Por: Rafael Hernández Bolívar
Si Walter, es un decir, se retracta; si muele su lengua con sus dientes; si desanda caminos recogiendo cada paso y tira las palabras por la borda como si de un lastre incómodo se tratara; entonces, perderemos todos.
La Revolución perdería una oportunidad de verse a los ojos. De asumir con coraje la verdad y avanzar derrumbando lo que no puede ni debe sostenerse. De fortalecer su moral y discutir a campo abierto sus confusiones y obstáculos. De combatir a los corruptos y a los cobardes, a los serviles y a quienes traicionan al pueblo. La Revolución mermaría su capacidad de crítica y nos arroparía a todos de vergüenza. Los burócratas y la reacción harían la gran fiesta y en ridícula comparsa saltarían alegres sobre los cadáveres de la dignidad y la nobleza.
Si Walter, es un decir, se retracta; pierde la democracia. Se llenarían de nubes oscuras las ideas y la palabra expectante sentirá por adelantado el mazazo brutal e injusto. Aprenderíamos a escondernos; a ocultarnos detrás de la lisonja; a posponer los sueños de libertad y a no tener esperanzas. Huiríamos de la verdad como ante un espanto. Caminaríamos en puntillas para no tocarla y su más leve movimiento provocará un sudor tangible, frío, paralizante. Escogeríamos las palabras con pinzas y cada sílaba será pronunciada después de ser medida concienzudamente, no para que exprese nuestro pensamiento sino para banalizarlo y diluirlo.
Si Walter, es un decir, se retracta; se pierde él y es lo peor que puede ocurrirle. Porque, en los días por venir, ¿quién podría creerle? ¿quién apostaría un centavo por sus palabras? Si se desdice, ¿cómo podríamos seguir siendo los mismos? Si se asesina la verdad, ¿quién ocupará sus espacios?
Lo que está en juego es más grande que Walter Martínez y exige que él y todos nosotros seamos también hoy un poco más grandes de lo que somos. Exige que esta Revolución la defendamos todos. Los combates son cotidianos, a veces contra los otros y a veces contra nosotros mismos. Pero, siempre a favor del pueblo, de la democracia, de la verdad, de la libertad. Siempre tendremos la opción de rebelarnos y tomar con seriedad los sueños. De poner la rodilla en tierra; no para postrarnos de hinojos, sino para resistir el envión y presentar fiero combate.
Pueblo de todos los días, el de la angustia y la resurrección de abril, el de las batallas y el de la esperanza: ¡dispón tú de las cámaras!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario