domingo, abril 23, 2006

EEUU : Los inmigrantes latinos despiertan

Por: Rafael Hernández Bolívar

En las últimas semanas manifestaciones de inmigrantes latinos y descendientes latinos han estremecido a los Estados Unidos de uno a otro extremo del territorio. Se trata de la lucha por la reforma de la Ley Sensenbrener, instrumento legal que criminaliza a los trabajadores indocumentados y a quienes los protejan o contraten.


Centenares de miles de trabajadores inmigrantes han recorrido las calles de las principales ciudades norteamericanas. Los Angeles, Chicago, San Diego, Dallas, Alabama, Minnesota, etc., son estremecidas por los gritos de “No somos criminales, somos trabajadores”, “En un país de justicia no hay lugar para leyes injustas”, “Si se puede. Reforma a la Ley Sensenbrener”.
Esta Ley -que ya fue aprobada por la Cámara de Representantes y actualmente se discute su aprobación por el Senado norteamericano-, ha recibido el más rotundo rechazo por parte de la comunidad hispana debido a que califica de crimen la residencia sin documentación en EEUU, distinta a la legislación actual que la califica de infracción. A las condiciones de inseguridad, bajo salarios y exclusión que caracterizan la relación laboral de los inmigrantes hispanos, se agrega ahora la criminalización de quienes le den trabajo o protejan. También la Ley incrementa los controles en la zona fronteriza y en los centros de trabajo, sometiendo a los trabajadores a una permanente persecución y hostigamiento.
La exigencia de la Reforma de la Ley pretende establecer condiciones de trabajo más justas y más humanas para los trabajadores inmigrantes y lograr la legalización de unos 12 millones de trabajadores que se encuentran en situación ilegal dentro de los Estados Unidos.
La gente ha perdido el miedo y salió a manifestar en forma pacífica. La prensa ha destacado que no se ha producido “ni una vidriera rota, ni un acto de violencia, ni un solo detenido”. Para el Primero de Mayo se plantea una jornada que se ha dado en llamar “Día sin latinos”, una huelga general que no sólo incluiría la paralización de industrias, sino también la huelga en el consumo ya que ese día no se adquiría ningún producto o servicio.
Estas manifestaciones han contado con el apoyo de grupos religiosos, dirigentes sindicales, organizaciones latinas, estaciones de radio y televisión y de legisladores demócratas. En el caso de estos últimos, movidos sin duda por el gran potencial electoral de la comunidad latina que es la minoría norteamericana más numerosa, alcanzando hoy más de 40 millones de miembros (14% de la población norteamericana). Igualmente ha contado con la simpatía de los obreros del mundo y con la solidaridad de los movimientos de cambio que hoy recorren América Latina.


Poder Latino
El economista Joseph Stiglitz ha dicho que “Estados Unidos es completamente dependiente de ese trabajo”. Más aún, los pronósticos señalan que necesitará aún más del trabajo latino en los próximos años no sólo por exigencias del desarrollo productivo sino porque requiere cubrir los puestos de trabajo liberados por el sistema de jubilación.
Por otra parte, el poder de compra de los hispanos residentes en los EEUU asciende en la actualidad a unos 700 mil millones de dólares, fuerza económica fundamental para los mercados internos.
De acuerdo al censo del 2000, de cuarenta millones de latinos, trece millones y medio de latinos de 16 años o más se dedican a labores administrativos o profesionales (18,1%), servicios (21.8%), venta y oficina (23,1%), construcción (2,7%) y producción y transporte (21,2%).
Los hispanos constituyen el grupo humano de mayor crecimiento en los EEUU. Desplazaron a la población negra y hoy de su 14% en relación a la población total, 7,7% son nacionales por nacimiento, lo que explica que en las protestas recientes hayan estado marcadas por la presencia numerosa de jóvenes norteamericanos de origen latino, a pesar de que muchos institutos de educación hostigaran y prohibieran la participación de los jóvenes en las marchas.
El voto latino ha cobrado gran importancia en las elecciones de EEUU. Cada día presidente, senadores y alcaldes depende más de este voto. De hecho, el Alcalde de Los Angeles, segunda ciudad en importancia ecónomica y numérica del país, es un latino. La cultura y la lengua hispana se afianzan dentro de EEUU.
No obstante, las reivindicaciones actuales son, como bien han señalado acuciosos analistas, de orden laboral. De allí la importancia de la solidaridad obrera, pues el desarrollo de estas luchas terminarán por fortalecer el movimiento obrero norteamericano logrando mejoras y preparándolo para mayores exigencias. Por nuestro lado, las expresiones de solidaridad fortalecerán los lazos con una comunidad que tiene nuestro idioma y nuestra cultura.
Como bien expresaba, Antonia Chávez, inmigrante con 40 años en San diego, al final de una de las marchas: “Fue largo y cansado, pero no importa. Sabemos que estamos luchando por algo justo… Pero quiero decirles a mis paisanos que se graben muy bien esto: en este país nada es gratis. Todo cuesta y hay que luchar para que nos respeten. Así que espero que esta marcha no sea la última”.

