sábado, julio 01, 2006

No son locos. Son farsantes


Por: Rafael Hernández Bolívar

Me cuento entre quienes se niegan a evaluar la oposición venezolana en términos de sensatez o insania. Más bien apuesto por desentrañar la lógica profunda que explique su extraño comportamiento y por descubrir coherencia en su azarosa conducta política. Aunque no es pequeña tarea esa de ver racionalidad en expresiones desconectadas flagrantemente de la realidad y esa pretensión enfermiza de ganar espacios e influencia sobre sus diezmadas huestes a través de la prédica apocalíptica.

Sus desplantes ante las instituciones, sus ataques desconsiderados, las acusaciones infundadas y sus posiciones desafiantes ante las autoridades tienen una explicación lógica: Obedecen a la convicción que tienen extremistas y moderados de que la Revolución Bolivariana es un proceso profundamente democrático y están persuadidos de que digan lo que digan no serán perseguidos ni hostigados por un gobierno respetuoso de las libertades y del estado de derecho. Pueden, sin riesgos, asumir poses valientes, desafiantes, retadoras. Son unos farsantes que despliegan sus capacidades histriónicas en función de obtener aprobación política y sueñan que sus poses teatrales deslumbren y ganen apoyo entre la población.


Por supuesto, tal conducta termina siendo un mentís sobre sus afirmaciones y teniendo un efecto contrario a sus pretensiones. La gente se pregunta ¿cómo estos señores afirman en la plaza pública, en sus programas de radio y televisión, en sus periódicos, en donde les da la gana, que vivimos en una dictadura y, a su vez, siguen en plena libertad propagando sus acusaciones? Así, esa conducta se ha convertido en un parámetro confiable para evaluar la seriedad de sus opiniones. Un político que comienza afirmando que en Venezuela vivimos una atroz dictadura, de entrada, se autocalifica de payaso y de esquizoide y, con ello, arrastra inevitablemente todo lo que exprese y ninguna de sus palabras, a partir de ese momento, merece el más mínimo respeto.


El guión se agota. Tendrán que inventar otra cosa. Sólo risa provocan sus disparatadas acusaciones. Resultaría increíble encontrar personas que todavía le den algún margen de crédito a quienes durante siete años sostienen acusaciones absurdas que los hechos niegan todos los días.

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