viernes, agosto 24, 2012

“Fraude electrónico”



Por: RAFAEL HERNÁNDEZ BOLÍVAR

Siguiendo la estrategia de desprestigio trazada por la oposición contra el CNE, el diario El Nuevo País titula a todo lo ancho de su primera página “Fraude electrónico”. Las palabras y argumentos que utiliza son de Perogrullo, con poses de revelación: El fraude en las elecciones de octubre es fácil de realizar y fácil  de evitar. Anuncia que en sus páginas interiores el experto Carlos Peñaloza desvelará cómo el gobierno tiene previsto realizarlo y cómo la oposición puede evitarlo.

El artículo de Peñaloza –cuya experticia no se dice si es en fraude o en electrónica, aunque las inconsistencias e ignorancias brutales desplegadas en el artículo permiten concluir que en electrónica no es experto- apela a la autoridad como criterio de verdad: Las máquinas de votación no son confiables porque Steve Jobs, a quien califica de mago de la electrónica, estaba en contra de su uso.

Con tal introducción plantea, por ignorancia o perversión, dos tópicos falsos: a) Lo que todo el mundo le reconoce a Jobs no es su supuesta genialidad en electrónica sino su capacidad fuera de serie para el marketing y su habilidad para contratar buenos abogados. b) La posición de Jobs en relación a las máquinas de votación es política más que técnica, posición que arranca desde su época hippie cuando no votó en las elecciones de su tiempo de juventud.

Lo que sigue es una mezcolanza de palabras técnicas, presunciones ridículas, acusaciones a los técnicos de la oposición de no aplicar sus sencillas recetas electrónicas para evitar el “fraude” y remata con la estrambótica proposición de desconectar el cable submarino que comunica con Cuba y así evitar que una supuesta sala situacional ubicada en Rancho Boyero de La Habana modifique los datos de las máquinas de votación y coloquen a Chávez como ganador.

Por supuesto, despotrica contra todos aquellos –de la oposición, de la revolución o independientes- que “dicen a coro que con el permeable andamiaje electoral existente el fraude es imposible”.

¡Hay que ver cada cosa!

sábado, agosto 11, 2012

Parece que del caballo tampoco


Por: Rafael Hernández Bolívar

“Si hubiera podido elegir mi condición, habría elegido la de centauro.
Mi caballo... me obedecía como a su cerebro, no como a su amo.
Reemplazaba las mil nociones...  por el único conocimiento de mi peso exacto de hombre.
Participaba de mis impulsos; sabía exactamente, y quizá mejor que yo, el punto donde mi voluntad se divorciaba de mi fuerza.”
Margarite Yourcenar: Memorias de Adriano

Un atento e informado lector da otra versión de la anécdota de Prieto Figueroa que referí en mi artículo anterior, “Puede que sea descendiente del caballo”, lo que viene a revelar la autenticidad del acontecimiento narrado. (Ver: http://www.aporrea.org/oposicion/a147696.html).  Aunque básicamente iguales, hay, sin embargo, una diferencia que vale la pena destacar y, además, aprovechar la oportunidad para enmendar lo que hoy considero, a la luz de estos datos, una agresión a la bien labrada reputación del caballo.

Los hechos habrían ocurrido así: Desde una tarima colocada en la Plaza Sucre de Cumaná, Prieto daba un discurso: “Al llegar a la ciudad he observado con asombro pancartas que dicen ‘Piñerúa, hijo de Sucre’... y yo debo decirles que, de acuerdo a la documentación histórica, no puede ser descendiente del Mariscal Sucre el candidato Piñerúa y, dada su escasa inteligencia, de su caballo tampoco!!!”.

En esta segunda versión, como se ve, la opción de que fuese hijo del caballo de Sucre que admitía como posibilidad remota la primera versión, está, por las sólidas razones que esgrime el maestro Pietro, negada de plano. Y es precisamente ese matiz que introduce la segunda versión la que me hace evaluar como una desconsideración hacia el caballo la ligereza de atribuirle como descendientes personajes como Piñerúa o Capriles.

El caballo es noble animal. Su gracia al caminar, la fuerza de sus patas, sus ágiles movimientos lo han asociado los poetas a la libertad y a la audacia. Sus proezas están emparentadas con las más preciosas gestas redentoras y su briosa serenidad en los combates con la valentía. ¿Son, acaso, concebibles las extraordinarias hazañas de los bravos llaneros sin los lomos de los caballos en que fueron realizadas? ¡Cuántas veces sus hermosos pectorales fueron valladar protector para detener las balas o las lanzas de los enemigos de la libertad y la soberanía! ¡no en balde ocupa un lugar destacado en nuestro escudo patrio!

Sin duda, Prieto tenía muy claro esto. Hoy, tratando de encontrar alguna de estas virtudes del caballo en los afanes genealógicos de Piñerúa , ayer, y  de Capriles, en nuestros días, constato que tales virtudes no están presente en ningún grado en estos señores. Hay, pues,  que concluir con el gran maestro: ¡No son descendientes del prócer y de su caballo tampoco!