jueves, abril 25, 2013

Capriles, el aguajero o la ridiculez como estilo


Por: Rafael Hernández Bolívar 

 

Duermo en la casa paterna, en Apure. Un poco más de las seis de la mañana. Me despiertan unos gritos y un movimiento de borrachos amanecidos frente a mi habitación. Abro la ventana que da a la calle y allí, frente a mí, separado por un metro escaso, observo un amasijo de brazos que mantienen agarrado a un hombre presa de una furia desbordante. Insulta con palabras soeces y terriblemente ofensivas. Al otro lado de la calle, otro hombre, desconcertado y resignado, pero, decidido, con los puños cerrados espera la refriega, los golpes que concretarían la amenaza del hombre furioso. En ese preciso instante, el agresor se vuelve hacia quienes le sujetan y les dice en voz baja, aunque le escucho con toda claridad: “¡No me vayan a soltar!...” y mira una vez más al objeto de su furia, mientras, de nuevo a gritos, arrecia su vendaval de insultos.

Me sorprendió que alguien pudiera fingir la ira y la decisión de manera tan convincente. ¡Que pudiera armar un teatro de valentía y coraje, con la seguridad de que la cosa no pasaría a mayores, pues brazos amigos impedirían que el ofendido pudiera cobrarle los insultos! Tenía yo, entonces, unos diecisiete años. Pero, desde ese día me curé para siempre de los aguajeros.

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, aguajero es la persona que alardea de sus virtudes y posesiones. Pero, en Apure, somos más precisos: Aguajero es la persona que alardea de lo que carece. Quizás tenga que ver con la caza que con arco y flecha se hace en las sabanas inundadas: Cuando uno ve movimiento de agua supone un cardumen y dispara la flecha; pero, cuando esta sale a flote sin ningún pez atravesado, entonces, el cazador dice: ¡Puro aguaje! ¡No había nada!

Estos recuerdos y reflexiones me asaltan cuando veo a Capriles Radonski diciendo: “La verdad es que se robaron las elecciones”. Antes había amenazado, en términos de ultimátum, al Consejo Nacional Electoral si no aprobaba la auditoría de las elecciones del 14 de abril en los términos que él establecía. Pero, cosa curiosa, hasta ahora no ha hecho impugnación alguna ni presenta prueba de ninguna irregularidad que diga qué se alteró en el proceso de votación y cómo esa alteración modificó los resultados. Tampoco ha presentado una sola prueba que demuestre nada. Sólo acusaciones, insultos y llamados a la violencia. Incluso, llega a decir que los votos que él sacó son los que dice el CNE; pero, niega que los votos de Maduro del 14 de abril sean los que dice ese mismo organismo. ¿Y entonces? ¿Cómo sabe que esto es así? ¿Es que hay una diferencia en las sumatorias de las actas que tienen en su poder? Si esto es verdad, sería sencillísimo para él -ante el país, ante el CNE, ante el TSJ, ante donde quiera-, presentar estas actas como prueba. ¿Por qué no lo hace? Porque las evidencias pulverizarían su patraña y la certidumbre resta espacios a la mentira y a la especulación.

Es más, lo único que le hemos escuchado –llamado pomposamente por Capriles como “recolección de pruebas”- no puede resultar más ridículo. Dice que están recogiendo copias de actas de defunción para que el CNE les diga si tales personas “votaron” el 14 de abril. Es decir, el punto de partida no es que Capriles tiene la información de que tal persona fallecida aparece como votante en tal o cual mesa. No. Nada de eso. Se trata de que el CNE dedique personal y tiempo a verificar si una persona fallecida aparece en el registro electoral; en caso de que aparezca, ver en qué centro de votación y mesa le correspondería votar; verificar si aparece como votante efectivo; si votó por Maduro y, por supuesto, si esto también es afirmativo, determinar quién se hizo pasar por el difunto y cómo logró engañar a la captadora de huella, a los testigos, a los funcionarios del CNE, al Plan República, a los acompañantes y observadores internacionales, etc. Por si fuera poco, hay otros elementos a considerar: Las personas desaparecidas no caerían en una única mesa o centro de votación. Tampoco en una sola entidad federal. Estarían repartidas en mesas a lo largo y ancho del país. Para ponerlos a votar se requeriría no sólo de la manipulación de las máquinas electorales sino de infinidad de personas reales que colocaran sus huellas y sus firmas en las captadoras de huellas y en los cuadernos de votación, respectivamente. ¡Y todo ello ante los testigos escogidos al azar por el CNE, los representantes de los partidos (incluidos los representantes de Capriles) y los propios votantes! Es decir, Capriles exige que el CNE haga toda una investigación a partir de una hipótesis sin elementos o indicios, sólo sobre la base del capricho o la intuición interesada de la MUD. Por esta vía, bien pudieron solicitar exámenes de sangre u orina para ver si había en los testigos rastros de somníferos que demostraran que habían sido dormidos y anulada su voluntad durante el proceso electoral u otro disparate que se les ocurriese a su enfebrecida cabeza.

