comienzos del XXI.
Es importante tener presente esta afirmación y estos ejemplos al momento de abordar la agresividad injustificada que a ratos caracteriza el debate político que por estos días damos en Venezuela. Sectores radicalizados de uno y otro bando parecen más interesados en profundizar las diferencias, en exagerarlas y hacerlas insalvables, que en lograr consensos y consolidar mayorías. Y no sólo se trata de insultos y descalificaciones –ya de suyo censurable- sino que abarca auténticas declaraciones de guerra, de agresiones y acosos personales, de mentiras y difamaciones orquestadas concientemente para provocar enfrentamientos y destruir a los adversarios.
Algunos piensan ingenuamente que esto no genera secuelas y que al final, cuando los cauces amenacen seriamente en debordarse, se podrán reestablecer puentes y llenar los vacíos con razones y sensatez. Se equivocan. Cuando se acumulan humillaciones y temores termina por aparecer la piel de lobo y lanzarnos con decisión asesina sobre nuestros adversarios, convertidos hace tiempo en enemigos cuya destrucción es la garantía de nuestra existencia. En Ruanda, Africa, 1994, con este convencimiento se dió muerte a un millón de personas en apenas cien días, un promedio escalofriante de diez mil personas muertas a machetazos cada día. No hay que olvidar que los nazis de Hitler pertenecían a una de las naciones más adelantadas de Europa y que lo ocurrido en Ruanda fue hace apenas unos años, meses, días.
No es que crea que este desenlace es inminente e inevitable. Pero parece sensato poner las barbas en remojo. ¿Qué vamos a hacer con los que piensan distinto a nosotros y quieren un destino diferente al que nosotros aspiramos para nuestro país? ¿El 40% antichavista fusilará al 60% chavista? ¿O al revés? ¿O los mandaremos para Cuba o Miami, según sea el caso? Fermín Toro, a la caída de José Tadeo Monagas, le respondía a quienes pedían muerte a los partidarios y colaboradores de Monagas: “tendríamos que fusilar medio país” y planteaba caminos a la reconciliación que, sin embargo, no lograron evitar la Guerra Federal.Es tiempo de la política en su expresión más noble: Creación de espacio y tiempo para la discusión honesta de los planteamientos, reconocimiento mutuo de quienes participan, generación de consensos de cara a las grandes mayorías. En ese sentido, los partidarios de la Revolución, precisamente por ser mayoría, tenemos la máxima responsabilidad.

sábado, junio 23, 2007

Sembradores de cenizas

Por: Rafael Hernández Bolívar

Augusto Mijares, el célebre historiador venezolano estudioso del pensamiento y la acción de Simón Bolívar, en el memorable ensayo “Lo afirmativo venezolano” somete a una crítica demoledora la actitud de algunos venezolanos que se dedican a expresar las peores opiniones sobre nuestra nacionalidad y su gente. “Sembradores de ceniza” los llama Mijares; esto es, cultores de la esterilidad, de lo que no puede puede dar vida ni reproducirse. Son los que creen que mientras peor se expresen de sus compatriotas mejor lucen sus propias virtudes. Son quienes se empeñan en deprimir a los otros, colocándoles remoquetes como sombras y obligándoles a luchar contra fantasmas e imágenes que no le pertenecen.
Se mueven en los diferentes círculos y todos hemos conocido a más de uno de los miembros de esta especie. Hay quienes aún pensando así, se abstienen de expresar abiertamente sus opiniones. Pero, modelan su conducta y toman sus decisiones sobre la base de estos prejuicios distorsionadores y atrasados (racismo, eurocentrismo, alienación, atavismos psicológicos, etc.).
De vez en cuando, salta uno de ellos a la palestra. Recientemente dos señoras, en calidad de “expertas”, lanzan sus improperios y descalificaciones: “los venezolanos son flojos”; “es nuestra identidad”, han dicho de manera rotunda. Más aún, apelan a sus orígenes (italiano, en un caso, y francés y alemán, en el otro) para salirse del saco y poner distancias con el resto de los venezolanos.
En estas circunstancias, particularmente en el caso de la conductora del programa, Beatriz de Majo, -en el caso de la señora italiana parece privar más la ignorancia y el prejuicio racista- la acusación ya no es inconciente ni inocente. Persigue justificar nuestros males presentes: Pobreza, miseria, delincuencia, subdesarrollo, etc. tendrían más que ver con la supuesta flojera del venezolano que con el sistema de explotación y expoliación que ha sufrido Venezuela a lo largo de los siglos, al amparo de gobiernos cómplices y antinacionales. De esta manera, los esfuerzos de justicia y redistribución de las riquezas que impulsa la Revolución Bolivariana no es más que prédica demagógica que pretende que los “flojos” arrebaten a los “trabajadores” el fruto de su trabajo.
Por eso, la respuesta ante la infamia no debe ser demostrar que el venezolano es un pueblo trabajador. Eso es evidente. Debemos responder señalando las raices ideológicas de tales descalificaciones, más alla de sus eventuales voceros.

