Por: Rafael Hernández Bolívar
Si en algún momento le invade un sentimiento de incertidumbre sobre la orientación del proceso revolucionario venezolano y duda si las cosas que se están haciendo corresponden a lo que debe hacerse, me voy a permitir recomendarle un remedio infalible de cuya efectividad pueden dar testimonio muchos amigos.
Simplemente haga un paseo por los programas de opinión de la derecha opositora. Verá que el restablecimiento de su fe revolucionaria es inmediato y su pasión y compromiso con los cambios en Venezuela se incrementarán proporcionalmente a la dosis de comentarios escuchados. Eso si, no abuse porque puede intoxicarse.
Veamos, un ejemplo concreto. El pasado martes con motivo de la renuncia de Jorge Rodríguez se produjeron manifestaciones en respaldo al Presidente del CNE, particularmente una gran concentración a las puertas del organismo electoral. En este evento, una señora del pueblo que allí estaba gritó a los periodistas de Globovisión “Periodistas malditos. Embusteros.” Y otras palabras de subido calibre. De inmediato, otros manifestantes apoyaron los primeros gritos, agregándole sus propias expresiones, mientras un grupo apaciguaba los ánimos y evitaba que las cosas pasaran a mayores.
Seguidamente todos los canales comerciales y cuanto espacio radial o escrito fuese ocupado por los opositores señalaban lo ocurrido como una muestra fehaciente de la “prédica intolerante del Presidente Chávez”, rematando en términos dramáticos y apocalípticos “¡Se acabó el periodismo independiente en Venezuela! ¡En esas condiciones de riesgo e inminente peligro no se puede ejercer el periodismo!”
Sin embargo, ese mismo día, al otro lado del mundo, en Francia, en el marco de una manifestación laboral, periodistas son despojados de cámaras y micrófonos y reciben una auténtica serenata de golpes, empujones y agresiones físicas. Inevitable preguntarse, ¿será que la prédica chavista prendió en los trabajadores franceses? ¿O no se trata más bien de que la exigencia de una auténtica prensa objetiva, equilibrada y no manipuladora es hoy una exigencia universal?
Con una diferencia: En Venezuela somos más pacíficos y nos limitamos a gritarles unas cuantas verdades en sus caras.