Por: Rafael Hernández Bolívar
Extraviado Mimismo Márquez:
Me habían dicho: “Aunque reaccionario, es un tipo inteligente y dice cosas interesantes.” Y esto me bastó para leerle; pues, la inteligencia y el ingenio son cualidades humanas que tienen para mí alto aprecio. Quizás, sea esa una de las razones por las cuales leo algunos columnistas que, aun no compartiendo ni su análisis ni sus conclusiones; con frecuencia consigo, sin embargo, perspectivas originales, precisión conceptual, novedad de soluciones y un cierto sabor de honestidad que, en su conjunto, son buenos estímulos para la reflexión propia y aportes valiosos para la discusión colectiva.
Pero, en su caso, Señor Mimismo Márquez, ocurre que salvo alguno que otro chiste simpático -pero que pierde gracia a fuerza de reiterativo y de haber agotado todas las formas posibles de clonación-, no consigo ni inteligencia ni honestidad. Quizás, esta expresión pueda parecerle dura; pero, me salta espontáneamente a los labios –mejor dicho: de mis dedos a las teclas de la computadora- al leer sus dos últimos artículos de los viernes. Me refiero a los intitulados “Carta a Simón Pestana” y “Señor Pollo”, publicados en TalCual el 29/09/2004 y el 05/10/2004, respectivamente.
En el primero, Laureano Márquez, en consulta con Mimismo Márquez, señala que como nadie le ha demostrado que no hubo fraude en el referendo presidencial, usted tiene la seguridad de que su voto será para Simón Pestana, candidato de las fuerzas del cambio; pues, aunque usted decidió votar por Henrique Capriles, sabe que Simón Pestana le robará el voto y se lo asignará a Simismo Pestana, trocando los votos de la mayoría en los votos de la minoría. Aunque tengo una opinión contraria, -nadie ha demostrado que hubo fraude y si algo develó el 15 de agosto fue el fraude montado por la oposición desde comienzos del 2002 en que se empeñó en sostener a través de los medios de comunicación social que era mayoría y el referendo demostró que no lo era-, le acredité el mérito de dudar honestamente de un proceso eleccionario. Al fin y al cabo, toda la cuarta república armó su legitimidad sobre el fraude, desde la elección de la reina de carnaval o del presidente de club de bolas criollas hasta la escogencia del presidente de la república, como solía decir el recordado Moisés Moleiro. Sin embargo, no deja de ser curioso un razonamiento como el suyo: Nadie ha demostrado que hubo fraude; pero como nadie ha demostrado que no lo hubo; entonces, sin duda, hubo fraude. Algo así como: Existe la posibilidad de que una persona camine de espaldas. Persona alguna ha visto caminando de espaldas a un chavista desde Caracas a Ciudad Bolivar; pero, nadie ha visto que no lo haya hecho. En consecuencia, nadie me quita del pensamiento que un chavista caminará de espaldas desde la Plaza Bolivar de Caracas a la Redoma de Petare. ¿O existe duda alguna de que un chavista pueda hacer tal cosa?
Pero, hay más: La acusación a Pestana tenía que ver directamente conmigo y me sentí agredido personalmente. Esto tiene una explicación. Soy miembro de una de las ubes (Unidad de Batalla Electoral) del municipio en donde votaría usted y, en consecuencia, de acuerdo a su acusación, uno de los artífices del delito electoral y, acaso, el comisionado especial para hurtar su voto, su voluntad, escamotear su derecho a escoger a su alcalde. Simón Pestana no tenía la posibilidad física o real de robar o manipular su voto; pues, no era miembro o testigo de ninguna mesa y mucho menos de la mesa en la cual usted depositaría su voto. Luego, no hay tutía, ¡éramos nosotros, al tener la posibilidad teórica de robar el voto, los delincuentes electorales acusados!¡Por decir lo menos!