sábado, junio 09, 2007

Que nadie cante victoria

Por: Rafael Hernández Bolívar

Con estas palabras advirtió el Presidente Chávez las dificultades y los ataques que confrontarán los revolucionarios en los días por venir. Quiero hacer mía esta advertencia; pués, entiendo que la confrontación ideológica surgida a raíz de la no renovación de la concesión de RCTV a puesto de manifiesto no sólo la agresividad y recursos de sectores opositores criollos e internacionales sino que también reveló mucho de las deficiencias y torpezas del lado de la revolución.
Comencemos por admitir que efectivamente las marchas estudiantiles de los días anteriores fueron numerosas y que sus participantes estaban convencidos de que su protesta era por la libertad de expresión y la democracia. ¿Cómo gran cantidad de jóvenes asumen la defensa de la reacción y terminan confundiendo los intereses particulares de Marcel Granier con el ejercicio colectivo de la libertad de expresión? ¿Por qué los argumentos de los sectores revolucionarios fueron ignorados o rechazados por estos jóvenes?
El episodio de la Asamblea Nacional mostró que la oposición no tiene argumentos. Pero también puso de manifiesto que debemos confiar más en los jóvenes revolucionarios que presentaron batalla esgrimiendo razones y alimentando sus discursos con la convicción de estar construyendo una patria justa, democrática y participativa. Demostraron que no hay que esquivar la confrontación ideológica y que hay que aprovechar cualquier escenario de discusión para exponer las razones de la revolución.
Más aún, enseñaron el camino que hay que seguir: La discusión argumentada, democrática y pacífica promoviéndose en el seno del pueblo, reconociendo a nuestros oponentes como iguales, escuchando sus planteamientos y dando respuestas a la incertidumbre. En esas circunstancias ganaremos todos, ganará la revolución incorporando perspectivas y posiciones diferentes que se integran en un mismo proceso de transformación.
Y esto no significa que no estemos alerta en relación a la reacción troglodita y apátrida que se mueve tras bastidores. A la par de combatirla, debemos dar el debate que gane a las grandes mayorías para la Revolución. No podemos abandonar ningún sector de la población a la perniciosa influencia de la reacción y el imperialismo.

lunes, mayo 28, 2007

Dos recuerdos y un presente de RCTV

Por: Rafael Hernández Bolívar

Los comerciantes de Catia afectados por los saqueos del 27 de noviembre de 1992 también tienen algo que decir sobre el comportamieto ético de RCTV en cuanto al tratamiento de la información sobre esos sucesos. Reseño aquí, por ser testigo de excepción en ambos casos, estos dos ilustrativos recuerdos.

“Alguien llamó a la gerencia”
Días después del saqueo se acercó al Centro Comercial Propatria Begoña Caraballo, para ese momento periodista de RCTV. Ya las empresas aseguradoras habían manifestado su decisión de no reconocer el pago de los siniestros. Los comerciantes valorando la posibilidad de que su situación fuese conocida por el país y llamar así la atención sobre la dramática situación en que se encontraban, se mostraron colaboradores y le dieron toda la información relacionada con el asunto. A su vez, la periodista se esmeró en entrevistar a la mayor cantidad de afectados, en interrogarlos sobre sus pérdidas; constató la situación en que se encontraban los negocios; leyó las polizas que protegían los comercios, revisó las cláusulas específicas que cubrían este tipo de siniestros y recogió los montos estimados en pérdidas.
Todos esperaban que esa noche, en la emisión estelar de “El Observador” saliese un buen reportaje que informara al país sobre este importante problema. A primeras horas de la noche, en los avances informativos, apareció en pantalla la imagen de la periodista Caraballo invitando a la audiencia a sintonizar la emisión estelar de “El Observador” para que conocieran la situación en que se encontraban los comerciantes del Centro Comercial Propatria víctimas de los saqueos y de su reclamo a las compañías de seguros. Sin embargo, en el resto de la noche no se mencionó más el asunto y no hubo ninguna referencia en el noticiero.
Al día siguiente los comerciantes logran contactar a la periodista y le preguntan sobre porqué no apareció el reportaje. Muy apenada, Begoña Carabaño, les dijo que en realidad su trabajo llegaba hasta la elaboración del reportaje; pero, la decisión final de su divulgación le correspondía a la gerencia informativa y, a pesar de que en pricipio se había aprobado su divulgación, “alguien llamó a la gerencia” y lo excluyeron del noticiero.
Los comerciantes por su propia cuenta averiguaron que el avance informativo de las siete de la noche llegó al conocimiento del Presidente de una Compañía de Seguro y éste de inmediato llamó a RCTV, ordenando la suspensión del reportaje. De esta manera, se pisoteaba el trabajo profesional de una periodista y se irrespetaba a una comunidad urgida de informar al país sobre su situación.

