lunes, abril 23, 2012

¿Cuánto vale la palabra de la MUD?



Por: Rafael Hernández Bolívar

Esta insistencia en que la MUD  se comprometa públicamente a respetar los resultados del proceso electoral del 7 de octubre luce un tanto absurda y hasta ridícula. En realidad corremos el riesgo de que hagan tal compromiso y eso sería peor. Es valorar en demasía su palabra. Es como si nos bastase con su promesa para dormir tranquilos.

La historia demuestra que ese tipo de promesas no tiene ningún valor. ¿No es suficientemente conocido que Rómulo Betancourt dijo en un mitin en el Nuevo Circo, celebrado el 17 de octubre de 1945, que jamás participaría en una conspiración entre gallos y medianoche para derrocar al gobierno de  Medina cuando para ese momento ya estaba comprometido con el golpe del día siguiente? ¿No recuerdan a italianos y alemanes firmando el acuerdo de no intervención en la Guerra Civil española mientras hacían un puente aéreo para apoyar las fuerzas de Franco? ¿Se les olvidó que muchos de los dirigentes actuales de la oposición son los mismos que participaron en las acciones conspirativas de abril de 2002? Es como dormir con puertas y ventanas abiertas porque un ladrón recién salido de la cárcel nos promete que no lo volverá a hacer.

La oposición está consciente de la situación ventajosa en que está colocada con esa exigencia. Con ella adquiere valor su palabra ante la opinión pública y por eso administra su silencio para potenciar la ventaja. Al final, cuando diga que respetará los resultados  –otra cosa es que cumpla la palabra comprometida- cosechará el fruto de una palabra esperada y valorada en exceso.

Lo que si tiene sentido es que desde las fuerzas de la Revolución se tomen las previsiones para que la oposición respete los resultados electorales, independientemente de los deseos o la voluntad de esa oposición. Y la primera previsión es trabajar duramente para conseguir la mayor movilización de sus fuerzas que conduzcan a una victoria aplastante, sin asomo de dudas para nadie.

rhbolivar@gmail.com

jueves, abril 19, 2012

Aponte Aponte, vocero autorizado de la oposición



Por: Rafael Hernández Bolívar

El caso de Eladio Aponte Aponte es emblemático del comportamiento político de una oposición sin rumbo ni sindéresis. En su afán de buscar trincheras, desde donde disparar a la Revolución y al Gobierno Bolivariano, establece alianzas vergonzosas y asume reverencialmente las acusaciones de delincuentes. Henrique Capriles y Pablo Pérez salen a la palestra pública otorgándole la credibilidad que no da su historial delictivo. El primero aboga porque se difundan las sacrosantas palabras del acusado. Y Pablo Pérez se apura a decir que el prófugo se exilia porque no cree en el poder judicial venezolano. Vale decir: No es culpable. Al periódico TalCual le da vergüenza que un señor con tal nivel intelectual y tal conducta haya pertenecido al máximo tribunal del país; pero, no tiene prurito alguno en creerle cuanto diga en contra del gobierno y de la justicia venezolana.

Desde por lo menos el año 2006 figuras de peso de la Revolución Venezolana hacen denuncia pública de la conducta venal y contraria a la ley de Aponte Aponte. Introducen denuncias y peticiones de expulsión del sistema judicial venezolano. Funcionarios del gobierno nacional impulsan y realizan investigaciones que establecen los indicios y los hechos que determinan su responsabilidad y lo someten a juicio. Por iniciativa del sector oficial se solicita y se realiza su destitución por la Asamblea Nacional. El personaje emprende la huida con la colaboración de la DEA, tal como lo ha demostrado con pelos y señales el Ministro de Interior y Justicia, Tareck El Aissami. La derecha nacional e internacional pone a disposición todo el arsenal mediático para recoger y difundir sus declaraciones desde Miami.

Parece que la condición básica para convertirse en un portavoz válido de la oposición venezolana es la condición de delincuente. Basta con que se inicie una investigación sobre un personaje prominente, que se activen los mecanismos institucionales de investigación para determinar la responsabilidad de dicho personaje y se tomen las primeras medidas en función de su castigo. De inmediato, los representantes de la oposición asumen su defensa y revisten de respetabilidad y “autoridad moral” las palabras del acusado.

