martes, octubre 24, 2017

Cataluña y la izquierda


Por Rafael Hernández Bolívar

Es lamentable el drama político español actual. La derecha de los recortes presupuestarios en asuntos de salud, de educación y de protección social es quien capitanea y marca el ritmo y la orientación del conflicto catalán en ambas fracciones enfrentadas. En otras palabras, la verdad es que el pueblo está excluido, llámese español o catalán y sólo se acude a su nombre para darle legitimidad a las acciones políticas.

En ninguno de los dos bandos hay un programa de empoderamiento de las grandes mayorías, de ampliación y de profundización de la democracia. Es verdad que la monarquía está claramente posicionada de un lado; pero, eso no significa que del otro haya un firme propósito democrático y de justicia. Tampoco un plan liberador de los lineamientos económicos impuestos por el poder financiero mundial a través del Banco Europeo y del Fondo Monetario Internacional ni proposiciones de alianza y de solidaridad entre los pueblos en un mundo oprimido por los grandes capitales y por los centros imperialistas.

En su lugar, el lenguaje desbordado de las discusiones revela las motivaciones en toda su crudeza: “España (ustedes) nos roba” dicen los unos. Los otros ripostan: “Cataluña (ustedes) quiere tener su propia justicia para no responder por el dinero robado en los últimos cuarenta años”.

Gota adicional que desborda el vaso de la desolación es la ausencia de un papel protagónico y claramente diferenciado por parte de la izquierda. Podemos e Izquierda Unida tienen las posiciones con mayor orientación democrática, internacionalista, a la par que visualizan los graves problemas de España que deben discutirse e integrarse en el esfuerzo común de todas las regiones. Pero hasta ahora no tienen la iniciativa política que tome cuerpo en la actual coyuntura.

Se posicionan ante acciones específicas de los contendientes; pero, dejan que esos mismos contendientes ocupen los espacios que de otra manera ocuparía una izquierda con vocación de poder y menos concesiones.

martes, octubre 10, 2017

El súbdito Vargas Llosa


Por Rafael Hernández Bolívar

El domingo 8 de octubre hubo una impresionante manifestación en Barcelona. Allí se expresó el sentimiento unitario de los españoles, lo que ha dado en llamarse la mayoría silenciosa; esto es, los catalanes partidarios de conservar la integración con España que hasta ahora no habían dado cuerpo a esa posición en un gran acto de masas. Hasta aquí lo positivo del asunto.

Lo deprimente fue que quien lideró el acto fue lo peor y más atrasado de la derecha española, llevando a muchos de lo que allí asistieron a preguntarse si no se desvirtuaba el sentimiento unitario con la presencia de pancartas que daban vivas al Rey, consignas que rimaban Puigdemont con paredón, aplauso y calurosas muestras de felicitaciones a la policía que había reprimido, golpeado y arrastrado por las greñas a ciudadanos que pretendían ejercer el derecho a voto hace una semana y, sobretodo, una manifestación encabezada por Mario Vargas Llosa, Albert Rivera -politiquero sin vuelo ideológico y de pragmatismo rastrero-, ministros del gobierno de Mariano Rajoy y el jefe del Partido Popular en Cataluña, ademas de la presencia de grupos franquistas camorristas.

Vargas Llosa -súbdito del Reino de España desde hace algún tiempo- dijo que la Barcelona de hoy no tiene que ver con la ciudad de la libertad de pensamiento y la tolerancia en la que vivió en la década del sesenta; que los independentistas no le van a destruir 500 años de historia a España y que espera que el gobierno aplique toda la fuerza de la ley para liquidar el independentismo.

Estas tres ideas retratan de cuerpo entero al político troglodita. La época añorada por Vargas Llosa es el tiempo de la dictadura franquista. Defiende el período colonial (en 500 años de historia está incluida la colonia de los países latinoamericanos) y privilegia, antes que el diálogo y el entendimiento, la aplicación implacable de la ley, lo que supone avalar la reciente actuación violenta y desmedida de la policía española.