“No hago programas que perjudiquen a mis anunciantes”
En febrero de 1993 se realizó una asamblea de comerciantes afectados por los saqueos de noviembre de 1992. En ella se discutía la conducta asumida por las compañías de seguros que se negaban a cancelar las indemnizaciones a las que estaban obligadas de acuerdo a las polizas que habían vendido a los comerciantes. Los asistentes insistían en la necesidad de hacer presión para que se resolviera esta situación. Un comerciante plantea que a través de un familiar es posible hablar con Marieta Santana y pedirle que se lleve al programa “A Puerta Cerrada” la problemática. De inmediato, la asamblea aprueba la proposición y nombra una comisión para que acuda a conversar con la mencionada periodista.
La comisión efectivamente logra conversar con Marieta Santana quien -después de escucharlos y enterarse de lo que se trataba- sencillamente les espeta: “Yo no hago programas que puedan perjudicar a mis anunciantes”. Así, sin anestesia. Los integrantes de la comisión se quedan sin habla. Ni siquiera atinan a llevar sus argumentos más allá de insistir en su terrible situación de haber perdido el fruto de su trabajo por años y no tener a nadie que respondiese por aquello.
Hacía falta mucho tiempo y mucha revolución para bajarse de la ingenuidad de creer en que esa televisora orientaba su política informativa en función de la verdad.

Las lágrimas degradadas
El comportamiento de RCTV en las últimas semanas ha sido moralmente degradante. Si a estas alturas alguien creyese que no hay suficientes motivos para no renovarle la concesión a ese canal, los últimos días han aportado nuevos elementos a favor de esa decisión. No han escatimado recursos en función de sus intereses particulares. Han puestos a sus artistas a derramar lágrimas mientras cantan el Himno Nacional; acuden a los barrios para explotar la miseria o el dolor de la gente para ponerlos al servicio de sus pretensiones; le han pedido a la gente que salga a las calles a protestar la decisión del gobierno y a defender los intereses de Marcel Granier; han difamado al país en los foros internacionales recurriendo a todo tipo de componendas, divulgando mentiras y calumnias; han manipulado y tergiversado información para convencer a la gente de que se quiere cercenar la libertad de expresión y limitar la democracia cuando de lo que se trata es de intereses económicos y políticos particulares atrincherados en un espacio público.
Uno ve las lágrimas de Amanda Gutiérrez cantando el Himno Nacional e inevitablemente la recuerda durante los días de “rebelión” acosando con gritos y expresiones soeces a un militar que acompañado de su familia cenaba en un restaurant del Este. Uno ve a Marieta Santana convertida en adalid de la libertad de expresión y la recuerda diciendo “con mis anunciantes no te metas”. Uno ve a Marcel Granier diciendo “nos castigan por decir la verdad” y sólo puede ver la verdad del billete, la insolencia de quien se cree que el país es suyo porque tiene dinero.

El pueblo toma la pantalla
El 27 de mayo, a las 11:59 p.m., se vence la concesión que durante cincuenta y tres años usufructuó el grupo empresarial 1BC. Durante ese tiempo, RCTV amasó poder económico e influencia política. Su directiva decidía sobre los gobiernos, los políticos, los poderes públicos, etc. Censura, proclamación, silencio, escándalo, eran medios habituales a través de los cuales el canal impulsaba sus intereses. Trasmitir y exagerar lo que conviene; callar o minimizar lo que perjudica; censurar o difundir posiciones y personajes.
Pero, lo que desbordó el vaso fue su comportamiento conspirativo y golpista durante el golpe de abril del 2002 y el paro petrolero. Allí perdieron los tiempos, el sentido de las formas, la objetividad, el equilibrio y se burlaron de la constitución nacional. Inventaron el vacío informativo que se llena con comiquitas y bagatelas. Es verdad que en esto no estuvo sólo RCTV. Pero fue quien exhibió la mayor desfachatez y prepotencia. Sin ninguna rectificación posterior, sembrando el odio, la división y el enfrentamiento.
Pero, en Venezuela existe hoy un gobierno revolucionario que no cede a los chantajes de grupos económicos criollos asociados a las más oscuras perversiones del capitalismo internacional. La no renovación de la concesión a este grupo es también una derrota a la soberbia y a la prepotencia de quienes se atribuyen para su uso exclusivo un espacio que es de todos los venezolanos, apelando a su condición de grandes propietarios.
Hoy se hace justicia en Venezuela. Hay doble ganancia porque ese espacio radioeléctrico va a ser copado de ahora en adelante por un canal de contenido social y con talento venezolano.

