viernes, diciembre 01, 2006

¡Voto mata conspiración!


Por: Rafael Hernández Bolívar
En los últimos tiempos, los venezolanos hemos aprendido a resolver nuestros conflictos políticos mediante el uso del voto. Incluso cuando el enfrentamiento entre intereses y posiciones amenazaban con saltar el cauce democrático, al final se adoptó un proceso electoral para redefinir los espacios de poder y dar solución final al clima de tensión. Este fue el caso de la crisis de los años 2002-2004 que desembocó en el referendo presidencial del 15 de agosto del 2004.
Pero también por el voto se decidió ponerle punto final a la IV República e iniciar un nuevo período de transformaciones profundas en la sociedad venezolana. Por el voto nos dimos una nueva constitución que recoge el programa de cambios políticos e institucionales y replantea un inédito estado derecho y de justicia social. Por el voto el pueblo venezolano ha escogido a Hugo Rafael Chávez Frías como Presidente de la República y le ha reconocido su liderazgo en la conducción de la Revolución Bolivariana.
El próximo 3 de diciembre, los venezolanos volvemos al escenario electoral a resolver nuestras diferencias mediante el voto, cosultando la opinión de todos los ciudadanos y acatando la decisión de la voluntad popular. Llegamos así a un número record de consultas electorales en los últimos ocho años. Es un dato que expresa en muchos sentidos la profundización de la cultura democrática de Venezuela.
Aunque por estas fechas el debate político no alcanzó los niveles de agresividad y de polarización que se desarrolló en procesos anteriores, sobre todo, durante el referendo de 2004; sin embargo, se percibe en el ambiente que el 3 de diciembre se está jugando algo decisivo para el futuro del país. Hay la conciencia colectiva de que ya recorrimos un camino de confrontación y, en ese camino, expusimos los discursos y desplegamos las banderas fundamentales.
El 3 de diciembre, por tanto, con el ejercicio de nuestro voto, estamos emitiendo un juicio y estableciendo una definición a los ocho años de gestión gubernamental bolivariana. Pero, igualmente, todos sabemos que con ese voto estamos decidiendo un proyecto histórico de sociedad futura, estamos decidiendo la construcción de la sociedad socialista a la venezolana.
La presencia masiva de los venezolanos en los centros de votación ejerciendo su derecho a escoger al presidente de la república es la derrota política y moral de los planes conspirativos y la manera de aislar a los conspiradores. No sólo estamos eligiendo un presidente, dando respaldo a un programa y ratificando un rumbo. También estamos decidiéndonos por la democracia.
Por todas estas razones, el 3 de diciembre es un día de júbilo nacional, de celebración de la democracia, de la sensatez y de la reivindicación de las grandes mayorías del país. Venezuela tiene un largo historial de lucha por la democracia, de conquistas de derechos ciudadanos, de voluntad de poder popular. Ese día saldremos a votar masivamente, a defender la decisión popular y a celebrar nuestra vocación y nuestra conducta democráticas.

jueves, noviembre 23, 2006

A partir del 4

Por: Rafael Hernández Bolívar
Me sorprenden los resultados de una encuesta sobre el impacto de la promesa electoral de la tarjeta “Mi Negra”. Según esos resultados la proposición tiene un alto nivel de aceptación entre los sectores populares, precisamente en aquellos sectores más atendidos e influidos por el chavismo. Esto no significa que esa aceptación va a traducirse en votos el 3 de diciembre, entre otras razones, porque aún a quienes le parece buena la idea, entienden que Rosales no va a ganar o que en el supuesto negado de que ganara, no cumpliría con esa promesa. Vale decir que si tuviese credibilidad en cuanto a honrar sus promesas y a su vez la gente fuese convencida de la posibilidad real de triunfo de esa opción, otra sería la historia.
Esto viene a revelar el predominio de un cuadro de antivalores contrarios a la idea del socialismo. El ciudadano beneficiado por programas de salud, educación, transporte, vivienda, etc., no valora suficientemente su significación a largo plazo y pone en primer lugar el inmediatismo, la comodidad y el consumismo pregonado por la televisión. El egoismo propio del capitalismo le gana la batalla a la justicia de la sociedad socialista. El populismo le saca ventaja a los programas dirigidos a provocar cambios estructurales en la sociedad venezolana. Quien adopta esta perspectiva no es capaz de ver que una tarjeta de consumo, aún en el caso de que sea posible su implementación, sería sobre la base del sacrificio de esos programas de beneficio colectivo y no puede predecir que de nada le serviría una tarjeta con la cual pueda retirar cómodamente pequeñas cantidades de dinero de un telecajero si al momento de las cuentas ese dinero no cubre los pagos de la salud, la educación de sus hijos o el transporte suyo y de su familia.
A partir del 4 de diciembre, a pesar de la derrota que le propinaremos, la oposición ilusionada por este relativo éxito propagandístico, en su pretensión de ganar los sectores populares, persistirá en mensajes dirigidos a los antivalores sembrados por la industria cultural del capitalismo a lo largo de los años. Queda del lado revolucionario contrarrestar y derrotar esa ofensiva mediante el fortalecimiento de la conciencia socialista y la profundización de la lucha ideológica que desenmascare los falsos valores en los cuales se apoyan los opositores a la Revolución Bolivariana.
La profundización de la revolución debe significar no sólo más democracia y mayores logros sociales sino también más conciencia y más valores.

viernes, noviembre 17, 2006

Marx y la izquierda que no es

Por: Rafael Hernández Bolívar
Un hemano me curó para siempre de la mala costumbre de regalar libros que no había leídos. En cierta oportunidad, le regalé un libro que por su temática, tabla de contenido y popularidad del autor, juzgué que le gustaría. No sucedió así. Mi hermano leyó el libro y en nuestro siguiente encuentro lo pulverizó. Le consiguió tantas inconsistencias y tantos pensamientos atrasados o reaccionarios que me hizo experimentar vergüenza por haber recomendado un libro tan malo, obligandome a confesarle la verdad: No lo había leido. Desde ese día no recomiendo ni mucho menos regalo libro que no haya leido previamente.
El asunto viene a cuento porque vi una actractiva biografía de Carlos Marx destinada a jóvenes escrita por Fernando Rodriguez. Impresión impecable, diseño novedoso, juvenil, sentido didáctico, imágenes irreverentes, redacción clara, temas interesantes. De inmediato la compré con el ánimo de regalársela a mi hijo. Pero, fiel a mis experiencias, decidí leerla antes de dársela. Pués, bién, ¡la decepción fue mayúscula!
Toda historia es historia del presente, solía recordar Gramsci citando a Croce. Hoy se reivindica esta verdad en la biografía escrita por Fernando Rodríguez. Este autor, pretendiendo historiar a Marx termina haciendo un retrato del derrotismo y la desorientación de un sector de la izquierda atrapado en contradicciones teóricas y éticas insalvables. Sector al que, precisamente, pertenece Rodríguez. Resultado: Nos presenta un Marx que ha perdido toda carga revolucionaria, que se limita a ser a un genial intérprete de la realidad; pero, al fin y al cabo, un intérprete más. Precisamente la negación de una de las tesis más definitorias del marxismo: No se trata de interpretar el mundo; se trata de transformarlo.
Es el destino de una izquierda que ante la ausencia de una justificación ética para oponerse al hermoso proceso de transformación que se impulsa en Venezuela –proceso que ha dado espacio y dotado de rostros a los desvalidos de nuestro país-, recurre al escepticismo y a la confusión teórica para validar sus atrasadas posiciones políticas. En este caso, se recurre a un ardid argumental: Marxismo y comunismo son sinónimos, lo que se desarrolló en la URSS fue el comunismo y fracasó; luego, también fracasó el marxismo.
Hay, no obstante, otra lectura: El fracaso de la experiencia soviética no es el fracaso del marxismo ni del comunismo. Ni siquiera el triunfo del capitalismo. La historia no avanza en línea recta, sin contratiempos. Al contrario, está llena de avances y retrocesos. Lo han dicho otros con precisión: No es una línea recta; es una espiral. El marxismo es instrumento de liberación del hombre: Crítica del capitalismo, visión de totalidad, redención de los oprimidos, profudización de la democracia, conquista de la libertad. Nada que ver con ese Marx empobrecido, aplastado por los acontecimientos, que nos presenta Fernando Rodríguez.
Hay que refrenar los impulsos inspirados por la estética. Precisamente eso le otorga su capacidad para la confusión: Un libro, como objeto plástico, atractivo. De entrada seduce, se gana nuestra simpatía; pero, al final de su lectura, dejaría, en un lector desinformado, un sabor amargo de frustración y pesimismo.

En Catia no creemos en rumores

Por: Rafael Hernández Bolívar
Nuevamente la ciudad es recorrida por rumores y temores infundados. Nuevamente algunos incautos acuden a los automercados y bodegas a atiborrar sus despensas de alimentos ante la inminencia de una conmoción nacional que cortará los suministros y provocará el caos. Estos rumores se incrementan a medida que se aproximan las elecciones. La gente se abstiene de aguinaldos y celebraciones, dedica sus recursos a comprar más comida y con angustia espera el desenlace. Después, cuando todo pase y la vida siga su curso normal; comproborá que todo era mentira; lamentará los momentos de angustias y, en los días siguientes, comerá hasta la obstinación latas de sardinas, potes de carne de almuerzo, kilos y kilos de arroz, caraotas y todo lo que se nos ocurrió comprar para protegernos de la catástrofe.
Ahora bien, ¿quién fabrica y divulga estos rumores? ¿Los comerciantes de alimentos para incrementar sus ventas en una época en que la gente está pensando en invertir en estrenos, electrodomésticos y celebraciones? ¿Personas sin oficio que disfrutan los ajetreos y las angustias de quienes le ponen oido a sus rumores? ¿Una oposición antidemocrática que apuesta a la abstención y a la ilegitimidad del proceso electoral? ¿El imperio en su afán de crear conflictos internos y sembrar confusión en la población?
Sean cuales sean las motivaciones de los divulgadores de rumores, bueno es señalar que objetivamente no hay razones para temer un “mariquerón” con motivo de las próximas elecciones presidenciales. De parte del gobierno no hay nada que temer; pues, no está dispuesto a permitirlo y, mucho menos, a promoverlo. Conciente del aplastante prestigio y, consecuentemente, de la abrumadora mayoría que goza la candidatura de Hugo Chávez Frías, el gobierno es el principal interesado en garantizar un clima de tranquilidad y un desarrollo de las elecciones sin contratiempos ni perturbaciones.
Por parte de la oposición democrática tampoco hay interés en retroceder en lo que han avanzado en reconocimiento, apoyo y legitimidad con su participación en el proceso electoral. Todo lo contrario, les interesa que el proceso culmine con éxito; pués, la concreción de los votos de su candidato permitirán establecer el peso de apoyo dentro del ambiente político nacional y, en lo adelante, podrán apelar a dicha fuerza e incluso hasta arrogarse su representación.
En cuanto a la oposición talibana, golpista y antinacional es cuestión de distancia entre el querer y el poder: Perdieron toda capacidad para armar un lío significativo en el país: No tienen pueblo ni fuerzas militares ni prestigio de ningún tipo. Podrían intentarlo; pero, serían neutralizados de inmediato por las fuerzas institucionales de nuestro país y por el pueblo.
Así, pués, compre sólo su comida necesaria de todos los días. Evítese angustias y evitese de llenarse de enlatados y malgastar su dinero. Acuda a votar con toda tranquilidad el próximo 3 de diciembre. Verá con beneplácito que estas navidades serán unas navidades felices y los venezolanos saludaremos el nuevo año llenos de optimismo y de fé en el futuro de la patria, dirigido por nuestro Presidente Hugo Rafael Chávez Frías.

