jueves, noviembre 23, 2006

A partir del 4

Por: Rafael Hernández Bolívar
Me sorprenden los resultados de una encuesta sobre el impacto de la promesa electoral de la tarjeta “Mi Negra”. Según esos resultados la proposición tiene un alto nivel de aceptación entre los sectores populares, precisamente en aquellos sectores más atendidos e influidos por el chavismo. Esto no significa que esa aceptación va a traducirse en votos el 3 de diciembre, entre otras razones, porque aún a quienes le parece buena la idea, entienden que Rosales no va a ganar o que en el supuesto negado de que ganara, no cumpliría con esa promesa. Vale decir que si tuviese credibilidad en cuanto a honrar sus promesas y a su vez la gente fuese convencida de la posibilidad real de triunfo de esa opción, otra sería la historia.
Esto viene a revelar el predominio de un cuadro de antivalores contrarios a la idea del socialismo. El ciudadano beneficiado por programas de salud, educación, transporte, vivienda, etc., no valora suficientemente su significación a largo plazo y pone en primer lugar el inmediatismo, la comodidad y el consumismo pregonado por la televisión. El egoismo propio del capitalismo le gana la batalla a la justicia de la sociedad socialista. El populismo le saca ventaja a los programas dirigidos a provocar cambios estructurales en la sociedad venezolana. Quien adopta esta perspectiva no es capaz de ver que una tarjeta de consumo, aún en el caso de que sea posible su implementación, sería sobre la base del sacrificio de esos programas de beneficio colectivo y no puede predecir que de nada le serviría una tarjeta con la cual pueda retirar cómodamente pequeñas cantidades de dinero de un telecajero si al momento de las cuentas ese dinero no cubre los pagos de la salud, la educación de sus hijos o el transporte suyo y de su familia.
A partir del 4 de diciembre, a pesar de la derrota que le propinaremos, la oposición ilusionada por este relativo éxito propagandístico, en su pretensión de ganar los sectores populares, persistirá en mensajes dirigidos a los antivalores sembrados por la industria cultural del capitalismo a lo largo de los años. Queda del lado revolucionario contrarrestar y derrotar esa ofensiva mediante el fortalecimiento de la conciencia socialista y la profundización de la lucha ideológica que desenmascare los falsos valores en los cuales se apoyan los opositores a la Revolución Bolivariana.
La profundización de la revolución debe significar no sólo más democracia y mayores logros sociales sino también más conciencia y más valores.

viernes, noviembre 17, 2006

Marx y la izquierda que no es

Por: Rafael Hernández Bolívar
Un hemano me curó para siempre de la mala costumbre de regalar libros que no había leídos. En cierta oportunidad, le regalé un libro que por su temática, tabla de contenido y popularidad del autor, juzgué que le gustaría. No sucedió así. Mi hermano leyó el libro y en nuestro siguiente encuentro lo pulverizó. Le consiguió tantas inconsistencias y tantos pensamientos atrasados o reaccionarios que me hizo experimentar vergüenza por haber recomendado un libro tan malo, obligandome a confesarle la verdad: No lo había leido. Desde ese día no recomiendo ni mucho menos regalo libro que no haya leido previamente.
El asunto viene a cuento porque vi una actractiva biografía de Carlos Marx destinada a jóvenes escrita por Fernando Rodriguez. Impresión impecable, diseño novedoso, juvenil, sentido didáctico, imágenes irreverentes, redacción clara, temas interesantes. De inmediato la compré con el ánimo de regalársela a mi hijo. Pero, fiel a mis experiencias, decidí leerla antes de dársela. Pués, bién, ¡la decepción fue mayúscula!
Toda historia es historia del presente, solía recordar Gramsci citando a Croce. Hoy se reivindica esta verdad en la biografía escrita por Fernando Rodríguez. Este autor, pretendiendo historiar a Marx termina haciendo un retrato del derrotismo y la desorientación de un sector de la izquierda atrapado en contradicciones teóricas y éticas insalvables. Sector al que, precisamente, pertenece Rodríguez. Resultado: Nos presenta un Marx que ha perdido toda carga revolucionaria, que se limita a ser a un genial intérprete de la realidad; pero, al fin y al cabo, un intérprete más. Precisamente la negación de una de las tesis más definitorias del marxismo: No se trata de interpretar el mundo; se trata de transformarlo.
Es el destino de una izquierda que ante la ausencia de una justificación ética para oponerse al hermoso proceso de transformación que se impulsa en Venezuela –proceso que ha dado espacio y dotado de rostros a los desvalidos de nuestro país-, recurre al escepticismo y a la confusión teórica para validar sus atrasadas posiciones políticas. En este caso, se recurre a un ardid argumental: Marxismo y comunismo son sinónimos, lo que se desarrolló en la URSS fue el comunismo y fracasó; luego, también fracasó el marxismo.
Hay, no obstante, otra lectura: El fracaso de la experiencia soviética no es el fracaso del marxismo ni del comunismo. Ni siquiera el triunfo del capitalismo. La historia no avanza en línea recta, sin contratiempos. Al contrario, está llena de avances y retrocesos. Lo han dicho otros con precisión: No es una línea recta; es una espiral. El marxismo es instrumento de liberación del hombre: Crítica del capitalismo, visión de totalidad, redención de los oprimidos, profudización de la democracia, conquista de la libertad. Nada que ver con ese Marx empobrecido, aplastado por los acontecimientos, que nos presenta Fernando Rodríguez.
Hay que refrenar los impulsos inspirados por la estética. Precisamente eso le otorga su capacidad para la confusión: Un libro, como objeto plástico, atractivo. De entrada seduce, se gana nuestra simpatía; pero, al final de su lectura, dejaría, en un lector desinformado, un sabor amargo de frustración y pesimismo.