Capriles no tiene ni idea de su responsabilidad con el país o con sus seguidores. Sus desplantes de niño malcriado han enlutado a familias venezolanas y llenado de incertidumbre y frustración a quienes le creyeron constructor de la paz y de la unión que pregonó en su campaña. Contra toda lógica democrática, en lugar de reforzar la esperanza en una futura victoria exaltando su crecimiento numérico y afincarse para redoblar el trabajo en aras de consolidar futuras victorias, decidió quemar el país y apostar a la crisis que pudiera resolver a su favor alguna intervención extranjera. Uno lo mira hacer y tiembla pensando la catástrofe que significaría semejante desquiciado al mando del Estado venezolano. No digamos por lo que desde el punto de vista ideológico significa la derecha en el poder, que de suyo ya es una tragedia. Pensemos en las cualidades mínimas que esperaríamos de un gobernante a quien le importe su país y su gente, aunque no sea más que para mantenerlo productivo, explotarlo y ponerlo al servicio de sus intereses. Ni siquiera eso.

Peor aún. Está absolutamente consciente de su derrota electoral. Sabe que no hay fraude alguno y la mejor prueba de que eso es así es que el sistema de votación registró su crecimiento de manera fiel. Si en algún momento, no una diferencia de trescientos mil sino digamos de dos millones de votos, en caso de que fuese posible un fraude, éste pasaría sin traumas ni sospechas, sería en las elecciones pasadas: Todas las encuestadoras pronosticaban el triunfo del Presidente Maduro por una diferencia que oscilaba entre 10 y 18 puntos. Adicionalmente, se venía de triunfos arrolladores en octubre y en diciembre del año pasado y el lazo emocional que se generó con la muerte del Presidente Chávez fue masivo y profundo. Pero, explicable por otros factores, la opción socialista reflejada en votos disminuyó y el sistema electoral reflejó de manera fiel esa disminución y el aumento de la opción de Capriles. Sin embargo, el Presidente Maduro conservó una diferencia a su favor que, sin ninguna duda, le hizo ganador de las elecciones.

El Consejo Nacional Electoral ha tenido una posición institucional, firme, democrática, transparente. Desde un primer momento, la inconformidad que pudiera tener el candidato perdedor puede ser procesada recurriendo a las leyes y a la Constitución Nacional de la Republica bolivariana de Venezuela. La auditoría solicitada fue aprobada en los términos contemplados por el sistema y las leyes electorales. Igualmente ha manifestado claramente: “...les asiste el derecho de impugnar la elección pero también el deber de presentar las pruebas de ello”. Pero como no tienen prueba alguna, arman el escándalo. Rechazan la auditoría, antes de que comience; recusan al Tribunal Supremo de Justicia antes de que este conozca oficialmente del caso y salen al exterior a imponer sus mentiras, con el respaldo de la derecha internacional confabulada. Vale decir, hacen el aguaje y montan su teatro.

En las interpelaciones que hizo la Asamblea Nacional a los golpistas de abril de 2002, después de tantas respuestas vacías y absurdas hechas por Carlos Molina Tamayo, uno de los militares golpistas, el diputado Esté preguntó, francamente exasperado: “¿Hasta cuándo vamos a perder el tiempo con este payaso?”. Hoy cabe la misma expresión de indignación ante Capriles. ¡Dejémoslo solo en escenario! ¡El tiene todo el talento para hundirse sin ayuda! Y los revolucionarios dediquémonos a construir la patria socialista. Quienes están ejerciendo funciones en el gobierno, a trabajar con ahínco y responsabilidad en resolver los tantos problemas que tiene el país y quienes no formamos parte de la burocracia estatal, intensifiquemos la organización del pueblo y profundicemos el debate ideológico y la crítica y seguimiento del gobierno y las instituciones del Estado. Encaremos la tarea de ganar a todo el pueblo para la Revolución Socialista. Y ambos, gobierno y militancia revolucionaria, dedicarnos a establecer fluidos canales de comunicación con todo el pueblo, incluidos los que nos adversan. No olvidemos que las elecciones pasadas no son más que una encuesta de lo que pensaba una muestra del 78% del universo de votantes el 14 de abril y que sin duda sus puntuaciones están cambiando día a día. Depende de nuestro trabajo, de nuestra honestidad y de nuestras ideas y proyectos que esos cambios sean a nuestro favor.

Esto no quiere decir que no se cocina algo peligroso detrás de las payasadas. Ya hemos visto un adelanto en las muertes del 15 de abril y en las agresiones a Centros de Diagnóstico Integral de la Misión Barrio Adentro. También han sido elocuentes las acciones y los silencios de los grandes intereses de la derecha internacional. Pero, en lo que tiene que ver con nuestra realidad nacional, quienes deben ejercer un papel protagónico e institucional son los poderes judicial, legislativo y moral. Tienen que adelantar las investigaciones necesarias y procesar a los responsables generadores de violencia y desestabilización. Es decir, que cada quien cumpla con su trabajo.


