miércoles, abril 23, 2014

El predecible Vargas Llosa


Por: Rafael Hernández Bolívar

No se necesita ser zahorí  para descubrir pensamientos e intenciones que permitan predecir el comportamiento político de Mario Pedro Vargas Llosa. Desde el momento en que este demócrata, súbdito del Rey Juan Carlos de España, anunció su viaje a Venezuela, sabíamos a qué venía e, incluso, -palabras más, palabras menos-, los venezolanos de la oposición y quienes apoyamos a este gobierno bolivariano y revolucionario, sabíamos lo que iba a decir.

Bastaba con ver leer las declaraciones, los ataques y los informes que altos personeros del gobierno norteamericano se han dedicado a propalar interesadamente sobre nuestro país. Pues precisamente eso es lo que ha dicho.

Veamos sólo un ejemplo: John Kerry dijo que la economía venezolana esta mal y se precipita a una crisis mayor, que el gobierno hace un uso despiadado de la fuerza para reprimir a ciudadanos pacíficos, que los países latinoamericanos no tienen un papel activo para ayudar a resolver la situación, amenaza con invocar la Carta Democrática de la OEA y descalifica el diálogo impulsado por el gobierno nacional, pronunciándose por la necesidad de un “auténtico” diálogo.

Vargas Llosa, con sus palabras, dice: La economía venezolana es un desastre, el gobierno es autoritario y represor, las democracias latinoamericanas hacen una neutralidad cómplice y “no han intervenido como debieron haberlo hecho, de una manera resuelta y decidida” y se muestra escéptico sobre el diálogo nacional que con tanto éxito ha convocado el Presidente Nicolás Maduro.

Siempre me ha sonado mal la expresión “operador político”; pues, parece que desnaturaliza la política en lo que tiene de noble: La trasparencia del combate y la confrontación abierta de las ideas. Asocio a estos operadores con la mentira, la maniobra, los escarceos ensayados y las poses de efecto. No sólo cuando se despliega en conciliábulos y en intercambios en voz baja sino también cuando, formando parte de la estrategia que deciden otros, los operadores hacen su papel ante los ojos de todos. ¡Qué triste papel este de Vargas Llosa!

miércoles, abril 09, 2014

¿Mediar qué?


Por: Rafael Hernández Bolívar

¿Es necesaria la mediación de un tercero para resolver la tensión que hemos vivido los venezolanos producto de la conducta descaradamente delictiva que, en determinadas zonas de algunas ciudades del país, han desplegado algunos grupos políticos minoritarios y violentos?

De las acepciones que tiene el diccionario de la RAE para definir el verbo mediar, hay dos que parecen expresar la visión que se tiene sobre el asunto: “Interponerse entre dos o más que riñen o contienden, procurando reconciliarlos y unirlos en amistad” y “Tomar un término medio entre dos extremos.”  De lo que derivan, por lo menos, cuatro cuestiones importantes: ¿En qué consiste el conflicto? ¿Quiénes son las partes del conflicto? ¿Por qué es necesario un mediador? ¿Qué cualidades debe tener el mediador?

Centrémonos en la primera cuestión, sin detenernos ni en la mediación ni en el sujeto mediador, -los candidatos postulados poseen la peculiaridad que, con sus primeras palabras,  toman partido abiertamente por los victimarios, por los violentos. Sirva como ejemplo la jerarquía eclesiástica que de entrada censura al gobierno, al tiempo que no hace la menor recriminación al comportamiento criminal de los vándalos, recordándonos, por lo demás, que su vocación conspiradora de abril de 2002 sigue intacta y no aprendió lección alguna de aquellos hechos lamentables.

No es necesaria mediación alguna. Aquí no hay dos partes en conflicto. Lo que tenemos son grupos que no reconocen al Estado. No es posible un espacio de negociación entre quienes actúan en contra de la ley y quien tiene la obligación de hacerla cumplir. Las leyes no tienen otras opciones que su cumplimiento o su derogación por las vías previstas en la Constitución. Y las autoridades no tienen otra opción que hacerlas cumplir y aplicar a los infractores las sanciones previstas.

Otra cosa es favorecer el encuentro de los sectores democráticos para discutir los problemas del país y llegar a programas mínimos de trabajo común, cuestión que hace con acierto el gobierno bolivariano a través del Diálogo Nacional de Paz.