Por: Rafael Hernández Bolívar
Esta palabra, curiosamente, hermana al Papa Francisco, al filósofo Jean-Paul Sartre y al revolucionario Carlos Marx.
“Me viene la palabra vergüenza… Es una vergüenza”, dijo el Papa Francisco ante la imagen terrible de 360 cadáveres africanos en las playas de Lampedusa el 3 de octubre de 2013. Pero, ante su llamado, la Unión Europea apenas hizo un gesto y los africanos continúan ahogándose en el Mediterráneo. 3.500 para el 2014, más de 2000 en lo que va de año.
“Vergüenza”, dijo Sartre, en el Prólogo al libro Los condenados de la Tierra de Frantz Fanon, para referirse al sentimiento de pena que despertaba en los europeos la conciencia del daño que le había infringido Europa a la sufrida África durante siglos de colonialismo y explotación.
Marx, quien se sitió avergonzado por los atropellos que hacía a la libertad y a la democracia el Estado alemán, antes que ambos, había dicho, sin embargo: “La vergüenza es un sentimiento revolucionario”.
Porque quien se avergüenza -de su pasado, de sus actos o de sus omisiones- adquiere conciencia de su responsabilidad. De allí surgiría la decisión de enmienda, el deseo de remediar los males y la acción para construir otra realidad.
Pero en Europa no hay vergüenza. Por lo menos, entre las clases dirigentes que toman las decisiones. No hay sensibilidad ni humanismo. El que hay, como dijo Sartre, es un humanismo racista que “no ha podido hacerse hombre sino fabricando esclavos y monstruos… Helo aquí desnudo y nada hermoso: no era sino una ideología mentirosa, la exquisita justificación del pillaje… Nuestros caros valores pierden sus alas; si los contemplamos de cerca, no encontraremos uno solo que no esté manchado de sangre”.
La esperanza, una vez más, es el pueblo. Asumir la vergüenza y la lucha. Inundar las calles con la voz de los oprimidos y crecer en la solidaridad y en la conquista de otro mundo posible. Acabar con el imperialismo, esa forma de relación expoliadora que establecen los centros de poder mundial para saquear a los pueblos y condenarlos a la dominación y la miseria.