miércoles, mayo 07, 2014

Estos lodos vienen de aquellos polvos


Por: Rafael Hernández Bolívar

La película “Alma Llanera”, protagonizada por Antonio Aguilar, realizada en Venezuela en la década del sesenta, y el libro “El petróleo y nuestra sociedad” escrito por Rodolfo Quintero para la misma época, tienen la virtud de predecir con meridiana claridad los rasgos terribles de la delincuencia que sufrimos los venezolanos de hoy.

Coincidencialmente vi la película y leí el libro la semana pasada. La primera, aunque con muchas deficiencias –ambientación monótona, escenarios naturales pobres, actuación poco convincente-; tiene, no obstante, la virtud de plantear el impacto del petróleo en el medio rural venezolano: Abandono de la tierra, del trabajo de cría y siembra como generador de riquezas y, sobre todo, la presencia del petróleo como corruptor de los valores de honestidad, de esfuerzo y de constancia. Un personaje lo resume así: “La tierra es buena y provechosa hasta donde alcanza la raíz. Más allá sólo hay obscuridad y el reino de la maldad”.

Por su parte, en el libro mencionado, Rodolfo Quintero señala que se ha creado una nueva cultura: La cultura del petróleo y ésta ha trastocado para mal los modos y las costumbres asociadas al trabajo e impactado todos los estratos sociales. Le dedica un capítulo a lo que el llama personas de “mal vivir” y, llega a una conclusión aterradora: La cultura del petróleo ha creado un nuevo delincuente cuya motivación primaria no es la necesidad sino el afán de lujo, las ansias de poder y la crueldad. Tales características tienden a acentuarse y, al combinarse con las drogas y las redes de corrupción y poder, nos depararán en el futuro una delincuencia despiadada, incontrolable y sin resortes morales en la sociedad que le pongan freno.

Cincuenta años después sufrimos las consecuencias de una sociedad y unos gobiernos que no tomaron en su momento las medidas que pudieron habernos traído a otra situación. Peor aún, los mismos dirigentes o sus discípulos, son quienes hoy se escandalizan por la delincuencia que ellos crearon por comisión o por omisión.