jueves, octubre 19, 2006

Necesidad de la política

De una sociedad de idiotas a una sociedad de ciudadanos

Por: Rafael Hernández Bolívar

Los griegos denominaban idiotas a los habitantes de la ciudad que, dedicados a sus asuntos privados, no ejercían sus derechos políticos de participar y decidir sobre las cuestiones de la ciudad-Estado. De acuerdo a esta definición, en la sociedad de la democracia representativa, hay más idiotas que ciudadanos: Un pequeño grupo propone políticas, impulsa acciones específicas, promueven candidatos o ellos mismos son candidatos, y la gran mayoría de la población, a regañadientes, en el mejor de los casos, acude a votar los días de elecciones.
¿Por qué esto es así? Hay variedad de explicaciones: La minoría política, al venderse a sí misma como representación de la voluntad y la acción del pueblo, de manera activa mantiene alejada a la gente de los escenarios de toma de decisiones y de discusión política. No soportarían a un pueblo que además de elegirlos, discuta, cuestione y decida sobre asuntos relacionados con el poder que ellos entienden de su exclusiva competencia. Es el discurso que pide el voto para defender los derechos, alcanzar las reivindicaciones o, sencillamente, ejercer el gobierno a nombre del pueblo. Tal situación es además reforzada deliberadamente con una progresiva especialización de la actividad política.
La Revolución Bolivariana de Venezuela impulsa una nueva concepción concepción de la política y, consecuentemente, una nueva práctica política que hace de la participación el centro de gravedad de la vida ciudadana y da un sentido enriquecedor a la práctica política individual y colectiva.
Se trata de reivindicar la política no sobre la base de la prédica de sus virtudes sino a partir de una comprensión de las raíces de su desprestigio actual. Al deterioro evidente generado por la práctica corrupta de algunos políticos y su manifiesta incapacidad en cuestiones de Estado, hay que agregar la campaña deliberada y persistente de quienes están interesados en sembrar confusión para que la gente deje en sus manos el ejercicio real del poder.
¿Cúales son las razones por las que la política devino en actividad censurable? Un largo etcétera de desaciertos y desvíos: La conducta de los políticos en el poder; la ausencia de propuestas viables; la restricción de la práctica política a los políticos o a los politólogos; esto es, la política como profesión en detrimento de la política como voluntad y hacer colectivo.
Mención aparte merece el divorcio entre la política y la vida personal. Expresiones: "Si no trabajo, no como"; "La gente honesta no se dedica a la política"; "Los políticos no hacen nada. Sólo se dedican a hablar y hablar" ¿Pueden hacer otra cosa? ¿Su función de ganar voluntades para la transformación o el impulso de proyectos colectivos no descansan, al fin y al cabo, en la palabra?
A ojo de buen cubero, el primer obstáculo con que se consigue la reivindicación de la política es la gran masa de militantes del apoliticismo. En ella se distingue una parte que entiende que la política no tiene que ver con su vida y, la otra, aún admitiendo lo contrario, está persuadida de que no puede hacer nada para influir sobre ella.
¿Cómo darle concreción a una participación política que logre cambiar la situación de simples espectadores a la condición de sujetos que influyen, en alguna medida, en los acontecimientos y procesos que se están dando actualmente en el país? La salida a los problemas de nuestro país es básicamente de orden político y el interés es contribuir a la construcción de la mejor salida. Hay serios diagnósticos a los problemas básicos de educación, vivienda, salud, justicia, economía, etc., y proposiciones diseñadas para la solución de cada uno de esos problemas, por un lado; pero, ¿hay la voluntad y el interés de implementar las salidas propuestas? ¿Existe la organización política, más allá de la gestión de gobierno, capaz de impulsarlas y defenderlas? ¿Es factible el desarrollo de un programa político de cambio?
Inevitablemente revisamos las experiencias revolucionarias venezolanas anteriores al surgimiento de la Revolución Bolivariana, las circunstancias en que se dieron y el escasísimo efecto que tuvieron sobre la sociedad venezolana, no digamos ya en términos globales, sino incluso en los limitados espacios en que fueron impulsadas. Mucho más dramático resulta evaluar gran parte de la generación de dirigentes que actualmente están ubicados en puestos claves de la sociedad y del gobierno venezolano. Si el desarrollo de los procesos dependiera exclusivamente de su dirección, el panorama resultaría francamente desolador. Sobre todo al contrastar los grandes y gravísimos problemas del país con la capacidad real para resolverlos. Siente uno que hay una agudización de los problemas, por una parte, y confusión y escuálido desarrollo de las fuerzas transformadoras, por la otra. En estas últimas campea el fraccionamiento, el personalismo, la ausencia de programas y -en no poquísimos casos- la más rotunda ignorancia de los mecanismos básicos que impulsarían la realización de una política revolucionaria.
Afortunadamente se han puesto en marcha también procesos de democratización afianzados en la participación directa de la gente y hay una generalización de la práctica política que conduce a la aparición de un nuevo ciudadano más conciente y más dispuesto a ejercer directamente el poder. Más gente involucrada en los procesos de toma de decisión y en el control social de las ejecutorias, favorecen el surgimiento de instancias organizativas más complejas de la práctica política y, a su vez, más efectivas.
En ese sentido la proposición de Chávez del partido único de los revolucionarios es un buen comienzo porque parte del reconocimiento de hechos fundamentales que son un antídoto contra el sectarismo: No existe actualmente el partido de la revolución venezolana; los revolucionarios militan en los diferentes partidos del bloque del cambio y, una gran cantidad, hace su trabajo político fuera de esos partidos; la agrupación de los revolucionarios en una misma estructura organizativa pasa, no sólo por la voluntad de unidad, sino también por la delimitación y profundización de las coincidencias.
Todo este proceso está acicateado por la presencia de un enemigo que no da tregua y que recurre a todos sus aliados y a todos sus recursos para hostigar, bloquear y practicar todo tipo de sabotaje a la Revolución Bolivariana de Venezuela.
Es el tiempo de la política. El tiempo de la buena política: La política del pueblo, del ciudadano común convertido en sujeto de la Revolución.

Siete puntos sobre la ONU y el Consejo de Seguridad

Por: Rafael Hernández Bolívar

UNO: El 80% de los paises latinoamericanos ha votado por Venezuela en la elección del Miembro No Permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para que nuestro país ocupe por dos años la representación del grupo latinoamericano. Descontando la abstención de Chile, menos del 20% le ha dado su voto a Guatemala. De esta manera, resulta evidente que la región decidió quien debe ser su representante; pero, por la acción diplomática desplegada por Bush, no es posible concretar esa voluntad. Es decir, que los países latinoamericanos no pueden elegir su propio representante porque EEUU decidió vetar la decisión mayoritaria de los latinoamericanos. Este hecho constituye por si mismo la puesta en evidencia del papel de gendarme y de tutor que se atribuye el imperio sobre América Latina y que ha venido desempeñando a lo largo de la historia de la ONU.

DOS: La representación venezolana ha dejado claro que la lucha por el puesto en el Consejo de Seguridad no es contra Guatemala ni siquiera contra EEUU. El objetivo es por adecentar la ONU, pidiendo que los países decidan libremente de acuerdo a sus intereses y a su conciencia sobre quienes deben integrar los órganos de la ONU. En este sentido, es coherente con el discurso del Presidente Chávez quien solicitó su reestructuración y democratización. Ha sido Estados Unidos quien ha centrado la atención del mundo sobre sí al obstaculizar ese objetivo y de esta manera se revela ante las naciones como el enemigo del pluralismo y la democratización en el seno del organismo internacional.

TRES: Venezuela ha conservado durante treinta y cuatro rondas de elecciones el sólido apoyo de 77 países lo cual demuestra no sólo un reconocimieto internacional a sus posiciones antimperialistas y soberanas sino también el sentimiento creciente entre los países de liberarse del tutelaje norteamericano y asumir los organismos internacionales en términos de igualdad y sin privilegios para las grandes potencias. Independientemente del resultado final de esta confrontación, lo cierto es que esto ya constituye una victoria. A pesar de todos sus esfuerzos, EEUU no ha logrado imponer su candidato ni ha logrado con sus presiones y chantajes doblegar la decisión de los paises que apoyan a Venezuela. En este sentido, hemos propinado una gran derrota moral a un imperio acostumbrado a que su voluntad se cumpliera sin chistar en todos los rincones del mundo.

CUATRO: Ha sido muy triste el papel de Guatemala cuando por boca de su embajador en la ONU reconoce que EEUU ha desplegado agresiones hacia Venezuela y admite que el apoyo para la postulación guatemalteca se debe a que EEUU se opone a la candidatura de Venezuela. Queda claro que la posición de dignidad de Venezuela, de defensa de su soberanía y proclamación de la paz y relaciones de justicia y de equidad entre los pueblos, son los motivos que le han ganado la animadversión del imperio. Si la política internacional de Venezuela hubiese sido de sumisión a los EEUU no habría duda que nuestro país hubiese ganado en una primera ronda. Como ocurrió en el pasado en que Venezuela fue miembro del Consejo de Seguridad para hacerle comparsa al imperio.

CINCO: La conducta de EEUU en este asunto es francamente de grosería imperial. La actitud del embajador John Bolton es lo más antidiplomático que se pueda ver en los últimos tiempos en ese escenario. Bolton se paraba a cada momento, tratando a los representantes de los países como lacayos, contando los votos butaca por butaca. Era como ver a un policía revisando las esquinas de una cuadra de New York, precisamente la cuadra donde queda la ONU. El mismísimo George Bush ha tenido que tomar el teléfono y llamar a diversos presidentes para halagar, sobornar o amenazar en función de garantizar el voto de esos países.

SEIS: Es evidente que esta elección para el Consejo de Seguridad se convirtió en una discusión clave de la geopolítica mundial. Es decir, la elección colocó sobre la mesa asuntos que son consustanciales a la existencia y funcionamiento de la ONU. ¿Por qué hay países miembros permanentes y países miembros no permanentes? ¿Por qué no puede ampliarse la representación en el Consejo de Seguridad? ¿Cuál es el verdadero peso específico que tiene en la resolución de los conflictos? ¿El Consejo de Seguridad no es acaso la espada del imperio? ¿Por qué no hizo nada para impedir la agresión contra el pueblo del Líbano?

