Por: Rafael Hernández Bolívar
Jorge Luis Borges, en su incomparable Historia universal de la infamia, hace un retrato de un bandido fabricante de lágrimas: "Yo lo vi a Lazarus Morell en el púlpito —anota el dueño de una casa de juego en Baton Rouge, Luisiana—, y escuché sus palabras edificantes y vi las lágrimas acudir a sus ojos. Yo sabía que era un adúltero, un ladrón de negros y un asesino en la faz del Señor, pero también mis ojos lloraron."
En la primera mitad del siglo XIX, John Murrell (el referente histórico de la narración de Borges), contaba sólo con su improvisado discurso para activar los resortes emocionales que dispararan las lágrimas de sus oyentes. Hoy, RCTV cuenta con numerosos y diversos recursos para el mismo fin. Sabe de la importancia de la iluminación, del enfoque de la cámara, de las imágenes en blanco y negro, del impacto de un escenario desolado, de la música in crescendo que acompaña la expectación de la primera lágrima, del manejo del silencio, de las tomas de primer plano de una mano temblorosa, de un pañuelo que enjuga las lágrimas, de una voz quebrada, etc., etc. La idea es centrar toda la atención en el drama personal de quien tenemos delante, sembrar la empatía que -esta es la gran trampa- despierte solidaridad con los dueños de RCTV, no con los trabajadores víctimas de estos empresarios irresponsables.
Y así como los cómplices del redentor Lazarus Morel robaban los caballos de los compungidos feligreses que escuchaban absortos las mágicas palabras del predicador Morell, hoy, Nelson Bustamante le arranca lágrimas a los ex trabajadores de RCTV para que los venezolanos no ocupen su atención en los verdaderos responsables: Quienes utilizaron un espacio público para el impulso de sus intereses económicos y políticos, violentando normas y principios, sacrificando la estabilidad de sus trabajadores. Quienes creando las condiciones para la no renovación de la concesión, pretenden salir indemnes de sus culpas y hacer responsables de las consecuencias a quienes sólo han cumplido con su deber de aplicar la ley.