Por: Rafael Hernández
Bolívar
Quizás Ernesto
Villegas deba su nombre a Ernesto Che Guevara. Dos elementos sugieren esa
posibilidad: La ubicación de su familia en el campo de la lucha social y el año
de su nacimiento, 1970, cercano temporalmente a la muerte del Che. De esta
manera, su nombre deviene en homenaje personal de sus padres al paradigma
moral, corajudo y solidario que representa el guerrillero heroico para todos
los luchadores por un mundo más justo y más humano.
Quienes se identifican con el signo
zodiacal que les tocó en suerte, tienden a desarrollar los sentimientos, las actitudes
y las conductas correspondientes al signo –no porque los empuje a ello ninguna
fuerza cósmica sino porque tales características le resultan dignas de su
esfuerzo y trabajan para adquirirlas-. Igual, siento yo, que de manera
consciente o inconsciente, Ernesto Villegas ha desarrollado un compromiso y una
conducta que recuerdan al Che: Solidaridad y clara ubicación con los explotados
y oprimidos, compromiso en la acción, honestidad, transparencia y coraje en la
lucha sin cuartel contra los enemigos de los pueblos en donde quiera que estén.
Tal reflexión surge no ahora a propósito de
la actual lucha electoral. Estas ideas me las despertaron los acontecimientos
de abril de 2002. En pleno golpe de Estado, -incluido Carmona en Miraflores-,
en la mañana del 12 de abril veo, para mi sorpresa, en la Avenida Urdaneta a
Ernesto Villegas, solitario, caminando y respondiendo saludos de quienes le
reconocían, con la tensión en el rostro propia del momento; pero, la mirada
firme, valiente, sin miedo, repudiando la felonía. Pensé, en ese momento, “estos
son los héroes civiles que necesitamos, los que no abandonan su puesto de
combate y salen a la calle a decir su verdad, con coraje, asumiendo el riesgo
de sus ideas”.
Once años transcurridos desde ese día se han
encargado de demostrar una solidez de roca en los principios con que ha
cumplido sus responsabilidades: Honestidad, transparencia y una inamovible
identidad con los necesitados. Más aún, ha sumado otras: capacidad para
organizar, para dirigir y para escuchar y recoger lo que siente y dice el
pueblo.
Tendremos un Alcalde Mayor excepcional, de
los nuestros.