Por: Rafael Hernández Bolívar
Durante la guerra civil
norteamericana Ulysses Simpson
Grant ganaba batallas y ascensos.
Algunos generales de la unión, envidiosos de esos éxitos, objetaban los
ascensos descalificándole y acusándole de borracho. Lincoln le defendía
diciendo que era un borracho que ganaba batallas. Y, cuando los más pacatos
exigieron la destitución de Grant por ser aficionado a la bebida, Lincoln ya
exasperado, respondió «¿De veras? Pues entonces procuren saber cuál es la marca
de su whisky predilecto. ¡Mandaré un barril a los demás generales!». El General
Grant terminó siendo el comandante de la
Unión y vencedor de la contienda. No por borracho, sino por estar del lado de
las fuerzas de la historia.
Hay un empeño –a mi juicio
equivocado- por parte de las fuerzas revolucionarias en denunciar y demostrar
que Pablo Pérez es un borracho. Persisten en este empeño con tal ahínco que
prácticamente no hay página de opinión o programa radial o televisivo donde no
se reitere la acusación. Parecen empeñados en sostener que si no fuese por ese
defecto sería el candidato perfecto y ganaría sin dificultades la presidencia
de la República.
Por supuesto, Pablo Pérez como
gobernador está muy lejos de ser un
ganador de batallas. Es manifiesta su incapacidad adeca para resolver los
grandes problemas del Zulia. Tampoco su
condición de beodo es una credencial para optar a la primera magistratura
nacional. Pero, repito, esta insistencia por nuestra parte en los tragos que
toma y sus ridiculeces de borracho, termina favoreciéndolo. Uno, porque no se
centra la crítica ni la censura en lo fundamental: lo que él significa como
representante de la derecha venezolana y, dos, porque la exaltación de este
defecto minimiza otros que son claves para el ejercicio de la Presidencia de la
República: Ausencia de ideas y programas apegados a los intereses nacionales y
al desarrollo social, que permitan resolver con éxito los grandes retos del país.
Finalmente, para el venezolano
común, borracho no es quién eventualmente se toma unos tragos o, incluso, llegue
a pasarse de tragos. Borracho es el bebedor consuetudinario en bares y
esquinas. En ese sentido, puede sentir esa acusación como injusta y exagerada
y, negándose esa condición para sí mismo, terminará por solidarizarse con el
acusado. ¿No recuerdan la exitosa consigna adeca “Jaime es como tú”?