Por: Rafael Hernández
Bolívar
La prensa reseña que en Galicia un hombre manifiesta
agradecimiento y hasta satisfacción porque un banco le ha quitado su casa. Y va a más: Pide, acompañado de otras
personas en situación similar, que otros bancos sigan este ejemplo de dejar a
familias sin casa a cambio de sus hipotecas. http://www.farodevigo.es/comarcas/2012/01/29/gallego-salda-hipoteca-entregar-piso-proteccion-oficial-banco/619000.html
De lo que se trata es que en España las deudas se respaldan
no sólo con el inmueble hipotecado sino con cuanto posea el deudor y, en caso
de ejecución de la hipoteca, si ésta no cubre la deuda, se embargan las
cuentas, el automóvil, el televisor, la nevera y cuanto patrimonio habido y por
haber pueda saldar la totalidad de la deuda.
Se entiende así la alegría del sin casa de la noticia. De esta manera
logra que cesen la persecución y el permanente arrebato de sus bienes.
Le venden la casa por encima de su valor; le quitan la
inicial y al saldo le suman los intereses; el comprador paga sus cuotas,
aportando una minúscula porción al capital y la mayor parte a los intereses. Si
se queda sin trabajo, el banco le quita la casa y cuanto posea para cancelar la
deuda. ¿Y el Estado? Le dice que el banco tiene toda la razón.
¿Por qué ocurre? Porque la ley lo establece así. Porque la
explosión de la burbuja inmobiliaria barrió los precios inflados. Porque la
crisis ha dejado sin trabajo a los deudores. Porque los jueces aplican leyes
que benefician al capital y los legisladores no respaldan leyes que perjudiquen
a los poderosos.
Por contraste, se manifiesta la diferencia entre un Estado
de Derecho a secas y un Estado Democrático y Social de Justicia y de Derecho
como el que establece la Constitución venezolana. Aquí los ojos y el corazón
están puestos en lo humano, no en los intereses del capital.