Por: Rafael Hernández Bolívar
La MUD (Mentirosos Urdidores de Derrotas) ha bautizado su
comando de campaña electoral con el glorioso nombre de Simón Bolívar. Apuesta,
así, que, con semejante treta, arrebatará el entusiasmo y la militancia que
despierta en las filas revolucionarias la sola mención del Libertador. Días
atrás, el coordinador Aveledo había anunciado que la campaña tendría un alto
contenido simbólico y, por supuesto, orquestando lo que sería su plan maestro,
su enfebrecida ilusión mezcla deseos: ¡Si le quitamos los símbolos al chavismo,
le quitamos su fuerza!
Piensa que los símbolos son talismanes que pueden estar en
unas manos o en otras, sin que nada tengan que ver con su poseedor: Sabe que el nombre de
Bolívar tiene un efecto mágico sobre las masas; pero, cree que tal efecto no
distingue entre un revolucionario y un canalla, si quien lo esgrime es un
consecuente seguidor de su pensamiento patriota e integracionista o, por el
contrario, es un títere de vocación entreguista y antinacional.
El verdadero drama de la MUD y Capriles es que no sienten,
no padecen ni quieren al pueblo que plena las calles, que trabaja, que estudia,
que sueña y se reconoce digno y merecedor de un futuro humano, justo y
engrandecedor. El pueblo que tienen en la cabeza no existe. No es una estatua
cagada de palomas y vacía de ideas anti-imperialistas y revolucionarias quien
convoca a las masas populares al combate político. Al revés, para adormecerlo,
eso hizo la Cuarta República: Execró su contenido revolucionario y llenó de
estatuas nuestras ciudades y poblados.
El único símbolo que puede asumir la MUD es el del vacío.
Como su candidato: Hueco de ideas, de sentimientos y de pueblo. Y no aprende de
reveses: En abril del 2002 se ilusionó pensando que la gente se quedaría en
casa -quieta y acobardada- mientras despedazaban al gobierno y la
institucionalidad bolivariana. En marzo del 2013 creía que la desaparición
física del líder de la Revolución iba a hundir al pueblo en la resignación y la
orfandad. Para el 14 de abril apuesta al despojo de los símbolos como medio
para afianzar una hipotética victoria. En todos los casos, la testaruda
realidad les trae la derrota: Millones de venezolanos salen a las calles y
sellan con su presencia multitudinaria su vocación de futuro.
rhbolivar@gmail.com