Por Rafael Hernández Bolívar
En su libro recientemente publicado, La idea de comunismo, Slavoj Zizek, recordando a Hegel, plantea que la repetición de un acontecimiento histórico es un signo de que nos encontramos ante un hecho de significación profunda, estructural. La prolongada crisis del capitalismo de nuestros días es clara ilustración de la validez de esta reflexión y la búsqueda de salidas a la crisis obliga replantear ensayos y proposiciones gestadas por quienes racionalmente impulsan estrategias y programas desde experiencias, perspectivas y contextos diferentes.
Es así como, compartiendo aspectos básicos de la caracterización de esa crisis, de la identificación de sus aspectos fundamentales y sus factores y responsables que la generan, los pueblos despliegan sus esfuerzos para impulsar sus grandes reivindicaciones creando pivotes que le permitan construir un futuro diferente al sin fin de calamidades que confrontan en una crisis que reparte de manera desigual sus consecuencias.
En Venezuela, se ha dado aliento a una revolución inclusiva en términos sociales, a lo interno y, en términos regionales, en lo que tiene que ver el destino de Latinoamérica. Todo ello en permanente confrontación a los ataques de la derecha criolla e internacional.
En España, los caminos que transitan los sujetos revolucionarios son diferentes; pues, la realidad también lo es, aunque los estragos provocados por la crisis tengan el común origen del agotamiento del capitalismo. Algunos compañeros se han mostrado incomprensivos o confusos con esos caminos.
Bueno es decir que en una sociedad que aún tiene Monarquía, la Iglesia tiene un peso importantísimo no sólo en el ámbito religioso sino incluso en su poder económico e ideológico y el pueblo está aún anestesiado con el discurso distorsionado del franquismo y su prolongación ideológica en la estructura mediática dominante; en fin, en tal situación, no hay mucho margen de maniobra para plantear los cambios necesarios.
Unidos Podemos trabaja con lo que hay.