Por Rafael Hernández Bolívar
Vargas Llosa tiene un pensamiento político reaccionario y asombrosamente atrasado. Pero sus opiniones sobre los aires de cambio que en este momento se están impulsando en Grecia son ya francamente trogloditas, desinformadas, cavernarias, por decir lo menos.
En exhibición pasmosa de lo en verdad piensa y le importa la democracia, le recomienda a Tsipras que, “ahora que tiene responsabilidades de Gobierno”, archive las promesas electorales por las cuales recibió el apoyo del pueblo y se dedique a aplicar las políticas de recorte y hambre aprobadas por la Troika (CE, BCE y FMI). “Si no lo hace –amenaza Vargas Llosa- se enfrenta a la bancarrota, a salir del euro y de la Unión Europea y a hundirse en el subdesarrollo”, como si Grecia se encontrara en situación boyante y de desarrollo pleno.
Por si fuera poco, contra todos los datos económicos que demuestran lo contrario, Vargas Llosa fundamenta esa recomendación en su convencimiento de que la culpa del desastre griego la tienen los griegos y no las políticas impulsadas por Alemania y los organismos mencionados. No mira los datos que dicen que esa política “talla única” hundió aún más a los países que estaban en peor situación: España, Portugal y Grecia y ha sido el mecanismo usado por el gran capital para convertir la deuda privada en deuda pública.
Más le valdría a los dirigentes de Syriza prestar oídos a Joseph Stiglitz -que sin duda sabe más de economía que la desvergonzada ignorancia de Vargas Llosa en esta materia. Afirma Stiglitz que “si Europa le dice no a la demanda de los votantes griegos en cuanto a cambio de rumbo, esta diciendo que la democracia no es importante”.
A Mario Vargas se le han multiplicado los frentes. Ahora, además de atacar con mentiras y simulaciones a Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Brasil, Argentina y Cuba, tiene que vérselas también con los griegos y, por si fuera poco, en el horizonte español se anuncia una aurora de batallas.