Capriles perdió una oportunidad de oro en los nuevos tiempos de la sociedad venezolana. Perdió la oportunidad de ser un interlocutor válido ante el gobierno socialista, en representación de un gran sector de venezolanos que se mueve entre el rechazo, la confusión y la duda. ¿Pueden la irresponsabilidad y el odio representar a venezolanos amantes de su país y preocupados por su futuro? ¿Puede un gobierno serio otorgarle alguna credibilidad a semejante personaje? Nada. Decidió tirar por la borda las esperanzas de quienes votaron por él. Durante los próximos seis meses secará toda su imaginación y todos sus recursos en crear situaciones de conflicto con la vana esperanza de conseguir un atajo a sus pretensiones. Pero, como dice la vieja copla, "Dios ayuda a los buenos cuando son más que los malos..." Y, hoy, en Venezuela, los buenos somos muchísimos más; pues, incluye también a quienes aún votando por una opción distinta a la mayoritaria, no comparten el comportamiento anticonstitucional, antidemocrático, violento y fascistoide del candidato perdedor.

martes, abril 23, 2013

La decisión de Diosdado

Por: Rafael Hernández Bolívar

El 17/04/2012, Diosdado Cabello, Presidente de la Asamblea Nacional, tomó la decisión de no conceder el derecho de palabra en la plenaria del parlamento a aquellos diputados que no reconozcan a Nicolás Maduro como Presidente de la República. Esta medida fue tomada durante la discusión del acuerdo de respaldo que hacía el Poder Legislativo a la proclamación de Nicolás Maduro como Presidente Electo, hecha por el Poder Electoral.

A raíz de esta decisión, los diputados en rebeldía al reconocimiento del Presidente de la República y del Poder Electoral, en plañidera cruzada, acudieron a Globovisión, santuario de la manipulación y la perversión informativa, a pedir la restitución del derecho supuestamente vulnerado. No al Poder Judicial -quién podría dar un dictamen sobre la legalidad o no de tal medida-, sino a una planta televisora privada que utiliza el espacio radio eléctrico venezolano para la conspiración permanente contra las instituciones y los poderes del Estado Venezolano.

Globovisión enfatizó que Diosdado le había negado la palabra a los diputados que "no acepten los resultados” electorales del 14 de abril y que con ello se les negaba el derecho inalienable a la libertad de expresión a quienes habían sido electos por el pueblo.  Obviaron, por supuesto, el argumento esgrimido por el Presidente de la Asamblea Nacional y director del debate: La necesaria reciprocidad que debe existir dentro de una sociedad democrática y en sus instituciones: ¿Cómo reconocer a quién no reconoce ni le otorga autoridad alguna a los poderes del Estado? Sobre todo, cuando quien niega aspira a ser reconocido apelando a la misma fuente de donde derivan los poderes negados; esto es, la soberanía popular y la Constitución Nacional de la República Bolivariana. ¡El mismo poder electoral que refrendó la legitimidad de la que gozan los diputados opositores es el mismo que proclama a Nicolás Maduro como Presidente Electo!

Vi por televisión, en vivo y en directo, los incidentes de esa sesión de la Asamblea y, en razón de ello, me permito hacer algunas precisiones:

1.  Lo que dijo Diosdado no fue que la medida afectaba a los diputados que “no acepten los resultados” sino a los diputados que no reconozcan a Nicolás Maduro como Presidente. Y eso, aunque parece, no es lo mismo. Como tampoco es lo mismo no conceder el derecho de palabra en la Asamblea Nacional –que en sentido estricto se restringe al uso del micrófono en la sesión plenaria- a negar el derecho a expresión contemplado para todo ciudadano en la Constitución República Bolivariana.
En el caso de los resultados electorales, los diputados tienen el derecho de impugnarlos y presentar las pruebas que demuestren irregularidades en el  acto de votación o en las actas que hayan alterado esos resultados y, una vez evaluados los hechos y si estos corroboran tales irregularidades, también tendrían el derecho a solicitar al organismo electoral que sea revocada la proclamación. Pero, en el caso de no reconocimiento del Presidente Nicolás Maduro, se trata de desconocer la decisión del poder competente para el acto de proclamación: al CNE y desconocer la aplicación de la medida tomada: Nicolás Maduro es el Presidente. Y, al hacer tal cosa, están desconociendo la Constitución Nacional Bolivariana y las leyes que le otorgan esa potestad al Poder Electoral.