sábado, mayo 26, 2007

Más que números en el PSUV

Por: Rafael Hernández Bolívar

Las jornadas de inscripción de aspirantes al Partido Socialista Unido de Venezuela han generado una justificada expectación en el panorama político nacional. Desde quienes apuestan a su fracaso hasta los más entusiastas esperazados por su aparición han estado centrados en las cifras que al cierre de cada jornada arroja el comité promotor del partido. Los entusiasmos giran en torno a las cantidades.
Mucho más allá de si el número de inscritos es superior o no a la meta inicialmente propuesta, de si suman tres o cinco millones los aspirantes a militantes, es de mayor importancia focalizar la atención en el proceso mismo de constitución del PSUV. Quienes han venido manifestando su decisión de pertener a él en calidad de militantes constituyen de entrada una vanguardia esclarecida, identificada con los cambios que se están impulsando en la sociedad venezolana bajo el liderazgo del Presidente Hugo Chávez Frías.
Pero también está diciendo que el partido revolucionario es una necesidad perentoria en la actual coyuntura política y urge su constitución; que esta instancia de participación política colectiva está llamada a jugar un papel protagónico y decisivo en la profundización de la Revolución Venezolana. Esto supone una comprensión de lo que ocurre actualmente en Venezuela, de identificación de las fuerzas sociales y políticas enfrentadas, de los intereses en conflicto y una toma de partido por el bloque histórico que impulsa la Revolución.
Vale decir que los niveles de conciencia y, consecuentemente, de compromiso de los venezolanos agrupados en torno al nacimiento del PSUV son aspectos que merecen nuestra atención y deben ser discutidos a profundidad; pués, van a determinar en mucho la prefiguración y el destino del partido. Los aspirantes a militantes también aspiran al socialismo, a la integración latinoamericana y a una sociedad justa, productiva, democrática y libre. Desde ya hay que comenzar a recoger los análisis, los planteamientos, las ideas y las proposiciones de esos militantes que como mínimo comparten su apoyo a la Revolución bajo su actual liderazgo y la certeza de que es posible la unidad de los revolucionarios en un partido político.

sábado, mayo 12, 2007

La gran prensa y los buhoneros

Por: Rafael Hernández Bolívar
La gran prensa definitivamente abandonó las pretensiones de objetividad y de equilibrio. Renunció a informar; niega todo apoyo a la convivencia entre los ciudadanos y para nada le hace gracia una ciudad más limpia y habitable. Aún la más clara posibilidad de ejercer una labor pedagógica que contribuya a resolver un problema grave de nuestras calles, recibe de los grandes periódicos nacionales un tratamiento indiferente cuando no real y directo sabotaje a las iniciativas gubernamentales. Definen con sus acciones, de esta manera, su posición polítca de opositores a ultranza al gobierno.
Estas ideas surgen al revisar el tratamiento que le han dado a las medidas tomadas por la Alcaldía de Caracas en cuanto al desalojo de los buhoneros del Boulevard de Sabana Grande y su posterior ubicación en terrenos preparados para ese fin, por la misma Alcaldía. El aplauso de la ciudadanía fue unánime; pués, además de la recuperación para la recreación de estos espacios, se lograba implementar la medida sin traumas y se garantizaba a estos venezolanos un espacio para el trabajo en condiciones dignas.
El Nacional y otros periódicos, sin embargo, con titulares de primera página han venido resaltando las dificultades que representan para los buhoneros la nueva situación: que la Feria no queda en una vía principal, que si la afluencia de clientes es muy poca, que si las ventas no dan ganancias, etc. Olvidan que hacer este mercado próspero comercialmente llevará un tiempo. Pasan por alto que la Alcaldía viene haciendo una inversión en publicidad para promover la Feria y contribuir al éxito de los puestos allí instalados. Desconocen que los buhoneros no pueden pretender que se les lleve también los clientes y que de ahora en adelante deben hacer esfuerzos por ofrecer mercancía atractiva, buenos precios y esmerarse en la atención para que sus puestos prosperen.
A lo que contribuyen esos periódicos es a sembrar dudas en el sector informal, a tornarlos hostiles a las proposiciones de resolver la situación en otros sectores y a espantar a los potenciales clientes de la Feria.
¿Qué persiguen? ¿Qué los trabajadores informales abandonen la Feria y retornen al Boulevard? ¿Qué los buhoneros ubicados en el centro de Caracas se opongan a las políticas de reubicación porque los han convencido de que en otro lugar no venderían nada?
Medidas como las recientemente tomadas e implementadas por la Alcaldía de Caracas deberían contar con el apoyo de todos y los medios de comunicación tienen en este sentido una importante labor pedagógica e informativa.

