Por: Rafael Hernández Bolívar
El camuflaje es una de las conductas políticas más perniciosas al proceso bolivariano y, aparentemente, de mayor rentabilidad para sus practicantes. Los camuflados adoptan el lenguaje y las consignas revolucionarias para pontificar sobre las posiciones supuestamente más radicales y más puras desde el punto de vista ético. A partir de ubicación tan privilegiada, dispensan calificativos y clasificaciones: Fulanito es auténtico revolucionario, el otro es oportunista, el otro es “cuerda floja”, etc.
Tales calificaciones le ofrecen una ventaja: Sus opiniones políticas están libres de cuestionamiento y discusión.
Si se insiste en la necesidad de profundizar la democracia como característica esencial de la Revolución Bolivariana y componente fundamental del socialismo del siglo XXI, el camuflado argumenta que con ésto se le hace el juego a la derecha; pues, tal insistencia sólo le ofrece espacios para que desde allí conspire contra la Revolución. A su juicio, los demócratas no son más que falsos revolucionarios. Desconocen que la democracia es para todos y a quien realmente le interesa es a la mayoría del pueblo, independientemente del beneficio circunstancial de un sector minoritario y los fines que tal sector se proponga.
Si se insiste en la necesaria eficacia y transparencia en el uso de los recursos del Estado en la solución de los problemas sociales, rápidamente se arguye que esa insistencia es la manera de entorpecer y burocratizar las gestiones del gobierno; de impedir que se resuelvan las dificultades y allanen las soluciones. De esta manera se justifica no presentar cuentas a nadie; pero, sobre todo, permite disponer de los recursos a sus anchas, bien como peculio personal o bien usándolos de manera irresponsable y caprichosa.
Si de posiciones esencialistas se tratara, deberíamos concluir que para el verdadero revolucionario no hay espacios vedados a la crítica y sólo la discusión abierta de la revolución en todas sus fases y aspectos podrá superar escollos grandes como la corrupción y las tendencias autoritarias.