Ahora bien, como sabemos, todos los venezolanos estamos obligados a obedecer y respetar el ordenamiento jurídico de Venezuela, que incluye la obediencia a los poderes y sus decisiones y a la Constitución de la República Bolivariana. Los diputados, además, al momento de asumir el curul, hacen un juramento que reitera este deber. Luego, el Presidente de la Asamblea Nacional, quien tiene la responsabilidad de dirigir el debate, ante la manifiesta actitud de negación de los poderes públicos por parte de algunos miembros de la Asamblea, toma la decisión de no conceder el derecho de palabra a los diputados que no reconocen a los órganos del Estado.

No sé si el Presidente de la Asamblea está facultado para tomar esa decisión; o si es el Poder Judicial quien debe tomarla, o el pleno de la Asamblea. Pero, me parece que esta es una medida sensata y, además, es política y moralmente saludable ante una oposición irresponsable que en todos sus actos niega al Estado Venezolano e incita a su desconocimiento. ¿Podemos permanecer con los brazos cruzados frente al uso de los recursos de la institucionalidad para el  socavamiento de los poderes públicos?

2. En enero la oposición decía que el país no tenía Presidente porque el Presidente Electo Hugo Chávez Frías, electo en las elecciones del 7 de octubre, no había podido juramentarse el 10 de enero, fecha prevista para la juramentación. Sobrevenida la muerte del Presidente y hecha las precisiones jurídicas pertinentes por el Tribunal Supremo de Justicia, los diputados opositores desconocieron no sólo la condición de Presidente Encargado de Nicolás Maduro sino la decisión misma del máximo tribunal de la República. Para esta semana, a su cadena de desconocimientos, suman la rebelión contra el Poder Electoral y califican de ilegítima la proclamación de Presidente Electo hecha en la persona del candidato ganador de las elecciones del 14 de abril. Suponemos que después de la juramentación de Nicolás Maduro, como Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, persistirán en su actitud de negación y de conspiración.

La decisión del Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, debe comprenderse como la necesaria respuesta a esa terca insolencia de negación al Estado de Derecho Venezolano por parte de la oposición parlamentaria. Es una situación similar a la que enfrentó Cicerón ante la descarada conjuración de Catilina contra el Senado romano. Bueno es recordar las palabras del insigne orador:

"¿Hasta cuándo, Catilina, has de abusar de nuestra paciencia? ¿Cuándo nos veremos libres de tus sediciosos intentos? ¿A qué extremos se arrojará tu desenfrenada audacia? ¿No te arredran ni la guardia nocturna del Palatino, ni la vigilancia diurna en la ciudad, ni la alarma del pueblo, ni el acuerdo de todos los hombres honrados, ni este fortísimo lugar donde el Senado se reúne, ni las frases y semblantes de todos los senadores? ¿No comprendes que tus designios están descubiertos? ¿No ves que tu conjura fracasa por conocerla ya todos? ¿Imaginas que alguno de nosotros ignora lo que has hecho anoche y antes de anoche; donde estuviste, a quienes convocaste y qué resolviste?

“¡Oh, que tiempos! ¡Que costumbres! ¡El Senado sabe esto, lo ve el cónsul, y sin embargo Catilina vive! ¿Qué digo vive? Hasta viene al Senado y toma parte en sus acuerdos, mientras con la mirada anota a aquellos a quienes designa a la muerte. ¡Y nosotros, hombres fuertes, creemos satisfacer a la República previniendo las consecuencias de su furor y de su espada! Hace tiempo, Catilina, que por orden del cónsul debiste ser llevado al suplicio para sufrir la misma suerte que contra todos nosotros, también desde hace tiempo, maquinas... a Catilina, que se apresta a devastar con la muerte y el incendio al mundo entero, nosotros, los cónsules, ¿no lo castigaremos?”

Sólo que Catilina, más valiente y con más vergüenza que los conspiradores criollos, ante tal emplazamiento se fue al frente de los conjurados y al mando de su ejército, ahora si, atacó las fuerzas de la República, aunque consiguiendo la muerte en el intento. Pero en el caso de la derecha conspiradora venezolana, cada desenmascaramiento sólo sirve para que emprenda otra aventura tan insensata y condenada al fracaso como las anteriores, ocasionando en cada caso, graves pérdidas humanas y materiales a la sociedad venezolana.

La decisión de Diosdado, aunque buena, fue apenas un coscorrón a quienes sin duda merecen castigos más severos.

Digámoslo como Cicerón: Quo usque tandem abutere, rhachíticus, patientia nostra?


O en castellano: ¿Hasta cuándo, escuálido, abusarás de nuestra paciencia?

lunes, abril 22, 2013

Catilina y los escuálidos

Por: Rafael Hernández Bolívar

Hay curiosas similitudes entre la conjuración de Catilina contra el Senado romano y la conspiración de los escuálidos contra el gobierno bolivariano y las instituciones del Estado Venezolano. Al igual que hoy, la oposición de ayer, desesperada ante las derrotas en su pretensión de ocupar el cargo de Consul, optó por la conjura. Desde su posición en el Senado conspiraba para liquidar las autoridades legítimas y hacía esto de manera ostensible y descarada, ante ojos y oídos de todos.

