Por: Rafael Hernández Bolívar
Estuvo lista en el tiempo previsto. La gente bajó a las playas. Los comerciantes del litoral vieron disminuidas sus angustias. Los varguenses, aunque el ritmo estará restringido y no recuperará la normalidad hasta que se construya un nuevo viaducto, retornan a sus labores y sus viajes a Caracas serán menos tortuosos y más puntuales. Con ello se acaban las letanías y pronósticos catastróficos con que los opositores del gobierno aspiran a la caída del respaldo popular a Chávez.
La oposición decía que la fractura del viaducto era el paradigma de la incapacidad del gobierno y su absoluta imprevisión tendría consecuencias económicas terribles para el país y, particularmente para el Estado Vargas, peor que las que tuvo el deslave de 1999.
Por supuesto, nada decía de los esfuerzos por recuperar la estructura y salvar el puente, las enormes inversiones hechas, el control de la situación que garantizó transitar con seguridad, sin riesgo para los transeúntes, hasta el último momento; de la recuperación de la carretera vieja que permitió enfrentar con sacrificios, pero, objetivamente con algún alivio, el cierre del viaducto; de los trabajos hechos en la carretera de Galipán y de Carayaca; de las ayudas financieras directas para amortiguar el efecto económico sobre el pueblo trabajador.
Pero, sobre todo, la oposición minimizó el hecho cierto de que el desplazamiento del cerro y la presión ejercida sobre el viaducto se debía entre, otras cosas, al drenaje de los ranchos construidos en cuarenta años de “democracia”; ni mencionó la desidia con que los gobiernos cuartorrepublicanos asumieron el mantenimiento de la infraestructura vial del país ni los efectos terribles de un clima desquiciado por las alteraciones atmosféricas del planeta.
La prédica opositora no podía tener efecto alguno porque no arranca de la crítica sino de la mala intención. Su animadversión es demasiado evidente y, ante una acusación a todas luces gratuita e injusta, la nobleza del venezolano no puede menos que rechazarla, o cuando menos, castigarla con la indiferencia. Vale decir la oposición no hace crítica. Sólo ataca a mansalva y así, toda persona noble y sensata, opta por marcar distancias y hacerle un vacío.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario