Por Rafael Hernández Bolívar
Yannis Varoufakis, el exministro griego de finanzas que renunció a su cargo en protesta contra los programas de hambre que la Troika impuso a su pueblo, insiste en que, siendo monolítica la política neoliberal que el gran capital ha impuesto en Europa, debe ser igualmente unitaria la respuesta de los pueblos sometidos a esos planes de “austeridad”. En sus palabras: “trasladar el espíritu de la primavera griega al corazón de Europa”. Es lo que denomina “El Plan B”.
Los grandes capitales, encarnados en los gobiernos de Alemania y Francia, secundados por líderes y autoridades entreguistas y colaboracionistas del resto de países de la Unión Europea, han desplegado una política económica a imagen y semejanza de sus intereses. Los gobiernos que se atrevan a rebelarse a esa política son sometidos y humillados, cercenándoles flujos financieros fundamentales e hipotecándoles su futuro, tal como ocurre hoy con el pueblo griego y como ocurrirá inevitablemente con cualquier gobierno que se rebele sin contar con el apoyo unitario y combativo de los movimientos políticos progresistas del resto de Europa, forma de contrarrestar el poder de la Troika.
Las protestas de los indignados y de los obreros franceses en rechazo a la reforma laboral promovida por el gobierno de François Hollande, -muy parecida a la aprobada en España de acuerdo a los analistas; pues, al fin y al cabo se trata de seguir las directrices dictadas en Bruselas- viene a demostrar la urgencia de que el “El Plan B” sea implementado de inmediato. Las agresiones al Estado de Bienestar (recortes a la sanidad, a la educación y a los programas de protección social) y el comportamiento vergonzoso ante la ola de refugiados, abandonados primero y hostigados después, responsabilidad de los gobiernos europeos, hermana a los pueblos en la lucha por una nueva situación y por la derrota de tales políticas.
La solidaridad internacional y la convergencia de acciones son divisas fundamentales en la lucha de hoy.