Por: Rafael Hernández
Bolívar
Los españoles no saben lo que hará Mariano Rajoy cuando
llegue a la presidencia. Su campaña se ha basado en el silencio. Ha mostrado
cualidades excepcionales para evadir preguntas y planteamientos directos. Lo
que llega a decir no tiene atractivo alguno. Son generalidades y expresiones de
buenos deseos e intenciones vagas. “Quiero recuperar la confianza en nosotros
mismos y la de Europa en nuestra economía”, ha dicho. Ni siquiera en el debate
televisado de hace unos días, Rubalcaba, su oponente, logró sacarle alguna idea
o plan concreto. Se sabe ganador. Beneficiario del descontento y la frustración
de unos votantes azotados por la crisis. Sus réditos son la rabia, el voto
castigo, la apuesta azarosa por salir cuanto antes de un gobierno que no acertó
en resolver la caída de la economía, el desempleo, los desalojos, los efectos
en la seguridad social, en la educación, etc.
Piensan que el que venga no puede empeorar las cosas. Se
equivocan. Siempre la situación puede ir a peor. Y, en este caso particular,
todo indica que se acentuarán los males derivados de la crisis del capitalismo.
Sobre todo, se acentuarán por la aplicación del programa que Rajoy ha mantenido
en secreto; pero, que su currículum permitiría temer con sobradas razones: Su
rol de defensor de los intereses de los ricos presagia un despiadado programa
de shock. No podría esperarse menos de
quien ha planteado en otras oportunidades, con toda claridad, el programa
neoliberal. Disminución de impuestos a las empresas, recortes a la seguridad
social, posiciones éticas retrógradas, al más radical estilo de la Palin y el
Tea Party norteamericano, sus mentores ideológicos, etc.
Estas elecciones españolas serán aleccionadoras para la
lucha política venezolana. Por contraste, reivindicarán la importancia del
debate político, la necesidad de llamar las cosas por su nombre, de
desenmascarar a los enemigos del pueblo, a los intereses capitalistas e
imperialistas, a sus representantes criollos, etc. Un proceso electoral es una extraordinaria
oportunidad para desarrollar pedagogía política, hacernos conscientes de las
verdaderas causas de los males económicos-sociales y plantear con claridad la
alternativa socialista como el medio válido para conquistar una sociedad más
justa, más humana y más solidaria.
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