viernes, julio 27, 2012

Puede que sea descendiente del caballo



Por: Rafael Hernández Bolívar

Alguna vez escuché una anécdota atribuida a Luis Beltrán Prieto Figueroa, político y pedagogo de aguda inteligencia y desplantes de antología.

Lo que habría sucedido es que encontrándose éste de visita en Cumaná, a los pies de la estatua ecuestre con que la ciudad rinde homenaje al Gran Mariscal de Ayacucho, le preguntaron su opinión sobre el rumor que habían puesto a correr los adecos de que Luis Piñerúa Ordaz era descendiente del General Antonio José de Sucre.

Prieto, reflexivo, respondió: “No, no lo creo. Hasta donde tengo entendido, Teresita, la hija de Sucre, murió a los dos años de edad. Pero, además, aún creyendo en ese invento electoral, la ausencia de inteligencia de Piñerúa tampoco habla a favor de tal posibilidad porque, como todos saben, el vencedor de Ayacucho era un hombre de una inteligencia preclara...  –y agregó con su característico hablar cadencioso-  En ese caso, cuando de raciocinio se trata, hasta me atrevería a decir: ¡puede que sea descendiente del caballo!!!”

Para la época Piñerúa era el candidato de Acción Democrática y su candidatura no lograba prender entre el universo de votantes. Los asesores electorales habían agotados todos sus recursos imaginativos: Pitos, musiquitas, consignas sin contenido, etc. Sus costosos y enfebrecidos cerebros se esforzaban en vano: No había manera de ganar la voluntad popular. La maniobra de atribuirle una noble ascendencia al candidato tampoco brindó fruto alguno porque la ausencia de carisma, inteligencia e ideas no puede sustituirla ni el más espléndido árbol genealógico. Mucho menos cuando los supuestos herederos niegan con su acción y sus palabras los valores integracionistas, solidarios e ideales de justicia y soberanía que caracterizaron a los héroes.

Ahora que los asesores de Capriles  apelan a este socorrido ardid para intentar idéntico propósito, no puede uno menos que augurar los mismos catastróficos resultados electorales. Y concluir con la ingeniosa ocurrencia del sabio maestro: “Puede que sea descendiente del caballo”.

rhbolivar@gmail.com

martes, julio 10, 2012

CNE, nuestra apuesta por la democracia



Por: Rafael Hernández Bolívar

Las grandes victorias de la Revolución Bolivariana han sido victorias civiles: En los momentos clave del proceso, el pueblo participa de manera decisiva para inclinar la balanza hacia las transformaciones necesarias en la estructura política, jurídica y social del país. En el 98 acudió masivamente a los centros de votación para llevar a Chávez a la Presidencia de la República; en el golpe de Estado de 2002, las grandes mayorías estimularon, acompañaron y obtuvieron el apoyo de los mandos de avanzada de las fuerzas armadas, actuación fundamental para la restitución de la democracia y sus instituciones; durante el paro petrolero el comportamiento solidario, responsable y ejemplar de los sectores populares dio al traste con las ilusiones conspirativas de reaccionarios criollos y extranjeros.

Pero estas gestas extraordinarias a veces opacan logros civiles igualmente decisivos para la consolidación de la democracia y de la revolución. Logros estos que han permitido resolver conflictos políticos graves a través de mecanismos institucionales y pacíficos. En ese sentido, el CNE ha sido y es un baluarte insoslayable. Su actuación transparente, equilibrada y de absoluto respeto a la Constitución y las leyes ha ganado la confianza de la comunidad nacional e internacional, a pesar del injusto ataque de que es objeto por parte de la reacción.

Tenía razón Ortega y Gasset cuando afirmaba: “La salud de las democracias, cualquiera que sean su tipo y su grado, depende de un mísero detalle técnico: el procedimiento electoral, todo lo demás es secundario. Si el régimen de comicios es acertado, si se ajusta a la realidad, todo va bien; si no, aunque el resto marche óptimamente, todo va mal.”

Ante las acusaciones que hoy arroja la oposición contra instituciones como el CNE, intentando manchar su imagen y crear incertidumbres en función de un perverso plan de desconocimiento de los resultados electorales, el pueblo debe salir en defensa de la institución que ha dado solidez a la democracia y a la revolución.