Tal situación llevó a Cicerón, el insigne orador, a increparlos directamente. En una reunión del Senado, dirigiéndose al jefe de la conjuración, dijo: “¿Hasta cuándo, Catilina, has de abusar de nuestra paciencia? ¿Cuándo nos veremos libres de tus sediciosos intentos?... ¿No te arredran ... ni la alarma del pueblo, ni el acuerdo de todos los hombres honrados,  ni las frases y semblantes de todos los senadores? ¿No comprendes que tus designios están descubiertos? ¿No ves que tu conjura fracasa por conocerla ya todos? ¿Imaginas que alguno de nosotros ignora lo que has hecho anoche y antes de anoche; donde estuviste, a quienes convocaste y qué resolviste?” 

En fin, hasta cuando te reúnes con nosotros en el Senado, participando de sus discusiones y acuerdos, mientras conspiras contra el Senado y sus miembros.

Pero, aquí acaban las coincidencias. Catilina, más valiente y con más vergüenza que los conspiradores criollos, ante tal emplazamiento, encabezó el ejército de los conjurados y presentó batalla, aunque consiguiendo la muerte en el intento. En el caso de la derecha conspiradora venezolana, cada desenmascaramiento sólo sirve para que emprenda otra aventura, tan insensata y condenada al fracaso como las anteriores, causando daños materiales y humanos en el intento.


Digámoslo como Cicerón: Quo usque tandem abutere, escuálido, patientia nostra?

miércoles, abril 17, 2013

“Ultimas Noticias” ningunea al CNE

Por: Rafael Hernández Bolívar 

La intervención de Tibisay Lucena del día de ayer, durante el acto de proclamación del Presidente Electo Nicolás Maduro, ganador de las elecciones presidenciales del 14 de abril de 2013, es una pieza oratoria precisa, esclarecedora y de profundo aliento democrático. La evaluación atenta de cada una de sus oraciones debería llevar, a toda persona de convicciones democráticas, a concluir que el proceso electoral realizado es un proceso transparente, confiable y, diseñado de manera tal, que las personas que pudieran tener reservas sobre los resultados, siempre pueden impugnarlos a través de los mecanismos que prevé tanto el mismo poder electoral como la legislación venezolana vigente.

En un momento de indudable tensión en el país, creada por una dirigencia opositora irresponsable, reconocer y destacar la palabra del organismo rector constituye un deber insoslayable de la prensa. Pero tal discurso no aparece ni siquiera reseñado en la edición de hoy de “Ultimas Noticias”. Tampoco informa sobre la importante declaración del Rector Díaz en la que señala su conformidad con los resultados y su posición de activar procesos de auditorías que traigan tranquilidad a quienes tengan dudas sobre los resultados.

Eleazar Díaz Rangel tiene una posición claramente democrática e institucional y ha aportado elementos teóricos y políticos en juego que ayudan a la comprensión del momento histórico que vivimos. Sin embargo, la línea editorial de “Últimas noticias” va por otro camino. De hecho, en la misma edición comentada, los titulares de algunas informaciones no corresponden a la realidad. Por ejemplo, en la página 6 se lee, “El proceso estuvo ‘cargado’ de violencia”, sin destacar en el titular que esa afirmación la hace el coordinador de una organización específica que va en contra de lo que ha dicho todo el mundo: Este fue un proceso pacífico, cívico y participativo. Otra cosa son las tensiones creadas a raíz de los resultados.

Igualmente, en la página 4, reseñan: “Motorizados sabotearon auditorías e impidieron acceso a votantes”. También aquí se trata de la reseña de lo que dice una persona específica; en este caso, a través de una llamada telefónica a la redacción y sin que haya ningún indicio de que tal información haya sido verificada. Incluso, aun suponiendo que sea cierta, lo correcto es haber titulado, “En el centro de votación tal, motorizados sabotearon conteo de los votos” y no un titular general que incluye a todo el país.

Y no se trata de que ésta sea la forma usual de titular que tiene el periódico. Pues, cuando se trata de evaluaciones positivas siempre especifica el emisor de la información, reduciéndola así, a opiniones particulares. Veamos dos ejemplos de la misma edición: “Delegación de Uniore: Hubo total transparencia” y “Misión de Unasur llamó a respetar el resultado”. Ni por el carajo titula: “Hubo total transparencia” y “Respetar el resultado”. Ni siquiera titula Uniore dice o Unasur dice; sino que reseña “Delegación de Uniore”, en un caso, y “Misión de Unasur”, en el otro. Tal precisión de filigrana no existe en las reseñas negativas generales que corresponden a situaciones y espacios muy limitados y específicos, como son las informaciones periodísticas a las que me referí, párrafos arriba.