En Catia no creemos en rumores

Por: Rafael Hernández Bolívar
Nuevamente la ciudad es recorrida por rumores y temores infundados. Nuevamente algunos incautos acuden a los automercados y bodegas a atiborrar sus despensas de alimentos ante la inminencia de una conmoción nacional que cortará los suministros y provocará el caos. Estos rumores se incrementan a medida que se aproximan las elecciones. La gente se abstiene de aguinaldos y celebraciones, dedica sus recursos a comprar más comida y con angustia espera el desenlace. Después, cuando todo pase y la vida siga su curso normal; comproborá que todo era mentira; lamentará los momentos de angustias y, en los días siguientes, comerá hasta la obstinación latas de sardinas, potes de carne de almuerzo, kilos y kilos de arroz, caraotas y todo lo que se nos ocurrió comprar para protegernos de la catástrofe.
Ahora bien, ¿quién fabrica y divulga estos rumores? ¿Los comerciantes de alimentos para incrementar sus ventas en una época en que la gente está pensando en invertir en estrenos, electrodomésticos y celebraciones? ¿Personas sin oficio que disfrutan los ajetreos y las angustias de quienes le ponen oido a sus rumores? ¿Una oposición antidemocrática que apuesta a la abstención y a la ilegitimidad del proceso electoral? ¿El imperio en su afán de crear conflictos internos y sembrar confusión en la población?
Sean cuales sean las motivaciones de los divulgadores de rumores, bueno es señalar que objetivamente no hay razones para temer un “mariquerón” con motivo de las próximas elecciones presidenciales. De parte del gobierno no hay nada que temer; pues, no está dispuesto a permitirlo y, mucho menos, a promoverlo. Conciente del aplastante prestigio y, consecuentemente, de la abrumadora mayoría que goza la candidatura de Hugo Chávez Frías, el gobierno es el principal interesado en garantizar un clima de tranquilidad y un desarrollo de las elecciones sin contratiempos ni perturbaciones.
Por parte de la oposición democrática tampoco hay interés en retroceder en lo que han avanzado en reconocimiento, apoyo y legitimidad con su participación en el proceso electoral. Todo lo contrario, les interesa que el proceso culmine con éxito; pués, la concreción de los votos de su candidato permitirán establecer el peso de apoyo dentro del ambiente político nacional y, en lo adelante, podrán apelar a dicha fuerza e incluso hasta arrogarse su representación.
En cuanto a la oposición talibana, golpista y antinacional es cuestión de distancia entre el querer y el poder: Perdieron toda capacidad para armar un lío significativo en el país: No tienen pueblo ni fuerzas militares ni prestigio de ningún tipo. Podrían intentarlo; pero, serían neutralizados de inmediato por las fuerzas institucionales de nuestro país y por el pueblo.
Así, pués, compre sólo su comida necesaria de todos los días. Evítese angustias y evitese de llenarse de enlatados y malgastar su dinero. Acuda a votar con toda tranquilidad el próximo 3 de diciembre. Verá con beneplácito que estas navidades serán unas navidades felices y los venezolanos saludaremos el nuevo año llenos de optimismo y de fé en el futuro de la patria, dirigido por nuestro Presidente Hugo Rafael Chávez Frías.