SIETE: La oposición venezolana planteó las cosas, una vez más, de manera sectaria, con una ceguera proverbial. O, para decirlo más clara y rápidamente: Rabiosamente antichavista. ¿Cómo es posible que sean tan ciegos para no ver la escala mundial de este debate? ¿Qué entiende la oposición por soberanía de los pueblos? ¿En qué consiste la política exterior de un gobierno que es constitucionalmente soberano? La derecha venezolana, apátrida y entreguista, no tiene respuestas para estas preguntas porque sencillamente no tiene proyecto de país. Tampoco tiene claro el hecho histórico de que somos una nación y, muchísimo menos, tiene sentimiento de patria, ¿cómo puede importarle el mundo en que vivimos, más allá de las gríngolas de sus interes particulares?

jueves, octubre 05, 2006

La frustración de Roberto Giusti


Por: Rafael Hernández Bolívar

Roberto Giusti sueña con un acontecimiento extraordinario de última hora que sea capaz de cambiar el rumbo de los acontecimientos en Venezuela. Desea con todas sus fuerzas que un golpe de suerte –y a veces no sólo de suerte- pueda derrumbar el prestigio y el liderazgo del Presidente Chávez y haga posible el retorno al poder de anquilosados capitostes de la Cuarta República. Giusti tiene la esperanza del empedernido jugador que ata su futuro a un ticket de lotería.
La última apuesta es un escándalo de proporciones siderales que conmueva a la opinión pública y una inmensa masa de chavistas decepcionados deposite en las urnas los votos necesarios para la victoria de Rosales. Y, así como el jugador fundamenta su fé en hechos fortuitos o casos caprichosos que nada tienen que ver con las posibilidades reales de ganar; pero, sobre los cuales elabora sofisticadas conductas superticiosas –sacude o cruza los dedos, se viste de un determinado color, etc.-; Giusti busca y encuentra razones que fundamenten su esperanza.
He aquí su sesudo razonamiento: Si Lula, a quien se daba como seguro ganador en una primera vuelta, los escándalos de las últimas semanas de campaña le obligaron a ir a una segunda vuelta; en Venezuela, si armamos un gran escándalo, -tengamos o no razones para ello- lograremos derrotar a Chávez. Para darle mayor sustento, agrega que esto ocurrió en Brasil, a pesar del tremendo programa social “Hambre Cero” que desarrolló Lula.
Así de simple. Para derrotar a Chávez basta con una denuncia grave, una acusación demoledora. “¡Necesitamos un escándalo! ¡Basta con eso!...” Semejante simpleza fue la que llevó a los golpistas a creer que bastaba quitarlo de Miraflores y colocar a un payaso en su lugar para que el país retornara a las manos corruptas y entreguistas de los poderosos. Como ahora, en aquella oportunidad no contaron con el pueblo. Es para Giusti un dato sin importancia.
Se olvida también en su análisis de las complejidades del proceso brasileño, del hecho que Lula obtuvo el 50% de los votos en esa primera vuelta. Se consolidó y amplió su infuencia en los sectores populares y, sin duda ganará en la segunda vuelta. Se frustra porque en Venezuela las alharacas histéricas de los medios no logran conmover el sólido apoyo chavista. Olvida que ya nos curamos de periodistas palangristas e inmorales; que el pueblo sabe reconocer la patraña, la “olla”, las matrices de opinión concertadas y no apuesta medio por una prensa que ha perdido toda credibilidad.

sábado, septiembre 09, 2006

Manuel Rosales rodó en Catia

Por: Rafael Hernández Bolívar

El jueves 7 de septiembre fue un día aciago para el candidato opositor Rosales. La farsa de autoagresión montada en Catia terminó revirtiéndose contra sus promotores y expuso a la opinión pública las debilidades del candidato y su comando de campaña.


Minutos antes de las escaramuzas entre vecinos de Boquerón y los escoltas de Manuel Rosales, Willians Ojeda arengaba a un escuálido grupo de seguidores señalando la importancia de la concentración y la serenidad ante una posible agresión hacia el candidato. No olviden, decía, que ante cada agresión subirá como la espuma la candidatura de Rosales.
Poco después se producía el enfrentamiento y Globovisión –siempre oportuna- dramatizaba la situación de tensión –música macabra incluída- con tomas hechas desde una moto en movimiento, con acercamiento y alejamientos rápidos desde la cámara que generaban un clima de tensión y de zozobra.
El candidato, presa de terror real o fingido, abandona a sus seguidores y corre raudo en camioneta blindada, protegido por gualdaespaldas, agentes de la PM y de la Disip. Sus acompañantes, abandonados de sus dirigentes, bajan del cerro por sus medios, sin consecuencias lamentables.
Seguidamente, con la asistencia de medios nacionales e internacionales, la consabida rueda de prensa, las acusaciones infundadas, las poses de gallardo combatiente. “Me quieren desaparecer”, “me tendieron una emboscada”, “Chávez es el responsable”, “si me matan el pueblo saldrá a la calle a vengarme y tumbará a este gobierno”, etc.


Todo luce a show
En el mercado inmobiliario o en la bolsa de valores se suele hablar de burbujas para referirse a la subida de precios de inmuebles o de acciones gracias a la habilidad de corredores que mediante compras especulativas impulsan hacia arriba la cotización, arrastrando con ello a ingenuos inversionistas que, ilusionados por el movimiento del mercado, se anotan a la burbuja, esperando obtener fabulosas ganancias. Pero, tarde o temprano, termina por estallar el artificio y, para desesperación de quienes comprometen sus recursos, el precio en cuestión termina cayendo en picada ocasionando graves pérdidas.
En el caso de Manuel Rosales, el artificio ha estallado antes de tomar cuerpo. Su comando de campaña había pretendido venderlo como un candidato esperado por las masas irredentas que le saludarían afectuosamente a su paso y los más humildes habitantes de los barrios de nuestras ciudades saldrían de sus casas a abrazar y a aplaudir al esperado mesías.
Pero, no resultó así. La gente que después de cuarenta años de indiferencia de gobiernos adeco-copeyanos ha experimentado el poder de la participación y los beneficios de una gestión que ha hecho de los problemas de los humildes su centro de acción de gobierno no podía menos que gritar su rechazo al paso de un candidato que tiene, entre otras troneras morales, el remoquete de ser uno de los firmantes del Decreto Carmona que –recuerden lo bien- abolía de un plumazo las instituciones democráticas de nuestro país y convertía en perseguidos a los representantes del pueblo.
Los estrategas diseñan entonces la patraña de la emboscada. Previendo el rechazo que sufriría el candidato, deciden aprovechar los gritos y las expresiones de repudio de la gente para crear una sensación de pánico, de agresión y victimizarlo con un supuesto atentado de las “hordas chavistas”. Corren, lanzan algunas piedras, disparan al aire, las cámaras de televisión hacen el milagro de dramatizar y exagerar un episodio intrascendente, la rueda de prensa, la noticia circulando por el mundo, etc.
Quizás, en algún otro sector de alguna gran ciudad esta patraña hubiese tenido éxito. Pero no en Catia donde, además del decidido apoyo al proceso bolivariano demostrado con creces en el comportamiento cívico y combativo durante el golpe de Estado de abril del 2002, la gente tiene conciencia y experiecia política para desenmascarar a los farsantes y no dejarse manejar por “sesudos” técnicos de la conspiración y el sabotaje.
Los catienses tenemos ojos y capacidad para desmontar el teatro insulso de políticos sin mensaje ni arraigo entre la gente. Por supuesto, también somos convencidamente democráticos y rechazamos cualquier acción violenta que pretenda impedir la libre expresión de las posiciones políticas. Rosales y todos los candidatos tienen el pleno derecho a visitar todos los rincones del país y cualquier acción de agresión hacia ellos incitará nuestro repudio. Pero, la farsa montada en Catia está lejos de esos actos.

Saldo en rojo
El saldo de la jornada fue rojo. Pero no el rojo sangre que pretendían los opositores –no hubo heridos ni muertos- sino el que suelen utilizar los contadores para señalar las pérdidas en un balance.
1. El candidato Rosales, al huir despavorido en un incidente nimio e intrascendente, lució cobarde, sin presencia de ánimos. Esta imagen la refuerzan sus declaraciones incoherentes y destempladas ante los periodistas, con poses de valentía fuera de lugar y a destiempo.
2. El lider Rosales abandonó su gente a su suerte, dejándola en manos de los supuestos agresores, sin orientación y sin respaldo, provocando la sensación de “sálvese quien pueda” en una situación de crisis.
3. El comando de campaña de Rosales se expone ante el país como lo que es: Teatrero, artificioso, armador de tramoyas y shows mediáticos, sin credibilidad alguna. En fin, nada que ver con proposiciones políticas fundamentadas, dirigidas a aglutinar al pueblo en torno a un proyecto de país viable, justo y solidario.
4. El país se entera de que el candidato Rosales visita los barrios acompañado de una raquítica comitiva de seguidores y guardaespaldas empistolados que contrasta con la sólida presencia de vecinos que le expresan su rechazo, gritan consignas chavistas y muestran afiches y pancartas con la figura del líder Chávez.
Como para desesperarse…

Morir por la patria




Por: Rafael Hernández Bolívar


Duele la muerte de un ser humano. Duele mucho más cuando constatamos en ellos seres humanos responsables, trabajadores, solidarios y con ganas y voluntad para asistir a enfermos y desemparados. Gente que hace falta, que cumple un servicio, que sacrifica su vida por el bienestar de otros.


Adquiere un aspecto desgarrador cuando se trata de una médico que, dejando a su familia y a su país, ha venido a brindar apoyo y velar por la salud en barrios muy pobres y desasistidos de nuestra patria; con el coraje y la voluntad de luchar junto a los débiles, compartiendo sus angustias y sus riesgos. Raquel de los Ángeles Pérez Ramírez, la valiente médico cubana asesinada en Petare, rinde su vida como antes lo hicieron otros dos médicos de la Misión Barrio Adentro, compartiendo el destino de anónimos venezolanos asesinados por la delincuencia.


Igualmente triste nos resulta la muerte de un joven policía del Comando Motorizado de la Policía Metropolitana, muerto a consecuencia de unos disparos recibidos cuando acudía a socorrer a una mujer sometida por unos hampones. Róger Barcenas Torres tenìa 24 años de edad, un hijo, una esposa, una familia.


Nos hemos acostumbrado de tal manera a las muertes provocadas por el hampa que apenas nos detenemos a lamentar estas muertes. No acabamos de asimilar el golpe cuando nuevas muertes opacan a las anteriores.