Pero del otro lado, tenemos consistencia y autoridad moral en el combate a la corrupción. Valga un ejemplo: Ana Elisa Osorio. La hemos visto del lado de la razón, de la justicia y de la Revolución en momentos claves de nuestra historia reciente. Su posición clara, valiente y profundamente comprometida con la Revolución en los días de abril de 2002 no admitía dudas de ningún tipo: “¡Esto es un golpe de Estado y hay que informarlo al mundo!”, resonó en los oídos de los venezolanos con el peso de una acusación rotunda.

En febrero de 2007 realizó una protesta frente al Tribunal Supremo de Justicia. Se trataba de denunciar al Juez Aponte Aponte por corrupto y exigir su destitución. “Corrupto=Traidor”, decía premonitoriamente una pancarta. “Fuera Aponte Aponte del TSJ”, apuntaba otra. Había entre los presentes gente que vino desde Ciudad Guayana exigiendo justicia. Se entregaría un documento que sustentaba la denuncia y la petición. Acudí a la protesta y allí Ana Elisa Osorio, a través de un megáfono hizo una denuncia pormenorizada del comportamiento judicial y los actos de corrupción en los cuales había incurrido el mencionado juez. Ilícitos que no sólo justificaban su expulsión del alto tribunal de justicia sino de todo el sistema judicial venezolano.

Hoy, cuando veo en la prensa opositora tomando como verdad las palabras de un juez acusado de estar relacionado con el narcotráfico y pretendiendo acusar a funcionarios del gobierno y dirigentes de la revolución, viene a mi memoria ese evento que testimonia posición moral oportuna. Sin duda, en un estado liberal burgués que agoniza, hay todavía mecanismos y vacíos que permiten que sujetos de esta catadura moral se cuelen y hagan de las suyas. Pero también resulta alentador constatar que se están activando los medios para detectarlos y juzgarlos como ocurre en este caso.

jueves, abril 12, 2012

Obama contra Capriles



Por: Rafael Hernández Bolívar

No me defiendas, compadre. No me atribuyas virtudes que no tengo. No muestres el tramojo. Tampoco menciones la soga en la casa del ahorcado. ¡Cómo se te ocurre venderme como demócrata, respetuoso de la voluntad de la mayoría del pueblo, cuando los sucesos de abril de 2002 aún están frescos en la memoria de la gente y circulan todavía fotos y videos  que me muestran cometiendo tropelías y asaltando embajadas!

Todas estas ideas debieron cruzar el atormentado cerebro de Capriles Radonsky cuando escuchó las palabras de Obama. Queriendo apuntalar a su candidato para las elecciones de octubre, Obama ha dicho: “Queremos ver elecciones en las cuales la voluntad de los venezolanos sea respetada”.

Y, en realidad, no hay mejores palabras para caracterizar por contraste el comportamiento político del candidato de la oposición. Incluso pudo haberle puesto apellido y decir: “Sueño con elecciones en las que Capriles Radonsky respete la voluntad de los venezolanos”. Porque el historial del candidato lo que reseña es la negación de la voluntad popular. Cuando marchó exigiendo que Chávez abandonara el poder, ¿no estaba diciendo que le importaba un comino que hubiese sido elegido mayoritariamente por el pueblo? Cuando en abril del 2002 participó y dirigió acciones planificadas por los conspiradores para derrocar al gobierno legítimamente constituido, ¿no estaba recurriendo al uso de la fuerza y no al voto para alcanzar el poder para él y para los suyos?

Peor aún, pasados diez años de los acontecimientos, en lugar de repudiarlos y asumir autocríticamente sus responsabilidades, nos amenaza con la consigna “a todo 13 de abril le toca su 7 de octubre”.  Es decir, que si el 13 abril se restituyó la constitucionalidad, la democracia y la voluntad del pueblo, ¿debemos esperar que para el 7 de octubre Capriles Radonsky nos tiene un plan que reivindicará los valores contrarios: Inconstitucionalidad, negación de la democracia y desconocimiento de la voluntad popular?

La oposición estará en este momento pasando angustias para maquillar el chasco.