domingo, junio 07, 2015

Ada Colau, voz y coraje del pueblo


Por Rafael Hernández Bolívar

El liderazgo de Ada Colau, la recién electa alcaldesa de Barcelona,  España, se ha gestado al calor de la denuncia, de la protesta, de la indignación ante una sociedad que colocó sus instituciones y sus recursos al servicio de los intereses del neoliberalismo.

Gestando el cambio
Su candidatura no fue el acuerdo de cúpulas gestoras de convenios y transacciones recomendadas por mafias empresariales o financieras. Su candidatura fue escogida mediante un proceso de primarias abiertas en las cuales los ciudadanos decidían la conformación de la lista de candidatos de la plataforma Barcelona en Común a las elecciones del pasado 24 de mayo  y también decidían, de manera jerarquizada, cuales serían las medidas iniciales  -el llamado Plan de Choque- que tomaría la Alcaldía de Barcelona una vez conquistada la victoria.
El Plan de Choque prioriza los programas dirigidos a atender los derechos humanos fundamentales contemplados en la Constitución española, hoy echados de lado por el gobierno del Partido Popular dirigido por Mariano Rajoy.  Con todas sus letras y con asignaciones presupuestarias explícitas se plantea reivindicar el derecho a la vivienda, al trabajo, a la alimentación, a la salud, al transporte, a la justicia, a la igualdad. Igualmente, se propone parar los desahucios, exigir responsabilidad a los banqueros, acabar con privilegios y sueldos abusivos, 
La campaña electoral no dispuso de chequeras jugosas del poder económico ni del uso ventajoso de la industria mediática con que contaron los candidatos de los partidos de la derecha española. Contó, eso sí, con la gente y, en contrapartida, fue una campaña electoral lúcida, con la participación entusiasta de los ciudadanos, con la presencia masiva de los sectores populares y un gran derroche de imaginación y compromiso. Más aún, fue una campaña que no tuvo que recurrir al nacionalismo catalán para obtener un mayoritario respaldo de los barceloneses. Atendió, eso si, a los planteamientos de la gente recogidos en miles de encuentros en comunidades.
En esta “lucha de David contra Goliat”, como la denominó la propia Ada Colau, la victoria es la recompensa al esfuerzo y la clara toma de partido por las mayorías.

Una trayectoria de lucha
Desde la misma explosión de la crisis inmobiliaria de 2008, Ada Colau tiene una participación muy activa en el reclamo del derecho a la vivienda, en la denuncia de los responsables, en la protesta contra las acciones tomadas por el gobierno para proteger al capital financiero y en la protesta contra la inmoralidad de los desalojos impulsados por los mismos bancos generadores de crisis, a la vez que receptores del dinero público que los libraba de la bancarrota. De allí se consolida el colectivo Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), organización de base que gracias a sus acciones logró parar centenares de desahucios que, de otra manera, hubiesen arrojado a más familias a la calle.
Participa también en las movilizaciones del movimiento de los indignados que sacude al país y que asume forma nacional con el acampamiento en la Puerta del Sol, en Madrid, el 15 de mayo de 1911. Del aprendizaje derivado de esta gran experiencia de masas va surgir la agrupación de los colectivos más avanzados en la organización política Podemos que tantos dolores de cabeza está dando a la transición liderada por el bipartidismo (PP y PSOE), surgida a la muerte de Franco, y cuya capacidad de maniobras está agotada y sin futuro. 
Ada Colau encabeza la protesta contra los desahucios y la lucha por una vivienda digna. No sólo en las manifestaciones de calle, en la acusación a los banqueros y a los políticos cómplices sino también en la investigación, en la publicación de libros, en los tribunales y en la solidaridad efectiva con las víctimas. 
Por eso, al momento de votar, con toda seguridad a la mente de los ciudadanos acudían las imágenes de Ada Colau interviniendo en las asambleas, ocupando las calles con masivas movilizaciones, siendo detenida por la policía y siendo arrancada de las manifestaciones o, interviniendo con un pequeño megáfono y lágrimas en los ojos en un tribunal para exigir justicia e impedir que unos ancianos fueran echados de la vivienda que habían habitado durante toda su vida.

“Se acabó el invierno..”
“Se acabó el invierno y llega la primavera… hemos salido más que vivos de un invierno en trincheras enfangadas en el que nuestro adversario pensaba derrotarnos”,  ha dicho Pablo Iglesias. De esta manera, el líder de Podemos saludaba el gran avance que las fuerzas del cambio. 
Puede más la voluntad de lucha y la fe en el pueblo. Y es que en España el bloque político para el cambio se está construyendo con una fórmula infalible: Desde el pueblo. 
La calle se llenó de gritos de protestas ante una clase política corrupta y servil frente a los intereses de los grandes capitales, a la par que displicente a las exigencias de las grandes mayorías. La protesta tomó cuerpo de indignación en las plazas y se movilizó por las ciudades. La gente desveló la trama de corrupción y la disposición de los gobiernos de la derecha a sacrificar al pueblo en aras de los banqueros, del gran capital y del mercado.
La derrota propinada al Partido Popular en los más importantes bastiones del país no deja dudas sobre la consolidación de una decidida voluntad de cambio. Aún no se ha roto el espinazo del bipartidismo; pero, se resiente de fisuras y fracturas y no luce factible su recuperación de las heridas, sino el empeoramiento de su gravedad.