Por: Rafael Hernández Bolívar
En las últimas semanas manifestaciones de inmigrantes latinos y descendientes latinos han estremecido a los Estados Unidos de uno a otro extremo del territorio. Se trata de la lucha por la reforma de la Ley Sensenbrener, instrumento legal que criminaliza a los trabajadores indocumentados y a quienes los protejan o contraten.
Centenares de miles de trabajadores inmigrantes han recorrido las calles de las principales ciudades norteamericanas. Los Angeles, Chicago, San Diego, Dallas, Alabama, Minnesota, etc., son estremecidas por los gritos de “No somos criminales, somos trabajadores”, “En un país de justicia no hay lugar para leyes injustas”, “Si se puede. Reforma a la Ley Sensenbrener”.
Esta Ley -que ya fue aprobada por la Cámara de Representantes y actualmente se discute su aprobación por el Senado norteamericano-, ha recibido el más rotundo rechazo por parte de la comunidad hispana debido a que califica de crimen la residencia sin documentación en EEUU, distinta a la legislación actual que la califica de infracción. A las condiciones de inseguridad, bajo salarios y exclusión que caracterizan la relación laboral de los inmigrantes hispanos, se agrega ahora la criminalización de quienes le den trabajo o protejan. También la Ley incrementa los controles en la zona fronteriza y en los centros de trabajo, sometiendo a los trabajadores a una permanente persecución y hostigamiento.
La exigencia de la Reforma de la Ley pretende establecer condiciones de trabajo más justas y más humanas para los trabajadores inmigrantes y lograr la legalización de unos 12 millones de trabajadores que se encuentran en situación ilegal dentro de los Estados Unidos.
La gente ha perdido el miedo y salió a manifestar en forma pacífica. La prensa ha destacado que no se ha producido “ni una vidriera rota, ni un acto de violencia, ni un solo detenido”. Para el Primero de Mayo se plantea una jornada que se ha dado en llamar “Día sin latinos”, una huelga general que no sólo incluiría la paralización de industrias, sino también la huelga en el consumo ya que ese día no se adquiría ningún producto o servicio.
Estas manifestaciones han contado con el apoyo de grupos religiosos, dirigentes sindicales, organizaciones latinas, estaciones de radio y televisión y de legisladores demócratas. En el caso de estos últimos, movidos sin duda por el gran potencial electoral de la comunidad latina que es la minoría norteamericana más numerosa, alcanzando hoy más de 40 millones de miembros (14% de la población norteamericana). Igualmente ha contado con la simpatía de los obreros del mundo y con la solidaridad de los movimientos de cambio que hoy recorren América Latina.
Poder Latino
El economista Joseph Stiglitz ha dicho que “Estados Unidos es completamente dependiente de ese trabajo”. Más aún, los pronósticos señalan que necesitará aún más del trabajo latino en los próximos años no sólo por exigencias del desarrollo productivo sino porque requiere cubrir los puestos de trabajo liberados por el sistema de jubilación.
Por otra parte, el poder de compra de los hispanos residentes en los EEUU asciende en la actualidad a unos 700 mil millones de dólares, fuerza económica fundamental para los mercados internos.
De acuerdo al censo del 2000, de cuarenta millones de latinos, trece millones y medio de latinos de 16 años o más se dedican a labores administrativos o profesionales (18,1%), servicios (21.8%), venta y oficina (23,1%), construcción (2,7%) y producción y transporte (21,2%).
Los hispanos constituyen el grupo humano de mayor crecimiento en los EEUU. Desplazaron a la población negra y hoy de su 14% en relación a la población total, 7,7% son nacionales por nacimiento, lo que explica que en las protestas recientes hayan estado marcadas por la presencia numerosa de jóvenes norteamericanos de origen latino, a pesar de que muchos institutos de educación hostigaran y prohibieran la participación de los jóvenes en las marchas.
El voto latino ha cobrado gran importancia en las elecciones de EEUU. Cada día presidente, senadores y alcaldes depende más de este voto. De hecho, el Alcalde de Los Angeles, segunda ciudad en importancia ecónomica y numérica del país, es un latino. La cultura y la lengua hispana se afianzan dentro de EEUU.
No obstante, las reivindicaciones actuales son, como bien han señalado acuciosos analistas, de orden laboral. De allí la importancia de la solidaridad obrera, pues el desarrollo de estas luchas terminarán por fortalecer el movimiento obrero norteamericano logrando mejoras y preparándolo para mayores exigencias. Por nuestro lado, las expresiones de solidaridad fortalecerán los lazos con una comunidad que tiene nuestro idioma y nuestra cultura.
Como bien expresaba, Antonia Chávez, inmigrante con 40 años en San diego, al final de una de las marchas: “Fue largo y cansado, pero no importa. Sabemos que estamos luchando por algo justo… Pero quiero decirles a mis paisanos que se graben muy bien esto: en este país nada es gratis. Todo cuesta y hay que luchar para que nos respeten. Así que espero que esta marcha no sea la última”.
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