Mimismo Márquez: Le confieso que me invadió un justificado sentimiento de preocupación. Me sentí de repente formando parte de una banda criminal, situación que –créalo o no- está muy lejos de mi pretensión ciudadana. Descubierto como estaba y con el ánimo de salvar el pellejo de mis compañeros y el mío propio, decidí como un reto personal, agotar todos los recursos al alcance para defender y proteger su voto. Hablé con otros compatriotas y les trasmití mi preocupación y con ellos, en una especie de nuevo juramento del Samán de Güere, nos prometimos estar particularmente “moscas”, para salvaguardar no sólo los votos de nuestros copartidarios, sino también para proteger, por encima de la dificultades, el voto de Mimismo Márquez y, con ello, el voto de todos los escuálidos de nuestra circunscripción electoral. En este punto, bueno es decirle que no sólo por temor a las sanciones sino también –créalo o no- por aquello que sostenía Voltaire: “no comparto tu opinión, pero estoy dispuesto a defender tu derecho a decirla”. Aunque no tenía responsabilidad directa en ninguna mesa, -mi labor, más modesta, consistía en llevar café y comida a los testigos y miembros de mesa y servir de chofer en el traslado de personas y de información y ¡conste que la cumplí cabalmente y con mucho orgullo!-, estuve muy pendiente del proceso y me esmeré en olfatear la menor muestra de irregularidad y chismear de inmediato a los compatriotas que estaban en las mesas para que actuaran en consecuencia y evitaran cualquier mancha o conducta deshonesta. Debo decirle, Mimismo, -disculpe la confianza- que lo logramos y podemos afirmar que, como en todo el país, fue un proceso transparente y sin trácalas menores o mayores.
El resultado, lamentablemente, no favoreció a nuestra opción. Su candidato resultó elegido con el 78,84% de los votos, prácticamente la misma proporción que obtuvo en el municipio la opción del NO –la suya, sin mala intención, es decir, su opción- en el referendo del 15 de agosto. Aunque era el resultado lógico para una zona radicalizada con la oposición; pero que no es representativa ni de la región ni del país; en lo personal, tenía la esperanza que la distancia disminuyera un poco entre una y otra opción. Pero, ni modo, aún no logramos comunicarnos con este sector tan polarizado y cerrado. Vendrán mejores días. Trabajaremos para eso.
Así, pues, “levantándonos y sacudiéndonos el polvo de la derrota”; asumimos los resultados y tratando de ver el lado positivo del asunto, esperé desde ese mismo momento su columna de los viernes en el que –para que dudarlo- usted haría el balance respectivo y se pronunciaría sobre la prueba de fuego a la que habían sido sometidos sus pronósticos y sus acusaciones. Comencé a barajar hipótesis sobre cual sería su próximo artículo y cómo lo resolvería. Recurrí a su afán enumerativo de las interpretaciones posibles a una misma situación –tan de su gusto y tan frecuente en sus escritos-, e hice mi propia lista, aunque no sobre una única posibilidad. He aquí el resultado:
Interpretación 1: Mimismo Márquez, congruente con su tesis de fraude y con su acusación de que los chavistas son unos tramposos, interpretará el triunfo de Capriles como una expresión más del fraude: Los chavistas, tan caídos de la mata, le asignaron los votos de Capriles a Pestana y los de Pestana a Capriles, sin darse cuenta de que eran mayoría y terminaron, por equivocación, dándole el triunfo a Capriles. Vale decir que el voto de Mimismo Márquez fue a parar al perdedor Pestana y los de los chavistas al ganador Capriles.
Interpretación 2: Mimismo Márquez, sin renunciar a su tesis del fraude, sostiene que lo ocurrido fue que su oportuna denuncia dejó desnuda la trampa chavista y temerosos de ser atrapados in fraganti, los chavistas se esmeraron en hacer un proceso transparente y, por supuesto, dieron los resultados que tenían que dar, los verdaderos. No obstante, aquí se enreda un poco la cosa para explicar porqué ese mismo temor no existe en el resto del país y pueden actuar con absoluta desfachatez e impunidad. No obstante, pensé que alguna vuelta le conseguiría y, acaso, terminaría concluyendo con que, claro, en los otros municipios no había un analista político perspicaz como lo es Mimismo Márquez y, ¡clarísimo!, no hubo quien denunciara a tiempo la patraña.
