martes, julio 18, 2017

Ahórrese las demás


Por Rafael Hernández Bolívar



Preguntó el Obispo: “Cura, ¿por qué no suenan las campanas?” Éste respondió: “Por cinco razones, señor. La primera es que en la parroquia no tenemos campanas. La segunda...” “Entonces, -atajó el obispo- ¡ahórrese las otras cuatro!”.

El cuento lo echó Luis Herrera. Quizás pretendía ilustrar el principio de razón suficiente para comprender cómo algunas situaciones hacen innecesarias otras razones que distraen y no explican el asunto fundamental. 

El chiste podría explicarnos el comportamiento antidemocrático, destructivo y antipatriótico de la oposición golpista de Venezuela. Hay abundantes elementos de juicio que dan cuenta de la sin razón de sus acciones contra la tranquilidad ciudadana, contra los servicios y recursos básicos de los venezolanos y contra las instituciones y las leyes del país, etc.

No cree en la democracia y por ello desconoce las decisiones de la mayoría, hace fraude con absoluto descaro, distorsiona y corrompe las instituciones a las que arriba y asume con absoluto desparpajo representaciones y poderes que el pueblo no le ha delegado. No le importa el futuro de los venezolanos y obnubilada por sus intereses inmediatos no piensa que los daños que provoca en la infraestructura de servicios del país, en sus recursos, en la educación de los jóvenes, con la siembra del odio y con la destrucción de las instituciones serán rémoras terribles que habrán de asumirse mañana. Uno también podría decir que la oposición golpista es sanguinaria y cobarde, no sólo por las muertes que provoca o ejecuta, sino también por inducir a jóvenes adolescentes a realizar actos terroristas y, por impericia en el uso de armas letales, se causen daño o mueran. 

Sin embargo, la razón que palidece las demás, es que esta oposición tiene vendidos su corazón, sus intereses y su cabeza al imperialismo norteamericano y de nuestro país no le interesa ni su gente, ni su democracia, ni su futuro. Hoy celebran las bravuconadas de Trump y su éxtasis es que las amenazas se conviertan en realidad. El pueblo, no obstante, se encargará de poner las cosas en su lugar.