sábado, abril 28, 2007

Razones del PSUV

Por: Rafael Hernández Bolívar

1. La Revolución Venezolana necesita una auténtica dirección colectiva. Así, lo ha comprendido Hugo Chávez, su máximo dirigente. La complejidad del actual proceso político requiere del pensamiento, la reflexión y la acción de los revolucionarios integrados en una organización con acendrado espíritu participativo, democrático y unitario. Esto sólo puede lograrse a través de un partido político que recoja las inquietudes y proposiciones de los militantes; las discuta desde las bases; suban y retornen a lo alto, largo y ancho de todas las instancias organizativas, hasta consolidarse en voluntad del partido, rompiendo así con todo cogollerismo y dirigentes sin respaldo.
2, Las transformaciones que se adelantan en nuestro país, el desarrollo del socialismo en el marco de la integración y liberación de América Latina, deben cohesionarse en un Programa Político que oriente no sólo en los avatares de la lucha política cotidiana sino que fije los grandes objetivos estratégicos de la Revolución. Hasta ahora se han logrado reivindicaciones fundamentales que se recojen en la Constitución Bolívariana; pero, es tarea pendiente las líneas programáticas de la acción política que conduzcan a la transformación radical de nuestra sociedad en un sociedad productiva, justa y más humana. Esta tarea sólo puede ser asumida e impulsada por los revolucionarios organizados en un partido político.
3. Los revolucionarios necesitamos una instancia organizativa en la cual puedan discutirse desde nuestra perspectiva los grandes problemas del país, las tareas de la Revolución y se tomen las decisiones que impulsen y profundicen la acción revolucionaria. Un espacio en donde las ideas salten de la esfera individual a los espacios de lo colectivo, convirtiéndose, después de las confrontaciones ideológicas necesarias y prácticas indispensables, en pensamiento y acción del partido.
4. Se requiere unidad de acción ante un enemigo poderoso y tenaz. Nuestra Revolución avanza enfrentando enemigos internos y externos, poseedores de ingentes recursos que no dudan en utilizar en cualquier oportunidad y cuyos efectos retrasan y ponen en peligro las conquistas del pueblo. Una acción política decidida por un PSUV democrático y con autoridad derivada de una línea apegada a los intereses de la Revolución contará con la voluntad consciente y disciplinada de sus militantes. Son numerosos y diversos los frentes de lucha; pero, en cada uno debe avanzar indetenible la revolución, a través de militantes comprometidos y decididos a conquistar nuevos espacios.
5. Los vacíos que supone la ausencia del Partido Socialista Unido Venezolano son copados por el personalismo, el oportunismo y la anarquía. La manera de combatir flagelos tan terribles es construyendo un gran partido revolucionario y todos nuestros esfuerzos deben estar dedicados a tal fin.
Tenemos la oportunidad de construir el partido democrático y combativo que requiere la Revolución Bolivariana de Venezuela.
rhbolivar@gmail.com

sábado, abril 21, 2007

Catia y la recuperación ecológica

Por: Rafael Hernández Bolívar

El Gobierno Bolivariano ha tomado medidas concretas en función de la recuperación de áreas verdes en Catia. Pese al impacto que tienen tales medidas en la recuperación ambiental, el ajetreo de la política cotidiana desvía la atención sobre otros asuntos, sin darle la relevancia que tienen los esfuerzos por un mejor hábitat para catienses y caraqueños.
Esta semana, mediante el Decreto Nro. 5.273, la Presidencia de la República declara las hectáreas que otrora fueron el relleno sanitario de Ojo de Agua, área de protección ambiental y ordena el desmantelamiento del barrio que actualmente ocupa lugar tan peligroso. Antes se habían tomado otras medidas para Catia como fue la implosión de las contrucciones de Nueva Tacagua y el desalojo de barrios alrededor del Viaducto 1 de la autopista Caracas-La Guaira.
En los tres casos no sólo se trata de brindarle una oportunidad a la recuperación de la naturaleza sino, y especialmente, de proteger la vida de quienes habitaban estas zonas plagadas de peligros inminentes (hundimientos, derrumbes, intoxicaciones, incendios, etc.). Las oportunas medidas tomadas por las autoridades han hecho posible la reubicación de la gente sin pérdidas de vida y sin consecuencias lamentables..
Con la declaración de área de protección ambiental del sector Ojo de Agua se resuelve una situación sumamente grave para sus habitantes. Los gases que genera la descomposición de los depósitos de basura se filtran a través de los pisos de las casas, generando intoxicaciones, enfermedades e incrementando los riesgos de incendio. Ya constituía un serio peligro los mecheros nocturnos con los cuales la gente quemaba el gas metano que despedía el terreno.
Otra cosa es lo que será el destino final de estos espacios que no podrán ser utilizados para desarrollos habitacionales; pero que bien podrían tener usos recreacionales además de los consabidos fines ecológicos. La ciudad requiere de lugares de expansión y esta es una buena oportunidad para crear parques y pulmones vegetales que hagan más habitable nuestra ciudad.

martes, abril 03, 2007

El partido unido, ¿prepotencia o humildad de Chávez?

Por: Rafael Hernández Bolívar

Resulta paradójico que una de las proposiciones más humildes de Chávez -que retrata su afán democrático y diluye su liderazgo en planos colectivos-, sea precisamente la que ha despertado expresiones de censura y las acusaciones de prepotente, dictador, autoritario y enemigo de la democracia por parte de la oposición –de quien efectivamente cabría esperar, dada su obcecación y discurso- y ha suscitado –menos comprensible- dudas y temores, cuando no distorsiones, por parte de militantes de la Revolución que confunden el qué con el cómo. Son cosas diferentes la convicción y el planteamiento de la unidad y la manera cómo se construya esa unidad. Hay quien injustamente le atribuye una forma específica (cupular, burocrática, desideologizada) que, por lo demás, nadie hasta ahora ha postulado como vía para la creación de ese partido.


¿Dónde están los revolucionarios?