No entiendo cómo puede manejarse la información con tanta irresponsabilidad y tanto sesgo, y, al mismo tiempo, aspirar al respeto y confianza de los lectores. Sobre todo, cuando mucho del crecimiento de su audiencia se debe a lectores que vienen de otros periódicos, buscando objetividad y equilibrio en “Ultimas Noticias”, prestigiada además por la dirección de un periodista del reconocimiento incuestionable de Eleazar Díaz Rangel.

domingo, abril 07, 2013

Venevisión demandará al Comando HCF

Por: Rafael Hernández Bolívar

Parece que los abogados de Venevisión están pensando en demandar al Comando HCF. Demandarían para resarcir daños ocasionados por plagio a uno de los programas de la emisora. Han descubierto que dicho Comando, en la voz de Winston Vallenilla en sus funciones de animador de las concentraciones revolucionarias, utiliza coreografía, expresiones y énfasis que son la identificación del programa “La Guerra de los Sexos”. Con ligeras variaciones, básicamente mediante la sustitución de unas palabras por otras que, sin embargo, no logran disimular ni el contenido ni el acento característico del programa. Allí, habitualmente el mismo Vallenilla preguntaba a grito en cuello: “¿Dónde están las mujeres?” y las féminas presentes respondían entusiasmadas con aplausos y gritos. El mismo animador agregaba entonces: “¡¡¡Aquí están las mujeres para demostrar su fuerza y aleccionar a los hombres!!!”. Seguidamente, cambiando el género de las palabras, repetía la misma pregunta dirigida a los hombres y provocaba la respuesta correspondiente. Pues, bien, ahora los mencionados abogados han constatado –y es el fundamento de su demanda- que en las concentraciones chavistas se está reproduciendo el mismo esquema del programa: ¿Dónde están las mujeres socialistas? y, ante la consabida respuesta, Vallenilla riposta: “¡¡¡Aquí están las mujeres socialistas para darle una paliza a la oposición el próximo 14 de abril!!!”

Si tal demanda se concreta, la tenemos merecida por faroleros. Porque teniendo un mensaje sólido de esperanza, de fe y de compromiso, consolidado en múltiples victorias electorales, nos empeñamos en retroceder a la banalización de nuestro propio discurso y, sobre todo, desperdiciamos la extraordinaria oportunidad que ofrece la batalla electoral para reforzar principios revolucionarios, indispensables en la lucha inmensa de construir el socialismo. Y no me venga nadie con el argumento de la brevedad de la campaña ni con el planteamiento que dada esa brevedad es necesario enfatizar lo mediático sobre lo ideológico como que si se trataran de cosas inarmónicas y contradictorias. Porque el mismo animador bien podría gritar, en lugar de una frase vacía, una consigna con fuerza y significación revolucionaria: ¡Aquí están la mujer y el hombre revolucionarios por la integración latinoamericana! ¡Por la construcción del socialismo! ¡Por la continuación y profundización del proyecto revolucionario de Hugo Chávez! Y, por supuesto, ¡para conquistar la victoria el próximo 14 de abril llevando a la Presidencia de la República a un representante de la clase obrera resteado con el socialismo!

Y esto no significa una subvaloración del trabajo de Winston Vallenilla ni de su carisma. Mucho menos un desconocimiento de la importancia de su compromiso con el legado y la significación de nuestro líder Hugo Chávez. Al revés, se trata de aprovechar sus capacidades en una estrategia comunicacional plena de contenido y posibilidades ideológicas. Un compromiso que ayude a consolidar las posiciones políticas necesarias para continuar en la profundización de la democracia, de la revolución y del socialismo. Mientras más firmes sean las ideas que animen a los revolucionarios, más consecuentes serán en la defensa de las conquistas y más audaces en la continuidad de la Revolución.

Pienso que la estrategia general del Comando de Campaña Hugo Chávez Frías ha sido certera y ha estado enfocada en el objetivo fundamental de asegurar una victoria definitiva, aplastante e inequívoca. Es más, en algunos aspectos, ha sido sencillamente brillante, como por ejemplo, ridiculizando las poses “solidarias” de la derecha y desenmascarado a los hipócritas. Igualmente en la divulgación del gran aporte que han hecho los artistas populares -o consagrados en los grandes medios-, concretados en palabras, composiciones, actos y encuentros. Pero en el aprovechamiento de las grandes concentraciones, galvanizando las emociones en pétrea voluntad política, no parece que vamos bien.


