martes, mayo 24, 2016

El gesto de Rivera


Por Rafael Hernández Bolívar

Muy tempranamente, en la Plaza Bolívar de Achaguas, mi pueblo, escuché una discusión que me marcó para toda la vida. Algunos paisanos trataban de establecer claramente la diferencia que existía entre un político y un politiquero. Al final concluyeron que un político estaba motivado por el bien general y los proyectos de gran aliento, elaborados sobre una profunda evaluación de la realidad y alimentaba su acción política cotidiana en valores de justicia, de libertad, de solidaridad, de desarrollo humano, etc. 

El politiquero, al contrario, motivado por su interés personal de poder, orientaba su conducta política por la evaluación inmediata de las oportunidades que se podían presentar y aprovecharlas para alcanzar cuotas de poder. Para ello hacía lo que fuese necesario: Se contorsionaba, simulaba, bailaba en un solo pie si se convencía que eso ayudaba a sus pretensiones.

Por supuesto, este subproducto de la política está éticamente descalificado para ser tomado en consideración a la hora en que asoma la cabeza en la vida de los pueblos. Sus palabras son cáscaras para provocar ruido y sus gestos maniobras para engañar. 

Albert Rivera, uno de los candidatos españoles de derechas de visita nuestro país, es el retrato hablado de aquella lejana discusión. Encarna, como pocos, al politiquero dispuesto a realizar lo que sea por ganar unos votos en las concepciones más rancias de la sociedad española.

¿Qué tenemos que ver nosotros en eso? ¡Nada! Atacar a Venezuela es sólo la excusa de que se vale la derecha aterrorizada ante el avance de la izquierda en España. Creen que, mientras más se difame, se mienta o se exagere sobre la realidad política, económica y social de Venezuela, más descalificada estará la esperanza española de cambio. La rastrera derecha venezolana, nada prolija en imaginación e inteligencia, para mantener su parásita respiración se pega a la cola de las elecciones españolas de junio. 

Después se pegarán a Donald Trump o a Hillary Clinton en las elecciones gringas y repetirán el guión.

martes, mayo 10, 2016

“Podemos o nosotros”


Por Rafael Hernández Bolívar

Quien así habla es el Partido Popular español. Se refiere a lo que a su juicio es la disyuntiva que deben resolver los electores en la próxima confrontación electoral, prevista para junio de este mismo año. La corrupción que corroe a los dos grandes partidos (PP y PSOE) que por décadas encarnaron el hasta ahora bipartidismo gobernante ha deteriorado de tal modo el clima político español que ya no tiene  posibilidades reales de oxigeno y de renovación. 

El nerviosismo y las incoherencias que despliegan hoy los líderes de derecha recuerdan la situación que vivió en el 1998 su contraparte venezolana cuando asomaba en el horizonte el huracán Chávez, con el apoyo de la gran masa de venezolanos excluidos y exigentes de reivindicaciones y derechos. Todas las patrañas orquestadas por laboratorios especializados en la propaganda de difamación y maniobras sucias exprimieron sus cerebros inútilmente, incapaces de detener un pueblo con vocación y voluntad de cambio.

En España, ha sido permanente la campaña mediática contra los líderes de Podemos y contra los procesos políticos de otras latitudes sobre los cuales ha manifestado simpatías esa organización política. Las difamaciones contra la Revolución Bolivariana, contra los gobiernos de Nicolás Maduro, Evo Morales o contra la Revolución Ciudadana de Rafael Correa son utilizadas para atacar el espíritu y las ideas de la izquierda española. 

Sin embargo, nada ha parado su crecimiento organizativo ni su apoyo electoral, hoy además potenciado con la confluencia unitaria de Podemos con Izquierda Unida y otras movimientos de avanzada. 

No puede ser de otra manera porque en situaciones de crisis la derecha se despoja de todos sus adornos democráticos o solidarios y sale abiertamente en la defensa de los intereses de sus amos, desconociendo derechos o sacrificando los programas sociales dirigidos a proteger a los más desamparados. Es la consecuencia del programa de hambre aplicado por Rajoy siguiendo la instrucciones de Alemania y del capital financiero internacional.