Rafael Hernández Bolívar
Los resultados del referendo establecerán la postura de rechazo o aceptación que asumirá el gobierno griego ante las exigencias leoninas del FMI, del BCE y de la CE.
La interpretación es clave
La verdadera discusión sobre el referendo griego girará en torno a la interpretación de sus resultados. En general, se admite que el gobierno del Primer Ministro Alexis Tsipras ha tomado la decisión de su convocatoria inspirado en un claro sentido de responsabilidad política y en un profundo espíritu democrático.
La actitud obcecada de la troika pretendía arrinconar al gobierno surgido de las elecciones libres del pasado enero. Exigía que ese gobierno renunciara al claro mandato de renegociación de la deuda y, en su lugar, continuara aplicando los programas de austeridad que han empeorado la situación económica y social griegas. La política de recortes derivada de los contratos de cancelación de la deuda le está haciendo un terrible daño al país y lo han conducido a la bancarrota. En cinco años de aplicación de estas directrices, el PIB se ha reducido en un 25%, ha crecido la deuda de manera exorbitante y, para las generaciones presentes y futuras, se han hecho dramáticas las consecuencias derivadas de esta situación.
El gobierno ha solicitado la opinión al pueblo para darle fuerza a sus posturas en la mesa de negociación. Si gana el SI, el gobierno negociará sobre la base de la agenda establecida por la troika; esto es, procurar flexibilizar las condiciones y los plazos previamente acordados, pero cediendo en las exigencias de la troika. Si gana el NO significa que el gobierno de Tsipras rechazará rotundamente las exigencias de los representantes del FMI, BCE y CE y sostendrá la reestructuración de la deuda como punto de partida de las negociaciones.
En el referendo no se decide sobre la salida o no de Grecia de la Unión Europea. No se escoge entre continuar o no con el euro como moneda griega. Tampoco se decide la continuidad o no del gobierno de Tsipras. Sin embargo, la derecha internacional agrupada alrededor del neoliberalismo utilizará en forma acomodaticia los resultados. Si gana el SI intentarán aprovechar la victoria para intentar desalojar del poder a Syriza. En esa línea, Mariano Rajoy ha dicho que “sería bueno que ganara el SI”. Pero si el victorioso es el NO, la troika ignorará los resultados y continuará férreamente en sus exigencias de recortes y de los montos y plazos establecidos. Es decir, los resultados se respetan solo si son favorables a sus posiciones.
El oportunismo de la troika
La troika ha puesto al gobierno griego contra la espada y la pared, lo que ha obligado la convocatoria del referendo. Adicionalmente, también esos representantes que ejercen su cargo por decisiones burocráticas del FMI, BCE y CE, toman dos decisiones destinadas a influir en los resultados del referendo: 1) Bloquean el flujo de liquidez a Grecia hasta la realización del referendo y obliga de esta manera al gobierno a tomar la decisión de cerrar los bancos y restringir el uso de efectivo. 2) Se niegan a continuar las negociaciones con el gobierno griego hasta después del referendo. No porque estén dispuestos a acatar la decisión del pueblo sobre si acepta o no las condiciones leoninas que rigen las exigencias de pago de la deuda. En realidad, sea cual sea el resultado, esas condiciones las mantendrán inalterables. Lo que aspiran es a que los resultados las refrenden y que, a partir del lunes, las conversaciones continúen orientadas por sus exigencias.
La política a gran escala
El gobierno griego surgido de las elecciones de enero de este año lucha por renegociar la deuda externa en condiciones de justicia que permitan no sólo honrar los compromisos de pago sino también la recuperación económica del país y alcanzar un digno nivel de bienestar social para el pueblo. En función de este objetivo, impulsó reuniones con el Eurogrupo (formado por los ministros de economía de 18 países europeos), cumplió con los compromisos previamente adquirido, nombró una Comisión Internacional sobre la Deuda Griega que estableció el origen y la legalidad o no de parte importante de esa deuda y formuló propuestas para iniciar conversaciones que condujeran a la reestructuración de la deuda.
Esta posición ha sido torpedeada y combatida frontalmente por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea y, de manera más o menos velada, pero, no menos efectiva, por Alemania y Francia, secundada por otros países miembros de la Unión Europea. La razón de esta oposición rebasa el área económica, obedeciendo a intereses políticos de dominación dentro de la Unión Europea y de disuasión a los movimientos de cambio que irrumpen hoy en España y en otros países.
El gobierno griego no ha hecho otra cosa que obedecer el mandato dado por el pueblo. Joseph Stiglitz advirtió con lucidez al momento de la victoria de Tsipras: “si Europa le dice no a la demanda de los votantes griegos en cuanto a cambio de rumbo, esta diciendo que la democracia no es importante”. Y es que precisamente lo que está en juego es si los gobiernos hacen lo que digan los representantes de los organismos financieros internacionales y no lo que mandata el pueblo.
Se ha planteado cobrarle a Grecia la rebeldía y con su humillación disuadir a otros de sus pretensiones de libertad y soberanía. Por eso, desde todo los rincones del mundo llegan mensajes de solidaridad. Hay mucho aliento democrático y reivindicación en la postura griega: “Asumimos hoy una responsabilidad histórica en favor de las luchas del pueblo helénico y de la protección de la democracia y de nuestra soberanía nacional… por las futuras generaciones, por la historia de los griegos… Por la soberanía y la dignidad de nuestro pueblo”, ha dicho Alexis Tsipras.