¡Ojalá en el acto de cierre de campaña superemos esta deficiencia! ¡Ojalá veamos también en la tarima y escuchemos las intervenciones de los dirigentes clave de la Revolución: José Vicente Rangel, Blanca Eckhout, Aristóbulo Istúriz, Diosdado Cabello,Mari Pili Hernández, Jorge Rodríguez, Darío Vivas, Freddy Bernal, Iris Varela, Ana Elisa Osorio, Ernesto Villegas y muchos otros, junto a los dirigentes comunales y gremiales del país. ¡Qué se sienta que el liderazgo de Chávez está repartido en infinidad de mujeres y hombres revolucionarios, consecuentes y luchadores! ¡Mujeres y hombres que tienen un mensaje que decir y un lenguaje cargado de fervor y compromiso!

viernes, abril 05, 2013

Gracias a Roberto Moll


Por : Rafael Hernández Bolívar

Modestia aparte, en eso de persuadir a amigos y gente cercana sobre las bondades del socialismo y de la experiencia bolivariana, me he anotado algunos éxitos. Pero, también debo admitir que tengo sobre mis espaldas uno que otro fracaso, a pesar de haber esgrimido mis más agudos argumentos. No porque las razones expuestas fuesen derrotadas, sino porque se estrellaban contra orejas sordas o porque aun siendo escuchadas, eran sencillamente ignoradas, en no pocos casos, con muecas de desprecio o de asco. 

Tengo un caso emblemático –mejor dicho, tenía– de esa situación. Josefita –haciendo abstracción de su hasta ayer furiosa lengua antichavista– es una persona afectuosa, solidaria, racional en todas las otras cosas. Con frecuencia, soportaba yo resignado media hora de discusión y reclamos que me correspondían en cada encuentro. Me recibía con un rosario de reclamos, pues, está convencida de que yo soy algo así como la oficina de reclamos del Gobierno si no es que cree que soy el Gobierno en persona, pese a no ser funcionario público ni nada que se le parezca.


Pero el día de ayer ocurrió un verdadero milagro que, en principio, yo asocié con los días santos. Después del abrazo y beso acostumbrados del saludo, me quedé esperando el ataque de rigor. Pero nada. Josefita hablaba de lo sola que estaba Caracas y lo agradable que era caminar por el centro de la ciudad. Decía que no entendía cómo sus hijos podían irse a la playa y disfrutar con ese gentío, todos apretujados y compartiendo los orines. Claro que la felicidad no venía completa, porque ya no podía caminar mucho. “Con decirte que las piernas no me dan ni para visitar los siete templos. Ni haciendo trampas de buscar los que están más cerca”, agregaba.



Cuando me despedía, entre extrañado y feliz, dando por descontado que, por ahora, iba a salir indemne del consabido ataque rutinario, Josefita dijo como al descuido:



—En estos días vi tu canal...



En otras circunstancias esta frase era perfecta para abrir los fuegos. Lo que habría de esperar era una auténtica andanada de críticas y ataques, donde no faltaría una que otra pedrada de grueso calibre. Pero su rostro no auguraba eso. Josefita lucía sin ninguna tensión, descansada.



—Estaban entrevistando a Roberto Moll –agregó ya francamente risueña. Noté que la voz no tenía ninguna inflexión agresiva, sino que más bien tenía como un cierto descanso, una especie de añoranza o algún otro sentimiento relajado, distendido o algo así.



—Yo no sabía que era chavista y, además, cristiano. Un buen cristiano.



Yo estaba confundido. No lograba vislumbrar por dónde vendrían los tiros. Pensé que le iba a dar por decir que los chavistas son la negación de Cristo e iba a llamar a Moll fariseo o tartufo. Sin embargo, me confundía la cara de comprensión y benevolencia de Josefita. Así que opté por callar y esperar el desarrollo de la conversación.



—¡Ese sí es un artista de verdad! Cuando hizo de Salvador Allende, yo veía al presidente y no a él. A mí me parecía que era como que si Allende se hubiese metido en su cuerpo y hablaba a través de él, como dice la gente que hacen los espiritistas... ¡Y cuánto quería a Chávez que hasta lo llama Comandante Eterno y le pide a Dios para que lo tenga en su gloria!



Yo estaba bloqueado. No quería decir nada que la sacara de la especie de trance en el que se encontraba. Dijo que Roberto Moll había hablado de las cosas que había hecho Chávez por lo pobres y ella misma me las repitió y dijo que eran “buenas de verdad”. Para mi sorpresa, eran las mismas que yo le había dicho en sucesivos y vanos esfuerzos; pero, nuestra amistad y mi afecto no habían logrado conmover ni habían sensibilizado una acritud tan firme como la de Josefita. Yo, totalmente inseguro de mis capacidades comunicativas, no me atrevía a decir nada y entendí que cualquier intento proselitista de mi parte hubiese roto ese mágico momento.



Me despedí con un abrazo cálido, entrañable. Josefita hasta me piropeó:



—Ahora puedo decir que conozco por lo menos dos chavistas buenos: Roberto Moll y tú.



—Somos mucho más que dos –le dije, a lo Benedetti.



—Es verdad, somos un montón-, concluyó mientras reía. No sé si el “somos” que utilizó quería decir “somos un montón de chavistas”, “somos un montón de buenos” o “somos un montón de chavistas buenos”. Pero mi situación emocional no me permitía solicitar aclaratorias. Sabía que había establecido un anclaje sólido de comunicación.



