Rafael Hernández Bolívar
Capriles dice: “Se robaron las elecciones”. Sin presentar
pruebas de ninguna irregularidad que diga qué se alteró y cómo esa alteración
modificó los resultados. Sólo acusaciones e insultos.
Afirma que los votos que él sacó son los que dice el CNE;
pero, niega que los votos de Maduro sean los que dice ese mismo organismo.
¿Cómo sabe que esto es así? ¿Hay diferencias en la suma de las actas que tienen
en su poder? Sería sencillísimo para él presentar estas actas como prueba ante
el país. ¿Por qué no lo hace? Porque las evidencias pulverizarían su patraña.
Acumula actas de defunción para que el CNE diga si tales
personas “votaron” el 14 de abril. Es decir, el punto de partida no es que
Capriles tiene la información de que una persona fallecida “votó”. No. Se trata
de que el CNE verifique si una persona fallecida aparece en el registro
electoral; ver dónde le correspondería votar; verificar si votó; si lo hizo por
Maduro y, por supuesto, determinar quién se hizo pasar por el difunto y cómo
logró engañar a la captadora de huella, a los testigos (incluidos los de la
MUD), a los funcionarios del CNE, militares, a los acompañantes y observadores
internacionales, etc.
Adicionalmente, los muertos no son de una sola entidad
federal. Estarían repartidos en todo el país. Para ponerlos a votar se requiere
no sólo de la manipulación de las máquinas electorales sino de infinidad de
personas reales que coloquen sus huellas en las captadoras y sus firmas en los
cuadernos de votación.
Es decir, Capriles exige que el CNE investigue a partir de
una hipótesis sin indicios, sólo sobre la base del capricho o el “pálpito”
interesado de la MUD. Por esta vía, bien pudieron solicitar exámenes de orina
para ver si había en los testigos rastros de somníferos que demostraran cómo
habían sido dormidos y anulada su voluntad durante el proceso electoral.