El gobierno está dando una dura pelea. Los programas sociales y las estrategias económicas apuntan a la raíz del problema: Educación, salud, alimentación, empleo, justicia son estrategias para superar la marginalidad y combatir la delincuencia. Pero sus efectos son a largo plazo, se necesitan muchos años de labor sostenida para avanzar significativamente.


Por eso son desoladoras estas muertes. Nos dicen que la represión no logra poner freno, que los avances son desesperantemente lentos y que son muchas vidas que nos arrebatará la delincuencia antes de lograr tranquilidad para la gente.
¡Hay que acelerar el paso y redoblar los esfuerzos!

sábado, agosto 26, 2006

Dividir para ganar




Por: Rafael Hernández Bolívar


Sumar no siempre es ganancia. Por lo menos en cuestiones político-administrativas. La creciente complejidad de las sociedades modernas requiere de unidades que puedan responder con idoneidad y eficiencia a los numerosos problemas que esas sociedades generan. Esto es lo que indica el sentido común y a eso tiende la organización de los gobiernos y las comunidades.


En nuestro país, además de esta preocupación, la Constitución Bolivariana viabiliza la solución de los problemas particulares de las comunidades garantizando la toma de decisiones por parte de los ciudadanos. Es decir, eficiencia y poder comunitario. La Ley de Consejos Comunales recoge esta idea.


Los ciudadanos requieren de un Estado eficiente, que atienda sus necesidades de servicios, de educación, de seguridad, etc. El sentido de la división político administrativa es el de optimizar el uso de los recursos y garantizar la más amplia participación de los ciudadanos. Se trata de diseñar las estructuras político-administrativas que hagan racional y efectiva la prestación de servicios, la atención a las emergencias, al tiempo que ponga en manos de la gente las decisiones fundamentales relacionadas con las prioridades, planificación, presupuesto, control, etc.


En esta perspectiva es que debe evaluarse la proposición de nuevos municipios o estados o la integración de regiones. ¿Responde la proposición de que se trate a una disposición racional de los recursos? ¿Se hace viable la solución de tantos cuellos de botella y problemas que crecen día a día ante la impotencia de los ciudadanos?


En el caso de la propuesta de hacer de Catia un municipio, las razones son sólidas y abundantes. Dividir a Caracas en tantos municipios como sea necesario para garantizar eficiencia y participación debe privar sobre cualquier criterio mezquino y de poco alcance. Hoy no es posible asumir y resolver los problemas de los caraqueños por la vía de la centralización de los recursos y las decisiones.

sábado, agosto 12, 2006

Gobernabilidad y oposición

Por: Rafael Hernández Bolívar

La oposición política venezolana no es capaz de generar consensos ni entre sus partidarios. Mucho menos puede aspirar que sus proposiciones políticas ganen el apoyo de las mayorías. La prueba más elocuente de esta proverbial incapacidad es el desvarío y la cadena de torpezas desplegadas con motivo de las primarias para escoger un candidato presidencial unitario.

Los sectores más atrasados terminaron por imponerse sobre los demás: Sabotearon las primarias, sembraron incertidumbre y frustración. No hubo manera de arribar a un mínimo de acuerdos sobre criterios, métodos o personas. Llovieron candidatos sin liderazgo ni ideas. Aventureros y payasos con la misión de quitarle toda significación democrática y ciudadana a las elecciones de 2006.

Pero este desenlace no deja de ser interesante en tanto revela las inconsistencias y falsedades de esa oposición que durante mucho tiempo apostó esperanzas a la idea de la gobernabilidad. Decía que la política era la práctica social que permitía la creación de los consensos necesarios para garantizar la gobernabilidad. Acusaba al gobierno bolivariano de no trabajar para el consenso sino para la discordia, de sembrar enfrentamientos y dividir la sociedad venezolana. Apelaba a la histérica campaña orquestada por los grandes medios de comunicación como testimonio fehaciente de un país fracturado.

Por supuesto, fue incapaz de entender la conformación de un nuevo consenso: El consenso de las grandes mayorías alrededor de un programa de transformación profunda de la sociedad venezolana, más justa y más identificada con las tradiciones solidarias y libertarias de nuestro pueblo.

El consenso para esa oposición es la agrupación de los venezolanos alrededor de un programa antinacional destinado a perpetuar los privilegios de unos pocos a costa de grandes masas de excluidos. Tal como lo definió el Presidente Chavez en su oportunidad: Consenso pa’ Bush, gobernabilidad pa’ EEUU.

sábado, julio 29, 2006

El camuflaje


Por: Rafael Hernández Bolívar



El camuflaje es una de las conductas políticas más perniciosas al proceso bolivariano y, aparentemente, de mayor rentabilidad para sus practicantes. Los camuflados adoptan el lenguaje y las consignas revolucionarias para pontificar sobre las posiciones supuestamente más radicales y más puras desde el punto de vista ético. A partir de ubicación tan privilegiada, dispensan calificativos y clasificaciones: Fulanito es auténtico revolucionario, el otro es oportunista, el otro es “cuerda floja”, etc.


Tales calificaciones le ofrecen una ventaja: Sus opiniones políticas están libres de cuestionamiento y discusión.


Si se insiste en la necesidad de profundizar la democracia como característica esencial de la Revolución Bolivariana y componente fundamental del socialismo del siglo XXI, el camuflado argumenta que con ésto se le hace el juego a la derecha; pues, tal insistencia sólo le ofrece espacios para que desde allí conspire contra la Revolución. A su juicio, los demócratas no son más que falsos revolucionarios. Desconocen que la democracia es para todos y a quien realmente le interesa es a la mayoría del pueblo, independientemente del beneficio circunstancial de un sector minoritario y los fines que tal sector se proponga.


Si se insiste en la necesaria eficacia y transparencia en el uso de los recursos del Estado en la solución de los problemas sociales, rápidamente se arguye que esa insistencia es la manera de entorpecer y burocratizar las gestiones del gobierno; de impedir que se resuelvan las dificultades y allanen las soluciones. De esta manera se justifica no presentar cuentas a nadie; pero, sobre todo, permite disponer de los recursos a sus anchas, bien como peculio personal o bien usándolos de manera irresponsable y caprichosa.


Si de posiciones esencialistas se tratara, deberíamos concluir que para el verdadero revolucionario no hay espacios vedados a la crítica y sólo la discusión abierta de la revolución en todas sus fases y aspectos podrá superar escollos grandes como la corrupción y las tendencias autoritarias.

sábado, julio 15, 2006

Súmate es un tinglado


Por: Rafael Hernández Bolívar

Hay una enseñanza que puede extraerse de la precipitación estruendosa de Súmate, de su caída a los bajos fondos del desprestigio y la desconfianza. Enseñanza no sólo válida para los escasos partidarios de la oposición venezolana sino también espejo referencial para las organizaciones y militantes del bloque del cambio. Lo acontecido resume las consecuencias inevitables de una política artificial, sustentada en intereses extranjeros a la gente y al país, basada en la supuesta omnipresencia del poder mediático. Una política que supone que el nivel de entreguismo y sumisión política que practican y asumen determinados dirigentes, puede ser practicado y asumido por los demás partidarios de esa opción política.

Súmate se arrogó la voz y la voluntad de los venezolanos opuestos al proceso revolucionario. Sin que nadie les hubiese asignado ese papel, prestigiada en una supuesta capacidad técnica y gerencial y ostentando un obsceno respaldo de la administración Bush, interviene en el escenario político venezolano decidiendo lo que debía hacerse, censurando las instituciones de la democracia venezolana, desconociendo las decisiones mayoritarias de los ciudadanos e impulsando iniciativas antidemocráticas.


Sin embargo, la cadena de fracasos asociados a esta organización, la puesta en evidencia de su incapacidad para demostrar ninguna de sus audaces acusaciones, entre otras, su célebre acusación de fraude que no sólo no pudo demostrar sino que sus “técnicos” no lograron ni siquiera darle alguna forma medianamente sensata o racionalmente creíble.


Al final, todo se derrumbó y sus poses retadoras, su fuerza y convicción ya no despiertan adhesión ni entusiasmo entre quienes fueron sus partidarios. Pero, este derrumbe, paradójicamente es la posibilidad de surgimiento de un nuevo panorama político nacional. Por primera vez, en mucho tiempo, la oposición recupera su voz y su iniciativa política. Podrá acertar o equivocarse nuevamente; pero, ganará en autenticidad y será percibida como opción de perfil propio.


Por lo menos, una oposición. Porque la otra, la de la rastrera entrega, esa apátrida y servil, ¡esa no tiene remedio!

sábado, julio 01, 2006

Cinismo y crueldad

Por: Rafael Hernández Bolívar
Esta escena corresponde al acto político más cínico e insensible que hemos contemplado en los últimos años. La Casa Blanca ha difundido un video en donde aparece un George Bush sonriente, sin asomo de culpa o pena, trotando por jardines verdes y bien cuidados. A su lado trota un hombre biónico, sin piernas, apoyándose en horribles prótesis metálicas, haciendo esfuerzos por mantener el equilibrio, desplegando una marcha torpe, inarmónica, grotesca. Se trata de Christian Bagge, Sargento de la Armada Norteamericana, de 23 años, quien fue alcanzado por una mina explosiva hace un año, en un remoto desierto del sur de Kirkuk, en Irak. En esa terrible desgracia perdió ambas piernas.
Víctima y victimario lucen orgullos y felices. Con esto la Casa Blanca pretende convencer al mundo de que la multitud de muertes provocadas por esa guerra injusta y cruel, las decenas de miles de mutilados y la destrucción de la vida de miles de jóvenes están justificados en aras de la política imperialista de humillar a los pueblos, de despojarlos de sus recursos y someterlos a su tutelaje y voluntad. Sorprende que quien ha sido víctima pueda mostrarse feliz al lado de quien tomó la decisión que provocó su lamentable desgracia. Sorprende menos si uno piensa que el estado de shock, de desorientación y de desamparo que siguen a la constatación de ver su cuerpo mutilado y mermadas sus capacidades, lo hace particularmente susceptible a la hipnosis, a la sugestión y a la manipulación.
Quizás, el Sargento Bagge está viviendo la etapa que vivió el personaje de la película “Nacido el 4 de Julio” quien al regresar paralítico de la Guerra de Vietnam e ideologizado por los dirigentes del Pentágono manifestaba orgulloso en los actos oficiales su apoyo y participación en esa guerra; pero, al confrontarse con su propia miseria y la desgracia de sus compañeros, terminó por ser el más decidido militante por la paz y contra la guerra.
La felicidad de George Bush lo retrata de cuerpo entero. La alimenta el placer de provocar y contemplar la destrucción, de sentirse fuerte y sano ante un cuerpo mutilado, de saberse seguro ante un mundo destruido. Es la mutilación del alma.
Inevitablemente recordamos a Don Miguel de Unamuno que en el Aula Magna de la Universidad de Salamanca, al inicio de la Guerra Civil Española, le decía al general franquista Millán Astray, un inválido de guerra: Tu grito necrófilo de ¡viva la muerte! expresa tu deseo de crear una España según tu imagen. Por eso desearías ver una España mutilada.
Bush nos dice hoy algo semejante: Quiero un mundo de hombres mutilados, de países destruidos y de vidas destrozadas como tributo y engrandecimiento de nuestro poder imperial.