Interpretación 3: Mimismo Márquez, al fin y al cabo un hombre serio, no en balde su columna se llama Humor en Serio, reconoce que se equivocó en sus pronósticos y acusaciones y admite que el proceso fue transparente, que su voto no fue escamoteado y los resultados reflejan la realidad electoral del municipio. Es más, aprovecha para decir, que por añadidura se ha venido a demostrar que ni el 15 de agosto ni el 31 de octubre hubo fraude, por lo menos, en el municipio Baruta. A partir de aquí, incluso se daría pie para interpretaciones subsidiarias tales como que lo que pasa en Baruta es que la oposición es más despierta e inteligente que en el resto del país, minada por la incapacidad y la estupidez y, claro, se dejan meter gato por liebre. O, al revés, que los chavistas del Este son los gafos de la familia; incapaces de armar una trampa, no por falta de ganas sino por falta de talento, mientras que en el resto del país son sayones y zafios, capaces de sacarle las entrañas a cualquiera sin el menor remordimiento.
Armado de estas conjeturas, esperé el viernes 05 de noviembre. Para mi decepción me consigo con que Mimismo Márquez es un alter ego de Mimisma Oposición Recalcitrante; en cuanto a su irresponsabilidad, su total ausencia de autocrítica, en su manía de sustituir inopinadamente una posición por otra y evadir la necesaria respuesta a seguidores y contrarios. La columna trató de las elecciones regionales, no faltaba más; pero, desvió la mirada de sus graves señalamientos anteriores por nuevos señalamientos, desconsiderados y falsos como los pasados. Ahora se trata de mandar el fraude a Carabobo y hacer un escándalo porque se le llamó “Pollo” a un señor que no tiene reparos en llamarse Pollo a si mismo. Por cierto, este es otro Simismo, distinto al Simismo Márquez ya conocido. Aunque ambos, reaccionarios y obtusos.
Pero, en el mismo periódico, me entero que muy probablemente Mimismo Márquez no votó –a menos que tenga el don de la ubicuidad-; pues, se encontraba participando en un concurso de humoristas en Buenos Aires, Argentina, precisamente para el día de las elecciones regionales en Venezuela. Me explico ahora porque ninguno de nosotros lo vio votando: No es malsano suponer que sabía de antemano el compromiso. No iba a votar y, todo era una farsa, incluido su voto. Me hizo recordar las acusaciones que tiempo atrás se hicieron entre si algunos miembros de la Coordinadora “Democrática”, en el sentido de que algunos de los más interesados en sacar a Chávez de Miraflores, no firmaron la solicitud de referendo. En esa oportunidad, se dijo de esos dirigentes que eran unos farsantes. Y aquí también cabe esa palabra.
Podría decirse que la culpa la tengo yo por tomar en serio el humorismo, cuando no pretende nada distinto a provocar risa y desparpajo. Pero, no. Sostengo que el humorismo es cosa seria y prueba de ello son las grandes verdades que han logrado decirse en una frase de buen humor. Sin mencionar a ilustres cultivadores, dignos de toda nuestra admiración y aplauso, dentro y fuera de Venezuela. Es mas, comparto la idea sostenida por quienes afirman que en determinadas circunstancias, sólo a través del humor logran decirse cosas que no se pueden decir en serio -por aquello de las impredecibles consecuencias que podrían tener para el humorista y bien resume, en su versión más inocente, el chiste aquel del joven que le dice al anciano: “Usted me da buenos consejos, porque no puede darme malos ejemplos”.
Ocurre entonces que Mimismo Márquez deviene en cómico que, por otra parte tengo entendido es su oficio habitual. Ni la cita de los clásicos ni el preciosismo terminológico logran barnizar al payaso barato, aunque exitoso, que asume poses de sabihondo analista político. Con el debido respeto y perdón por la ofensa a los honrados señores que se dedican al noble objetivo de hacer sonreír a los niños.
Breve desdicha y larga felicidad, son mis deseos para usted.
Caracas, 08/11/2004.-
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