Por: Rafael Hernández Bolívar
En santísima alianza la oposición se lanza en una nueva cruzada. Primero Justicia, Movimiento al Socialismo, Izquierda Democrática, La Causa Radical, Solidaridad, Gente del Pueblo, Nueva Democracia, Asamblea de Educación y Compromiso Ciudadano, -más nombres que gente- unen sus fuerzas. Ahora se trata de “devolver” el contenido de la institución del voto. A su criterio, el gobierno “ha vaciado de contenido la institución democrática del voto” y los venezolanos han distorsionado el valor y la significación que el voto tenía en los mejores momentos de la Cuarta República. Lamentablemente no explican en que consiste la distorsión.
Si evaluamos por contraste lo que era la práctica del voto en el pasado y lo que es hoy, esta concepción de la oposición no puede menos que lucir atrasada y antidemocrática. Nunca como ahora el voto ha sido un instrumento de decisión trascendente en la vida política del país. Por el voto el pueblo decidió un nuevo presidente, una nueva constitución, eligió representantes del poder local, ratificó en un revocatorio a su presidente, etc., y sobre todo, resolvió conflictos políticos que en otra época no era posible resolver sino a plomo limpio. Vale decir, en contraste con la rutina de escoger cada cinco años entre candidatos que representaban lo mismo, entre los candidatos de AD y Copei; por primera vez, utilizando el voto como arma, el pueblo ha decidido transitar un camino absolutamente nuevo y ha hecho de la participación un evento cotidiano.
Hay más: En la infinidad de formas organizativas que han surgido al calor del proceso bolivariano, se instrumentan decisiones sobre la base del voto de los miembros de comités de salud, de tierra, de cooperativas, de equipos de trabajo, de asociaciones de vecinos. El voto representa la voluntad y la decisión de los ciudadanos.
¿Significa que para la oposición el verdadero sentido del voto es el de la escogencia entre sus candidatos? En este caso, la tarea que se han propuesto resulta muy cuesta arriba.