miércoles, febrero 01, 2006

El liderazgo opositor



Por: Rafael Hernández Bolívar

José Vicente Rangel, Vice-Presidente de la República, ha dicho que la marcha realizada por la oposición del domingo 22 de enero no se merece los discursos que dieron los oradores de ese día. En realidad se quedó corto. Lo que no merece esa marcha -ni la oposición en general- son los dirigentes que se atribuyen su liderazgo. Otros discursos pronunciados por esos mismos dirigentes hubiesen resultado igualmente insustanciales. Porque la capacidad motivadora del discurso depende en gran medida de quién lo dice y no sólo de lo que se dice, de los conceptos y las propuestas que se ponen en circulación.
Ramos Allup y Antonio Ledesma no pueden sino espantar a los venezolanos. Su vinculación con la gestión de los gobiernos de la Cuarta República los hace responsables del desastre que provocaron en el país y los ciudadanos de sano juicio no pueden confiar en prédicas unitarias y propuestas de salvación nacional en boca de quienes tienen un historial de zancadillas, de indiferencias ante los problemas del pueblo y de gestiones plenas de corrupción e ineficiencia. ¿Cómo escuchar a Ledesma y no recordarlo fingiendo dificultades respiratorias en una manifestación en La Guaira, -mascarilla de oxígeno incluida- cuando minutos antes, segundos antes de la llegada de la televisión, con envidiable salud gritaba órdenes a sus ayudantes? ¿Puede semejante farsante decir algo honesto y convincente?
No se trata de que el gobierno defina la oposición que le convenga ni mucho menos que defina quienes deban ser los dirigentes opositores. Lo que los venezolanos aspiramos es a líderes responsables, genuinamente comprometidos con el país; aunque tengan propuestas distintas a las que sostiene la mayoría hoy agrupada alrededor del proyecto revolucionario.
Una oposición así, en su lucha por ganar el apoyo de los grandes sectores populares, difundirá ideas y proposiciones; criticará al gobierno en tanto sus prácticas resulten negadoras del nuevo programa y apoyará lo que sea bueno para el país. Este proceso de discusión y enfrentamiento sería sumamente enriquecedor.

Ganaríamos todos.

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