miércoles, noviembre 20, 2013

El otro Ernesto


Por: Rafael Hernández Bolívar
Quizás Ernesto Villegas deba su nombre a Ernesto Che Guevara. Dos elementos sugieren esa posibilidad: La ubicación de su familia en el campo de la lucha social y el año de su nacimiento, 1970, cercano temporalmente a la muerte del Che. De esta manera, su nombre deviene en homenaje personal de sus padres al paradigma moral, corajudo y solidario que representa el guerrillero heroico para todos los luchadores por un mundo más justo y más humano.

Quienes se identifican con el signo zodiacal que les tocó en suerte, tienden a desarrollar los sentimientos, las actitudes y las conductas correspondientes al signo –no porque los empuje a ello ninguna fuerza cósmica sino porque tales características le resultan dignas de su esfuerzo y trabajan para adquirirlas-. Igual, siento yo, que de manera consciente o inconsciente, Ernesto Villegas ha desarrollado un compromiso y una conducta que recuerdan al Che: Solidaridad y clara ubicación con los explotados y oprimidos, compromiso en la acción, honestidad, transparencia y coraje en la lucha sin cuartel contra los enemigos de los pueblos en donde quiera que estén.

Tal reflexión surge no ahora a propósito de la actual lucha electoral. Estas ideas me las despertaron los acontecimientos de abril de 2002. En pleno golpe de Estado, -incluido Carmona en Miraflores-, en la mañana del 12 de abril veo, para mi sorpresa, en la Avenida Urdaneta a Ernesto Villegas, solitario, caminando y respondiendo saludos de quienes le reconocían, con la tensión en el rostro propia del momento; pero, la mirada firme, valiente, sin miedo, repudiando la felonía. Pensé, en ese momento, “estos son los héroes civiles que necesitamos, los que no abandonan su puesto de combate y salen a la calle a decir su verdad, con coraje, asumiendo el riesgo de sus ideas”.

Once años transcurridos desde ese día se han encargado de demostrar una solidez de roca en los principios con que ha cumplido sus responsabilidades: Honestidad, transparencia y una inamovible identidad con los necesitados. Más aún, ha sumado otras: capacidad para organizar, para dirigir y para escuchar y recoger lo que siente y dice el pueblo.


Tendremos un Alcalde Mayor excepcional, de los nuestros.