Nueva Tacagua, el gran fraude adeco


Por: Rafael Hernández Bolívar

Las penalidades sufridas por los habitantes de Nueva Tacagua a lo largo de treinta y dos años son de abundante conocimiento público: Derrumbes en sus vías de acceso, fractura y resquebrajamiento de edificios y viviendas, deterioro de las condiciones mínimas de salubridad e incertidumbre sobre el destino de centenares de familias. En fin, una urbanización construida sobre gelatina que le han llovido todas las calamidades.

Pero lo que no ha merecido su debida atención ni se le ha señalado su importancia es la responsabilidad de quienes tomaron las decisiones que condujeron al desastre que consumió ingentes cantidades de dinero público y condenó a toda una vida de dificultades, angustias y sufrimientos a sus desgraciados pobladores. Y los responsables tienen nombre y apellido: Los gobiernos adeco-copeyanos que desarrollaron un programa habitacional para una zona que de antemano se sabía inestable y cuyas construcciones terminarían por venirse abajo, arrastrando los sueños de casa propia y los limitados enseres domésticos.


Una larga historia

Se sabía desde 1938, a través de estudios fotográficos hechos desde el aire, que la zona presentaba deslizamientos muy importantes que permitían predecir un movimiento del terreno que se acentuaría con los años y que efectivamente se corroboró en las décadas sucesivas. Derrumbes frecuentes y grandes fracturas caracterizaron la zona desde 1938 a los años 70, agravado además con zonas de rellenos. No obstante, en 1974 se toma la decisión de adquirir esos terrenos y, peor aún, se inicia la construcción de 2.727 viviendas, agrupadas en lo que después hemos conocido como Nueva Tacagua.

En 1986 la Universidad Central de Venezuela hace importantes señalamientos técnicos al Inavi, recomendando la paralización de todos los proyectos de construcción para la zona, ya establecida como peligrosamente inestable. En ese mismo sentido y como tiro de gracia a un proyecto moribundo, al año siguiente, el Ministerio de Energía y Minas califica a Nueva Tacagua como zona de “riesgo elevado, generalizado y profundo”.

A partir de allí los habitantes del sector viven la angustia de sentir cómo se abren bajo sus pies el piso de sus viviendas. Su destino se hace incierto y los gobiernos sucesivos se desentienden de la situación. Abandonados a su suerte se acentúan los problemas sociales. La delincuencia y la inseguridad se adueña de sus calles, barracas y bloques. Se nombran comisiones del antiguo Congreso Nacional y del Concejo Municipal de Caracas quienes después de interminables estudios y entrevistas concluyen que Nueva Tacagua no tiene salvación. Pero no se toman las medidas que resolvieran el abandono de sus pobladores. A éstos nos les quedaba otro recurso que deambular en las antesalas de los ministerios, implorando una solución. Algunos de ellos introdujeron demandas de justicias ante el Tribunal Supremo de Justicia, aunque con limitado éxito.

Para marzo de 1999, con la llegada del Presidente Chávez a Miraflores, se asume responsablemente la situación y se declara la zona inhabitable. En un acto de gran trascendencia se implosionaron dos de los edificios afectados y el Presidente se comprometió con la comunidad en la reubicación de todas las familias. Concluye así esta aventura irresponsable, implementada por el Puntofijismo y se inicia el lento período de emigración, desmantelándose los grupos familiares y afectivos, en la búsqueda de casas habitables y dignas. El gobierno bolivariano ha desarrollado de manera intensa la atención de Nueva Tacagua a través de las misiones, mientras implementaba programas de reubicación de familias. Pero esto no ha sido fácil y sólo ahora el Ministerio de Hábitat y Vivienda ha logrado implementar un plan especial para el traslado de todos los afectados a terrenos seguros y a viviendas confortables.

Desde noviembre del año pasado se detectó un nuevo desplazamiento de tierra que ha obligado a desalojar aceleradamente algunos sectores. De hecho, los bomberos tuvieron que arrebatarles las familias al cerro; pues, este se venía abajo en pleno desalojo, sin dejar ni siquiera la oportunidad de salvar los corotos.