El primer reconocimiento de la proposición de Chávez es la admisión de que ninguno de los partidos integrantes del Bloque del Cambio es el Partido de la Revolución Venezolana. Ninguno encarna en si mismo las características políticas, organizativas e ideológicas definitorias de ese partido. Menos arrogarse el papel de conductor del proceso revolucionario ni sostener que su programa y sus dirigentes sean el programa y los dirigentes de la Revolución. En consecuencia, nadie puede convocar a los revolucionarios en términos de decirle que abandonen sus respectivas militancias partidistas u organizativas y se integren a su partido.
Este reconocimiento no es poca cosa porque sitúa la discusión en el plano de la sinceridad y de la humildad. Es un antídoto contra el sectarismo en tanto reconoce que no se es el único partido revolucionario y reconoce en otros sus iguales. Quien se acerca a la discusión partiendo de esta perspectiva puede asumirla en términos de cómo debería ser ese partido, cuál su programa, cómo sus mecanismos de participación y toma de decisiones, etc., y no en términos de defender posiciones de entrada y estructuras organizativas ya hechas.
Consecuencia del reconocimiento anterior es admitir también que los revolucionarios que impulsan el proceso bolivariano están repartidos en los diferentes partidos -y aún fuera de ellos-, impulsando con su trabajo y su compromiso político diario las luchas del pueblo y las acciones del gobierno.
Más aún, numerosas individualidades y pequeños grupos se mantienen fuera de los partidos partidos políticos. La gran masa chavista no está organizada en partidos políticos sino que se mantiene activa alrededor del máximo dirigente de de la Revolución antes que de estructuras organizativas específicas. Es lo que se ha llamado el chavismo silvestre. Y las razones no hay que buscarlas en actitudes antipartidos sino en la inconformidad con partidos que mantienen vicios del hacer político cuartorrepublicano o que, aún siendo nuevos, los han incorporado tempranamente a su vida interna. Ese chavismo silvestre es militante, transformador y librepensador, comprende la necesidad del partido, tiene cultura democrática y está dispuesto a integrar sus esfuerzos en una auténtica organización revolucionaria.


Necesidad del partido

Otro reconocimiento importante del planteamiento de Chávez es que la unidad de los revolucionarios en el seno de una misma organización no sólo es un objetivo deseable sino una necesidad perentoria para avanzar. De maquinarias electorales que se mueven para la ocasión a un sujeto revolucionario colectivo; de organizaciones de comportamiento reactivo a instrumentos con la iniciativa política del cambio.
La transformación del país es una tarea compleja que sólo puede asumirse a través de una voluntad colectiva como el partido. Maquiavelo reinvindicó el papel del líder para la conquista y la dirección del Estado. Gramsci, por su parte, señaló que el líder capaz de dirigir las transformaciones en las sociedades modernas es un pensamiento y una voluntad colectiva, esto es, el partido político.
No es posible que una individualidad, por muy extraordinaria y capaz que sea, asuma y dirija la transformación de la sociedad. Se requiere del concurso de las grandes mayorías; de su aprobación y de su apoyo. Y no es posble lograr y estructurar ese sin contar con un partido político organizado a lo largo y ancho del país, en todos los frentes de lucha, en todos los estamentos de la sociedad, asumiendo reivindicaciones y objetivos políticos definidos.
Mucho más cuando se trata de una Revolución que promueve la participacipación conciente de las grandes mayorías en la toma de decisiones, en el control de los programas y los dirigentes y en la orientación general del Estado. Tal orientación confrontará los intereses de los sectores aferrados al poder, tanto nacionales como extranjeros, quienes opondrán barreras, sabotearán procesos y defenderán sus privilegios y cuotas de poder. Es impensable la victoria sin un partido político.
Las conquistas alcanzadas hasta hoy están permanentemente bajo el fuego hostil de nuestros enemigos. Estos, desconcertados en principio por el empuje brutal de las fuerzas del pueblo; sin embargo, han dispuesto de los recursos y el tiempo necesario para rehacer sus maltrechas filas, aún poderosas, y luchan hoy por reconquistar espacios perdidos. Desde adentro y desde afuera emprenden sus acciones y movilizan sus ideas retrógradas, sus chantajes y sus extraordinarios recursos materiales, en función de liquidar las pretensiones de redención y de progreso del pueblo venezolano. En estas circunstancias, necesitamos de la inteligencia vivaz, de la capacidad para concentrar energía, dirigir esta batalla en todos los frentes y prever los movimientos contrarios, aislar su influencia y reducirlos. Esta responsabildad sólo puede llevarla a cabo con éxito el colectivo organizado en partido político, convertido así en sujeto de la Revolución.

