lunes, junio 18, 2012

El deslenguado Capriles


Por Rafael Hernández Bolívar
rhbolivar@gmail.com

El candidato Capriles está dispuesto y colaborador. Y efectivamente hace lo que le ordenan sus asesores de imagen. Sonríe, trota, abraza y hasta dice palabras malsonantes. Lo que se persigue es proyectar simpatía, fortaleza, juventud, decisión, etc. Todo ello en un esfuerzo inútil por aumentar sus posibilidades de aceptación y de victoria. Pero la sonrisa congelada, el abrazo de compromiso y hasta las groserías destempladas, en su caso, se convierten en muecas y en una farsa.  

Ahora le han dicho que debe mostrarse agresivo y aprovechar sus intervenciones públicas para utilizar expresiones fuertes que trasmitan la agresividad y la decisión que no consigue con acciones, palabras e ideas. Por eso en Carabobo dice “Que arrecha es Venezuela que tiene iguanas así de grandes” y en el Zulia repite la expresión, ligeramente modificada: “Que iguanas tan arrechas tenemos en Venezuela”. Más recientemente dice en San Cristóbal: “A los tachirenses no los jode nadie”.

Pero, nada. La gente no se traga el cuento. Peor aún, termina viéndole con lástima y conmiseración. Una sensación de pena ajena circula entre quienes le escuchan y ven sus ridículos afanes, sus maniobras de contorsionista, sus poses de luchador con músculos de silicona.

En la Venezuela de hoy, la autenticidad es la primera virtud que se aprecia en un político. Resuelta positivamente esta primera cuestión; se pasa a evaluar sus ideas, sus actuaciones, sus responsabilidades, su trayectoria. Al final de esa evaluación, la gente le apoyará, le combatirá o le dará su respaldo a otro candidato. Si, al contrario, la primera apreciación es negativa; ya no habrá oídos ni atención alguna. No se pierde el tiempo en eso.

Ese es el drama de Capriles: No convence ni siquiera para ser tomado en cuenta. La gente concluye con el slogan del afiche: “Lo tuyo es puro teatro”...  pero del malo, del que no trasmite emociones  ni genera  empatía. En la representación uno no ve un personaje sino a un mal actor.