No son locos. Son farsantes


Por: Rafael Hernández Bolívar

Me cuento entre quienes se niegan a evaluar la oposición venezolana en términos de sensatez o insania. Más bien apuesto por desentrañar la lógica profunda que explique su extraño comportamiento y por descubrir coherencia en su azarosa conducta política. Aunque no es pequeña tarea esa de ver racionalidad en expresiones desconectadas flagrantemente de la realidad y esa pretensión enfermiza de ganar espacios e influencia sobre sus diezmadas huestes a través de la prédica apocalíptica.

Sus desplantes ante las instituciones, sus ataques desconsiderados, las acusaciones infundadas y sus posiciones desafiantes ante las autoridades tienen una explicación lógica: Obedecen a la convicción que tienen extremistas y moderados de que la Revolución Bolivariana es un proceso profundamente democrático y están persuadidos de que digan lo que digan no serán perseguidos ni hostigados por un gobierno respetuoso de las libertades y del estado de derecho. Pueden, sin riesgos, asumir poses valientes, desafiantes, retadoras. Son unos farsantes que despliegan sus capacidades histriónicas en función de obtener aprobación política y sueñan que sus poses teatrales deslumbren y ganen apoyo entre la población.


Por supuesto, tal conducta termina siendo un mentís sobre sus afirmaciones y teniendo un efecto contrario a sus pretensiones. La gente se pregunta ¿cómo estos señores afirman en la plaza pública, en sus programas de radio y televisión, en sus periódicos, en donde les da la gana, que vivimos en una dictadura y, a su vez, siguen en plena libertad propagando sus acusaciones? Así, esa conducta se ha convertido en un parámetro confiable para evaluar la seriedad de sus opiniones. Un político que comienza afirmando que en Venezuela vivimos una atroz dictadura, de entrada, se autocalifica de payaso y de esquizoide y, con ello, arrastra inevitablemente todo lo que exprese y ninguna de sus palabras, a partir de ese momento, merece el más mínimo respeto.


El guión se agota. Tendrán que inventar otra cosa. Sólo risa provocan sus disparatadas acusaciones. Resultaría increíble encontrar personas que todavía le den algún margen de crédito a quienes durante siete años sostienen acusaciones absurdas que los hechos niegan todos los días.

sábado, junio 17, 2006

Abstención, la estrategia conspirativa


Por: Rafael Hernández Bolívar

Quienes en el actual proceso político venezolano estamos ubicados del lado de la Revolución, debemos evaluar con profundidad y combatir con decisión la estrategia abstencionista de sectores recalcitrantes y antidemocráticos de la oposición.

La estrategia opositora
Los opositores que no creen en el sistema democrático apuestan a la abstención como estrategia para la deslegitimación del gobierno bolivariano y la validación de formas de acción política antidemocrática. Pretenden convencer a sus partidarios de que no hay otras salidas distintas a la insurrección, al golpe de Estado, al terrorismo y al desconocimiento de las instituciones.
Algunos de ellos asumen estas posiciones de manera abierta y sin tapujos. Pero, otros, de forma sutil, adoptan un camuflaje democrático para hacer exigencias inaceptables, colocar obstáculos que desmotiven la participación y exageran deficiencias para atacar las instituciones electorales. Su jugada final es una retirada abrupta y desconcertante.
Evidentemente el pensamiento y las motivaciones que determinan esa conducta política tienen que ver con una concepción de la sociedad y de la democracia. Representan la visión de una sociedad excluyente, al servicio de los intereses de los sectores económicos explotadores y antinacionales que hoy reciben golpes contundentes de parte del proceso revolucionario. Pero también reflejan una concepción maniquea y acomodaticia de la democracia: La democracia sólo sirve si la podemos usar para nuestros intereses. Si somos mayoría será nuestra bandera; pero, como ocurre hoy en Venezuela, no tenemos espacio ni apoyo, conspiramos contra ella.

Miopía revolucionaria
Pero resulta insólita la miopía con que algunos sectores revolucionarios asumen el panorama abstencionista. Razonan en función de lo inmediato, minimizando el hecho de que eventualmente se pueda acudir sin contrincantes a la contienda electoral y que se abstenga de votar una gran cantidad de compatriotas. Piensan que al fin y al cabo, se ganaría con facilidad y la reelección del Presidente Chávez resultaría inobjetable desde el punto de vista legal e institucional.
Olvidan, no obstante, la importancia de que las elecciones reflejen las posiciones políticas de nuestra sociedad y de que efectivamente se expresen los diferentes intereses clasistas que conforman al país. Mientras no sean resueltas las contradicciones de clase, sus manifestaciones políticas concretas expresarán los intereses y las perspectivas de los componentes de nuestra sociedad. La conformación de un nuevo bloque histórico se hará a través de una serie de discusiones, enfrentamientos y alianzas de sectores que no se pueden desconocer ni minimizar.
Una hegemonía absoluta y desconocedora de una realidad compleja es totalitarismo (no hay oposición, no hay disidencia, etc.). ¿Para qué queremos una sociedad así? Precisamente una de los rasgos más característicos de la Revolución Bolivariana es que sus grandes conquistas y avances se han dado en abierta y transparente confrontación democrática y tal característica hay que conservarla y acentuarla porque el socialismo es democracia radical (protagónica de verdad, tolerante, con la realidad cotidiana de un sentimiento libertario).

Abstención versus participación
Las libertades democráticas y el derecho al voto son conquistas que están inscritas en la gran tradición de lucha del pueblo venezolano. Grandes y sangrientas batallas han precedido ese derecho. Esto tiene un valor político y una gran significación histórica. No es una dádiva ni un adorno simpático del cual podamos prescindir sin mayores consecuencias. Está profundamente arraigado en el desenvolvimiento de todos los días y los venezolanos hemos aprendido a resolver nuestros conflictos por vía de las elecciones. No en balde ha sido durante este período donde se ha dado el mayor número de elecciones con respecto a cualquier otro período de nuestra historia.
La responsabilidad de si la oposición participa o no lo hace, no es sólo de ellos. Hay que garantizar condiciones transparentes, institucionales y políticas que hagan posible esa participación. Pero también debemos estimularla y propiciar el debate sano y respetuoso. Nos interesa que haya una oposición que refleje las opiniones y perspectivas de quienes no están de acuerdo con el proceso. Obviamente, queremos y apostamos por una oposición responsable, con sentimiento de patria y que, además, crea sinceramente en el juego democrático.
En la medida que tales sectores se fortalezcan, se fortalecerá también nuestra Revolución y saldrá ganando la sociedad venezolana, vista como un todo. Cuando mínimo por esta vía se logra aislar a los golpistas y facinerosos, quitarles espacios y condenarlos a la repulsa general. Más aún, ganaremos influencia entre los sectores genuinamente democráticos.
Este debate es impostergable. Es para hoy. No es para diez años. La historia no espera tanto. Y menos la nuestra, atravesada por cambios acelerados y vertiginosos. Están equivocados quienes conciben que la Revolución deba pasar por un radicalismo excluyente en una primera etapa y una amplitud y una flexibilidad más adelante, cuando esté consolidada. No. La manera como hacemos nuestra Revolución prefigura la sociedad que tendremos mañana y la participación y la democracia debemos consolidarla hoy.

Usos irracionales del automóvil


Por: Rafael Hernández Bolívar

Ya resulta molesto estar en una cola de automóviles, atascado en una avenida o una autopista, y ver alrededor que la inmensa mayoría de esos vehículos son ocupados por un sólo pasajero. Si por un momento fuese posible meter en esos vehículos tantos pasajeros como lo indica su capacidad, la cola desaparecería en el acto. No obstante, al fin y al cabo, cada una de esas personas entiende que necesita trasladarse de un sitio a otro y, en consecuencia, el vehículo que ocupa tiene una clara función de trasporte.
Pero a este uso ineficiente del automóvil –por decir lo menos-, hay que agregarle la función que últimamente le han asignado las agencias de publicidad: Promover determinados productos, poniendo a circular flotas de vehículos acondicionados para tal fin; esto es, camiones dotados de vallas gigantes, exhibiciones de muebles, formas agigantadas de un producto y hasta motos acondicionadas para llevar letreros y pancartas, a riesgo por cierto, de transeúntes y de los propios conductores. Como remate, para producir un efecto novedoso y captar la atención de la gente, circulan en grupos durante el día y gran parte de la noche.
Salen a congestionar el tráfico, a consumir gasolina en paseos interminables por calles y avenidas de la ciudad, a destrozarles los nervios y la tranquilidad de trabajadores obligados a una labor estúpida. Cualquier chofer sometido al estrés del tráfico le queda, al fin y al cabo, la satisfacción de cumplir un trabajo útil desde el punto de vista social: Lleva mercancías, materiales para la construcción de una vivienda o un hospital, traslada personas para que realicen trabajos o a niños para que acudan a un colegio o enfermos a ser atendidos por médicos, etc. Pero, en este caso, ¿qué satisfacción puede sentir un chofer de estos vehículos, sintiendo que ocupa espacios necesarios para trabajos más productivos, consumiendo un producto no renovable, contribuyendo a hacer más pesado el tráfico?
El capitalismo no tiene miramientos; es irracional e inhumano. La publicidad en su afán de vender se lleva por delante lo que sea: valores, tranquilidad y hasta la salud mental de la gente.

sábado, junio 03, 2006

Ideas reaccionarias no hacen revolución


Por: Rafael Hernández Bolívar

Rigoberto Lanz publicó un denso artículo intitulado “El peso de las ideas”. Estructurado con claro sentido didáctico, tiene la virtud de apuntar asuntos vitales de nuestra revolución.
Sin ideas revolucionarias no puede haber revolución. O dicho con mayor precisión en palabras de Lenin: “Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria”.
Viene esto a reivindicar la importancia de la lucha ideológica. “Las ideas comandan la vida de la gente (sabiéndolo o sin saberlo). Las ideas están detrás de cuanto se hace o deja de hacerse”, ha dicho Lanz y con esto ha puesto el dedo en la llaga de la corrupción y de la ineficiencia, entre otros asuntos. ¿Cómo explicar la incapacidad del gobierno bolivariano –o, por lo menos, su desesperante lentitud- para resolver grandes problemas del país? ¡Las ideas que orientan a los funcionarios en su acción de gobierno son las mismas ideas atrasadas que prevalecieron en la Cuarta República! Derrotadas a nivel político, subsisten, sin embargo, como diría Gramsci, en el pensamiento y la acción de la gente.
Puede objetarse que esto no parece válido en la medida que son esos mismos funcionarios quienes se expresan en términos radicales y permanentemente mantienen en su boca la palabra Revolución. Pero la psicología aporta una explicación clave: Lo que expresa la gente no es necesariamente lo que piensa. La palabra es un recurso táctico. Puede decir una cosa y hacer lo contrario. Lo que si es verdad es que siempre procura actuar como piensa. En general, lo que hace responde a sus reales intereses que no siempre coinciden con el discurso.
Así, a manera de ejemplo, el funcionario que hace triquiñuelas para hacerse de dinero a costillas del Estado, más allá del delito, ¿no nos está revelando que no cree en el socialismo y que se ve a si mismo dentro de 10 o 20 años en una Venezuela capitalista, disfrutando del dinero que hoy se roba?
También la lucha ideológica supone descubrir en las conductas cotidianas de la gente las ideas de atraso que conspiran contra la Revolución.

sábado, mayo 20, 2006

Súmate recibe lo suyo


Por: Rafael Hernández Bolívar


Con la seguridad que deviene de saberse guapa y apoyada por el Imperio, Súmate pretendió decidir sobre la manera de realizar las primarias que escogerían al candidato de la oposición para las elecciones presidenciales de 2006. Sin consultar a los involucrados, establece fechas y condiciones, reproduce sus pautas y su peculiar concepción de la democracia: Decidir de acuerdo a los intereses de la Casa Blanca, irrespetando pareceres y criterios a los cuales tienen derecho los diversos aspirantes o precandidatos.