Partido unido de los revolucionarios no es lo mismo que único partido
Una evaluación interesada y distorsionadora de la derecha ha pretendido asociar los planteamientos de Chávez sobre el partido unido de los revolucionarios con la situación de otras realidades históricas, inspiradas por motivaciones teóricas e ideológicas diferentes que no tienen que ver con el bagaje y la experiencia política de la revolución bolivariana. La formulación de un partido unido de la Revolución Venezolana no significa la formulación de un partido único para las fuerzas del cambio ni para la sociedad venezolana.
Los grandes logros de la revolución venezolana han sido democráticos, plurales, participativos. Del lado de la izquierda, los diversos partidos han participado conservando su independencia organizativa e ideológica. Ateos, cristianos, marxistas, gramscianos, trotskistas, leninistas, etc., han participado en la defensa de esta revolución.
Pero a su vez esta lucha se ha dado enfrentando a otros venezolanos que organizados en partidos políticos con intereses de clases contrapuestos tienen derecho no sólo a su existencia sino que también han desempeñado un papel dialéctico, acentuando y dándole perfil a una resultante que representa a la totalidad de la sociedad venezolana. Papel que podría caracterizarse como una profundización de la cultura democrática, de la necesidad de la existencia de pensamientos políticos diferentes. Los partidos son expresión de intereses de clases y en tanto estas existan tenderán a expresarse a través de partidos o fracciones de partidos. En una auténtica revolución la resolución de estos conflictos se realizará a través de la confrontación democrática de las ideas, mediante el socavamiento de las bases materiales que las fundamentan y mediante la creación de instancias de expresión y toma de decisiones en el seno del pueblo.
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La lucha política no se agota con el partido
La participación política no está restringida a los partidos políticos. Hay instancias de organización distinta a los partidos en donde es posible la participación política en términos individuales o de pequeños grupos y abarca desde los sindicatos, las ong, los movimientos sociales y la simple asamblea ciudadana que corresponden a trincheras de participación y combate político.
En nuestro país, además de los partidos políticos, los movimientos sociales, las organizaciones gremiales, sectoriales, etc., como instancias válidas de participación política; se está impulsando el desarrollo del poder local a través de consejos comunales, mesas técnicas, comisiones de contraloría y otras formas de participación popular. Todas ellas constituyen instancias o escenarios de participación política abiertas a los ciudadanos no organizados en partidos políticos.

¿Es posible la unidad?
La unidad de los revolucionarios es un objetivo deseable. La unidad es necesaria. Pero, ¿es posible en unas fuerzas transformadoras diversas, con orígenes ideológicos distintos, con maneras peculiares de arribar a la Revolución y con expectativas y objetivos igualmente diversos, cuando no francamente antagónicos? ¿Están sus dirigentes dispuestos a ceder sus puestos o, en todo caso, asumir la cola de león antes que la cabeza de ratón?
Sin duda, depende de cómo se construya esa unidad. Y lo primero que debe hacerse es asumir esa complejidad en terminos de comprensión y de discusión. Para unirse y antes de unirse es necesario discutir, decía Lenin en los días iniciales del Partido Socialdemócrata Ruso. Y fundamentaba esta tesis en que la unidad constituida superficialmente, sin la solidez de ideas claves compartidas, saltaría en pedazos cuando la primera dificultad revele ideas y posiciones contrapuestas.
Podría decirse que es común en los partidarios de la Revolución Bolivariana la idea del cambio y el reconocimiento del liderazgo del Presidente Chávez. Pero, ¿es esto suficiente para asumir la tarea de transformar radicalmente la sociedad venezolana? Al momento de asumir decisiones concretas sobre asuntos fundamentales, ¿no se revelaría inevitablemente nuestras libérrimas opiniones sobre lo que debe hacerse y cómo debe hacerse?
Por supuesto, no se trata de que todos tengamos las mismas ideas sobre todas las cosas. Pero si que compartamos las líneas fundamentales de un programa de transformación política a partir de las cuales puedan definirse la acción política cotidiana y las grandes tareas de la revolución. Si se pospone la discusión necesaria en aras de la unidad, sólo se alimentará un monstruo, en el mejor de los casos. Porque también se abriría espacio para los oportunistas de toda laya. Estos, interesados en el manejo personal del poder, se guardarían de expresar opiniones divergentes, aceptarían cualquier programa que se les proponga y se limitarían a seguir las orientaciones del líder hasta tanto puedan disfrutar del poder y sus prebendas.
Se produciría un proceso de decantación al revés: El partido se conformaría por un aluvión de oportunistas y aventureros y los verdaderos revolucionarios terminarían por marcar distancia de ese partido e impulsar su propia revolución.
Evidentemente no basta discutir. Hace falta la voluntad de buscar acuerdos, entendiendo que el proceso de construcción de la unidad es un proceso complejo, que requiere su tiempo y no es posible saltarse a la torera las etapas de preparación, presentación de propuestas, discutir una y otra vez las diversas opciones, arribar a acuerdos, implementar acciones y retomar de nuevo el proceso.

sábado, marzo 10, 2007

Capitalismo o vida

Por: Rafael Hernández Bolívar

La contraposición exactamente simétrica a la consigna del campo revolucionario “Socialismo o muerte” es la que deberían expresar los defensores del status quo: “Capitalismo o vida”; pues, la alternativa al capitalismo (la muerte) es el socialimo (la vida). De esta manera se resume la dramática situación límite en la que el capitalismo ha colocado a la humanidad: La persistencia del capitalismo, (a manera de resumen, el agotamiento y corrupción de los recursos naturales vitales en función del capital y el desarrollo bélico como garante de los intereses imperiales) conduce necesariamente a la desaparición del hombre sobre la faz de la tierra.
Sin embargo, la consigna que se propone para el PSUV –“Patria, socialismo o muerte”-, aunque recoge esta idea, presenta inconsistencias lógicas y políticas que la invalidan. Primero, plantea al venezolano no una disyuntiva –lo uno o lo otro- sino un menú de tres opciones: Se puede escoger patria y rechazar socialismo y muerte; socialismo y rechazar patria y muerte o, finalmente, muerte con el consiguiente descarte de patria y socialismo. Se puede resolver esta inconsistencia lógica, sencillamente diciendo “Patria socialista o muerte”. Vale decir, o construimos la patria socialista o morimos en el intento.
Pero, también desde el punto de vista político la consigna presenta limitaciones. Se deja de lado la fuerza motivadora del sueño, de la conquista de la vida, de la promesa de un mundo mejor. La muerte es una posibilidad dramática que el Ché resumió en palabras imborrables: ”Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria”. Pero esta posibilidad convertida en consigna tiene mucho de exaltación a la muerte y se nos presenta como una opción personal, como si al libre albedrío pudiésemos escoger la muerte.
Por eso, me identifico más con la presencia vital del “necesario es vencer” de José Félix Rivas y con el general patriota que insultaba a los soldados que se dejaban matar cuando aún se estaba en lo más duro de la batalla.