Los responsables

Al momento de hacer una evaluación de Nueva Tacagua no se puede olvidar a sus responsables. El gobierno de Carlos Andrés Pérez inició el proyecto y lo continuaron los gobiernos de Luis Herrera y Jaime Lusinchi. Sería incompleto el análisis si se queda por fuera la forma de gobernar del puntofijismo; si no se mencionan a los funcionarios que veían en cualquier proyecto una manera de apropiarse de los dineros públicos, sin importarles los perjuicios y el gran daño que se hacía a comunidades enteras. No nos cabe duda que quienes compraron esos terrenos sabían que allí no podía construirse y que quienes construyeron sabían que esas viviendas no podían sostenerse. Y, sin embargo, lo hicieron porque “lo importante es el negocio”. Al fin y al cabo, es el pueblo quien paga los platos rotos.

Tal cual, la táctica del rumor


Por: Rafael Hernández Bolívar


Las columnas de rumores constituyen una táctica concertada para crear matrices de opinión sobre la base de las mentiras y de las medias verdades. Se lanza una acusación sin fundamento alguno y se esconde con frases vagas como “se dice”, “se comenta”, “se conoce”, “se estableció” y otras de igual naturaleza. Pero en ninguna parte precisan quién lo dice y cuál es el soporte de la acusación. Se trata de un “ruido confuso de voces; vago, sordo y continuado”, como lo define el diccionario. Pero ruido que termina por afectar a quienes son acusados injustamente.



Recientemente la columna “Por mi madre” del periódico TalCual, con el método del rumor, hizo una grave acusación: “se dice que, al parecer la moto en la cual se desplazaba el asesino del reportero gráfico Jorge Aguirre, pertenece a la alcaldía de Freddy Bernal”, señalaba en su edición del 11 de abril. Agrega a la acusación otras frases con apariencia de verdades y afianzan la idea de que efectivamente de alguna manera la Alcaldía Libertador está involucrada con los hechos. La pretensión es sembrar la duda, abonar la acusación de un gobierno hostigador y asesino de periodistas.
Pero, ¿qué ocurre una vez establecida la verdad por parte de la Fiscalía y los cuerpos policiales? ¿Hay una admisión de culpa, una explicación del error o una expresión de disculpas hacia el afectado? ¡Nada de eso! Se continúa campante, fabricando y difundiendo nuevos rumores.


¿Qué hacer ante tales muestras de manipulación, de intenciones manifiestas de perjudicar la imagen de las instituciones y los funcionarios? Creo que los autores deben ser acusados de difamación. ¿Atenta esto contra la libertad de expresión? ¡En lo absoluto! Todos tenemos derecho a expresar libremente nuestro pensamiento. Pero a lo que nadie tiene derecho es a inventar rumores, ponerlos a circular y perjudicar a las personas.

sábado, abril 08, 2006

Víctimas inocentes


Por: Rafael Hernández Bolívar


En realidad, la expresión “víctimas inocentes” es errónea; pues, supone una contrapartida absurda: víctimas culpables. Pero, en el periodismo venezolano se ha generalizado esta expresión para referirse a las muertes en situaciones en que las víctimas no tienen ni arte ni parte en el suceso: personas que quedan atrapadas en un cruce de disparos o son sorprendidas por una bala fría en la sala de su casa o son confundidas y reciben las balas que tenían otro destinatario.

Pero esta expresión, además de errónea es injusta porque contribuye a ocultar la grave crisis de la seguridad personal y terminamos por acostumbrarnos a la muerte de un ciudadano a manos del hampa en algún atraco o en algún secuestro: Es lo normal, es lo esperado. Y hasta se le responsabiliza por hacer resistencia o tratar de defenderse. La descripción se convierte en causa: Fue muerto porque opuso resistencia. No porque un delincuente desalmado le dio muerte en un acto criminal.

En esta última semana han saltado de las páginas de los periódicos por lo menos seis casos de estas características, solamente en Caracas. Durante el atraco a una camioneta, una mujer se lanza del vehículo en marcha, causándole graves lesiones que la conducen a cinco días de agonía, hasta su muerte. Una maestra, acompañada de su hija de cuatro años, queda atrapada en una balacera hamponil y una bala le provoca la muerte en el acto. En otro atraco de camioneta, al momento de bajar del carro, a un delincuente se le escapa un tiro y da en el rostro de uno de los pasajeros, ocasionándole la muerte. Una joven embarazada es muerta, en el interior de su casa, alcanzada por una bala fría.

Finalmente, muchas de estas muertes ni siquiera son investigadas. ¿De dónde vino la bala que dio muerte a quien estaba tranquilamente en un sillón en la sala de su casa? ¿Se toman las molestias para realizar estudios de balísticas y la planimetría correspondiente que permita ubicar el sitio exacto de donde salió el disparo? ¿Qué bandas eran las que se enfrentaron esa noche? ¿Cuál de ellas ocasionó la muerte? ¿Cuál fue el arma y quien disparó?

Parece que la policía tiene mucho trabajo con las muertes motivadas para investigar además estas otras, casuales e inmotivadas. Los daños colaterales de una guerra que está ganando la delincuencia.