Por: Rafael Hernández Bolívar
El titular impactante de primera
página se quedó frío. El espacio reservado para ilustrarlo con una foto
desgarradora, teñida de sangre y muerte, no apareció jamás. La noticia que
recorrería el mundo dando la prueba fehaciente de un gobierno violador de los
derechos humanos no llegó a las salas de redacción de la gran prensa. En su
lugar, tuvieron que titular: Resuelta la situación de violencia. Incluso, los
más renuentes, escribieron a regañadientes: “Conflicto en La Planta se resolvió
parcialmente”.
En estos años, con algunos
aciertos -y unos cuantos errores, es verdad-, se ha hecho un enorme esfuerzo
por resolver el problema carcelario en Venezuela. Y entre los aciertos hay uno indudable: Tener
una visión integral del delito y del delincuente. Entender que éste, además de
ser una persona que cometió un delito y debe pagar la pena que le han impuesto
los tribunales, es un ser humano concreto producto de un sistema básicamente
injusto que generó las circunstancias que lo hicieron delincuente, lo procesó diferencialmente de acuerdo a sus
recursos, le niega posibilidades de cumplir dignamente su castigo y rehacer su
vida en términos de provecho para la sociedad y para sí mismo.
Visión que se ha hecho tangible
en el manejo del conflicto. El gobierno ha mantenido firmeza en los objetivos y
flexibilidad en las tácticas para lograrlos.
Aún al costo político de una ciudad colapsada, llena de zozobra e
incomodidades. Hizo lo que tenía que hacer: Resolver el conflicto con un escrupuloso
respeto a los derechos humanos.
La Ministro Iris Valera ha dado
muestras de serenidad, coraje y entrega, ante una situación tensa y a punto de
estallar. Asumió sus responsabilidades en la primera línea. Tomó cada decisión
en un clima de reproches injustos e incomprensiones enfermizas de una oposición
deseosa de quitarle la cabeza. Atendió las comprensibles angustias de los
familiares de los privados de libertad, rechazó las exigencias descabelladas de
cabecillas mafiosos y disuadió con el fruto de su trabajo la preocupación
expectante de la población. Para orgullo de todos, Iris Valera se creció ante
las dificultades.
Una vez más la canalla mediática
ha tenido que guardarse la lengua. Los zamuros volaron en círculos, inútilmente.