sábado, febrero 10, 2007

PSUV, ¿un partido electoral?

Por: Rafael Hernández Bolívar

Se ha planteado como base confiable para definir la militancia del PSUV el constingente de personas que organizadas en las Unidades de Batalla Electoral participaron en las últimas elecciones. Como se sabe, las UBEs se establecían siguiendo el padrón electoral: Correspondían a los diferentes centros de votación diseminados en ciudades y poblaciones del país.
Pero tal planteamiento tiene limitaciones importantes. La primera es que la conformación de las mismas fue signada también por las diferencias entre los partidos del bloque del cambio y hasta por el sectarismo de algunos de ellos. Esto obligó a que algunas agrupaciones e individualidades se dedicaran directamente al trabajo político de propaganda y al esfuerzo de ganar voluntades fuera del trabajo de las UBEs. Vale decir que hay muchos militantes de la revolución que no están integrados en estas unidades.
Por otra parte, la estructura de las UBEs organizadas alrededor de los centros de votación, define también el trabajo político en el plano de lo comunitario, de lo local, o zona geográfica delimitada por dichos centros, etc. Los grandes temas se vincularían a lo nacional por vía de su significación local y no en su perspectiva nacional.
Para resolver esta limitación son necesarias estructuras nacionales que asuman globalmente esos problemas. Situaciones como la concepción y orientación de la educación, la salud, la economía, la cultura, trasciende, aunque, por supuesto, lo incluyen, las deficiencias particulares de la escuela del barrio, la carencia de insumos médicos del módulo sanitario de la esquina o la falta de recursos para financiar eventos culturales locales. Se hace necesaria la organización de estructuras que contemplen los frentes de trabajo cultural o sanitario; que defina e incorpore políticas dirigidas a los gremios, el sector obrero, campesino, estudiantil, etc.
Si en la misma constitución del partido no se superan estas limitaciones; entonces, el PSUV no pasará de ser un partido electoral, quizás eficiente para ganar elecciones; pero, totalmente incapaz de defender esta revolución en otros escenarios y, mucho menos, de dirigir el proceso de transformación venezolano.
rhbolivar@gmail.com

sábado, enero 27, 2007

Los oportunistas no discuten


Por: Rafael Hernández Bolívar
La proposición del Partido Socialista Unido de Venezuela, entre otros aciertos, ha tenido la virtud de revelar rasgos del comportamiento político oportunista. Quienes han hecho de la política un medio de vida para la acumulación de poder e influencias personales o partidistas, no han puesto en duda ni por un momento la proposición y a pies juntos manifiestan su disposición a obedecer y renunciar así a los planteamientos y estructuras organizativas que hasta hoy habían inspirado y dado sostén a su actividad política.
Ni siquiera se preocupan por hacer consideraciones hipócritas que justifiquen el desmantelamiento, argumentando, por ejemplo, la unidad de los revolucionarios, o las tareas ingentes que tiene la Revolución por delante o las exigencias derivadas de la conducción de un proceso complejo como el venezolano. Tampoco hacen ningún énfasis en la necesidad de la elaboración colectiva de los programas de transfomación que se impulsan al calor de las luchas populares. Bien lejos de sus preocupaciones la sabia advertencia de Lenin: Para unirse y antes de unirse es necesario discutir.
Lo suyo es: “¿cómo quedo yo ahí?” Y, en ese sentido, entiende que mientras menos hable –y sobre todo- mientras menos asuma una posición crítica, da mayores muestras de fidelidad y aceptación. En todo caso, interventrán para atacar a quien haga la menor objeción y lo acusarán de antiunitario, personalista, etc., cuando no sencillamente lo señalen como infiltrado o traidor a la revolución.
Pero, la verdad es que este asunto del partido unido es de gran trascendencia para asumirlo a la ligera. Es una gran oportunidad para construir el partido de la revolución venezolana y para profundizar la democracia en términos de una dirección colectiva, de elaboración de un programa político a partir de militantes revolucionarios concientes del proceso venezolano, con proposiciones e iniciativas discutivas y aprobadas mayoritariamente, con dirigentes surgidos al calor de los frentes populares de lucha, en clara sintonía con los sectores populares.
El oportunista no discute porque le da igual el destino del país y de la Revolución Bolivariana. Lo que le interesa en su propia ubicación en la estructura de poder.
rhbolivar@gmail.com