Tal situación en realidad no es asunto nuestro: Ellos son blancos y se entienden. Pero, ilustra con claridad la conducta que viene asumiendo está organización con respecto al Consejo Nacional Electoral. Su actitud de crítica y, sobre todo, de censura a toda la actuación del organismo electoral, sus exigencias absurdas y sus ataques irracionales que llegan incluso a plantear abiertamente su desconocimiento, se sustenta en el mismo principio antidemocrático: Nuestros puntos de vista deben prevalecer sobre los organismos y las leyes. No se trata de respetar los derechos de los demás y derivar acuerdos sobre la base del consenso y la buena voluntad, sino que Súmate se arroga el derecho a decidir cómo se hace y se deciden las cosas en materia electoral. Es más, por medio de uno de sus voceros sostiene que si no se cumplen las condiciones señaladas por ella al CNE, el candidato que resulte escogido debe retirarse.

Lo curioso es que los partidos políticos de la oposición han terminado formulando los mismos señalamientos que desde hace tiempo hizo el Bloque del Cambio: Súmate no es un árbitro. Es, sencillamente, una parcialidad política que apoyándose en la bendición de Bush y en una supuesta capacidad técnica y logística -que hasta ahora no ha demostrado- quiere secuestrar las decisiones electorales de la oposición y del país.

Basta con recordar sus maniobras, con motivo del Referéndum Presidencial del 2004, para tener idea de su enorme capacidad enredadora. Súmate niega a los ciudadanos que abusivamente dice representar; pues, desconoce las instituciones en que esos ciudadanos creen y respaldan cada vez que acuden a un proceso electoral.

sábado, mayo 06, 2006

Insultando a Petkoff


Por: Rafael Hernández Bolívar

“Gramsci se adelantó a su tiempo entreviendo que la
hegemonía ideológica era el camino para el predominio político.
Si se acepta con resignación perder la batalla de las ideas
se perderá también la batalla del poder.”
Justo Zambrana

Descalificar a través del insulto es una manera de avalar positivamente al adversario. Es como reconocer que el otro está en lo cierto; pero, como su catadura moral es despreciable, no le podemos aceptar en sus razones. Arroparnos con la emoción es vía expedita para olvidar que lo realmente importante es determinar si la verdad está de nuestro lado.

Evidentemente hay situaciones en las cuales lo fundamental es la conducta moral de quienes discuten. Por encima de cualquier otra consideración. Pero en estos casos la discusión no tiene sentido y es una pérdida de tiempo. A menos que se realice frente a un auditorio que demanda explicaciones.

Cuando descalificamos de entrada, abortamos la discusión y renunciamos a todas sus posibilidades creativas y esclarecedoras. Le brindamos un refugio a nuestro oponente y le dotamos de un parapeto en cual se ve hasta exonerado de demostrar lo que afirma. Le basta con decir: “Me insultan porque no tienen razones”. Esto no tendría mayor consecuencia si la discusión se dirime en el plano personal, en un escenario íntimo. Pero, en política, la cosa es diferente porque se desarrolla ante la presencia de un auditorio que aprueba o desaprueba; apoya o combate.

He visto con desagrado en algunos medios alternativos una antología de acusaciones vulgarmente rastreras contra Teodoro Petkoff. Gente cruzada de parte a parte por odios ancestrales, justificados o no –¡vaya usted a saber!- no es capaz de ubicarse en la actual fase del proceso venezolano y de ponderar en su justo valor la sana polémica en un ambiente democrático.

Creo que insultar a Petkoff es contrario a los intereses políticos de la Revolución Bolivariana, entre otras razones, por la siguiente razón de peso: Las posiciones políticas actuales de Teodoro Petkoff son equivocadas, contrarias a los intereses del pueblo, y no podemos desaprovechar la oportunidad que nos brinda su candidatura para demostrarlo. Esas opiniones tienen una relativa influencia sobre sectores de la sociedad que bajo ningún argumento debemos abandonar a la influencia del neoliberalismo y del atraso. Por si fuera poco, se mueven sobre la difamación de que los valores de la democracia y la reflexión son negados por la Revolución Bolivariana.

Si lo insultamos, se resta posibilidades al debate necesario. En lugar de intercambiar ideas, tendríamos que gritarnos insultos. Y, en relación a este arte, hay gente que tiene mayor capacidad que otras para ejercitarlo con fuerza corrosiva de proporciones demoledoras.

Hemos estado clamando por una oposición seria. El Presidente de la República y el más humilde militante revolucionario han hecho suya esta exigencia: ¡Deseamos opciones políticas con las cuales puedan discutirse los grandes problemas nacionales y rechazamos a facinerosos y golpistas, que asumen el combate político como sabotaje a la democracia!

Saludemos la posibilidad del combate ideológico y del fortalecimiento de nuestras ideas y propuestas. Hagamos de las elecciones presidenciales un escenario para la consolidación de la Revolución Bolivariana también en el plano de las ideas.

domingo, abril 23, 2006

EEUU : Los inmigrantes latinos despiertan

Por: Rafael Hernández Bolívar

En las últimas semanas manifestaciones de inmigrantes latinos y descendientes latinos han estremecido a los Estados Unidos de uno a otro extremo del territorio. Se trata de la lucha por la reforma de la Ley Sensenbrener, instrumento legal que criminaliza a los trabajadores indocumentados y a quienes los protejan o contraten.


Centenares de miles de trabajadores inmigrantes han recorrido las calles de las principales ciudades norteamericanas. Los Angeles, Chicago, San Diego, Dallas, Alabama, Minnesota, etc., son estremecidas por los gritos de “No somos criminales, somos trabajadores”, “En un país de justicia no hay lugar para leyes injustas”, “Si se puede. Reforma a la Ley Sensenbrener”.
Esta Ley -que ya fue aprobada por la Cámara de Representantes y actualmente se discute su aprobación por el Senado norteamericano-, ha recibido el más rotundo rechazo por parte de la comunidad hispana debido a que califica de crimen la residencia sin documentación en EEUU, distinta a la legislación actual que la califica de infracción. A las condiciones de inseguridad, bajo salarios y exclusión que caracterizan la relación laboral de los inmigrantes hispanos, se agrega ahora la criminalización de quienes le den trabajo o protejan. También la Ley incrementa los controles en la zona fronteriza y en los centros de trabajo, sometiendo a los trabajadores a una permanente persecución y hostigamiento.
La exigencia de la Reforma de la Ley pretende establecer condiciones de trabajo más justas y más humanas para los trabajadores inmigrantes y lograr la legalización de unos 12 millones de trabajadores que se encuentran en situación ilegal dentro de los Estados Unidos.
La gente ha perdido el miedo y salió a manifestar en forma pacífica. La prensa ha destacado que no se ha producido “ni una vidriera rota, ni un acto de violencia, ni un solo detenido”. Para el Primero de Mayo se plantea una jornada que se ha dado en llamar “Día sin latinos”, una huelga general que no sólo incluiría la paralización de industrias, sino también la huelga en el consumo ya que ese día no se adquiría ningún producto o servicio.
Estas manifestaciones han contado con el apoyo de grupos religiosos, dirigentes sindicales, organizaciones latinas, estaciones de radio y televisión y de legisladores demócratas. En el caso de estos últimos, movidos sin duda por el gran potencial electoral de la comunidad latina que es la minoría norteamericana más numerosa, alcanzando hoy más de 40 millones de miembros (14% de la población norteamericana). Igualmente ha contado con la simpatía de los obreros del mundo y con la solidaridad de los movimientos de cambio que hoy recorren América Latina.


Poder Latino
El economista Joseph Stiglitz ha dicho que “Estados Unidos es completamente dependiente de ese trabajo”. Más aún, los pronósticos señalan que necesitará aún más del trabajo latino en los próximos años no sólo por exigencias del desarrollo productivo sino porque requiere cubrir los puestos de trabajo liberados por el sistema de jubilación.
Por otra parte, el poder de compra de los hispanos residentes en los EEUU asciende en la actualidad a unos 700 mil millones de dólares, fuerza económica fundamental para los mercados internos.
De acuerdo al censo del 2000, de cuarenta millones de latinos, trece millones y medio de latinos de 16 años o más se dedican a labores administrativos o profesionales (18,1%), servicios (21.8%), venta y oficina (23,1%), construcción (2,7%) y producción y transporte (21,2%).
Los hispanos constituyen el grupo humano de mayor crecimiento en los EEUU. Desplazaron a la población negra y hoy de su 14% en relación a la población total, 7,7% son nacionales por nacimiento, lo que explica que en las protestas recientes hayan estado marcadas por la presencia numerosa de jóvenes norteamericanos de origen latino, a pesar de que muchos institutos de educación hostigaran y prohibieran la participación de los jóvenes en las marchas.
El voto latino ha cobrado gran importancia en las elecciones de EEUU. Cada día presidente, senadores y alcaldes depende más de este voto. De hecho, el Alcalde de Los Angeles, segunda ciudad en importancia ecónomica y numérica del país, es un latino. La cultura y la lengua hispana se afianzan dentro de EEUU.
No obstante, las reivindicaciones actuales son, como bien han señalado acuciosos analistas, de orden laboral. De allí la importancia de la solidaridad obrera, pues el desarrollo de estas luchas terminarán por fortalecer el movimiento obrero norteamericano logrando mejoras y preparándolo para mayores exigencias. Por nuestro lado, las expresiones de solidaridad fortalecerán los lazos con una comunidad que tiene nuestro idioma y nuestra cultura.
Como bien expresaba, Antonia Chávez, inmigrante con 40 años en San diego, al final de una de las marchas: “Fue largo y cansado, pero no importa. Sabemos que estamos luchando por algo justo… Pero quiero decirles a mis paisanos que se graben muy bien esto: en este país nada es gratis. Todo cuesta y hay que luchar para que nos respeten. Así que espero que esta marcha no sea la última”.

