Por Rafael Hernández Bolívar
En la noche del domingo 5 de julio, miles de personas celebraron en las calles y en las plazas de Grecia la amplia victoria del pueblo en el referendo celebrado ese día. Con una diferencia de mas de 22 puntos porcentuales a favor, el NO se hace con una amplia victoria. De esta manera, los griegos responden con dignidad al chantaje, a las amenazas y a las acciones de terrorismo económico y psicológico con que la troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y la Comisión Europea) intentaba humillar y doblegar la voluntad popular de justicia y soberanía.
No es no
Cinco años de sometimiento a las recetas neoliberales de la troika condujeron a Grecia a la bancarrota. Siguiendo sus instrucciones fueron despedidos miles de trabajadores, disminuido el monto de las pensiones, aumentados los impuestos, recortados los programas sociales, de educación y de salud. Pero la aplicación de todas estas medidas sólo trajo pobreza y un engrosamiento colosal de la deuda externa. El Producto Interno Bruto disminuyó en un 25%, haciendo imposible el pago de la deuda y el sostenimiento del país.
Peor aún, toda estas medidas lograron transferir deuda privada al Estado, convirtiendola deuda pública mediante una estafa insólita. Se maquillaron los estados cuentas en función de obtener préstamos que luego pasaban casi íntegros al sector bancario, básicamente alemán y francés, y una parte menor para la banca privada griega. Notitia criminis: Mario Draghi, actual presidente del Banco Central Europeo, era vicepresidente de Goldman Sachs International, la empresa que ayudó a ocultar la situación real de Grecia. Un caso emblemático señalado por Varoufakis: Del préstamo de 26 mil millones de euros otorgados por España, sólo el 9% ingreso a las arcas griegas. El 91% restante fue abonado directamente a los bancos matrices de Alemania y Francia para solventar las dificultades de sus sucursales griegas.
Ante esta situación, Alexis Tsipras, Primer Ministro griego, planteó la necesidad de renegociar la deuda en términos de justicia que permitiera no sólo el cubrimiento de los compromisos legítimos sino también la recuperación de la economía y el sostenimiento de las necesidades básicas del pueblo. Sin embargo, tercamente, la troika rechazó los planteamientos del gobierno griego y exigió que Grecia continuara aplicando las medidas ya fracasadas. Más aún, formula un ultimátum en términos de que si no aplica las medidas establecidas suspenderá los créditos y ayudas programadas.
En respuesta a este ultimátum, en una acción audaz, a la par que de gran responsabilidad histórica y sentido democrático, el Primer Ministro Alexis Tsipras convoca a un referendo en el cual el pueblo manifieste su voluntad de aceptar o rechazar las condiciones de la troika.
Por su parte, en una muestra descarada de intromisión en una consulta cuya decisión sólo le corresponde al pueblo griego, la troika suspende las conversaciones con el gobierno de Tsipras y corta el flujo de liquidez necesaria para el funcionamiento de la economía, lo que obliga a cerrar los bancos. Ambas medidas estaban dirigidas a crear incertidumbre y miedo entre la población que debió decidir en este escenario de angustia y de chantaje. Con toda razón, Yanis Varoufakis, dijo: “Lo que hacen con Grecia tiene un nombre: terrorismo”.
A nivel interno, la derecha griega secunda la posición de la troika y acentúa el terror. Los medios de comunicación privados despliegan una campaña histérica pintando las catástrofes que caerán sobre Grecia si se atreve a desafiar el poder omnímodo de la troika. Muestra hasta la exageración las dificultades ocasionadas por el cierre temporal de los bancos: Las colas, los pensionados que no pueden sacar dinero para cubrir necesidades básicas o compra de medicinas, etc. Y a su vez, presentan todo esto como un adelanto de las dificultades futuras que se confrontarían si no se vota por el SI; es decir, si no se obedecen las medidas de la troika. Todo ello produjo un impacto negativo en las encuestas iniciales que daban una abrumadora ventaja a la intención del voto por el NO y llegaron a colocar las opciones en un virtual empate técnico. Sin embargo, pudo más el pudor y la dignidad del pueblo griego que supero el chantaje y el terrorismo económico, revirtió la tendencia de las encuestas y ejerció en las urnas su voluntad soberana de decidir su futuro.
Alexis Tsipras, forjador de la victoria
El Primer Ministro griego dijo que la democracia no podía ser sepultada en el país en donde tuvo su origen. Acudió con plena confianza al pueblo. Tiene la absoluta convicción de que sólo la voluntad del pueblo es inapelable. Al acudir a las urnas a depositar su voto, a primera hora de la mañana, expresó: “Hoy Grecia toma en sus manos su destino… Nadie puede ignorar la voluntad de los griegos. A partir de mañana se abre un camino, para todo el pueblo griego, de regreso a los principios fundamentales de la democracia y de la solidaridad en Europa, a una Europa de dignidad”.
Al cierre de la jornada toma de nuevo la palabra para decir: “El referendo es en si mismo una victoria. Hemos demostrado que la democracia no puede ser chantajeada… Es necesaria la reestructuración de la deuda y mañana mismo reiniciaremos las conversaciones”. Hay, por supuesto, a partir de ahora, una diferencia importantísima: La explícita decisión del pueblo de rechazar los términos y ultimátum de la troika.
El voto de este 5 de julio, como lo ha calificado Yanis Varoufakis, ha sido un voto valiente. Corresponderá al gobierno griego implementar la ruta posible del mandato popular y asumir los retos y las dificultades en estrecha comunicación y participación del pueblo.