miércoles, mayo 02, 2012

Revolcaron a Vargas Llosa



Por: Rafael Hernández Bolívar

Tarde o temprano, alguien de su propio cotarro tenía que desnudar el conjunto de sandeces e incoherencias que configuran el pretendido discurso democrático de Vargas Llosa. No ha necesitado la expresión cruda e inocente: El Rey está desnudo. Pero Gilles Lipovetsky lo ha hecho con elegancia sin par y despiadada ironía.

Mario Vargas Llosa ha devenido en improvisado filósofo de la cultura. La tesis elitista y peregrina que postula sólo puede augurarle nuevas derrotas en el plano de las ideas. En este nuevo rol, sostiene que “sólo el desarrollo de la alta cultura es el antídoto contra los totalitarismos”. Por eso convoca a los intelectuales a un papel activo en la defensa de la democracia, según él, amenazada hoy por el resurgimiento del movimiento revolucionario ante la crisis actual del capitalismo. Los representantes de la alta cultura –reclamando para sí el papel de sumo sacerdote- deben dar la gran batalla.

Todo esto dicho en ocasión de presentar su libro La civilización del espectáculo. Lipovetsky, filósofo francés que ha investigado sobre la cultura contemporánea e invitado de lujo para el evento,  no pudo, sin embargo, aguantarse. En una sola oración pulverizó la perorata vargasllosiana: La alta cultura no pudo impedir el nazismo.

Vargas Llosa lamenta el poco peso que tiene la alta cultura en nuestros días. Lipovesky riposta: “”La cultura de masas ha liberado al individuo de los megadiscursos. Los ciudadanos no siguen los dictados de las autoridades como antes, buscan el placer y el hedonsimo cultural, que los hace más felices”.

Por su parte, Vargas Llosa insiste en la literatura como fuente para la libertad. Testimonia que él descubrió la política leyendo al Ulisesde Joyce. De nuevo Lipovetsky, implacable, señala;  “Se puede vivir una vida perfectamente digna sin leer el Ulises”. Habla de las condiciones concretas de existencia del lector y reivindica la educación del pueblo por encima de los nombres de la alta cultura.

Un comentarista anónimo dice que el pecado es creer que Vargas Llosa habla de alta cultura cuando en realidad se refiere al asunto en que es experto: Alta costura y jet set.