Nueva Tacagua, el gran fraude adeco


Por: Rafael Hernández Bolívar

Las penalidades sufridas por los habitantes de Nueva Tacagua a lo largo de treinta y dos años son de abundante conocimiento público: Derrumbes en sus vías de acceso, fractura y resquebrajamiento de edificios y viviendas, deterioro de las condiciones mínimas de salubridad e incertidumbre sobre el destino de centenares de familias. En fin, una urbanización construida sobre gelatina que le han llovido todas las calamidades.

Pero lo que no ha merecido su debida atención ni se le ha señalado su importancia es la responsabilidad de quienes tomaron las decisiones que condujeron al desastre que consumió ingentes cantidades de dinero público y condenó a toda una vida de dificultades, angustias y sufrimientos a sus desgraciados pobladores. Y los responsables tienen nombre y apellido: Los gobiernos adeco-copeyanos que desarrollaron un programa habitacional para una zona que de antemano se sabía inestable y cuyas construcciones terminarían por venirse abajo, arrastrando los sueños de casa propia y los limitados enseres domésticos.


Una larga historia

Se sabía desde 1938, a través de estudios fotográficos hechos desde el aire, que la zona presentaba deslizamientos muy importantes que permitían predecir un movimiento del terreno que se acentuaría con los años y que efectivamente se corroboró en las décadas sucesivas. Derrumbes frecuentes y grandes fracturas caracterizaron la zona desde 1938 a los años 70, agravado además con zonas de rellenos. No obstante, en 1974 se toma la decisión de adquirir esos terrenos y, peor aún, se inicia la construcción de 2.727 viviendas, agrupadas en lo que después hemos conocido como Nueva Tacagua.

En 1986 la Universidad Central de Venezuela hace importantes señalamientos técnicos al Inavi, recomendando la paralización de todos los proyectos de construcción para la zona, ya establecida como peligrosamente inestable. En ese mismo sentido y como tiro de gracia a un proyecto moribundo, al año siguiente, el Ministerio de Energía y Minas califica a Nueva Tacagua como zona de “riesgo elevado, generalizado y profundo”.

A partir de allí los habitantes del sector viven la angustia de sentir cómo se abren bajo sus pies el piso de sus viviendas. Su destino se hace incierto y los gobiernos sucesivos se desentienden de la situación. Abandonados a su suerte se acentúan los problemas sociales. La delincuencia y la inseguridad se adueña de sus calles, barracas y bloques. Se nombran comisiones del antiguo Congreso Nacional y del Concejo Municipal de Caracas quienes después de interminables estudios y entrevistas concluyen que Nueva Tacagua no tiene salvación. Pero no se toman las medidas que resolvieran el abandono de sus pobladores. A éstos nos les quedaba otro recurso que deambular en las antesalas de los ministerios, implorando una solución. Algunos de ellos introdujeron demandas de justicias ante el Tribunal Supremo de Justicia, aunque con limitado éxito.

Para marzo de 1999, con la llegada del Presidente Chávez a Miraflores, se asume responsablemente la situación y se declara la zona inhabitable. En un acto de gran trascendencia se implosionaron dos de los edificios afectados y el Presidente se comprometió con la comunidad en la reubicación de todas las familias. Concluye así esta aventura irresponsable, implementada por el Puntofijismo y se inicia el lento período de emigración, desmantelándose los grupos familiares y afectivos, en la búsqueda de casas habitables y dignas. El gobierno bolivariano ha desarrollado de manera intensa la atención de Nueva Tacagua a través de las misiones, mientras implementaba programas de reubicación de familias. Pero esto no ha sido fácil y sólo ahora el Ministerio de Hábitat y Vivienda ha logrado implementar un plan especial para el traslado de todos los afectados a terrenos seguros y a viviendas confortables.

Desde noviembre del año pasado se detectó un nuevo desplazamiento de tierra que ha obligado a desalojar aceleradamente algunos sectores. De hecho, los bomberos tuvieron que arrebatarles las familias al cerro; pues, este se venía abajo en pleno desalojo, sin dejar ni siquiera la oportunidad de salvar los corotos.


Los responsables

Al momento de hacer una evaluación de Nueva Tacagua no se puede olvidar a sus responsables. El gobierno de Carlos Andrés Pérez inició el proyecto y lo continuaron los gobiernos de Luis Herrera y Jaime Lusinchi. Sería incompleto el análisis si se queda por fuera la forma de gobernar del puntofijismo; si no se mencionan a los funcionarios que veían en cualquier proyecto una manera de apropiarse de los dineros públicos, sin importarles los perjuicios y el gran daño que se hacía a comunidades enteras. No nos cabe duda que quienes compraron esos terrenos sabían que allí no podía construirse y que quienes construyeron sabían que esas viviendas no podían sostenerse. Y, sin embargo, lo hicieron porque “lo importante es el negocio”. Al fin y al cabo, es el pueblo quien paga los platos rotos.

Tal cual, la táctica del rumor


Por: Rafael Hernández Bolívar


Las columnas de rumores constituyen una táctica concertada para crear matrices de opinión sobre la base de las mentiras y de las medias verdades. Se lanza una acusación sin fundamento alguno y se esconde con frases vagas como “se dice”, “se comenta”, “se conoce”, “se estableció” y otras de igual naturaleza. Pero en ninguna parte precisan quién lo dice y cuál es el soporte de la acusación. Se trata de un “ruido confuso de voces; vago, sordo y continuado”, como lo define el diccionario. Pero ruido que termina por afectar a quienes son acusados injustamente.



Recientemente la columna “Por mi madre” del periódico TalCual, con el método del rumor, hizo una grave acusación: “se dice que, al parecer la moto en la cual se desplazaba el asesino del reportero gráfico Jorge Aguirre, pertenece a la alcaldía de Freddy Bernal”, señalaba en su edición del 11 de abril. Agrega a la acusación otras frases con apariencia de verdades y afianzan la idea de que efectivamente de alguna manera la Alcaldía Libertador está involucrada con los hechos. La pretensión es sembrar la duda, abonar la acusación de un gobierno hostigador y asesino de periodistas.
Pero, ¿qué ocurre una vez establecida la verdad por parte de la Fiscalía y los cuerpos policiales? ¿Hay una admisión de culpa, una explicación del error o una expresión de disculpas hacia el afectado? ¡Nada de eso! Se continúa campante, fabricando y difundiendo nuevos rumores.


¿Qué hacer ante tales muestras de manipulación, de intenciones manifiestas de perjudicar la imagen de las instituciones y los funcionarios? Creo que los autores deben ser acusados de difamación. ¿Atenta esto contra la libertad de expresión? ¡En lo absoluto! Todos tenemos derecho a expresar libremente nuestro pensamiento. Pero a lo que nadie tiene derecho es a inventar rumores, ponerlos a circular y perjudicar a las personas.

sábado, abril 08, 2006

Víctimas inocentes


Por: Rafael Hernández Bolívar


En realidad, la expresión “víctimas inocentes” es errónea; pues, supone una contrapartida absurda: víctimas culpables. Pero, en el periodismo venezolano se ha generalizado esta expresión para referirse a las muertes en situaciones en que las víctimas no tienen ni arte ni parte en el suceso: personas que quedan atrapadas en un cruce de disparos o son sorprendidas por una bala fría en la sala de su casa o son confundidas y reciben las balas que tenían otro destinatario.

Pero esta expresión, además de errónea es injusta porque contribuye a ocultar la grave crisis de la seguridad personal y terminamos por acostumbrarnos a la muerte de un ciudadano a manos del hampa en algún atraco o en algún secuestro: Es lo normal, es lo esperado. Y hasta se le responsabiliza por hacer resistencia o tratar de defenderse. La descripción se convierte en causa: Fue muerto porque opuso resistencia. No porque un delincuente desalmado le dio muerte en un acto criminal.

En esta última semana han saltado de las páginas de los periódicos por lo menos seis casos de estas características, solamente en Caracas. Durante el atraco a una camioneta, una mujer se lanza del vehículo en marcha, causándole graves lesiones que la conducen a cinco días de agonía, hasta su muerte. Una maestra, acompañada de su hija de cuatro años, queda atrapada en una balacera hamponil y una bala le provoca la muerte en el acto. En otro atraco de camioneta, al momento de bajar del carro, a un delincuente se le escapa un tiro y da en el rostro de uno de los pasajeros, ocasionándole la muerte. Una joven embarazada es muerta, en el interior de su casa, alcanzada por una bala fría.

Finalmente, muchas de estas muertes ni siquiera son investigadas. ¿De dónde vino la bala que dio muerte a quien estaba tranquilamente en un sillón en la sala de su casa? ¿Se toman las molestias para realizar estudios de balísticas y la planimetría correspondiente que permita ubicar el sitio exacto de donde salió el disparo? ¿Qué bandas eran las que se enfrentaron esa noche? ¿Cuál de ellas ocasionó la muerte? ¿Cuál fue el arma y quien disparó?

Parece que la policía tiene mucho trabajo con las muertes motivadas para investigar además estas otras, casuales e inmotivadas. Los daños colaterales de una guerra que está ganando la delincuencia.

viernes, marzo 31, 2006

El remedio


Por: Rafael Hernández Bolívar
Si en algún momento le invade un sentimiento de incertidumbre sobre la orientación del proceso revolucionario venezolano y duda si las cosas que se están haciendo corresponden a lo que debe hacerse, me voy a permitir recomendarle un remedio infalible de cuya efectividad pueden dar testimonio muchos amigos.

Simplemente haga un paseo por los programas de opinión de la derecha opositora. Verá que el restablecimiento de su fe revolucionaria es inmediato y su pasión y compromiso con los cambios en Venezuela se incrementarán proporcionalmente a la dosis de comentarios escuchados. Eso si, no abuse porque puede intoxicarse.

Veamos, un ejemplo concreto. El pasado martes con motivo de la renuncia de Jorge Rodríguez se produjeron manifestaciones en respaldo al Presidente del CNE, particularmente una gran concentración a las puertas del organismo electoral. En este evento, una señora del pueblo que allí estaba gritó a los periodistas de Globovisión “Periodistas malditos. Embusteros.” Y otras palabras de subido calibre. De inmediato, otros manifestantes apoyaron los primeros gritos, agregándole sus propias expresiones, mientras un grupo apaciguaba los ánimos y evitaba que las cosas pasaran a mayores.

