Por: Rafael Hernández Bolívar
Me sorprenden los resultados de una encuesta sobre el impacto de la promesa electoral de la tarjeta “Mi Negra”. Según esos resultados la proposición tiene un alto nivel de aceptación entre los sectores populares, precisamente en aquellos sectores más atendidos e influidos por el chavismo. Esto no significa que esa aceptación va a traducirse en votos el 3 de diciembre, entre otras razones, porque aún a quienes le parece buena la idea, entienden que Rosales no va a ganar o que en el supuesto negado de que ganara, no cumpliría con esa promesa. Vale decir que si tuviese credibilidad en cuanto a honrar sus promesas y a su vez la gente fuese convencida de la posibilidad real de triunfo de esa opción, otra sería la historia.
Esto viene a revelar el predominio de un cuadro de antivalores contrarios a la idea del socialismo. El ciudadano beneficiado por programas de salud, educación, transporte, vivienda, etc., no valora suficientemente su significación a largo plazo y pone en primer lugar el inmediatismo, la comodidad y el consumismo pregonado por la televisión. El egoismo propio del capitalismo le gana la batalla a la justicia de la sociedad socialista. El populismo le saca ventaja a los programas dirigidos a provocar cambios estructurales en la sociedad venezolana. Quien adopta esta perspectiva no es capaz de ver que una tarjeta de consumo, aún en el caso de que sea posible su implementación, sería sobre la base del sacrificio de esos programas de beneficio colectivo y no puede predecir que de nada le serviría una tarjeta con la cual pueda retirar cómodamente pequeñas cantidades de dinero de un telecajero si al momento de las cuentas ese dinero no cubre los pagos de la salud, la educación de sus hijos o el transporte suyo y de su familia.
A partir del 4 de diciembre, a pesar de la derrota que le propinaremos, la oposición ilusionada por este relativo éxito propagandístico, en su pretensión de ganar los sectores populares, persistirá en mensajes dirigidos a los antivalores sembrados por la industria cultural del capitalismo a lo largo de los años. Queda del lado revolucionario contrarrestar y derrotar esa ofensiva mediante el fortalecimiento de la conciencia socialista y la profundización de la lucha ideológica que desenmascare los falsos valores en los cuales se apoyan los opositores a la Revolución Bolivariana.
La profundización de la revolución debe significar no sólo más democracia y mayores logros sociales sino también más conciencia y más valores.
Esto viene a revelar el predominio de un cuadro de antivalores contrarios a la idea del socialismo. El ciudadano beneficiado por programas de salud, educación, transporte, vivienda, etc., no valora suficientemente su significación a largo plazo y pone en primer lugar el inmediatismo, la comodidad y el consumismo pregonado por la televisión. El egoismo propio del capitalismo le gana la batalla a la justicia de la sociedad socialista. El populismo le saca ventaja a los programas dirigidos a provocar cambios estructurales en la sociedad venezolana. Quien adopta esta perspectiva no es capaz de ver que una tarjeta de consumo, aún en el caso de que sea posible su implementación, sería sobre la base del sacrificio de esos programas de beneficio colectivo y no puede predecir que de nada le serviría una tarjeta con la cual pueda retirar cómodamente pequeñas cantidades de dinero de un telecajero si al momento de las cuentas ese dinero no cubre los pagos de la salud, la educación de sus hijos o el transporte suyo y de su familia.
A partir del 4 de diciembre, a pesar de la derrota que le propinaremos, la oposición ilusionada por este relativo éxito propagandístico, en su pretensión de ganar los sectores populares, persistirá en mensajes dirigidos a los antivalores sembrados por la industria cultural del capitalismo a lo largo de los años. Queda del lado revolucionario contrarrestar y derrotar esa ofensiva mediante el fortalecimiento de la conciencia socialista y la profundización de la lucha ideológica que desenmascare los falsos valores en los cuales se apoyan los opositores a la Revolución Bolivariana.
La profundización de la revolución debe significar no sólo más democracia y mayores logros sociales sino también más conciencia y más valores.