Por: Rafael Hernández Bolívar
Las columnas de rumores constituyen una táctica concertada para crear matrices de opinión sobre la base de las mentiras y de las medias verdades. Se lanza una acusación sin fundamento alguno y se esconde con frases vagas como “se dice”, “se comenta”, “se conoce”, “se estableció” y otras de igual naturaleza. Pero en ninguna parte precisan quién lo dice y cuál es el soporte de la acusación. Se trata de un “ruido confuso de voces; vago, sordo y continuado”, como lo define el diccionario. Pero ruido que termina por afectar a quienes son acusados injustamente.
Recientemente la columna “Por mi madre” del periódico TalCual, con el método del rumor, hizo una grave acusación: “se dice que, al parecer la moto en la cual se desplazaba el asesino del reportero gráfico Jorge Aguirre, pertenece a la alcaldía de Freddy Bernal”, señalaba en su edición del 11 de abril. Agrega a la acusación otras frases con apariencia de verdades y afianzan la idea de que efectivamente de alguna manera la Alcaldía Libertador está involucrada con los hechos. La pretensión es sembrar la duda, abonar la acusación de un gobierno hostigador y asesino de periodistas.
Pero, ¿qué ocurre una vez establecida la verdad por parte de la Fiscalía y los cuerpos policiales? ¿Hay una admisión de culpa, una explicación del error o una expresión de disculpas hacia el afectado? ¡Nada de eso! Se continúa campante, fabricando y difundiendo nuevos rumores.
¿Qué hacer ante tales muestras de manipulación, de intenciones manifiestas de perjudicar la imagen de las instituciones y los funcionarios? Creo que los autores deben ser acusados de difamación. ¿Atenta esto contra la libertad de expresión? ¡En lo absoluto! Todos tenemos derecho a expresar libremente nuestro pensamiento. Pero a lo que nadie tiene derecho es a inventar rumores, ponerlos a circular y perjudicar a las personas.
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