miércoles, enero 28, 2015

Grecia: El mundo es un pañuelo


Por: Rafael Hernández Bolívar

Estos son momentos de esperanza en Grecia y alguien podría preguntarse si se justifica la alegría manifestada por muchos venezolanos ante la victoria de Syriza, la unidad de izquierda ganadora de las últimas elecciones, y la juramentación de su lider, Alexis Tsipras, como Primer Ministro. O, dicho en otros términos: ¿qué tiene que ver con nosotros lo que ocurre en ese país?
Los griegos tienen que ver mucho con los venezolanos. No digamos ya con los de la antigüedad; es decir, con Sócrates, Pericles, Platón, Heráclito, Tales, Aristóteles, Homero y un largo etcétera de muestras extraordinarias de pensamiento e ideas que han conformado las instituciones y las prácticas que hoy llamamos la cultura occidental que, en ese caso,  compartimos con gran parte de la humanidad. 
Me refiero a otros griegos más cercanos en el tiempo que han compartido nuestras angustias y acompañado en las luchas al pueblo venezolano. Valgan dos ejemplos: Mikis Theodorakis, el gran compositor que saludó con entusiasmo el movimiento del socialismo democrático surgido en nuestro país en la década del 70. Movimiento éste –dicho sea de paso- que, para desgracia de todos, nuestros “brillantes” dirigentes convirtieron en espacio para la renuncia ideológica, el arreo de banderas y la frustración del espíritu revolucionario.  
Más recientemente han sido continuas las expresiones de solidaridad y defensa a la Revolución Bolivariana por parte de los sectores progresistas griegos que han hecho suya la consigna: ¡Manos imperialistas fuera de Venezuela!, coreada en marchas y concentraciones.
La derrota del capital, por ahora en el plano político, en cualquier parte del mundo, es también nuestra victoria. Felicidades por Grecia y felicidades por nosotros que nos estamos reencontrando con nuestros compañeros en las victorias. Felicidades por Theodorakis que aún anciano, 89 años, participó hace pocos meses, en las protestas contras las políticas opresoras del gran capital contra su país.

miércoles, enero 14, 2015

Desigualdad o revolución


Por: Rafael Hernández Bolívar

Durante las últimas dos décadas, el economista francés Thomas Piketty, ha estudiado la evolución de las desigualdades económicas en veinticinco países de diversos continentes. El estudio abarca desde el siglo XVIII hasta nuestros días y se centra en la distribución del ingreso y la riqueza en esos países. Responde a preguntas tan importantes como la relativa a las proporciones desiguales en que se distribuye el ingreso nacional entre el que va a manos del trabajo y el que va a manos del capital. Se detiene de manera particular en la dinámica de esa distribución en Estados Unidos y Europa.
Los datos históricos analizados arrojan lo predicho por Marx a propósito de la concentración de capital y la depauperación del conjunto de la sociedad en función de los privilegios de los propietarios del capital. Desnuda la mentira de que el crecimiento económico de la sociedad lleva emparejada el crecimiento del bienestar de todos sus miembros. Más aún, señala cómo el ritmo de crecimiento de la desigualdad entre el trabajo y el capital se ha acentuado en las dos últimas décadas y es el sustrato de la crisis actual del capitalismo. 
Sin duda, el trabajo de Piketty tiene el mérito de demostrar en términos de cifras y teorías explicativas el proceso del que todos somos testigos: El enriquecimiento descomunal de los más ricos y el dramático empobrecimiento de los más pobres.
Sin embargo, las medidas que propone encajan dentro del capitalismo: Establecer políticas que le pongan límites al capital e implementar medidas que hagan menos ofensiva y despiada la renta de los capitalistas y permitan una redistribución que asuma las necesidades sociales, educativas y sanitarias de los más desfavorecidos.
El problema es que el sistema capitalista está estructurado de manera tal que son los mismos privilegiados quienes toman las decisiones. Solo el pueblo organizado en reales estructuras de poder político puede darle la vuelta a la tortilla: O nos calamos la desigualdad o hacemos la Revolución.