Por Rafael Hernández Bolívar
Tal pregunta y tal respuesta deben cruzar por el pensamiento del Presidente Maduro cada vez que escucha a la oposición conspiradora utilizar la palabra ‘resistencia” en los discursos con que ella pretende justificar su conducta antinacional y antidemocrática. Es la misma sensación que tenemos la mayoría de los venezolanos cuando se pretende arropar con esta palabra tantos desmanes sufridos como pago oneroso e injusto en la defensa de la democracia y del aliento del sueño socialista.
Han intentado todo. Durante dieciocho años los EEUU y sus secuaces criollos han recurrido al paro petrolero, al paro general, al golpe de Estado de brevísima duración, a huelgas, a manifestaciones callejeras, a guarimbas, a las navidades tristes, a La Salida, al asesinato, a la quema de seres humanos, al sabotaje económico, a la conspiración financiera, etc., y a todo lo que puede generar una mente obsesionada por el poder de clase que no le importa la gente, los ciudadanos, el país, las instituciones.
No obstante hay constantes que signan el comportamiento político de esa oposición: La mentira, el engaño, la manipulación, el irrespeto a los principios democráticos y, sobre todo, la presencia permanente de intereses trasnacionales en el asesoramiento, financiación y apoyo mediático de ese comportamiento. ¡Gran capacidad de resistencia tienen el gobierno y el pueblo venezolanos para soportar estoicamente dieciocho años de hostilidad abierta de una maquinaria descomunal, sin cortapisas morales y sin respeto por el derecho a la autodeterminación de los pueblos! Resistencia, esta sí, ¡por la paz, por la convivencia, por el estado de derecho y por la democracia!
Además de la ausencia de razones loables, la oposición la hunde su descaro, el desparpajo con que exhibe sus traiciones y el cinismo en su entrega al imperialismo. ¡Ya ni se necesitan argumentos para demostrar la guerra económica, la dependencia rastrera de las directrices yanquis o el irrespeto que tienen por los venezolanos o las leyes!
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