Seguidamente todos los canales comerciales y cuanto espacio radial o escrito fuese ocupado por los opositores señalaban lo ocurrido como una muestra fehaciente de la “prédica intolerante del Presidente Chávez”, rematando en términos dramáticos y apocalípticos “¡Se acabó el periodismo independiente en Venezuela! ¡En esas condiciones de riesgo e inminente peligro no se puede ejercer el periodismo!”

Sin embargo, ese mismo día, al otro lado del mundo, en Francia, en el marco de una manifestación laboral, periodistas son despojados de cámaras y micrófonos y reciben una auténtica serenata de golpes, empujones y agresiones físicas. Inevitable preguntarse, ¿será que la prédica chavista prendió en los trabajadores franceses? ¿O no se trata más bien de que la exigencia de una auténtica prensa objetiva, equilibrada y no manipuladora es hoy una exigencia universal?

Con una diferencia: En Venezuela somos más pacíficos y nos limitamos a gritarles unas cuantas verdades en sus caras.

sábado, marzo 25, 2006

Venezuela premiada


Por: Rafael Hernández Bolívar
La proyección internacional de Venezuela ha recibido dos formidables apoyos en igual número de premios que recientemente se han asociado con nuestro país. El primero, la coronación máxima de Mejor Escuela de Samba a Vila Isabel, escuela que durante el Carnaval de Río desfiló con una imagen gigante de Bolívar, presidiendo figuras alusivas a líderes y pueblos latinoamericanos. El segundo, el Premio Internacional White Dove, otorgado a Venezuela “por el apoyo humanitario a la comunidad pobre estadounidense con el suministro de combustible a bajo costo”.

Estos premios contribuyen a la proyección internacional de la Revolución Bolivariana en términos de dos de sus valores fundamentales: La solidaridad entre los pueblos y la integración latinoamericana. También revelan una nueva concepción de la estatal petrolera que asume roles trascendentes y humanitarios, profundamente identificados con el pueblo venezolano.

Pero no es sólo una cuestión de imagen internacional –que, sin duda, tiene su importancia en la conquista de una mejor apreciación de lo que hacemos y contrarrestar así las campañas de difamación y desprestigio adelantadas por los intereses imperialistas-. Es también una contribución a la conciencia mundial sobre la significación de estos valores y su necesaria actualidad.

El huracán Katrina puso al descubierto la tragedia de la pobreza en el país más poderoso del mundo, cuya dinámica capitalista no puede menos que producir exclusión para un sector de sus ciudadanos. El gesto del gobierno del Presidente Chávez ha contribuido a que los hombres de buena voluntad en todo el mundo y, en particular, en los mismos EEUU, vuelquen sus ojos sobre esta realidad.

La exaltación de los valores latinoamericanos en el marco de una gran fiesta popular es una experiencia extraordinaria de reconocimiento mutuo, de celebración de nuestra identidad, de hermanarnos en la alegría y la esperanza. El mensaje de integración es inobjetable, sincero y bolivariano. Por: Rafael Hernández Bolívar

La proyección internacional de Venezuela ha recibido dos formidables apoyos en igual número de premios que recientemente se han asociado con nuestro país. El primero, la coronación máxima de Mejor Escuela de Samba a Vila Isabel, escuela que durante el Carnaval de Río desfiló con una imagen gigante de Bolívar, presidiendo figuras alusivas a líderes y pueblos latinoamericanos. El segundo, el Premio Internacional White Dove, otorgado a Venezuela “por el apoyo humanitario a la comunidad pobre estadounidense con el suministro de combustible a bajo costo”.

Estos premios contribuyen a la proyección internacional de la Revolución Bolivariana en términos de dos de sus valores fundamentales: La solidaridad entre los pueblos y la integración latinoamericana. También revelan una nueva concepción de la estatal petrolera que asume roles trascendentes y humanitarios, profundamente identificados con el pueblo venezolano.

Pero no es sólo una cuestión de imagen internacional –que, sin duda, tiene su importancia en la conquista de una mejor apreciación de lo que hacemos y contrarrestar así las campañas de difamación y desprestigio adelantadas por los intereses imperialistas-. Es también una contribución a la conciencia mundial sobre la significación de estos valores y su necesaria actualidad.

El huracán Katrina puso al descubierto la tragedia de la pobreza en el país más poderoso del mundo, cuya dinámica capitalista no puede menos que producir exclusión para un sector de sus ciudadanos. El gesto del gobierno del Presidente Chávez ha contribuido a que los hombres de buena voluntad en todo el mundo y, en particular, en los mismos EEUU, vuelquen sus ojos sobre esta realidad.

La exaltación de los valores latinoamericanos en el marco de una gran fiesta popular es una experiencia extraordinaria de reconocimiento mutuo, de celebración de nuestra identidad, de hermanarnos en la alegría y la esperanza. El mensaje de integración es inobjetable, sincero y bolivariano.

jueves, marzo 16, 2006

La trocha al hecho


Por: Rafael Hernández Bolívar

Estuvo lista en el tiempo previsto. La gente bajó a las playas. Los comerciantes del litoral vieron disminuidas sus angustias. Los varguenses, aunque el ritmo estará restringido y no recuperará la normalidad hasta que se construya un nuevo viaducto, retornan a sus labores y sus viajes a Caracas serán menos tortuosos y más puntuales. Con ello se acaban las letanías y pronósticos catastróficos con que los opositores del gobierno aspiran a la caída del respaldo popular a Chávez.

La oposición decía que la fractura del viaducto era el paradigma de la incapacidad del gobierno y su absoluta imprevisión tendría consecuencias económicas terribles para el país y, particularmente para el Estado Vargas, peor que las que tuvo el deslave de 1999.

Por supuesto, nada decía de los esfuerzos por recuperar la estructura y salvar el puente, las enormes inversiones hechas, el control de la situación que garantizó transitar con seguridad, sin riesgo para los transeúntes, hasta el último momento; de la recuperación de la carretera vieja que permitió enfrentar con sacrificios, pero, objetivamente con algún alivio, el cierre del viaducto; de los trabajos hechos en la carretera de Galipán y de Carayaca; de las ayudas financieras directas para amortiguar el efecto económico sobre el pueblo trabajador.

Pero, sobre todo, la oposición minimizó el hecho cierto de que el desplazamiento del cerro y la presión ejercida sobre el viaducto se debía entre, otras cosas, al drenaje de los ranchos construidos en cuarenta años de “democracia”; ni mencionó la desidia con que los gobiernos cuartorrepublicanos asumieron el mantenimiento de la infraestructura vial del país ni los efectos terribles de un clima desquiciado por las alteraciones atmosféricas del planeta.

La prédica opositora no podía tener efecto alguno porque no arranca de la crítica sino de la mala intención. Su animadversión es demasiado evidente y, ante una acusación a todas luces gratuita e injusta, la nobleza del venezolano no puede menos que rechazarla, o cuando menos, castigarla con la indiferencia. Vale decir la oposición no hace crítica. Sólo ataca a mansalva y así, toda persona noble y sensata, opta por marcar distancias y hacerle un vacío.

sábado, marzo 11, 2006

Zamora, el delator

Por: Rafael Hernández Bolívar


Ezequiel Zamora -quien hasta ayer nomás fungía de equilibrado miembro del CNE-, deviene hoy en furibundo militante opositor. Radical y sin concesiones, arremete contra sus copartidarios que no muestran toda la intransigencia y la obcecación que es propia de una oposición que se respete a sí misma. Más aún, en clásico chantaje, amenaza con publicar las fotos que registran el delito de dirigentes opositores reunidos con el Vice-Presidente Rangel. De esta manera, aspira disuadir y convencer.

Inconsecuencia y falsedad son palabras que describen esta conducta. Inconsecuencia con la exigencia de diálogo que hace el país. Prefieren continuar con la acusación incierta de que este gobierno no escucha a la oposición, que no es capaz de reunirse con los sectores que le adversan y establecer acuerdos mínimos de convivencia, como es usual en toda sociedad democrática. Para que el discurso tenga sentido hay que impedir a toda costa las acciones de diálogo y fortalecimiento institucional promovidas por el gobierno. Hay que sabotear las reuniones con exigencias insensatas; hay que fichar y estigmatizar como delincuentes a los dirigentes que pretendan acogerse al juego democrático y al marco institucional. Y exponerlos al odio público.

Pero revela también la gran falsedad con que asume alguna gente las funciones del Estado y los valores de la democracia. Zamora, cuando ejerció el cargo de miembro del CNE, asumía poses de independiente, por encima del bien y del mal, que llamaba al entendimiento entre las partes y la necesaria defensa de los intereses y derechos de todas las organizaciones políticas. En él se afianzaba la oposición para señalar lo que deberían ser los miembros del organismo electoral: Demócratas, tolerantes, equilibrados, consensuales como Ezequiel Zamora.

Pero todo era una máscara, una pose que permitía explotar esta imagen institucional mientras se acomodaban resoluciones y mecanismos a la medida de los intereses del bando al que pertenece.

Al salir del CNE, ya no necesita fingir.

sábado, febrero 25, 2006

Visión opositora del voto

Por: Rafael Hernández Bolívar

En santísima alianza la oposición se lanza en una nueva cruzada. Primero Justicia, Movimiento al Socialismo, Izquierda Democrática, La Causa Radical, Solidaridad, Gente del Pueblo, Nueva Democracia, Asamblea de Educación y Compromiso Ciudadano, -más nombres que gente- unen sus fuerzas. Ahora se trata de “devolver” el contenido de la institución del voto. A su criterio, el gobierno “ha vaciado de contenido la institución democrática del voto” y los venezolanos han distorsionado el valor y la significación que el voto tenía en los mejores momentos de la Cuarta República. Lamentablemente no explican en que consiste la distorsión.

Si evaluamos por contraste lo que era la práctica del voto en el pasado y lo que es hoy, esta concepción de la oposición no puede menos que lucir atrasada y antidemocrática. Nunca como ahora el voto ha sido un instrumento de decisión trascendente en la vida política del país. Por el voto el pueblo decidió un nuevo presidente, una nueva constitución, eligió representantes del poder local, ratificó en un revocatorio a su presidente, etc., y sobre todo, resolvió conflictos políticos que en otra época no era posible resolver sino a plomo limpio. Vale decir, en contraste con la rutina de escoger cada cinco años entre candidatos que representaban lo mismo, entre los candidatos de AD y Copei; por primera vez, utilizando el voto como arma, el pueblo ha decidido transitar un camino absolutamente nuevo y ha hecho de la participación un evento cotidiano.

Hay más: En la infinidad de formas organizativas que han surgido al calor del proceso bolivariano, se instrumentan decisiones sobre la base del voto de los miembros de comités de salud, de tierra, de cooperativas, de equipos de trabajo, de asociaciones de vecinos. El voto representa la voluntad y la decisión de los ciudadanos.

¿Significa que para la oposición el verdadero sentido del voto es el de la escogencia entre sus candidatos? En este caso, la tarea que se han propuesto resulta muy cuesta arriba.