Desde ayer estoy pensando en este, a mi juicio, verdadero milagro. (Milagro: Suceso o cosa rara, extraordinaria o maravillosa. DRAE). La exposición racional y sustentada de argumentos fracasó sencillamente porque no había la disposición de escuchar, asimilar y confrontar las razones. Los ojos y los oídos estaban cerrados. Pero la voz y la presencia significativa de una figura relevante para Josefita, en brevísimos instantes, logró tocar fibras o resortes emocionales dormidos. El artista inerva las fibras del tránsito de la emoción a la razón. En Josefita es el corazón quien decide, no el cerebro. Éste podrá escoger cuál es la mejor manera de hacer las cosas; pero, es el corazón quien decide lo que hay que hacer.



Y todo esto se me antoja similar a lo sucedido con Chávez y el pueblo: Logró comunicar lo que venía diciendo la izquierda durante tanto tiempo con pobrísimos resultados. Y es que la izquierda hablaba a la razón; pero, ésta no escuchaba. Chávez habló al corazón y de allí ascendió hacia firmes posturas políticas. Racionales, sustentadas, estratégicas.



Gracias sinceras y sentidas a Roberto Moll y a todos los artistas que están contribuyendo a expandir los corazones y la razón de tanto venezolano bueno apresado en los lastres ideológicos que la reacción ha construido para perpetuarse en sus privilegios. Su trabajo es una obra de liberación.

jueves, abril 04, 2013

Urgente: Al Comando Hugo Chávez Frías

Por: Rafael Hernández Bolívar
Acabo de ver en un reportaje de televisión a nuestro candidato manejando un autobús en medio de un mar de gente, mientras recibía papeles, respondía saludos, miraba a la distancia, conversaba con quienes tenía a su lado y atendía la palanca de velocidades, el volante y los pedales de embrague y freno. Pese a admirar la destreza que significa hacer todo eso al mismo tiempo y constatar el apoyo afectuoso de la gente, me asaltó, sin embargo, un cierto sentimiento de angustia que quiero compartir con ustedes.
¿Ustedes se imaginan la catástrofe que significaría que el candidato de la revolución atropelle con un autobús a alguna persona de las miles que acuden a recibirle en su campaña electoral? Pues, ¡piénselo y sentirá un escalofrío aterrador! Primero, por supuesto, sientan el daño que se le ocasionaría a la víctima y a sus familiares. Segundo, en el plano político, vean lo siguiente: Si la persona resulta herida –sea esa herida leve o grave- el efecto propagandístico de la derecha sería demoledor y su aprovechamiento, incalculable: ¡Ni siquiera sabe manejar un autobús! Si la persona resulta muerta –además de las consecuencias jurídicas concretas, cárcel incluida- significaría la liquidación de la candidatura de Maduro y la imposibilidad de sustituirlo por otro candidato.
¿Tal situación catastrófica es posible? No sólo es posible sino que esas probabilidades de ocurrencia son superiores a las normales.
Como accidente: Lamentablemente no soy experto en cuestiones de accidentes automovilísticos. Pero el sentido común dice que, en condiciones normales, la conducción de un autobús está sujeta a las destrezas del conductor, a las condiciones mecánicas de la unidad, a las condiciones de la vía, del tráfico y del clima y a situaciones inesperadas que pueden ocasionar un accidente (destrezas de otros conductores, borrachos en la vía, carga que cae de otro vehículo en marcha, etc., etc.). Una irregularidad en cualquiera de estos factores puede ocasionar un accidente. Ahora imagínense por cuanto se multiplican esos riesgos conduciendo un autobús en medio de una gran concentración humana y, además, el conductor tiene que responder a los saludos y la atención de miles de personas mientras evalúa y resuelve todos esos riesgos. ¿Qué eso ya lo ha hecho nuestro candidato, quien a todas estas es un excelente conductor? Sí, es verdad. ¿Pero quién puede garantizar que contra todo evento no pueda ocurrir un accidente?
Como conspiración: Tenemos la experiencia de que sectores de la oposición han hecho en el pasado toda clase de locuras para sacar del gobierno a las fuerzas bolivarianas y donde no se han distinguido precisamente por la nobleza y un escrupuloso respeto ni a la gente ni a las instituciones. ¿Es descabellado pensar que un grupo concertado, al paso de la caravana, simulando alguna confusión, empujen a un inocente ciudadano a las ruedas del autobús o, una escaramuza parecida que mis limitados conocimientos sobre el asunto no me permiten imaginar?
Maduro es este momento el hombre más importante de la Revolución y no debemos crear situaciones que lo coloquen en riesgo. No necesita demostrarle a nadie que puede manejar un autobús, cuestión que por lo demás lo atestigua su experiencia sin manchas en esa labor y las oportunidades recientes en que ha manejado un autobús para llevar damnificados a sus nuevas casas o cuando dio inicio a la campaña. Pero, hasta ahí.

Concentrémonos en el mensaje y el contacto con la gente!