jueves, julio 18, 2013

Ese ridículo lenguaje guerrerista


Por: Rafael Hernández Bolívar

Oigo la radio; pero, no la escucho. Permanece como inicuo ruido de fondo mientras me dedico a otras tareas. Sin embargo, el tableteo característico de una ráfaga de ametralladora distrae mi atención de los quehaceres cotidianos y hace que concentre mis oídos. Siguen ruidos de explosiones y de movimientos de grupos uniformes, como de desfiles o marchas militares. Cuando estoy intentando comprender lo que pasa, un locutor anuncia: “¡Arrrsenaaalll!  Hoy les traemos balas ideológicas de alto calibre para la batalla de las ideas...” ¡¿?!

Recuperado ya de la sorpresa inicial, sigo el desarrollo del programa. No consigo nada nuevo ni especialmente revolucionario y mucho menos apocalíptico y anunciador de una transformación radical del país. Reseña –a mi juicio, lo más valioso del programa- algunas actividades culturales y comunitarias.  Luego, la lectura de una especie de catecismo: "Nuestra doctrina política es el marxismo, nuestro método, el materialismo histórico..." ¿Dónde está la crítica radical al capitalismo? ¿Dónde están las argumentaciones del socialismo, las razones de la revolución expuestas en ideas trasparentes, sólidas, argumentadas? Por lo menos, en el programa que escuché no estaban en ninguna parte.

Después escucho en otra emisora una dulce voz femenina, serena, pero firme: “En este programa detonamos la palabra para alcanzar una explosión de ideas...” Recuerdo algunos artículos leídos que tienen el mismo acento incendiario. ¿Es esto una epidemia? ¿Estamos persuadidos que el estruendo garantiza radicalidad y profundidad en la revolución?

Releo el Manifiesto comunista, el documento político más radical producido por la humanidad a lo largo de su historia, con la idea de conseguir antecedentes de esta vocación por el estruendo y la terminología guerrerista. Tal lectura me deparó algunas sorpresas que compartiré con ustedes en una próxima ocasión.